La semana pasada Bukele publicó en la cuenta de X un video donde recibía instrucciones sobre su nueva adquisición: un helicóptero valorado en 5 millones de dólares. El video que refleja la opulencia y la excentricidad del presidente, contrasta con la realidad de millones de salvadoreños que año con año padecen la pobreza y se desviven trabajando para poder sobrevivir en un país cada vez más desigual y miserable.
El año pasado, según datos de instituciones internacionales, casi 2 millones de personas vivían en condiciones de pobreza monetaria. Cabe resaltar que este aumento de la pobreza es el más alto registrado desde 2018. De este grupo el 9.3% no alcanzaban a cubrir ni la canasta básica alimentaria, una situación realmente lamentable, cuando una de las promesas de Bukele fue solucionar el problema de la desigualdad en el país. Sin embargo, los mandatos presidenciales de Bukele no han resuelto la pobreza, al contrario la están profundizando todavía más.
Por otro lado, la opulencia de Bukele contrasta con las condiciones en que la niñez y la juventud se enfrenta al desafío de la educación pública. A pesar que Bukele prometió que con las ganancias del Bitcoin se mejoraría la red de escuelas públicas del país, esto resultó ser puras habladurías del pasado, de las cuales espera que miles de padres de familia y personal docente que ven cómo sus hijos y alumnos tienen que recibir clases en condiciones precarias se olviden de una vez y para siempre.
El programa “Mi Nueva Escuela” que promete la construcción y mejoramiento de 1000 centros escolares ha quedado más que solo en papel inerte, hasta hoy, solo se han renovado la absurda cantidad de 32 escuelas de las 5,162 que existen. ¿Estas son las políticas que llevarán a El Salvador a ser un país de primer mundo, una potencia a nivel internacional como se repetía en las campañas constantes del gobierno central y el partido gobernante? Lejos están tales promesas de la realidad de millones de niños en los municipios más pobres del país.
En el país de las maravillas miles de personas se transportan a tempranas horas de la mañana para llegar a sus centros de trabajo, en un transporte colectivo viejo y en mal estado, en un caos total por el tráfico fomentado por una incapacidad total del gobierno para planificar la movilidad y establecer un sistema de transporte asequible e integral. Sin duda, para una persona que debe sacrificar horas de sueño, soportar la incomodidad de autobuses repletos y pasar dos horas en el tráfico no le cae en gracia que el presidente ocupe 5 millones de dólares para comprarse un helicóptero personal.
Por donde se quiera ver, la adquisición de un nuevo helicóptero para Casa Presidencial, es algo totalmente innecesario y resulta ser un bofetada en la cara de millones de personas que esperan un cambio en sus miserables condiciones de vida. La actitud de Bukele suele ser el típico comportamiento de un líder de la clase dominante, al cual le importa mucho su imagen pública e intenta demostrar su poder de marioneta del capital, a cada oportunidad que puede, ya sea comiendo caviar, degustando grandes porciones de carne o mostrando sus nuevos juguetes, mientras el pueblo al que gobierna pasa hambre a diario.
El acto de comprar un helicóptero para uso personal encaja muy bien con la actitud opulenta de los diputados de su partido, cuyos miembros han estado envueltos en un escándalo público durante semanas por tener presupuestos de miles de dólares y decenas de trabajadores innecesarios para su servicio. Bien dicen que de tal palo tal astilla, no hay ninguna diferencia entre la actitud de Bukele que es de desprecio y arrogancia para el pueblo pobre y trabajador, con la actitud arrogante y opulenta con la que viven sus diputados en la Asamblea Legislativa.
Como comunistas revolucionarios reprochamos todos los lujos y opulencia con la que viven los funcionarios públicos, estas son las prebendas que reciben por ser unos buenos defensores de los poderosos ricachones de la clase dominante nacional e internacional. El pueblo trabajador no puede seguir soportando la pesada carga de estos parásitos chupasangre, políticos del capital y la clase dominante en general debe ser expropiada de sus riquezas y que esas riquezas sirvan para satisfacer las necesidades del pueblo.
Debemos luchar por un gobierno de los trabajadores, donde los funcionarios públicos no ganen más de lo que gana un trabajador cualificado, por unas finanzas realmente públicas, sin reservas de ningún tipo, por la eliminación de la burocracia y lujos de los funcionarios. Basta de una clase social opulenta y de los lujos de su servidumbre en el gobierno, luchemos por un mundo donde los ricos y los políticos traidores sean erradicados de una vez por todas, luchemos por un gobierno de los trabajadores y una sociedad socialista.