El año de 1980 fue un momento clave para la lucha de clases en El Salvador. La pobreza, la marginación, la injusticia social y la represión por parte de la oligarquía terrateniente desarrollaron las condiciones necesarias para una aguerrida y heroica lucha por parte de los trabajadores y campesinos. En esta época ya podíamos encontrar las condiciones necesarias para definir una situación como revolucionaria, la clase dominante estaba dividida y era incapaz de mantenerse en el poder, la pequeña burguesía oscilaba entre el proletariado y la oligarquía y las masas estaban dispuestas a luchar por la toma del poder, a excepción de algo, ¡lo más importante!, un partido y una dirección revolucionaria que estén preparados para dirigir a la clase obrera hacia la conquista del poder.
El último golpe de Estado que conoció la historia del país, después de tantos en tiempo atrás, fue en 1979. La situación era complicada para la clase dominante el peligro de una revolución centroamericana era inminente, Washington estratégicamente apoyo dicho golpe y para evitar algo más profundo propuso una salida rápida a la crisis a través de una “reforma controlada”
En la práctica se trataba de un gobierno suspendido en el aire, atrapado entre el movimiento revolucionario de resistencia de las masas y el sabotaje de las “14 familias”.
Movilización enero de 1980
La situación se volvió insoportable para las masas en enero de 1980, las direcciones de las principales organizaciones convocaron a una movilización para el día 22 de enero en conmemoración de la insurrección campesina de 1932. No había objetivo de lucha definido en dicha actividad. Las direcciones de las organizaciones quedaron sorprendidas por el enorme apoyo que tuvo esta movilización. La amplia participación de las masas obreras en ella la ha convertido en la movilización más grande de la historia del país, más de 100,000 personas participaron en ella.
Bajo la presión de las masas las organizaciones de lucha lograron la unificación (PCS, BPR, LP-28, FAPU, y la UNO) que formarían la Coordinadora Revolucionaria de Masas (CRM). En un primer momento, se plantea un programa revolucionario basado en el derrocamiento de la Junta y la formación de un gobierno revolucionario democrático, que llevara a cabo la nacionalización de los medios de producción, la banca y el crédito, el comercio exterior, creación de un nuevo ejército y la investigación de los desaparecidos. Este era un programa que respondía las necesidades de la clase trabajadora en ese momento. Después de ello la dirección del movimiento debía empezar a formar milicias y pequeños organizaciones en las localidades para empezar a tener un cimiento del futuro poder obrero campesino, poniendo en jaque a la clase dominante a través de una huelga general indefinida que lo hiciera caer. Era el momento de comenzar una lucha única bajo este programa, lastimosamente para la clase obrera que apuntaba a la revolución, las direcciones decidieron apuntar al reformismo, entrando al gobierno momentáneamente, pactando con los “burgueses progresistas” y condenando la revolución a una lucha sangrienta alejada de las masas bajo el método guerrillero.
“En este contexto de fermento social, los proyectos “reformistas” de la Junta estaban condenados al fracaso de antemano. Las contradicciones entre las clases eran demasiado fuertes, el abismo entre los ricos y los pobres demasiado profundo para permitir una solución a medias. Las tensiones entre los coroneles Gutiérrez y Majano dentro de la Junta, reflejaban las divisiones en el seno de la clase dominante. Conscientes del peligro de una explosión social, los representantes del ala “progresista” de la burguesía, con Majano a la cabeza, abogaban por la inclusión de los partidos de la izquierda en el gobierno. Esto fue rechazado por la tendencia reaccionaria representada por Gutiérrez”.[1]
La reforma agraria que era la consigna centroamericana se llevó a cabo en el periodo de gobierno de la junta, pero todo fue una falsa reforma y al contrario esto sirvió como un argumento para que el ala más reaccionaria de la oligarquía lanzara una contra ofensiva, -una matanza en contra de los campesinos a manos de las fuerzas represivas-, solo se repartieron 500 hectáreas a los campesinos pobres, la mayoría de las tierras quedó siempre en manos de la oligarquía.
Un partido revolucionario construido desde la base obrera y campesina, preparado bajo el centralismo democrático, con una clara orientación marxista y aplicando los métodos tradicionales de lucha de los trabajadores basándose principalmente en la huelga general y la insurrección revolucionaria, utilizando las guerrillas como auxiliares de autodefensa de la lucha de las masas en la ciudad y no al contrario, hubiese ahorrado miles de vidas, llevando a los obreros al poder para posteriormente luchar por la revolución socialista centroamericana.