Lautaro Garcia de la Organización Comunista Militante (ICR-Argentina)
En 2019 durante el gobierno de Macri, Morvillo integró el selecto podio de las mil empresas que más facturaron en el país. En los años siguientes fueron beneficiarios de millonarios programas de subsidios estatales. La Nación en un artículo de ayer afirmó que “la compañía se ubicó en el podio de las mejores empresas del mercado”. Hoy, aprovechan el escenario de ajuste brutal y aluden que se encuentran en “en una situación económica y financiera terminal”, para imponer un lockout, y dejar en la incertidumbre a 200 compañeros y sus familias.
La noticia del cierre de la fábrica, ubicada en Avellaneda del conurbano bonaerense, llegó éste martes, tarde, intempestivamente, en la medianoche, donde por medio de un comunicado Morvillo S.A anunció que dejaría de funcionar a partir del miércoles 26 de febrero planteando posibles despidos para la totalidad de la planta.
Durante estos últimos años la empresa apeló permanentemente a la amenaza de despidos para presionar por rebajas salariales y pérdida de derechos. Los obreros de Morvillo se han defendido con huelgas y han resistido con sus propias fuerzas durante todos estos años.
La patronal argumenta que “la reducción del 63% del volumen” de su producción no les permite continuar funcionando. Pero los trabajadores no pueden tomar en serio la palabra de los capitalistas y deben exigir no solo apertura de los libros contables, sino supervisar todas las operaciones económicas de la empresa. Este control no debe quedar en manos de funcionarios del gobierno o auditores, sino en comités formados directamente por los trabajadores. ¡Que la patronal explique que hicieron con las enormes ganancias de los últimos años!
Los trabajadores contaron, que además de la versión del cierre definitivo, también se habló de la llegada de inversionistas que reclaman despidos masivos y rebaja de salarios para invertir. Sea como sea los trabajadores no tienen ninguna responsabilidad de la actual crisis económica, y mucho menos de que los capitalistas no puedan garantizar un nivel de vida tolerable y un empleo permanente.
La actitud de los trabajadores de Morvillo, que permanecen indefinidamente en la fábrica para defender el trabajo, contrasta con la de los jefes de la burocracia sindical, dependientes del Estado y separados de los intereses de los trabajadores, quienes no solo sostienen la gobernabilidad, permitiendo que la oleada de despidos, recortes y suspensiones continúe, sino que también mantienen nuestros sindicatos subordinados a la interna del PJ.
La Federación Gráfica Bonaerense (FGB) presentó una denuncia ante el Ministerio de Trabajo bonaerense, al cual la patronal no envió ningún representante. El ministerio ha dictado la conciliación obligatoria, que la empresa ha desconocido abiertamente. Lo que se necesita es una huelga general de la industria gráfica del país en apoyo a los gráficos de Avellaneda. Cualquier otro camino no representaría una verdadera “solidaridad activa” como plantea la FGB, sino una estafa para los trabajadores y una pérdida de tiempo.
Los obreros de Morvillo deben confiar en su organización y sus propias fuerzas para quebrar el lock out de la patronal. Llamamos a todas las organizaciones que defienden los intereses de la clase trabajadora a rodear de solidaridad a los Gráficos de Morvillo para poner un límite a los atropellos y la ofensiva de las patronales. El acompañamiento y la lucha son fundamentales para que los trabajadores cobren y sigan con su fuente de trabajo. No tengamos ilusiones en el parlamento, no tengamos ilusiones en la democracia de los ricos, no es con leyes que la clase trabajadora va a quebrar el ajuste. Es con la confianza en nuestras propias fuerzas, métodos y organización.
Necesitamos la coordinación de todos los sectores en conflicto para golpear como un solo puño, en la perspectiva de construir una huelga general política que tire abajo el plan motosierra y el ajuste de los capitalistas en su totalidad. La lucha sindical sólo puede triunfar como lucha política en la perspectiva de un gobierno de trabajadores.
¡Fábrica cerrada por los empresarios, fábrica ocupada y tomada por los trabajadores!
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