El sábado 9 de noviembre decenas de miles de personas se manifestaron en Valencia para mostrar su ira contra la actuación criminal del Govern de la Generalitat valenciana, y su president, Carlos Mazón, durante la Dana de los pasados días 29 y 30 de octubre.
Aunque la subdelegación del gobierno cuantificó en 130.000 los manifestantes, la cifra real bien pudo duplicar esa cantidad, hasta los 250.000. Y esto teniendo en cuenta que la mayor parte de los accesos que conectan Valencia con la zona más afectada, L’Horta Sud, permanecían bloqueados por los destrozos causados por la Dana, impidiendo o dificultando a varias decenas de miles de personas desplazarse hasta la capital.
De hecho, todo el trayecto que iba desde el punto de inicio de la manifestación, en la Plaça del Ajuntament, hasta el final del recorrido, frente al Palau de la Generalitat – unos 900 metros– estaba completamente lleno de gente, incluidas las calles laterales del recorrido.
La manifestación fue convocada hace días por una variedad de grupos de izquierda y asociaciones vecinales, pero las decenas de miles de personas que acudieron no se detuvieron en escudriñar la identidad de los convocantes, sino en utilizar la oportunidad que se les brindaba para manifestar su ira e indignación contra los responsables políticos y económicos del desastre.
Otra manifestación de 15.000 personas recorrió las calles de Alicante, y también hubo manifestaciones en Elche y otras localidades del País Valenciano.
Un par de días antes de la manifestación, había saltado a la luz pública que Mazón estuvo comiendo en el reservado de un restaurante, el fatídico día martes 29 de octubre, supuestamente con una periodista, hasta las 6 de la tarde, cuando ya se contaban los primeros muertos y desaparecidos, antes de incorporarse al comité de emergencia de la Generalitat. Éste, a su vez, había rechazado a lo largo del día todos los avisos de los diferentes organismos públicos y meteorológicos sobre la extrema gravedad del temporal (AEMT, confederaciones hidrográficas, Ministerio de la transición ecológica, etc.).
Es significativo señalar que, horas antes del inicio de la manifestación, los organizadores de la protesta habían hecho un llamamiento en la prensa para recomendar que la manifestación fuera silenciosa, «como homenaje a las víctimas». Pero eso era lo último que estaban dispuestos a aceptar las decenas de miles de congregados quienes, desde el minuto uno, comenzaron a gritar: “Mazón, dimisión”, “Asesinos”, “Ni olvido ni perdón”, “El president a Picassent“ (Picassent es el mayor centro penitenciario de Valencia), “No son muertos, son asesinatos”, “Mientras tú comías (en referencia a Mazón), la gente se moría” o “Mazón, dimite, sal del escondite”, y, por supuesto “Sólo el pueblo salva al pueblo” . Esporádicamente también se oyó “Hace falta ya una huelga general”, entre muchas otras consignas.
Un protagonismo especial lo tuvo la juventud, que se destacaba en la composición de la manifestación, pero también había muchísimos trabajadores, personas mayores y familias enteras.
Aunque se rumoreaba sobre la posibilidad de la aparición de infiltrados de extrema derecha que pudieran provocar disturbios para romper la manifestación, la actuación de estos grupitos fue marginal y apenas fue notada por la muchedumbre. Trataron de quemar las banderas del Ajuntament con el lanzamiento de bengalas y fueron imcrepados por la multitud en ese sector de la manifestación al grito de “Fuera fascistas de nuestras calles” y “Fuera, fuera”. Al final, temiendo el gobierno que la provocación de estos bribones pudiera escalar la tensión ambiental en una manifestación tan enorme, la policía decidió dispersarlos sin gran dificultad. Esto basta para echar por tierra toda la histeria de la “progresía” política y mediática sobre la capitalización del malestar ciudadano a consecuencia de la Dana por la extrema derecha. Una vez que la clase obrera da un paso al frente, como lo dio en esta movilización, se aprecia nítidamente la falta de base social de esta gentuza.
Además de otras partes del País Valencià, es de notar que varios miles de personas más presentes en la manifestación se desplazaron de otros lugares de la península para mostrar su solidaridad hacia sus hermanos valencianos, sobre todo de Catalunya, pero también de Madrid, Murcia, Aragón, Castilla-La Mancha, Euskadi o Andalucía.
Desde la Organización Comunista Revolucionaria movilizamos decenas de compañeros de todas las zonas del Estado para participar en la manifestación. Colocamos una gran parcanta donde se leía: “Capitalisme criminal”, “Lluita pel comunisme” “Sols el poble salva al poble”. Nuestros militantes repartieron miles de octavillas con nuestras posiciones, que se resume en: Que el costo de la Dana lo pague el gran capital, no la clase trabajadora con las ayudas públicas financiadas con nuestros impuestos; así como la expropiación de todos esos empresarios que obligaron a trabajar a sus obreros arriesgando la vida de los mismos e incluso perdiéndolas. Y, por supuesto, que Mazón y todos los responsables políticos y económicos sean juzgados y enviados a prisión.
El impacto social de esta manifestación ha sido muy grande pese a que los medios de comunicación convencionales han querido dejarla en un lugar secundario.
Lamentablemente, las ausencias más notorias en la manifestación fueron las direcciones de las organizaciones de clase más relevantes, como las centrales sindicales CCOO y UGT, que se han unido en un vergonzoso frente único con los empresarios, el gobierno y el PP para llamar a la tranquilidad y a la calma. Fue vergonzoso que UGT y CCOO convocaran el pasado viernes 8 de noviembre concentraciones en las principales ciudades del Estado, junto a los empresarios, en solidaridad con las víctimas de la Dana, los mismos empresarios que obligaron a sus trabajadores a permanecer en sus centros de trabajo impidiéndoles salir el martes 29 de octubre para regresar a tiempo a sus casas. Fueron estos mismos empresarios quienes ordenaron a Mazón no tomar ninguna medida para evitar la movilidad de la población; de esta manera, los trabajadores fueron obligados a ir a trabajar en condiciones de extrema gravedad para garantizar las ganancias del día de los vampiros del Capital.
La mayor parte del pueblo valenciano no se va a conformar con menos que con la dimisión de Mazón y de todo su gabinete. Es un escándalo increíble que este sinvergüenza pretenda resistir en la Generalitat a cualquier coste, riéndose en las caras de sus víctimas: gente que ha perdido familiares, sus viviendas, sus empleos, todo; o que lleva semanas viviendo en medio del lodo y la desolación. De no ser por las decenas de miles de voluntarios que, sin dirección, ni organización, simplemente llevados de un profundo sentimiento humanitario y de solidaridad, utilizan su tiempo libre para ayudar a limpiar las zonas afectadas y llevar comida y ropa, la situación sería muchísimo más catastrófica, porque el Estado burgués ha mostrado su total incapacidad para lidiar con esta catástrofe. “Sólo el pueblo salva al pueblo” ha sido la consigna más coreada en manifestaciones y protestas. La mejor manera de concretar esa consigna es organizando comités de barrio, coordinados entre sí, con delegados elegibles y revocables en todo momento, para asegurar el control desde abajo de la reconstrucción de las zonas afectadas, la evaluación real de los daños, que las ayudas llegan a sus verdaderos destinatarios y para sostener una estructura vecinal estable de organización y lucha que perdure más allá de la catástrofe de esta Dana, dispuesta a organizar la lucha ante cualquier incumplimiento del Estado y para eventuales movilizaciones en el porvenir.
Hay que decirlo alto y bien claro, todo el régimen burgués se ha unido como una piña por miedo a un estallido popular de proporciones revolucionarias en la zona, sobre todo tras la agresión al rey Felipe VI y a su comitiva en Paiporta el domingo 3 de noviembre.
Esta es la razón de que el gobierno central haya comprometido ya más de 14.000 millones de euros para los damnificados (y las empresas). Y esto es lo que explica también la negativa vergonzosa del PSOE y del gobierno a exigir la dimisión inmediata de Mazón. Saben que el cese de este individuo sería recibido como una victoria popular y certificaría la ruptura de amplios sectores de la población con el régimen, la sensación de que el pueblo puede deponer presidentes y hasta “coronas”. Esto es lo que quieren evitar. Seguramente querrán esperar a que la movilización popular mengüe, y sólo después llegar a un acuerdo con Mazón para que abandone el cargo.
La desconfianza en el régimen debe mantenerse, y la lucha debe seguir. La idea de una huelga general en todo el País Valencià ha sido insinuada como medida para forzar la caída de Mazón y su gobierno; pero quien debe recoger esta iniciativa, las cúpulas de UGT y CCOO fundamentalmente, no están por la labor. Hay que obligarles. Es por ello que los afectados, las organizaciones sociales, vecinales y de la izquierda comprometida van a continuar movilizándose, se trata de ver cómo escalar la protesta para hacer realidad la caída del gobierno de Mazón y de la derecha en el País Valenciá. La OCR los va a estar acompañando en todas sus luchas.