El día 30 de abril la situación del petróleo mexicano había llegado a un límite insostenible, rozando los 10 dólares por barril, una cifra cercana al mínimo histórico de 7 dólares que se vivió en 1998. No eran las únicas noticias, a finales de marzo, producto del pánico derivado del colapso de la economía mundial salieron del país alrededor de 3,400 millones de dólares y los inversionistas extranjeros se deshicieron de 120,000 millones de pesos de títulos de deuda del Estado, los últimos cálculos indicaban que en total los buitres extranjeros tienen alrededor de 2,073,000 millones de pesos de deuda que pueden seguir cambiando si no les gusta lo que ven.
Los especuladores, sedientos de rebajar aun más las condiciones de la economía mexicana, en un claro chantaje, procedieron a degradar las notas crediticias de México y Pemex, con el fin de encarecer todo intento de México para adquirir deuda , por supuesto, someter la deuda mexicana a intereses mas altos con el pretexto de que son “inversiones de riesgo” (El Economista, 27 de marzo de 2020). La crisis había llevado a comprar y vender dólares llevando hasta 25 pesos por dólar en la última semana de marzo.
Lejana quedó la época en la que los ingresos petroleros representaban el 40% del presupuesto, actualmente, a duras penas, rebasan el 10%, no obstante, el tamaño de la caída de los ingresos petroleros significa un desastre para Pemex mismo, cuyo precio de producción es de 14 dólares y ha tenido que vender el barril hasta 4 dólares menos que lo que cuesta producirlo.
En otras ocasiones hemos dicho que a los capitalistas norteamericanos no les interesa una devaluación brusca del peso, por ello la Reserva Federal de los Estados Unidos procedió a comprar el equivalente a 5,000 millones de dólares al Banco de México para que éste pudiera ofrecerlos a los especuladores para saciar su sed de divisa, no obstante, éstos contratacaron solicitando 6,320 millones de dólares. Como sea, el movimiento impidió que el dólar siguiera subiendo. En el momento de escribir este artículo se había fijado en 24.16, cuarenta centavos de peso menos respecto al máximo de la semana.
El gobierno norteamericano tiene listos 55,000 millones de dólares (conocido como Línea swap) para canjear con el Banco de México en el caso de que este lo solicite. En nuestra consideración se continuará pidiendo más y más dinero estableciendo un sometimiento más y más profundo entre las dos instituciones. En realidad, para efectos prácticos, la Reserva Federal Norteamérica opera ya como banco central del TMEC y el Banco de México ha terminado siendo una simple filial.
Es altamente probable que el precio del petróleo mexicano se recupere a mediados o finales de año, no obstante, si consideramos al menos tres meses de ingresos nulos debido a los bajos precios, podrían suponer una caída del 3% del total del presupuesto. Hacienda ya calcula que se perderán ingresos por 297,000 millones de pesos.
Eso en realidad no es lo peor, el problema real para el país es la parálisis económica derivada de la pandemia que ha llevado a la propia Hacienda a estimar una caída de Producto Interno Bruto de 3.9%.
Al final de cuentas, lo realmente importante es la pérdida de empleos, la caída de la actividad económica, y la absurda creencia del Presidente en suponer que no gastar es ahorrar: entre febrero de 2019 a febrero del 2020 la inversión física cayó un 12%, no se están ejerciendo 65,700 millones de pesos de lo programado, mientras que el pago del servicio de la deuda aumentó, en ese mismo periodo, un 9.1% (La Jornada, 31 de marzo de 2020).
El efecto de la crisis, como en cualquier sistema capitalista, será el del desempleo, rebajas salariales y estancamiento de los programas sociales, que a duras penas estaban avanzando. Ya hay quienes hacen un llamado a un “pacto social” para salir de la crisis y apretarnos el cinturón por el bien de México.
Lo que ha demostrado esta crisis, como en las otras, es que la burguesía no tiene empacho en exigir condiciones para ganar más y más en épocas de bonanza, pero en épocas de estancamiento y de crisis piden rescates, así las ganancias se las llevan ellos y las pérdidas las paga el pueblo.
En nuestra opinión, el tema del precio del barril de petróleo se superará a la larga, el asunto del tipo de cambio se estabilizará, probablemente en torno a los 24 pesos por dólar, pero lo que no cambiará es el intento de la burguesía de hacer pagar a los trabajadores el costo de la crisis.
Un gobierno que estuviera verdaderamente al servicio de los trabajadores impondría leyes para establecer el control de las grandes industrias, los grandes comercios y la banca en beneficio de un plan integral para enfrentar la pandemia, para establecer criterios de crecimiento con desarrollo económico, uno de los cuales tendría que ser el desconocimiento de la inmensa deuda pública, la cual ya rebasa los 11 billones de pesos.
Lamentablemente, a estas alturas consideramos que el pueblo trabajador se encuentra en un dilema, por un lado, ha votado a un gobierno que no representa a la oligarquía, de hecho, la oligarquía lo detesta, pero lamentablemente eso no significa que represente al pueblo.
Los trabajadores debemos organizarnos por nuestras demandas, enfrentando de ser necesario al gobierno, pero dejando claro que para nosotros el problema principal son las 100 o 200 grandes familias que controlan como titiriteros los destinos de todos los trabajadores y de todo México.