Nicaragua ha entrado en un proceso convulsivo, las contradicciones profundas de la sociedad capitalista están expresándose y saliendo a la superficie de manera espontánea, y ante la ausencia de una dirección revolucionaria se manifiestan de manera confusa, poco clara. Lo que se esperaba como la etapa inicial de cambios y transformaciones con el regreso del sandinismo al poder en 2007 después de casi dos décadas en la oposición, no resultó ser así. Lo que hemos visto en los últimos años en Nicaragua, bajo el gobierno de Daniel Ortega, es un pacto con los empresarios y la iglesia católica para garantizar la “paz social” sobre la base de la explotación de la clase trabajadora, esto nada tiene que ver con el socialismo revolucionario ni con las aspiraciones históricas de las masas sandinistas.
La actitud pasiva de los partidos de izquierda deformados para llevar hasta las últimas instancias la revolución socialista, o la llegada al poder de estos para administrar los negocios de la burguesía, en ausencia de métodos de participación de los trabajadores para exigir una política independiente y de clase en su favor, ahoga el desarrollo de los procesos revolucionarios y prepara las condiciones para la reacción violenta de la clase dominante, este es el resultado de la política reformista y la conciliación de clases en el capitalismo. Representa la traición a la clase obrera al negarse a desarrollar una lucha revolucionaria con un programa socialista. Estos errores y deformaciones no son únicas en el sandinismo, sino más bien son una regla general de los últimos gobiernos de la izquierda tradicional en América Latina. Por eso es necesario aclarar que lo que está fallando en América Latina no es el programa socialista, sino la negativa a impulsar el socialismo hasta sus últimas consecuencias en los procesos que se han desarrollado en el continente, no hemos tenido socialismo sino reformismo en el sistema capitalista en crisis.
Las relaciones de Ortega con los Estados Unidos
No es un secreto que el gobierno de Ortega ha tenido exitosas relaciones con los Estado Unidos de Norte América. El gobierno ha tenido el visto bueno de los últimos presidentes estadounidenses, a diferencia de otros países de América Latina con gobiernos “progresistas”, Nicaragua ha mantenido una relativa estabilidad, sin procesos de acoso e intervención imperialista, al contrario del acoso constante hacia Venezuela, Bolivia, Ecuador, donde se han desarrollado campañas furiosas del imperio e incluso intervenciones directas deponiendo presidente en las últimas décadas.
Ortega ya desde el pacto con Alemán en 1998 llegó a un modus vivendi con la burguesía y el episcopado. Esta política se agudizó con la vuelta del FSLN al poder en 2006. Ortega garantizaba a la burguesía nacional y extranjera las condiciones para la explotación de la clase trabajadora, mientras que la clase dominante le permitía estar en el poder sin oposición seria. Este pacto, en el que participaron el COSEP (principal organización patronal) y la cámara americana de comercio AMCHAM (representando los intereses de los inversionistas extranjeros), ha logrado acabar con todos los partidos de oposición burguesa. Este pacto se mantuvo por el carácter servil del gobierno de Ortega con el imperio, que ha permitido todas las condiciones necesarias para la extracción y el saqueo de la riqueza por parte de transnacionales imperialistas a cambio de millones de dólares en proyectos estatales comandados por la USAID. Por ejemplo: la inversión estadounidense es la más importante para el país, a través de sus empresas en las Zonas Francas, como en la inversión financiera, hotelera, comercial entre otras, estas generan unos 300,000 empleos. En las zonas francas laboran más de 120 mil obreras y obreros explotados con el salario mínimo más bajo de Centroamérica, realmente son empleos precarios en condiciones de esclavos modernos y, a pesar de esto, todas estas empresas son tratadas con una gran cantidad de privilegios por parte del Estado y están casi absueltas de impuestos.
En palabras de Ortega: “en el modelo de desarrollo de Nicaragua, las leyes se negocian con los empresarios y los banqueros, que antes eran tomados por sorpresa». Esta política se acompañó con programas sociales asistenciales, pagados mediante acuerdos ventajosos de compra de petróleo a Venezuela, que juntamente con la dominación férrea de los sindicatos por parte de la central sandinista, lograron mantener la “paz social”.
Incluso los Estados Unidos le otorgaron por un tiempo a Nicaragua un status preferencial, denominado Nivel de Preferencia Arancelaria (TPL) para comercializar sus mercancías, elaboradas con materia prima fuera del DR-CAFTA sin pagar impuestos. Condiciones que ningún otro país con acuerdos comerciales en la región centroamericana y el caribe tuvieron. Otra de las expresiones de las armoniosas relaciones que se desarrollaron entre el gobierno de Ortega y los Estados Unidos es el pago puntual de la deuda externa a los organismos internacionales, a menudo Nicaragua fue puesto como ejemplo de cómo los gobiernos deberían afrontar sus deudas con estos organismos.
Sin embargo, las excelentes relaciones entre Nicaragua y los Estados Unidos empezaron a transformarse cuando hubo un cambio en la política internacional, y el gobierno de Ortega-Murillo empezó a establecer relaciones comerciales con potencias como China y Rusia en 2014. De ahí surgió, por ejemplo, el tratado para la construcción del canal interoceánico, que está en pausa actualmente, un ambicioso proyecto de US$ 40 mil millones con el que se concesionaria 278 km de franja por 116 años a una empresa privada china[1]. Y los negocios armamentísticos con Rusia con la compra de 50 tanques T-72b1, aviones MIg-29 y equipo militar[2]. Todos estos negocios que muestran la ambición de la pareja presidencial, también han puesto muy nerviosos a los imperialistas, y las relaciones armoniosas han empezado a tambalearse. A pesar de todo este estado de cosas, el gobierno de Ortega sigue siendo un gobierno que hasta ahora ha tenido el visto bueno del ala más influyente de los políticos, en las relaciones internacionales de los Estados Unidos.
El 2018 ha sido un año caliente para Nicaragua. En los primeros meses del año hubo un incendio forestal[3] que tuvo mucho impacto en la conciencia de la gente, por la negligencia del Estado para solventarlo. Este acontecimiento desató movilizaciones de varios sectores de la sociedad, pero esto solo sería el preludio de los que se estaba gestando debajo de la superficie. Ya anteriormente habíamos visto también protestas de campesinos ante la eventual construcción del canal interoceánico con capital chino, reflejando el creciente descontento popular ante las políticas del gobierno de Ortega.
El 18 de abril, Ortega anunció una reforma al sistema de pensiones, que incluía un impuesto al 5 % de los montos a los pensionados y el aumento porcentual del aporte patronal. La reforma había sido exigida por el FMI, con el argumento de que la caja de las pensiones “estaba vacía”. En un primer momento, el FMI exigía medidas más duras, incluyendo la reducción de la base cotizable y el retraso de la edad de jubilación, entre otros recortes. El gobierno Ortega-Murillo, después de la experiencia de las protestas contra la reforma del seguro social en 2013, sabía que esas medidas podrían significar un golpe demasiado duro a su popularidad. Así, aceptó solo una parte de las exigencias del FMI y anunció la reforma sin consultar al COSEP, rompiendo así el modelo de “concertación social”.
En realidad, la medida más grave era el impuesto del 5 % sobre el monto de las pensiones en concepto de gasto sanitario, lo que obviamente significa un recorte directo a las pensiones. El aumento de la contribución de los empresarios quedaba compensado en gran medida por el hecho de que las contribuciones empresariales tienen desgravación fiscal.
Inmediatamente después del anuncio de la intención de aplicar el paquete de reformas, se convocaron movimientos espontáneos del sector estudiantil en las calles y la toma de algunas de las universidades semiprivadas, como la UCA y la UPOLI. Fueron tres días de intensa lucha entre el gobierno y los manifestantes, que en su mayoría eran estudiantes.
La respuesta del gobierno fue tajante y reprimió fuertemente a los manifestantes, dejando decenas de muertos, en su mayoría jóvenes de ambos bandos. El gobierno de Ortega incluso llegó a utilizar a las Juventudes Sandinistas como grupos armados de choque contra los manifestantes. Los empresarios de manera oportunista salieron a apoyar públicamente las movilizaciones.
Al final Ortega se vio en la necesidad de echarse para atrás con las reformas, esto fue una expresión de que el movimiento tendía a extenderse y que había cobrado fuerzas en la sociedad. Ortega no podía darse el lujo de que esto se desarrollara en proporciones más amplias, era sumamente peligroso para su estabilidad en el gobierno. De manera significativa, el anuncio de la retirada de la reforma de las pensiones lo hizo Ortega en un acto oficial en el que se rodeó de los principales inversores en las zonas francas:
“Nos acompañan, del Sector Textil, de la Empresa China Unida, Alejandro Chang; esta Empresa Textil China Unida da 3,000 empleos. Se encuentra aquí con nosotros el Presidente de la Asociación Coreana de Textiles, Jesús Ling; ellos dan trabajo aquí en Nicaragua a 53,000 nicaragüenses. El Vicepresidente de Operaciones de SITEL Nicaragua, Val VanDegrift, Call Center que da empleo a 3,000 nicaragüenses; el señor Carlos Muñiz, Director de Operaciones de SITEL de Nicaragua, él genera 3,000 empleos, este es un Call Center; y Chris Marsett (uno de los mayores inversores extranjeros)… está Roberto Bequillard, en Textil… Roberto, teníamos tiempo de no encontrarnos, de CONTEXA S.A., 1,200 empleos. Gregorio King, del Astro Parque, este Parque Industrial genera 10,000 empleos.”[4] (Mensaje del Presidente-Comandante Daniel Ortega a las Familias Nicaragüenses (22/04/18) (Texto íntegro), publicado en La Voz del Sandinismo)
Mientras tanto toda la empresa privada, el COSEP y la AMCHAM, junto a la iglesia católica habían convocado a una movilización al siguiente día “para reestablecer la paz”. Un día antes en la conferencia de prensa Ortega llamó al dialogo, no con los estudiantes y manifestantes sino con la empresa privada, con el argumento de que se reestableciera la paz. El mismo día de la conferencia, Ortega se negó a liberar a los estudiantes encarcelados, sin embargo, bajo la presión de las tomas, que continuaron, se vio obligado a liberarlos más adelante.
De abril a mayo la represión y la escalada de violencia se han intensificado, pero también el movimiento se ha extendido, avanzando por el camino de la confusión, sin una dirección que clarifique el objetivo y las formas de lucha. La resistencia de los estudiantes en varias universidades provoca la solidaridad de los barrios, que salen a defenderles de la represión del gobierno. Se levantan barricadas (tranques) que se extienden por todo el país. Es importante señalar que estos tranques se dan en una serie de zonas de fuerte tradición sandinista, como Masaya (incluyendo el barrio indígena de Monimbó), León, Jinoteque, etc. En la mayoría de los casos es una respuesta espontánea a la represión gubernamental, y es imposible entenderla sin el apoyo pasivo o activo de amplias capas de la militancia y base de apoyo tradicional del sandinismo en estas zonas.
El día 10 de mayo la manifestación del oficialismo palideció ante los miles de manifestantes que convoco la Alianza Cívica por la Democracia y la Justicia. El 14 de junio la Alianza y la empresa privada desarrollaron un paro nacional que fue apoyado por miles de comerciantes y comunidades con tranques en las calles y barrios. La consigna que une a todos es el fin del mandato de Ortega y la convocatoria a elecciones adelantadas.
¿Qué tipo de movimiento se desarrolla en Nicaragua?
La forma de gobernar del orteguismo preparó durante todo este tiempo las condiciones para una guerra civil, el hartazgo de la juventud que no vivió y percibió directamente las conquistas y la lucha heroica del FSLN en el pasado conflicto, hace más de 40 años, quiere arrasar con lo que para ellos es una dictadura asfixiante, liderada por Ortega y Murillo, que no representan el verdadero legado del sandinismo heroico.
Muchas de las consignas de los estudiantes y de los tranques son consignas tradicionales del sandinismo: “aquí no se rinde nadie”, “no pasarán”, “que se rinda tu madre”. Durante el entierro de varios de los asesinados por la represión en Masaya se oyen canciones de la revolución sandinista como “Nicaragua, Nicaragüíta”.
Sin embargo, ante el enorme vacío a la izquierda en Nicaragua, la dirección política de las protestas (que alcanzan proporciones insurreccionales) recae en los empresarios y organizaciones de la derecha. Por ejemplo, el portavoz del “gobierno rebelde” que se proclamó en Masaya a principios de junio es un militante del Movimiento por Nicaragua, una organización política de derechas. La Alianza Cívica está dominada por el COSEP, la AMCHAM y la Iglesia. Aunque el movimiento campesino anti-canal expresa algunas reservas, en realidad en sus comunicados aceptan totalmente la idea de una alianza “necesaria” con los empresarios. Tanto el movimiento campesino como los estudiantes, hicieron un llamado a los empresarios a convocar el paro nacional del 14J.
En una entrevista en ElFaro.net uno de los dirigentes del movimiento estudiantil, Harvey Morales, explicaba cómo se financia el movimiento: “Tenemos que aliarnos con otros sectores, como el privado y la sociedad civil. No solamente es el sector privado, está Oxfam, el Movimiento María Elena Cuadra, los productores agropecuarios y ganaderos, etc…”. Preguntado acerca del viaje de varios dirigentes estudiantiles a los EEUU dónde se reunieron con Ted Cruz, Mario Rubio e Ileana Ross-Lehtinen, Morales explica: “Ese viaje fue algo rarísimo. Estamos muy descontentos con ese viaje. Incluso con nuestro representante. Cuando lo planificamos ya había muchos actores queriendo intervenir en la agenda. Eso pasó desde el principio. Me refiero a organizaciones, a políticos opositores, algunos más a la derecha… Este viaje fue financiado desde Estados Unidos (Freedom Foundation) y se les impuso una agenda, y eso es terrible. Fueron ellos quienes decidieron qué estudiantes irían”. Y añade: “Todos los movimientos ahora tienen asesores. Personas que se mueven. Hijos de políticos, empresarios… Tienen una línea política muy clara”. El problema es que, aunque algunos como Morales critican decisiones como la del viaje a Washington y se declaran de izquierdas, en el fondo aceptan la idea de que “a los empresarios los tenemos como aliados de cara al diálogo, pero no tenemos confianza. … Sabemos el riesgo en el que caemos por estar recibiendo su apoyo”.[5]
Lo que está claro es que no van a ser los estudiantes o sectores bien intencionados los que utilicen a los empresarios, sino justamente al revés. Los empresarios son los que van a tomar las decisiones aunque ciertamente no son ellos los que han estado en los tranques ni se han enfrentado a la represión.
Mención aparte merece el llamado Movimiento de Renovación Sandinista, que agrupa a toda una serie de disidentes del sandinismo. En realidad ellos se oponen a Ortega, pero no por la izquierda, no sobre la base de una política revolucionaria; sino por la derecha, desde un punto de vista liberal. Desde ese punto de vista el MRS no ha dudado en llegar a alianzas electorales con sectores de la derecha, y ahora mismo simplemente les da una cobertura de “izquierdas” a los empresarios.
Hasta el momento el papel del imperialismo de EEUU en Nicaragua ha sido el de limitarse a condenas verbales, declaraciones y sanciones a individuos aislados. Si EEUU quisiera realmente tumbar al gobierno Ortega-Murillo un embargo comercial y económico bastaría. Pero la cosa no es tan sencilla desde el punto de vista de Washington. En primer lugar, lo que no quiere el imperialismo es un derrocamiento como resultado de una insurrección de masas en las calles. Toda su presión hasta ahora ha ido en la dirección de desactivar el movimiento a cambio de negociaciones sobre el adelanto electoral. Varios altos funcionarios de EEUU han visitado Nicaragua en las últimas semanas para celebrar reuniones a puerta cerrada con Ortega. Lo que ellos preferirían es algún tipo de acuerdo de adelanto electoral que permita desactivar el movimiento, y ante todo mantener “la paz y el orden” como requisito para seguir con sus negocios.
Lo que tenemos por lo tanto es un gobierno bonapartista burgués utilizando represión brutal contra las protestas, pero por otra parte, un movimiento de protesta que está siendo capitalizado por los empresarios privados nacionales y los partidos de la derecha. La victoria de un movimiento de este tipo, con esa dirección, en Nicaragua no significaría en absoluto una mejora de las condiciones de vida de los trabajadores, ni tampoco en el terreno de los derechos democráticos.
Es necesaria una alternativa de clase
En toda esta situación los grandes ausentes son la mayoría de los trabajadores, aunque hayan algunos que han salido a manifestarse de forma individual, el grueso de la clase obrera aún no se incorpora de lleno, situación que se debe a la fuerte dominación del gobierno de Ortega que ha cooptado a todos los sindicatos. En Nicaragua los sindicatos son un cascarón vacío y carecen de una independencia de clase, realmente no son una herramienta de lucha sino un freno para esta.
La tarea más urgente en Nicaragua desde el punto de vista de la clase trabajadora es la necesidad de su entrada en la escena con un programa de independencia de clase, que enfrente tanto al gobierno burgués y represor de Ortega-Murillo como a los empresarios (que hace apenas tres meses le apoyaban a pies juntillas), la derecha y el imperialismo.
Hay que luchar por salarios dignos, derechos sindicales y condiciones de trabajo seguras en las zonas francas; por unas pensiones dignas y que el coste lo sufraguen los capitalistas de sus millonarias ganancias; contra la represión y por el castigo a los culpables de las más de 200 muertes de estos meses; por salarios dignos para toda la clase trabajadora.
La historia de Nicaragua nos ha enseñado el papel cobarde de la llamada burguesía progresista y su incapacidad de solucionar los problemas de las masas. En la revolución sandinista de 1979 fue la huelga general y la insurrección popular quienes barrieron con el viejo régimen y sentaron las bases para la transformación social. La burguesía no jugó ningún papel y por el contrario traicionó a la revolución. En estas condiciones tan favorables la revolución sandinista podría haber acabado con el capitalismo, sin embargo, los dirigentes de todas las corrientes del sandinismo claudicaron, en lugar de mantener una independencia de clase, como abogó siempre Carlos Fonseca Amador. En vez de luchar por el socialismo se planteó la economía mixta donde buscaban conciliar la economía estatizada con la privada, expresión de la perniciosa conciliación de clase.
Tenemos que recuperar la verdadera memoria histórica que muestra el heroísmo de los obreros, campesinos y estudiantes y evidenciar por todos los medios el papel nefasto de la política de la conciliación de clases y el papel traidor de la burguesía. Rescatando las verdaderas tradiciones revolucionarias de Nicaragua y construir una dirección con independencia de clase y verdadero programa socialista basado en las tradiciones de la democracia obrera.
Lea también: ¿Qué sucede en Nicaragua? Un análisis desde la izquierda revolucionaria
[1]http://www.bbc.com/mundo/noticias/2013/06/130614_china_canal_interoceanico_nicaragua_estados_unidos_panama_centroamerica_an
[2] https://www.diariolasamericas.com/america-latina/amistad-putin-y-ortega-inquieta-paises-vecinos-n4120517
[3] https://www.elpais.cr/2018/04/10/gran-incendio-en-reserva-biologica-de-nicaragua-provoca-marchas-antagonicas/
[4] http://www.lavozdelsandinismo.com/nicaragua/2018-04-22/mensaje-del-presidente-comandante-daniel-ortega-a-las-familias-nicaraguenses-22-04-18-texto-integro/
[5] https://elfaro.net/es/201806/centroamerica/22015/“La-prioridad-ahorita-es-que-no-nos
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