El actual movimiento contra el gasolinazo tiene raíces profundas en las masas y está reflejando que el pueblo trabajador ya no soporta vivir como hasta ahora. Hemos visto cómo desde el caso Ayotzinapa el régimen aceleradamente se desacredita y no es exagerado decir que ahora mismo pende de un hilo y una acción contundente y unificada del movimiento de los trabajadores podría derrumbarlo.
El actual movimiento contra el gasolinazo tiene raíces profundas en las masas y está reflejando que el pueblo trabajador ya no soporta vivir como hasta ahora. Hemos visto cómo desde el caso Ayotzinapa el régimen aceleradamente se desacredita y no es exagerado decir que ahora mismo pende de un hilo y una acción contundente y unificada del movimiento de los trabajadores podría derrumbarlo.
Lo único que frena esto son las direcciones reformistas y burocráticas de las organizaciones de masas de los trabajadores. Empiezan a ser visibles fisuras en el régimen y un distanciamiento de la burguesía frente a Peña Nieto en el mismo tiempo que la economía mexicana se tambalea con los ventarrones del mercado mundial. Donald Trump está impulsando medidas proteccionistas y anti migratorias que ya desde ahora está teniendo severos efectos económicos y sociales, principalmente en la industria automovilística. El pueblo estadounidense ha salido a las calles por cientos de miles en los días pasados. Acontecimientos tormentosos se miran en el horizonte, se abrirán importantes oportunidades para transformar a la sociedad de raíz.
La lucha contra el gasolinazo
El movimiento contra el incremento al precio del combustible, a casi un mes de haber iniciado, aun se muestra con fuerza y en algunas zonas incluso asume un carácter semi insurreccional. No son los Estados que en el pasado periodo estuvieron en lucha los que hoy están a la vanguardia, lo que refleja que nuevas capas de los trabajadores han entrado en acción. Es particularmente destacable el caso de Baja California Norte donde hay una gran combatividad. Hemos ahí visto escenas de las masas desafiando a los cuerpos represivos del Estado quienes les han atacado con gases y balas de goma, existen imágenes de las masas queriendo tomar las oficinas gubernamentales arrebatando escudos, toletes y cascos a la policía.
Hay un odio entre los trabajadores hacia los políticos y partidos a los que se consideran corruptos en general. Francisco “Kiko” Vega de Lamadrid, el gobernador de Baja California Norte, es un ejemplo descarado de esto. Él se ha enriquecido de forma sospechosa y adquirido propiedades millonarias como una mansión de 2 mil 500 metros cuadrados en Tijuana, un terreno con un costo millonario en Ensenada y demás propiedades en California, Ciudad de México y playas paradisiacas del país. Además privatizó el agua que ha significado jugosos beneficios a empresas constructoras y un incremento de las tarifas para la población. El caso de “Kiko” Vega no es aislado, el Estado mexicano se pudre en la corrupción. El movimiento contra el gasolinazo desde sus orígenes ha levantado la consigna de la caída de Peña Nieto y de políticos corruptos locales.
Una limitante relativa del movimiento anti gasolinazo es que no cuenta con una organización nacional que la dirija. Las asambleas y reuniones de coordinación local, estatal y nacional están buscando suplir esta limitación. La ventaja de esto es que no existe una burocracia que frene el descontento popular.
Los sindicatos empiezan a ser afectados por el ambiente y comienzan a movilizarse. Por otro lado la dirección de Morena se contenta con decir que votaron en contra del gasolinazo y AMLO, en sus declaraciones, rechaza estas medidas pero a su vez toda su estrategia la orientan hacia el 2018, cuando se piensa, pues su realización resulta incierta, habrá elecciones presidenciales. La dirección de Morena llama a la unidad nacional, incluso con Peña Nieto, en contra de Trump. Ellos deberían llamar a intensificar la lucha en las calles hasta la caída de Peña Nieto.
Lo sorprendente de la situación es que pese a que no hay ninguna dirección clara el movimiento se desarrolle a estos niveles. Las tensiones subterráneas en la sociedad buscan cualquier grieta para salir a la superficie.
La burguesía ya no puede gobernar como antes
Es tal el ambiente que hasta la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), principal organización empresarial del país, ha justificado las protestas aunque rechazado la violencia. Esta organización empresarial critica abiertamente la corrupción de los políticos, sabiendo del odio y desprestigio que hay hacia ellos. Esto es hipocresía pura, pues los capitalistas se han beneficiado mucho de la corrupción del sistema. Si hoy lo critican es, por una parte, para tratar de deslindar su responsabilidad de la bancarrota a que ellos y su sistema capitalista ha llevado al país y por otro lado porque están descontentos con este gobierno impopular (algunos analistas burgueses hablan que Peña Nieto tiene 12% o incluso apenas 9% de aceptación [1]) que parece que fomenta la rebelión de los trabajadores en vez de contenerla.
El desprestigio va más allá de los políticos, del presidente y los partidos. El Estado mexicano ha sido fuertemente cuestionado en este sexenio, sobre todo desde el caso Ayotzinapa. Es un Estado corrupto, firme defensor de los intereses del gran capital, vinculado con el crimen organizado, represor y asesino. Este desprestigio del Estado se ha expresado en un endurecimiento de la represión contra las luchas sociales más militantes, como es el caso del movimiento magisterial en donde en el periodo pasado se encarceló a dirigentes sindicales, reprimieron protestas y dispararon y asesinaron a pobladores en Nochixtlán, Oaxaca.
Después de las protestas por la aparición de los 43 normalistas, la prensa internacional cambió su actitud hacia Peña Nieto, dejando de ser un estadista para ser visto como un corrupto. Las elecciones intermedias que se han realizado dentro de este sexenio reflejan enorme cuestionamiento al régimen y han incluido insurrecciones locales contra las elecciones burguesas.
La burguesía sabe que no habrá estabilidad con gobiernos de estos partidos políticos tradicionales ya muy desprestigiados. Se separan de ellos y buscan una salida que pueda dar un nuevo rostro al Estado. La burguesía ya no puede gobernar como lo hizo en el pasado. Vemos frente a nuestros ojos al viejo régimen desmoronándose. Pero el problema de fondo es que el sistema capitalista ha dejado de ser progresista y no puede resolver los problemas de las masas. Cualquier intento de resolver los problemas de las masas y las contradicciones del capitalismo con simples reformas está condenado al fracaso. Hay que destruir al capitalismo.
Peña Nieto fomentó un acuerdo para el Fortalecimiento Económico y Protección de la Economía Familiar que planteaba que las empresas no debían incrementar injustificadamente los precios, el gobierno sancionaría a quien lo hiciera y se incrementaría la productividad, léase que se incrementaría la explotación para trabajadores del campo y la ciudad. [2]
Este acuerdo fue firmado por diversas cámaras empresariales, pero la principal, la Comparmex, lo rechazó. El gobierno de Peña Nieto está recurriendo al endeudamiento para “sanear” las finanzas estatales lo cual sólo aplaza y agrava los problemas. La Coparmex dijo que no se hicieran más gasolinazos, pero también exigió pagar menos impuestos, que haya un verdadero combate a la corrupción, a la delincuencia (como combatir el robo de combustible y bajar los índices de homicidios dolosos). Textualmente señalan que hay que: “Implementar verdaderos recortes al presupuesto público” y “eliminar por lo menos a la mitad los 37 programas sociales duplicados” (…) “incluyendo algunos que tienen un alto riesgo de ser clientelares.” [3]
La burguesía sigue defendiendo sus intereses pero también muestra un distanciamiento hacia el gobierno de Peña Nieto y el PRI. El recorte de programas sociales que exigen, además de que afectaría a quienes los reciben, significaría una pérdida del poder de compra de votos del PRI en procesos electorales y en menor medida de los otros partidos oficiales.
La posición de López Obrador
La burguesía está buscando otras opciones que le permitan gobernar. La página de Forbes publicó un artículo significativo donde se compara a López Obrador con Lula, en ella se lee:
“El López Obrador de 2006 es distinto al López Obrador de hoy, pues ha salido a decir que la deuda de México está muy alta y ha cambiado su retórica un poco en su agenda económica”, [4] señaló el presidente de Barclays México. Señala que los inversionistas observarán a AMLO en los próximos meses. Un sector de la burguesía está pensando en la opción de Morena y AMLO para gobernar.
Morena es el único partido que votó contra el gasolinazo, sus bases están presentes en las diversas protestas, pero el discurso de AMLO se ha vuelto más conciliador pareciendo que está más preocupado por convencer a la burguesía de que no es un peligro para ellos que a los trabajadores quienes están luchando por un cambio ahora y no hasta después del 2018. Una señal preocupante de AMLO es que elaborará un plan de desarrollo para el próximo sexenio donde incorpora en su elaboración a empresarios. La web de la revista proceso señala:
“El presidente nacional de Morena, Andrés Manuel López Obrador, invitó a Esteban Moctezuma, expriista, exfuncionario del gobierno de Ernesto Zedillo y actual presidente ejecutivo de Fundación Azteca, parte de Televisión Azteca, como responsable de Desarrollo Social de su equipo para que, junto con otros empresarios e intelectuales, elaboren el Proyecto de Nación 2018-2024”. [5]
La dirección de Morena tendría que mirar hacia abajo, a los trabajadores, y unirse con las luchas del pueblo defendiendo un programa claramente de clase. Si sigue en la línea actual no solo no será visto como la alternativa por los sectores más militantes de la juventud y los trabajadores, sino que puede terminar de desacreditarse frente a ellos y las masas. Aun con ello, si el movimiento de masas no es capaz de derrotar al régimen en el siguiente año y medio, existe la posibilidad que las elecciones de 2018 se puedan convertir en un campo de batalla para luchar por un cambio en la sociedad. Pero pueden pasar muchas cosas hasta entonces.
El EZLN discute la posibilidad de lanzar una candidatura independiente en el 2018, esta podría haber atraído a un sector militante del movimiento de los trabajadores y a la juventud revolucionaria, pero no es claro si impulsarán de manera seria una campaña militante y ahora que están las luchas el EZLN nuevamente brilla por su ausencia y no se le ve ni se le escucha. No se plantea como una alternativa para el movimiento.
Es la ausencia de una dirección revolucionaria lo que limita que este movimiento adquiera la fuerza necesaria para derrocar al régimen y al sistema capitalista que es la verdadera raíz y causa de nuestros problemas.
El movimiento obrero organizado entra en acción
El descontento social afecta a los sindicatos quienes comienzan a reaccionar. Los metalúrgicos de Michoacán ya se han movilizado en el puerto de Lázaro Cárdenas en contra el gasolinazo en más de una ocasión. El Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) había estado alejado de las protestas anti Peña Nieto debido a los acuerdos que habían asumido con el gobierno buscando una salida a su conflicto, pero ahora convoca nuevamente a salir a las calles en una marcha este 26 de enero. La Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) anunció una movilización el 30 de enero, mientras que diversos sindicatos universitarios y del sector cultura han realizado una reunión de unidad en donde se han opuesto a las reformas estructurales. El 31 de enero la Nueva Central Sindical, la Unión Nacional de Trabajadores y otras organizaciones se movilizarán. Se anuncia la realización de un paro nacional para el 16 de febrero. Se necesita un plan y acciones unificadas en la lucha, se está impulsando una asamblea nacional de coordinación el 18 de febrero en Ixmiquilpan Hidalgo.
El movimiento obrero tiene la potencial fuerza para hacer efectiva la consigna de la caída de Peña Nieto. El presidente mexicano no tiene una base sólida de apoyo en la población, bastaría que la clase obrera cerrara el puño y golpeara fuerte y unificadamente para hacer caer al gobierno peñanietista y poder sobre la mesa la formación de un gobierno de los trabajadores basado en las asambleas populares en las fábricas, barrios y pueblos, donde se elijan representantes que se coordinen regional y nacionalmente. Una auténtica huelga general que paralice la producción, aunque fuera de un solo día, tendría implicaciones revolucionarias en la situación actual.
Existen limitantes como la perdida de la organización sindical, el papel de freno de la burocracia y de los dirigentes sindicales reformistas. En el periodo reciente hemos visto experiencias que nos muestran que ese freno puede ser relativo como se ha visto en el sector salud, donde se han convocado manifestaciones considerables como fue la marcha del pasado junio.
La era Trump
Trump asume posesión bajo amenazas de medidas proteccionistas. Funcionarios del gobierno peñista se han reunido con el nuevo gobierno estadounidense, este ha elegido este día para aprobar la creación del Muro fronterizo que dicen de alguno u otra forma pagará México. Anuncian que podrán nuevos módulos para detener inmigrantes y se agilizará el proceso de deportaciones. Estaba programada una reunión entre los presidentes de México y Estados Unidos, Trump dijo que si Peña no paga el muro mejor que no fuera y finalmente esta reunión fue cancelada.
Las diversas compañías automovilísticas que producen en México fueron amenazadas por el magnate estadounidense, incluso antes de asumir la presidencia, con cobrarles un impuesto del 35% de aranceles al ingresar los autos a EEUU. Esto trajo la cancelación de una inversión de 1 mil 600 millones de dólares de Ford en México y de la construcción de la planta en San Luis Potosí, estado que depende económicamente en un 70% de esta industria. Es posible que muchas de las medidas que Trump prometió en campaña no se lleven tal cual a la práctica, pero es evidente que impulsará más medidas proteccionistas y anti migratorias que tendrán un efecto profundo económico, político, diplomático y social en México.
Existen alrededor de 20 plantas armadoras de autos en México, 750 mil empleos dependen de esta industria. De los más de 3 millones de autos que anualmente produce México, el 60% se exporta a los EEUU. El director ejecutivo de la FIAT dijo: “Es posible que si imponen las tarifas económicas y si son lo suficientemente elevadas, la producción de cualquier cosa en México perderá sentido económico y tendríamos que retirarnos. Es muy posible” (La Jornada 10/01/17). [5]
Podemos prever que otros sectores económicos serán afectados por este proteccionismo. El día del Super Bowl es cuando más aguacate se consume en EEUU y un cargamento de 120 toneladas, provenientes de México no pudo cruzar la frontera.
En un momento donde el nerviosismo impera en los mercados, México se ha convertido en un país poco atractivo para invertir. Podemos prever la retirada de capitales y la caída de la inversión extranjera directa. Esto significará cierre de fábricas, mayor desempleo, pobreza y delincuencia.
La economía mexicana, en el periodo pasado, había estado estancada. Se lleva década y media con un promedio de crecimiento del 2% y poco falta para que esta se vaya al despeñadero. Pueblos enteros, Estados y el país dependen de la economía estadounidense. Podemos ver cómo de un día al otro se pueden ir a quiebra. La lucha contra el gasolinazo es sólo un capítulo del drama al que ha entrado México. La perspectiva no es de paz social.
Es la lucha de los trabajadores la única que puede contrarrestar estas medidas que tendrán efectos desastrosos. Cuando las masas en México salgan nuevamente a las calles y vean los efectos de las políticas reaccionarias de Trump verán en el pueblo estadounidense, que lucha contra su gobierno, a un aliado natural. Esto tendrá un efecto muy positivo en el desarrollo de la conciencia. La lucha de clases en México tendrá que adquirir la bandera antiimperialista y del internacionalismo proletario. No es la unidad nacional lo que necesitamos, sino la unidad de la clase obrera independientemente de las fronteras.
Revolución socialista o barbarie capitalista
Lenin dijo:
“¿Cuáles son, en términos generales, los síntoma distintivos de una situación revolucionaria? Seguramente no incurrimos en error si señalamos estos tres síntomas principales:
“1) La imposibilidad para las clases dominantes de mantener inmutable su dominación; tal o cual crisis de las ‘alturas’, una crisis en la política de la clase dominante que abre una grieta por la que irrumpe el descontento y la indignación de las clases oprimidas. Para que estalle la revolución no suele bastar que ‘los de abajo no quieran, sino que hace falta, además, que ‘los de arriba no puedan’ seguir viviendo como hasta entonces.
“2) Una agravación, fuera de lo común, de la miseria y de los sufrimientos de las clases oprimidas.
“3) Una intensificación considerable, por estas causas, de la actividad de las masas, que en tiempos de ‘paz’ se dejan expoliar tranquilamente, pero que en épocas turbulentas son empujadas, tanto por toda la situación de crisis, como por los mismos ‘de arriba’, a una acción histórica independiente”. (Lenin, La Bancarrota de la Segunda Internacional).
Estos elementos están presentes, al menos embrionariamente, en la situación. Hemos entrado a un periodo turbulento de intensa lucha de clases que se puede desarrollar en líneas abiertamente revolucionarias. El proceso no se desarrollará de manera lineal, habrá fuertes tensiones en las centros de trabajo que pueden contener acciones huelguísticas, pero también podemos ver tomas de fábricas frente a la crisis y contra los cierres. Habrá periodos de cansancio y reflujo pero la rabia contenida también encontrará canales de expresión en luchas locales y generales.
La Corriente Marxista Internacional, que en México está representada por La Izquierda Socialista, está interviniendo activamente en estos acontecimientos, defendiendo la necesidad de la unidad del movimiento y construyendo la tendencia marxista en su seno. Nuestras fuerzas aún son modestas, pero creemos como tarea vital la construcción de una organización de cuadros revolucionarios vinculada a las organizaciones y luchas de la clase obrera y la juventud. Nosotros coincidimos con que debemos echar abajo a este decadente gobierno de Peña Nieto, pero sólo será posible esto con la lucha revolucionaria de las masas. Pero no queremos quitar a un tirano para poner a otro en su lugar, no queremos que este Estado cambie de rostro, es necesario destruirlo y por tanto necesitamos construir un Estado de y para los trabajadores. El capitalismo lleva a la sociedad al abismo y a la barbarie, sólo una salida revolucionaria que cambie de raíz a la sociedad puede evitarlo.
[1] www.animalpolitico.com/2017/01/gasolinazo-encuesta-pena-popularidad
www.excelsior.com.mx/opinion/leo-zuckermann/2017/01/17/1140288
[3] www.proceso.com.mx/471588/amlo-incorpora-a-equipo-a-esteban-moctezuma-presidente-fundacion-azteca
[4] www.forbes.com.mx/amlo-visto-los-inversionistas-nueva-york-londres-lula/
[5] www.proceso.com.mx/471588/amlo-incorpora-a-equipo-a-esteban-moctezuma-presidente-fundacion-azteca