Este documento de tesis fue elaborado, discutido y aprobado por nuestros militantes el pasado mes de octubre. Aunque fue escrito hace unos meses, su vigencia se mantiene. Refleja una correcta lectura de los acontecimientos que se han llevado a cabo, y cómo nuestras advertencias fueron comprobadas frente a la seria amenaza de la contrarrevolución. Creemos que sirve como instrumento frente al debate que se está originando dentro de las filas del chavismo en general.
Este documento de tesis fue elaborado, discutido y aprobado por nuestros militantes el pasado mes de octubre. Aunque fue escrito hace unos meses, su vigencia se mantiene. Refleja una correcta lectura de los acontecimientos que se han llevado a cabo, y cómo nuestras advertencias fueron comprobadas frente a la seria amenaza de la contrarrevolución. Creemos que sirve como instrumento frente al debate que se está originando dentro de las filas del chavismo en general.
En vísperas de las elecciones a la asamblea nacional del 6 de diciembre, revolución bolivariana se enfrenta quizás a la situación más difícil desde la llegada al poder de Hugo Chávez en 1988.
Una serie de factores se combinan produciendo una espiral negativa. Los más importantes son: 1) la situación económica internacional y sobretodo la ralentización brusca de la economía china, 2) la caída sostenida de los precios del petróleo, 3) el aumento desbocado de la inflación y la escasez, 3) la epidemia de corrupción, 4) la epidemia del crímen, 5) el cáncer del burocratismo en las filas de la revolución.
Todos estos factores están relacionados y se retroalimentan. La consecuencia central es la desmovilización, apatía y escepticismo entre las masas trabajadoras y pobres que han sido el motor de la revolución bolivariana y que la han salvado en todos los momentos clave.
El marco económico internacional
En cuanto a la situación internacional, la desaceleración de la economía de China tiene un impacto en todos los países exportadores de energía y a la vez limita la posibilidad de financiación por parte de China al gobierno de Venezuela.
La caída de los precios del petróleo limita fuertemente los ingresos del gobierno y con ello el márgen de maniobra para políticas sociales y de inversión estatal. El precio del barril de petróleo venezolano fue en promedio el año 2014 de US$88. La media del año 2015 hasta el momento ha sido de US$47. El precio en Setiembre de 2015 es de US$40. Esto lleva a una caída de las reservas internacionales y la caída de los ingresos del estado.
Estos dos factores son a su vez parte y consecuencia de la crisis internacional del capitalismo. El sistema es incapaz de salir de manera robusta de la crisis que inició en el 2007, la caída de la economía china puede desencadenar una nueva recaída a nivel mundial.
La economía venezolana: fracaso de la regulación, inflación y colapso económico
En Venezuela la economía, que se contrajo más del 4% el año pasado podría caer este año más del doble.
El aumento de la inflación y el desabastecimiento reflejan de manera aguda el fracaso de la política de tratar de regular el capitalismo y los enormes desequilibrios que la misma ha provocado. La inflación, que fue del 68% el año pasado, se calcula que será el doble o incluso más en este año.
El control de precios ha llevado al sabotaje de la producción de alimentos y productos básicos por parte del sector privado, al acaparamiento y el mercado negro. El intento del estado de garantizar los productos básicos a precios asequibles para las masas populares provoca una enorme sangría de las reservas internacionales.
El estado compra los productos a precios de mercado mundial en divisas y los distribuye a través de cadenas de distribución estatales a precios subsidiados. La escasez de estos productos es una de las causas más importantes de la existencia del mercado negro y el bachaqueo. El enorme diferencial que existe entre los precios regulados y los precios del mercado negro, es una fuente constante de corrupción a todos los niveles.
Lo mismo ha sucedido con los controles de cambio. El cambio del dolar en el mercado negro, que estaba en 187 Bs por US$1 a principios de este año, ha saltado a más de 800 Bs por dólar a 1 de octubre. El tipo oficial del dolar SIMADI ha pasado de 176 Bs en Febrero a 200 en Octubre.
Lejos de impedir la fuga de capital, el control de cambio ha representado una enorme transferencia de dólares de la renta petrolera hacia los capitalistas mediante toda una serie de mecanismos legales, ilegales y corruptos. La fuga de capital ha continuado por medios ilegales y semilegales. Además el control de cambio ha sido un factor de distorsión de todo el aparato productivo, potenciando la importación de productos acabados y estrangulando la producción nacional.
En la medida en que es mucho más lucrativo utilizar medios legales e ilegales de explotar el diferencial del mercado cambiario que invertir en la producción, la tasa de inversión ha caído del 27 al 16% del PIB. Tenemos pues una contracción aguda de la economía combinada con hiperinflación.
La combinación de la expansión del gasto social con la caída del ingreso petrolero y la paralización de la economía ha llevado a un déficit presupuestario del 14% del PIB en el 2014 que es a todas luces insostenible. La tasa podría llegar al 20% del PIB en el 2015, reduciendo todavía más las reservas internacionales.
Después de la toma de control de PDVSA en 2003, la revolución bolivariana aseguró toda una serie de avances muy significativos en el nivel de vida de las masas. Durante todo un período fue posible mantener y desarrollar los mismos utilizando la renta petrolera sin cuestionar de forma decisiva la propiedad privada de los medios de producción. Los factores que hicieron eso posible (sobretodo los altos precios del petróleo) ya no existen.
El gobierno es consciente del agotamiento del modelo de regulación del capitalismo y utilización de la renta petrolera para gastos sociales. Se puede decir que el punto de inflexión fue la salida del ministro Giordani en Junio de 2014.
La política del gobierno cambió hacia una de ir haciendo concesiones a los capitalistas mediante el levantamiento gradual y parcial de los controles de precio y de cambio. A esto se añadió la creación de zonas económicas especiales para atraer inversión extranjera y tratar de incentivar la repatriación de capitales fugados.
Cómo explicamos en ese momento, esta política ha fracasado. La burguesía venezolana ha sido históricamente particularmente parasitaria y rentista. No está dispuesta a invertir por varios motivos: 1) no cree que pueda obtener la tasa de ganancia que considera “necesaria” 2) siente que la seguridad jurídica de sus posibles inversiones no está asegurada en la medida que existe una revolución en Venezuela.
Efectos en la conciencia
Todos estos factores anteriormente descritos tienen un importante impacto en la conciencia de las masas. Después de años de mejora sostenida de las condiciones de vida, en la que los logros de la revolución eran palpables, ahora la situación se ha revertido parcialmente.
Cada vez más las dificultades provocadas por el desabastecimiento y la inflación pesan más en la balanza que las conquistas de la revolución.
A todo esto se añade el aumento sustancial del crímen. Este se debe a varios factores complejos, de los cuales los más importantes son: 1) el resquebrajamiento del viejo aparato del estado burgués que ha perdido gran parte de su autoridad pero no ha sido reemplazado por un nuevo aparato de estado revolucionario con legitimidad entre las masas, 2) la criminalidad asociada a los factores económicos del mercado negro, 3) la penetración de organizaciones criminales que es facilitada por los factores anteriores, 4) los vínculos de un sector radical de la oposición con el paramilitarismo colombiano, 5) la utilización por parte de sectores de los patronos y los terratenientes del sicariato como modo de defenderse de la ofensiva de las masas revolucionarias.
Otro factor a tener en cuenta, también relacionado con los anteriores es el burocratismo y la corrupción. Aquí también la destrucción de la legitimidad del aparato del estado burgués juega un papel importante. En todos los niveles del aparato estatal se ha incrustado una capa de nuevos burócratas y arribistas que ven una posibilidad de lucro personal.
La existencia de la burocracia y la corrupción es un factor corrosivo adicional que mina la moral revolucionaria de las masas.
No solo se trata de que las condiciones materiales de vida empeoren sino de la percepción de que el gobierno no tiene un plan claro ni eficaz para combatir estos males. Por encima de todo la respuesta del gobierno ha sido policial, burocrática y por arriba, sin utilizar en ningún momento de forma seria la iniciativa revolucionaria y la autoorganización de las masas. Así lo hemos visto por ejemplo con el cierre de la frontera, las OPL, la lucha contra el acaparamiento, etc.
Esto no quiere decir que la conciencia revolucionaria de las masas chavistas haya desaparecido. Durante las guarimbas del 2013, las del 2014 y las provocaciones imperialistas de principios de 2015, vimos reavivar el fervor revolucionario de las masas, que salieron a movilizarse y se organizaron para defender la revolución. La extraordinaria vitalidad y resistencia de la movilización revolucionaria de las masas es una de las características más significativas de la revolución bolivariana. Pero todo tiene su límite.
El gobierno además concibe la movilización de las masas en términos burocráticos, como una llave de agua que uno puede abrir y cerrar a voluntad. Se amenaza con expropiar la Polar, pero no se llega a efectuar. Se llama a la formación de milicias populares y obreras, pero se deja a medias. La burocracia es orgánicamente incapaz de encauzar la movilización revolucionaria de las masas porque la teme.
Las elecciones a la asamblea
Las últimas elecciones presidenciales, en el 2013, ya fueron muy ajustadas. Nicolás Maduro ganó por el mínimo márgen (poco más de 1%, 120.000 votos de diferencia). Esas elecciones además se dieron poco después de la muerte del presidente Chávez lo que tuvo un peso importante. Las elecciones a la asamblea nacional de 2010, todavía en vida de Chávez, fueron también muy ajustadas (menos de un 1% de diferencia, 100.000 votos entre el PSUV y la MUD, a lo que hay que añadir que el PPT sacó 350.000 votos).
En estas elecciones de diciembre hay una serie de factores adicionales: 1) la autoridad revolucionaria que tiene Nicolás Maduro no es la misma que tenía Hugo Chávez, 2) en las elecciones a la asamblea nacional no se vota por Maduro sino por los diputados, cuya autoridad política es incluso mucho menor, muchos de ellos son vistos como burócratas, corruptos o arribistas.
Es obvio que el gobierno va a tratar de pasar a la ofensiva para tratar de ganar las elecciones que son cruciales para su propia supervivencia. Las OPL y el conflicto en la frontera son un intento de solucionar o aliviar el problema de la criminalidad y en parte el desabastecimiento. Es posible que en los meses que quedan se tome alguna iniciativa importante en el terreno de las misiones sociales y se utilicen a fondo las reservas internacionales para importar productos básicos y garantizar el abastecimiento.
Sin embargo, como hemos visto anteriormente, el márgen de maniobra económico es mucho más limitado. Incluso si se pudieran tomar estas medidas ahora, la factura se pagaría después de las elecciones agravando la crisis todavía más.
El gobierno también ha tomado medidas para desarticular al sector más golpista de la oposición, encarcelando a varios de sus dirigentes más destacados. A pesar de todo el griterío, la burguesía no ha sido capaz de movilizar a su base ni siquiera a los niveles de la guarimba del 2014. La derrota que sufrieron en aquel entonces tuvo un resultado desmoralizador.
La oposición se presenta a esta contienda dividida, desmovilizada y débil. Sin embargo para la burguesía también estas elecciones son decisivas. Alcanzar la mayoría en la asamblea les permitiría lanzarse al referéndum revocatorio y bloquear las leyes del gobierno. Es obvio que van a tratar de recuperar terreno, unificando sus fuerzas y poniendo los medios necesarios para movilizar a su base social.
El resultado va a depender de la correlación entre el nivel de desmovilización de la base chavista y el nivel de desmovilización de la base de la contrarevolución. No está descartado en absoluto que se diera una victoria opositora en esta ocasión, o por lo menos, que se redujera sustancialmente la mayoría chavista en la asamblea. Bastaría con que la oposición consiguiera movilizar un número similar de votos al 2013 y que el chavismo perdiera un 1,5% de sus votos hacia la abstención.
Por la forma en que está organizado el sistema electoral y los diferentes circuitos se podría dar también una situación en la que la oposición gane una mayoría de votos pero no tenga una mayoría en la asamblea. Ese escenario les daría una inyección de moral y prepararía una nueva ofensiva hacia un referéndum revocatorio presidencial.
Una derrota parcial o total del chavismo en las elecciones abriría también todo tipo de divisiones en su seno. Un sector muy importante de los burócratas abandonaría el barco, pasándose a la oposición tan pronto como vieran peligrar su propio futuro. Una derrota electoral tendría un efecto saludable de limpiar las filas del chavismo de arribistas. Se podrían abrir también grietas importantes en el aparato del estado. La lealtad de la mayoría de los mandos de las fuerzas armadas se basa principalmente en mantener sus propias posiciones de privilegio y lucro personal.
Entre las masas chavistas, una derrota tendría un efecto desmoralizador, más porque se produciría en un contexto de dificultades económicas, etc. Sin embargo, entre un sector de la vanguardia, eso podría tener un efecto radicalizador, de saldar cuentas con los reformistas y burócratas. Así fue por ejemplo en la revolución española después de la derrota del gobierno republicano-socialista en 1933 y la posterior derrota de la insurrección de Octubre de 1934. Esas derrotas provocaron una enorme radicalización en las organizaciones socialistas, particularmente en las Juventudes, que preparó una nueva ofensiva de la revolución en 1936.
Un intento de la oligarquía de destruir las conquistas de la revolución demasiado rápidamente, podría provocar una reacción contraria, como vimos por ejemplo en la reacción de las masas en defensa de las misiones cuando Capriles ganó la gobernación de Miranda.
Una victoria ajustada del chavismo en las elecciones a la asamblea sólo prolongaría la situación un poco más. Todos los factores fundamentales en la economía que hemos descrito anteriormente seguirían actuando, preparando más pronto o más tarde una derrota electoral.
¿Qué hacer?
La situación es grave, las medias tintas, la corrupción, la burocracia y el reformismo nos están llevando perjudicar a la revolución. Existe sin duda un ambiente crítico entre los sectores más avanzados. Crítico con la burocracia y los reformistas que son los verdaderos responsables de esta situación.
Hay que completar la revolución nacionalizando los medios de producción bajo control obrero y destruyendo el estado burgués para sustituirlo por un estado obrero. El principal obstáculo para que eso se lleve a cabo no es la conciencia de las masas, que es muy avanzada, sino una política incorrecta de nuestros dirigentes.