Es cuestión de días para que comience el nuevo gobierno del frente. Los problemas económicos a los que se enfrentará el presidente Salvador son enormes. La solicitud de $800.00 millones en bonos del Ministro Cáceres últimamente lo refleja claramente, como lo expreso el diputado Sigfrido Reyes: “este dinero servirá para darle disponibilidad de efectivo al nuevo gobierno”. Los efectos de la crisis mundial se muestran en nuestro país con mucha crudeza. Es cierto que nuestro país es el que menos crece en Centroamérica, pero también es cuestión de tiempo para que se refleje en los demás países de una u otra forma.
Es cuestión de días para que comience el nuevo gobierno del frente. Los problemas económicos a los que se enfrentará el presidente Salvador son enormes. La solicitud de $800.00 millones en bonos del Ministro Cáceres últimamente lo refleja claramente, como lo expreso el diputado Sigfrido Reyes: “este dinero servirá para darle disponibilidad de efectivo al nuevo gobierno”. Los efectos de la crisis mundial se muestran en nuestro país con mucha crudeza. Es cierto que nuestro país es el que menos crece en Centroamérica, pero también es cuestión de tiempo para que se refleje en los demás países de una u otra forma.
Las presiones para hacer que los trabajadores paguemos la crisis serán grandes para el nuevo gobierno. Nuestra consigna “que la crisis la paguen los capitalistas” mantiene plena vigencia. Los sindicatos deberán jugar un papel importante en este sentido, la necesidad de transformar nuestros sindicatos en verdaderas herramientas de lucha para defender los intereses de los trabajadores es de extrema urgencia llevarla a cabo. Hacemos el llamado a las bases de estas organizaciones para que mantengamos una participación constante vigilando y controlando a los dirigentes evitando que se conviertan en burócratas vendidos a la patronal.
De todos es sabido el bajo nivel de sindicalización que hay en el sector privado. Esto se debe a la feroz resistencia de los patronos quienes no lo piensan dos veces para echar a los trabajadores que osen organizarse en la empresa. Las interminables historias de estos casos podrían llenar varios libros. Los burgueses demuestran su hipocresía cuando exigen el respeto de la ley, pero cuando se trata del derecho de los trabajadores a organizarse en sindicatos se hacen del ojo pacho. Los sindicatos del sector público quienes tienen condiciones laborales mucho mejores deben solidarizarse con los pocos sindicatos del sector privado para evitar su destrucción por la patronal. Esta solidaridad no solo debe ser moral sino material, apoyando las luchas de estos trabajadores en concreto con recursos que sean necesarios.
También debemos luchar por que se organicen los trabajadores en todas las empresas privadas. El nuevo gobierno debe apostarle a esto también, utilizando el Ministerio del Trabajo para defender los abusos de la patronal y garantizar el derecho a la organización y al trabajo. Es lamentable escuchar muchas quejas de los compañeros trabajadores hacia la dejadez o desidia de los inspectores del ministerio cuando se trata de defender los derechos laborales. Esto a pesar que un ex dirigente sindical quien en el pasado estuvo al frente de infinidad de huelgas ha estado a la cabeza de dicho ministerio. Esperamos que no se siga utilizando el argumento del respeto a la ley para no hacer nada o casi nada. Los trabajadores sabemos que las leyes en el fondo protegen a la burguesía más que a los trabajadores.
Hay que rescatar las instancias tripartitas como el Consejo Del Salario Mínimo en la cual han estado representantes oportunistas quienes actúan como agentes de la burguesía y poner trabajadores que luchen por los intereses de los trabajadores. Sin embargo debemos comprender la limitación de estas instancias cuyo objetivo es evitar la lucha revolucionaria de la clase trabajadora y desviarla por medidas reformistas que no resuelven las cosas de fondo.
Debemos rechazar los argumentos que dicen que los sindicatos no deben participar en política partidaria o limitarse únicamente a las luchas económicas en sus centros de trabajo. Estos argumentos le hacen un gran favor a la burguesía al negarle la posibilidad a la clase trabajadora de tomar el poder.
Por supuesto que hay muchos dirigentes del partido y de los sindicatos quienes están dispuestos a subordinarse a la burguesía, contra ellos debemos luchar y poner en su lugar trabajadores capaces y dispuestos a llegar hasta donde sea necesario para defender nuestros intereses de clase. No se trata de formar sindicatos nuevos, puros o verdaderamente revolucionarios, sino rescatar las organizaciones que ya existen. Cualquier intento de dividir a los trabajadores es sectario y por lo tanto reaccionario.
Debemos luchar por la democracia interna en las organizaciones de la clase trabajadora (partido y sindicatos). Los marxistas exigimos el derecho a difundir nuestras ideas entre los trabajadores. Rechazamos los argumentos que en nombre de la unidad u otros por el estilo no permiten la democracia interna. Esto lo utilizan los burócratas y oportunistas quienes necesitan tener un control total para mantener sus privilegios y vivir a costa de las bases sindicales o partidarias.
¡Elecciones democráticas de todos los cargos con derecho a revocabilidad!
¡Ningún acuerdo nacional sin la plena decisión y participación de los afiliados!