Lituania está siendo sacudida por una gran huelga de maestros, la cual ha alcanzado ya su cuarta semana y está causando severa ansiedad, angustia y pánico entre la clase dominante y sus representantes políticos. El primer ministro Saulius Skvernelis ya ha sido forzado a despedir no solo al odiado ministro de educación, Petrauskienė, sino también a los ministros de cultura y ambiente.
El desastre permanente en el que se encuentra este gobierno de derecha se ha visto acompañado por el aumento de la militancia del movimiento de los maestros. Desde que comenzó la huelga, se ha extendido de 40 a 100 escuelas y ha adoptado tácticas militantes que Lituania no había visto durante décadas. Más aun, la huelga ha sido recibida con simpatía cálida y entusiasta por la masa más amplia de la población. Si continúa así, podría incluso llevará a la caída del gobierno actual.
¿Cómo y por qué paso esto? Las peticiones de los maestros giran principalmente alrededor de las llamadas nuevas ‘‘reformas’’, las cuales representan una amenaza a las condiciones laborales de los maestros en Lituania. El gobierno propone introducir un nuevo modelo basado en ‘‘la permanencia’’, a través del cual los maestros serán forzados a registrar cada tarea por minuto para poder ganarse sus salarios. Claramente esto significa que los maestros serían forzados a trabajar más por menos dinero. El gobierno tiene un déficit ajustado, y su plan era usar ‘‘la reforma’’ para hacer pagar sin piedad a la clase trabajadora la crisis del capitalismo. Andrius Navickas, presidente del Sindicato de Empleados de la Educación de Lituania (LŠDPS) declara:
‘‘Lo que se ha introducido no es un sistema de pago de permanencia, y el trabajo por hora de los maestros ha sido reemplazado con el pago por minuto ya que los directores y maestros ahora son forzados a evaluar meticulosamente cada una de sus tareas y también planearlas para el próximo año, así que ahora no solo están calculando horas sino también minutos’’.
Frente a esto, el movimiento empezó a aumentar progresivamente, creciendo de manera espectacular en tamaño y seriedad. La huelga se ha convertido en un pararrayos para todo tipo de quejas, surgiendo de las malas condiciones laborales, como la creciente presión de las horas de trabajo y las abarrotadas aulas de clase. De estas últimas surgieron más peticiones, siendo la principal un aumento salarial del 20% antes de enero del 2019. Estas exigencias han sido tomadas por los líderes sindicales, quienes hasta ahora han declarado que las protestas cesarán hasta que todas sus peticiones sean concedidas.
Sin embargo, la mayoría de las peticiones de los maestros han caído en saco roto en el ala derecha del Seimas (El Parlamento Lituano). A pesar de los deseos de los líderes sindicales, el gobierno se ha negado categóricamente a mantener cualquier negociación. El presupuesto estatal aprobado para el 2019 ha aumentado el gasto en las fuerzas armadas pero no les ha concedido a los maestros en huelga ni un centavo. El gobierno de Skvernelis y sus títeres fueron electos en el 2016 en una ola de promesas para las capas más desfavorecidas de Lituania. No obstante, estos personajes rápidamente comenzaron a mostrar quienes eran realmente, manifestando nada más que desprecio por el movimiento. Para empeorar las cosas para ellos mismos, han decidido pelear en contra de los trabadores lituanos abierta y directamente: un movimiento potencialmente suicida. De acuerdo al primer ministro (siguiendo el ejemplo de la política estadounidense) el culpable de los ‘‘procesos en marcha en el país’’ es el Kremlin, que aparentemente tiene el objetivo de derrocar a su gobierno de derecha Farmer-Green (LVŽS).
Los trabajadores se levantan, la popularidad del gobierno cae
El gobierno parece incapaz de llegar a un acuerdo con la idea de que podría haber empezado a ser muy impopular. No puede o no quiere comprender que no está enfrentando al Kremlin o sus agentes, sino a trabajadores ordinarios que están hartos de sus condiciones de trabajo y de vida. Este tipo de engaño siempre es característico de un gobierno cuyos días están contados.
A raíz de una protesta masiva que se llevó a cabo en Vilnius el domingo, con miles de personas uniéndose a la protesta, Skvernelis ha anunciado que irá aún más lejos y usará el Departamento de Seguridad del Estado (VSD) para intervenir en la situación, bajo el pretexto de luchar en contra de la mística influencia de Putin, lo que no es más que una calumnia usada por Skvernelis en contra del movimiento de los maestros.
El líder de la LVŽS, Karbauskis defendió esta decisión diciendo, ‘‘He leído el documento, el cual es clasificado y demuestra que Skvernelis tenía motivos razonables para recurrir a los servicios… Esta es una amenaza a la seguridad nacional (y) los que representan la amenaza están claramente identificados. Creo que nuestros servicios deben reaccionar responsablemente.
Tales amenazas en la situación actual son probablemente sólo una adición dramática a la difamación para probar que tan serios son. Aunque esto no debería hacernos menos vigilantes, considerando que podrían usar el VDS en formas más ocultas para desacreditar o combatir el movimiento de los trabajadores. Al mismo tiempo, es improbable que en este punto Skvernelis use el VDS o las instituciones del Estado en una forma directa o brutal. Recientemente, alrededor de 30 maestros han decidido empezar la ocupación del edificio del Ministerio de Educación y Ciencia de Lituania, causando grandes interrupciones a su trabajo. El gobierno ha respondido de manera obstinada a este desarrollo, prestando poca atención a los peligros que representa. El presidente de la Comisión parlamentaria de Seguridad Nacional y Defensa, Vytuatuas Bakas, ha proclamado abiertamente en Facebook:
‘‘Definitivamente no apruebo el uso de la fuerza o llamar a los protestantes terroristas, pero también creo que no es profesional esconder la cabeza en la arena cuando se necesita actuar. La policía debería al menos proporcionar una evaluación de la situación y recordar y explicar a las personas que violan la ley que deben cumplir».
Fundamentalmente, esto refleja un equilibrio de fuerzas de clase que esta cuantitativa y cualitativamente a favor del movimiento de los maestros y de la clase trabajadora. Después de todo, la clase trabajadora, que constituye la mayoría de la sociedad en Lituania, sabe muy bien la potencial brutalidad de la que son capaces el Estado y sus cuerpos de hombres armados, siguiendo la experiencia del estalinismo. Viendo una vez más el salvajismo del Estado, que pensaban que estaba consignado a la historia, el gobierno tendría que pelear no solo en contra de los maestros, sino también en contra de toda la clase trabajadora lituana. Frente a esto, no durarían mucho tiempo.
Pero al recurrir a estas amenazas, todavía juegan con fuego. Incluso los comentaristas burgueses se están arrancando el pelo debido al manejo imprudente de la situación por parte del gobierno de Skvernelis. Mientras tanto, una escisión abierta está comenzando a surgir dentro de la clase dominante, puesto que el presidente Grybauskaitė ha declarado que la situación ‘‘se está saliendo de control’’, y que las reformas se están llevando a cabo en una ‘‘forma arrogante’’. El oposicionista Dubliauskas ha declarado:
‘‘Él (Skvernelis) actúa cada vez más a menudo como un policía disgustado y malhumorado de los viejos tiempos, no como un primer ministro. Si vemos más huelgas y reacciona a ellas como lo hizo con las huelgas de los maestros, o sea, ignorándolas por completo, sus días como líder del gabinete podrían estar contados. ’’
Ese tipo de comentarios demuestran que el gobierno se encuentra en una crisis caótica. Sin embargo, no se puede enfatizar de forma clara que los comentaristas y políticos de la burguesía que son críticos de Skvernelis y su gobierno representan exactamente los mismos intereses de clase. No se trata de tener un líder más ‘‘competente’’ o ‘‘flexible’’. El capitalismo no se puede salvar de su propia caída. Las casi dos décadas de experiencia de Angela Merkel no la han salvado de la creciente crisis de Alemania. Ni Macron el ‘‘salvador centrista’’ fue capaz de prevenir el movimiento de masas de los Chalecos Amarillos en Francia.
De hecho, estas huelgas son sintomáticas de un malestar mucho más profundo dentro de la sociedad lituana, el mismo malestar que está afectando a todo el mundo, el cual deriva de la crisis de todo el sistema capitalista. Puede ser que los políticos de oposición intenten ganar algo de capital político de esto, justo lo que han estado intentando hacer los Demócratas Cristianos, el partido de oposición más grande. Pero en lo que se agudiza la lucha de clases, ellos estarán en el mismo lado de las barricadas en el que se encuentra Skvernelis y el resto de la clase dominante. El movimiento de los maestros ha sido fuerte porque esta usando los métodos de lucha del proletariado. Los demócratas cristianos ven ese tipo de métodos con no menos desprecio que Skvernelis y sus compinches.
Actualmente el movimiento disfruta de un buen momento. Fotos de la ocupación del edificio del ministerio se han compartido miles de veces, en un país con una población de solamente tres millones. La ocupación ha atraído demostraciones de solidaridad a diario, con cientos de personas asistiendo en temperaturas bajo cero, expresando una gran tenacidad y disposición para pelear. La demostración de más de 6,000 personas el domingo representa un punto alto del movimiento hasta ahora.
¡La huelga continua!
Aunque el parlamento abrumadoramente aprobó la enmienda del presidente el jueves en un intento de conciliar el movimiento, es muy poco y es muy tarde. Las enmiendas solo entrarían en vigor en septiembre del 2019, y de cualquier manera solo simplifican la reforma ya existente, apenas renunciando al apretujón que se impone a los maestros en primer lugar. El líder sindical Navickas de la LŠDPS ha declarado que esta enmienda ‘‘no es razón suficiente para detener la huelga’’.
Las huelgas, por lo tanto, continuaran hasta ‘‘al menos navidad’’. Después de todo, representan las frustraciones más profundas que por años se han venido desarrollando debajo de la superficie y que finalmente están encontrando una forma de expresión. Los mismos estados de ánimo que han causado inmensos terremotos políticos en Francia, Gran Bretaña, España o Italia están saliendo a la superficie en Lituania y en el resto de Europa del Este. Al final, las huelgas son un ejemplo de la incapacidad del capitalismo para resolver los problemas básicos de la clase trabajadora. Los líderes sindicales deberían tener en cuenta que la lucha de los maestros puede y debería ser la lucha de toda la clase trabajadora de Lituania. A diferencia de lo que han declarado algunos líderes sindicales, la lucha de clases no puede estar divorciada de la política. Siempre es político, pues representa un choque entre dos conjuntos de intereses mutualmente incompatibles: los de los trabajadores y los de los capitalistas. Un compromiso con los empleadores, o retirarse de la política de clase es en sí mismo, una postura política, que es útil para los capitalistas, no para los trabajadores. Por otro lado, un programa correcto en la lucha podría balancear el equilibrio hacia la victoria.
Fundamentalmente, ganar las demandas del sindicato de docentes solo puede ser posible a través de la máxima movilización posible de toda la clase trabajadora de Lituania bajo un programa audaz de clase. Levar esta lucha a una conclusión exitosa significa que debemos atacar el problema desde sus raíces: el capitalismo necesita ser consignado al basurero de la historia; la clase trabajadora de Lituania y de todo el mundo debe tomar el poder y comenzar a construir una nueva sociedad en la cual las riquezas y la producción estén democráticamente distribuidas y planificadas.
La Tendencia Marxista Internacional ofrece sus mejores deseos y solidaridad a la lucha de los maestros lituanos. Su lucha es nuestra lucha. Trabajadores del mundo, ¡únanse!