La administración Trump desde sus inicios fue muy clara en cuanto a la persecución que realizaría en contra de los inmigrantes, lanzando políticas migratorias que los atacan directamente. El Gobierno de Trump, a través de su fiscal general, Jeff Sessions, empezó a aplicar directrices debido a la puesta en marcha de la política “tolerancia cero” del Gobierno estadounidense, que implica tratar como criminales a los indocumentados que entran al país, por lo que los inmigrantes que atraviesan la frontera junto a sus hijos son llevados a centros de detención y separados de los menores, a los que trasladan a lugares de acogida dirigidos por el Departamento de Salud y Servicios Humanos.
Uno de estos lugares de acogida, el Centro de Procesamiento de la Patrulla Fronteriza en McAllen, Texas, también conocido como “la perrera”, alberga niños detenidos que llegaron a Estados Unidos como refugiados no acompañados o separados de sus familiares, en busca de asilo de El Salvador, Guatemala y Honduras. Aunque las muchas imágenes difundidas en las redes hablan más que mil palabras, sabemos que las condiciones en las que son albergados estos niños no son las adecuadas, literalmente se encuentran en “jaulas”, estas condiciones han llegado a ser comparadas con los campos de internamiento utilizados durante la Segunda Guerra Mundial.
Un total de 2 mil 342 niños han sido separados de sus familiares en la frontera con México y ubicados en estos lugares de acogida, entre el 5 de mayo y el 9 de junio, como resultado de la política de “tolerancia cero” contra la migración “ilegal”, señaló el Departamento de Seguridad Interna (DHS) de Estados Unidos.
Esta política de “cero tolerancia” contra la migración es un acto de crueldad, pero para el fiscal general Jeff Sessions el separar de sus padres a los niños que llegan a la frontera de Estados Unidos, no solo es algo legal sino que incluso puede hallar justificación en la Biblia:
«Yo les citaría al apóstol Pablo y su clara y sabia orden en (la carta a los) Romanos 13: obedecer las leyes del gobierno porque Dios las ha dispuesto con el propósito del orden», dijo Sessions en respuesta a los cuestionamientos que ha recibido por esta práctica. “Los procesos ordenados y legales son buenos en sí mismos y protegen a los débiles y a quienes cumplen con la ley», señaló. Sin embargo, el usar una cita de la Biblia para justificar estas medidas, más que para aplacar las críticas derivó en nuevos cuestionamientos contra el fiscal. No es la primera vez que se usan versículos de la Biblia para justificar atrocidades.
En efecto, el capítulo 13 de la Carta a los Romanos fue, por ejemplo, una de las referencias citadas en 1855 por el periódico Richmond Daily para señalar que había cientos de pasajes de la Biblia que demostraban que «la esclavitud está aprobada por Dios».
Es así como nos demuestra el imperialismo estadounidense putrefacto, que utilizara todos los medios para solapar sus acciones injustificadas y crueles hacia los sectores más desprotegidos dentro del sistema capitalista. Trump por su parte ha respondido a los cuestionamientos con una peculiar defensa de la política de su gobierno, sugiriendo que los migrantes adultos arrestados en la frontera podrían ser «asesinos, ladrones, y mucho más».
«Queremos un país seguro, y eso comienza por las fronteras», afirmó el mandatario. Promoviendo el nacionalismo de derecha y la xenofobia. Diversos legisladores demócratas, así como el expresidente Bill Clinton, sostuvieron que Trump utiliza a los niños migrantes como una «herramienta de negociación» política. Para lograr el desembolso de 25.000 millones de dólares para la construcción del muro en la frontera con México.
A pesar del recrudecimiento de sus condiciones y restricciones severas al derecho al asilo, los inmigrantes siguen buscando escapar desesperadamente de las guerras, la violencia y la desigualdad producto de más de un siglo de explotación imperialista estadounidense en sus países de origen. Bajo condiciones en las que el mundo confronta la peor crisis de refugiados desde la Segunda Guerra Mundial, se ven obligados a desplazarse. La clase obrera tiene que rechazar este marco reaccionario entero. Solo la clase obrera, que une a los inmigrantes y los trabajadores nativos, puede prevenir las deportaciones masivas y defender el derecho democrático de los trabajadores y sus familias a vivir y trabajar en el país de su elección sin temor a sufrir hostigamiento, remoción o separación de sus seres queridos.
No podemos ser indiferentes ante un hecho que claramente representa una violación de los derechos humanos y deja a los niños, niñas y adolescentes migrantes en situación de vulnerabilidad.
¡Nativa o extranjera, la misma clase obrera!
¡Contra la política inhumana de Trump, internacionalismo proletario!
¡Trabajadores del mundo undidos!