En esta primera parte me enfocaré en las consecuencias que hubo en El Salvador, por la depresión de 1929 y el efecto inmediato en la lucha de clases.
En los principios del siglo XX aparece el dominio del capitalismo en El Salvador, primeramente como exportador de cultivo rentables de un solo tipo, para después tratar muy débilmente de industrializar al país, intento que fracasara por la marcada herencia de la economía colonial. Ésta peculiaridad (que además se reproducirá en casi todas las economías centroamericanas) hace que el capitalismo salvadoreño, posea sus propias características, que se centran en el desarrollo del sector cafetalero, dirigiendo la inversión y la infraestructura hacia éste sector. Lo que derivo en el sometimiento de los cafetales salvadoreños a las leyes del mercado mundial y que la renta nacional (ingresos nacionales durante un año) dependiera de la cotización (alzas y bajas) de los precios del café en el mercado mundial, lo que hace que la economía salvadoreña entre al ciclo económico capitalista.
Este desigual desarrollo del sector cafetalero hizo que se gestara una oligarquía, que entró rápidamente en la dinámica del capitalismo, compitiendo con otros sectores (que querían industrializar al país) para obtener el predominio en la sociedad.
El cambio en la estructura económica, afectó y transformó la estructura social. El Salvador contaba con un pobre desarrollo urbano, el muy débil proceso de industrialización se desarrollaba paralelamente al trabajo artesanal. Lo que significaba que para los años veintes, El Salvador contará con una población mayoritariamente agrícola o campesina, que limitaba la organización y la movilización sindical, que nació entre 1920 y 1921, con huelgas obreras en gremios como los zapateros, los sastres, etc. Proceso que se corona con la formación en 1924 de la Federación de Trabajadores de El Salvador (FRTS), como parte de la Confederación Obrera Centroamericana (COCA). Lo que significo que de ahí empezara el movimiento sindical salvadoreño y el nacimiento de la primera prensa obrera, El Martillo. La lucha de la Regional de Trabajadores fundó la Universidad Popular, que elevo el nivel político y cultural de los trabajadores más avanzados. Así como la obtención de algunas reivindicaciones por medio de la presión ejercida por la Regional, como la Ley de Protección a los Empleados del Comercio del 31 de marzo de 1927 y la jornada de ocho horas el 13 de junio de 1928.
Para 1929, la economía salvadoreña era atrasada y aunque se inicia el año como la continuación de un período de auge económico, debido al elevado índice de la producción de café y a sus extraordinarios precios, para el segundo semestre la situación cambia bruscamente; los precios del café bajan en un 45% y el crack de Nueva York repercute de inmediato en la economía del país, evidenciando su dependencia y vulnerabilidad. La caída acelerada de los precios incide duramente en todos los sectores de la economía nacional, afectando de manera aguda a la sociedad salvadoreña.
La crisis golpea tanto a los sectores del campo como a los de la ciudad. La baja en los precios de los cereales arrastra al hambre y a la desesperación a los pequeños campesinos (poquiteros) y a los aparceros. A los empleados estatales, y aún a los militares, no se les paga, porque la economía se encuentra destruida. Los efectos de la crisis en El Salvador se prolongaron más allá de 1931, pero en éste año la situación empeoro, golpeando de una manera más salvaje a loa campesinos pobres. Pues al no haber cosechas ese año, no había como obtener recursos y la angustia cubría a grandes capas de jornaleros agrícolas, que se encontraban ante una inminente muerte por falta de alimento.
Paralelamente a la crisis económica que se azota a El Salvador, se establecen las dictaduras militares (que no finalizaran hasta 1979). Para 1931 se instaura en el poder el “partido militar”, que no significaba otra cosa, más que el control casi absoluto del país, (control del poder ejecutivo, de la Fuerza Armada, del partido oficial, del poder legislativo, de la junta monetaria, etc.). En 1932 llega al poder por medio de la fuerza, Maximiliano Hernández, después de haber hecho a un lado al presidente electo Arturo Araujo, (el 4 de diciembre de 1931), sobre todo por las presiones de la oligarquía cafetalera. Sin embargo el golpe no echa para atrás el proceso electoral del 5 de enero de 1932, pero ante la victoria de algunas regiones por los comunistas, de inmediato se suspenden las elecciones.
Ante la crisis que agobiaba a la clase obrera y campesina salvadoreña, y ante la imposición por la fuerza de un nuevo gobierno, los trabajadores y campesinos hicieron surgir un gran proceso de organización, un movimiento sindicalista y gremial sin precedentes. Las masas poco a poco se radicalizaron, el Partido Comunista después de buscar una infructuosa salida política, no le queda de otra que convocar a una insurrección armada para el 20 de enero, pero un día antes, son capturados Alfonso Luna, Mario Zapata y Farabundo Martí, que son juzgados en un tribunal militar el 31 de enero y fusilados el 1º de febrero.
Ante la amenaza del pueblo salvadoreño, el gobierno decreta estado de sitio el 20 de enero, pero en la noche del 22 para el 23, miles de campesinos con machetes y uno que otro revolver, toman pequeñas haciendas y algunos poblados en los Departamentos de Sonsonate y Ahuachapán. Pero luego que inicio la insurrección que fue mayoritariamente campesina, ya había presencia de la marina estadounidense en costas salvadoreñas, preparadas para intervenir, por la debilidad del ejército salvadoreño, pero no fue necesario, porque a pesar de apoderarse de algunas propiedades el movimiento no fue lo suficientemente amplio para alcanzar objetivos más altos. La fallida insurrección fue seguida por una ola de violencia y asesinatos, por parte del gobierno ilegitimo de Maximiliano Hernández, que se ganó la simpatía y el apoyo del gobierno estadounidense.