Sofia Guzmán y Oscar Ramos
Si bien, las pandillas no son el único problema que atenta contra la seguridad de las personas en El Salvador, representan sin duda un elemento de gran peso para el bienestar social, por los cual debe ser prioridad para cualquier gobierno de turno. No obstante, todos los “intentos” de los gobiernos de las últimas décadas han fracasado y seguirán fracasando si no se analizan las causas que generan dicho fenómeno y la forma de combatirlo correctamente.
Las pandillas como es sabido se conforman por individuos pertenecientes a los estratos más bajos de la sociedad. Un estudio de Florida International University (FIU) y la Fundación Nacional para el Desarrollo (FUNDE) realizado a miembros y ex-miembros de pandillas expone las características de los sujetos que componen estas estructuras criminales, algunas son:
- Deserción escolar. Tal parece que la mayoría de pandilleros o ex pandilleros abandonaron la escuela antes de cumplir 16 años.
- Siete de cada diez entrevistados proviene de familias cuyo ingreso mensual era aproximadamente o menor a $250.00 y el 80% de dichas familias jamás tuvo un empleo regular en el sector formal.
- La mayoría de los entrevistados provienen de familias ‘disfuncionales’ y desintegradas.
- Casi la mitad de los pandilleros y ex pandilleros reportaron haber huido de su casa antes de cumplir los 15 años, principalmente debido a la violencia doméstica y problemas familiares. (1)
Todos esos datos y muchos más, son de antemano conocidos por cualquier gobierno saliente o entrante, de derecha o de ‘izquierda’, y por supuesto por el actual gobierno “neutro”, el cual ya sabemos que posee todas las características ideológicas de derecha. Fingir desconocimiento de esta situación solo le otorga un peso de complicidad a cualquier gobierno que llegue al poder, al no atacar las causas reales que generan las condiciones de desigualdad por las que, en gran parte, los jóvenes y adolescentes salvadoreños deciden integrarse a las pandillas.
Las conocidas negociaciones entre partidos políticos y las pandillas parecen ser una practica imposible de eliminar, sobre todo en periodos de campañas electorales. El respaldo que representan estos grupos en tales casos, ha favorecido la victoria de distintos gobiernos tanto de ARENA, FMLN y del actual presidente Nayib Bukele, quien hoy en día es un inmaculado heredero de las nefastas negociaciones con criminales. A pesar de que Bukele, con su gran presupuesto en publicidad, logró implantar en gran parte de la población la idea de que el éxito de su carrera política se debía a sus “planes” de seguridad, el tiempo ha demostrado que un aparato represivo como el de la PNC o la FAES nunca estará dispuesto en su totalidad a velar estrictamente por la protección civil, pues no es esa su función real sino proteger la propiedad privada y los intereses de clase de la burguesía. Mientras las pandillas establezcan sus términos y el gobierno no cumpla lo prometido, la sangre seguirá corriendo y es la clase trabajadora la que cargará con estas consecuencias.
Un ejemplo de lo delicado de estas “treguas” se experimentó en los años 2009 y 2015, período en que terminaban su función los gobiernos de ARENA (2009) y FMLN (2015), siendo estos los años en que se cometieron niveles alarmantes de asesinatos(2), situando a El Salvador como uno de los países más violentos de América Latina. ¿A qué se debe lo anterior? Una vez expirado el trato con el partido político saliente y al no cumplirse rigurosamente los términos de las negociaciones con las pandillas, éstas deciden recurrir a su accionar por antonomasia, el de la violencia. La fórmula es sencilla: los políticos negocian, obtienen puestos de poder o logran objetivos electorales, niegan la negociación y las pandillas actúan.
Cada partido podrá tener sus intereses particulares para negociar con las Maras, sin embargo la constante es la misma. Los políticos involucrados prometieron compensaciones económicas, flexibilidad penal para miembros encarcelados de las distintas pandillas, distribución y control de territorio, y por último pero no menos importante productos de la canasta básica, así como materiales como laminas para sus respectivas comunidades (3); a cambio el gobierno entrante se aseguraba un gane electoral así como un aparente control de los asesinatos y de esta forma disfrazar casi perfectamente que el gobierno estaba haciendo “un buen trabajo contra la violencia”. Sin embargo, la reducción de asesinatos de manera tan automática siempre esconde pactos extraoficiales.
Actualmente, en el período presidencial de Nayib Bukele la vorágine de esta situación integra interludios de suspenso, dolor, corrupción, muerte, injusticias, burla y traición por parte de un candidato y gobierno el cual una vez más juega con la vida de la población con tal de no perder sus egoístas aspiraciones al poder. Es bastante alarmante el accionar del mandatario, pues además de negociar con vidas humanas, pretende hacer creer a la población que las fuerzas de seguridad sirven realmente para luchar contra el crimen cuando entre sus filas tiene a criminales, y no refiriéndonos sólo a pandilleros infiltrados entre la PNC y el Ejército.
Lo que es claro es que la criminalidad y las organizaciones dedicadas a ello no surgen sin razón, ni son una expresión de la inclinación “natural” del ser humano hacia el mal. El crimen y en concreto las pandillas tienen una explicación material. Las condiciones de desigualdad y de pobreza engendradas por la división de la sociedad en clases es responsable de orillar a los más miserables a buscar opciones radicales para sobrevivir. Claro que no se debe tomar una posición paternalista y ver al criminal sólo como víctima del sistema, pero para acabar con la criminalidad no sirve únicamente el castigo. Es decir, la fórmula oficial de Bukele es inútil, entendiendo como su “fórmula” el fortalecer los cuerpos de seguridad y el Ejército. Una táctica que sirve de antesala a futuras represiones por parte de Bukele hacia los movimientos sociales que no sean afines al gobierno y sus intereses.
Tal parece que a Bukele sólo le interesa el castigo, más no la supresión del fenómeno. Al igual que en gobiernos anteriores, no hay políticas orientadas hacia la reducción de la desigualdad y de la pobreza, tampoco hay mejoras en el trabajo con la juventud y mucho menos en la educación. Pero sería ingenuo creer que bajo un Estado burgués esto sería de otra forma. Al contrario, la violencia y el castigo es de utilidad para el régimen, pues gran parte de la población que tantos años ha vivido bajo el miedo que genera el crimen, ahora se siente segura con la solución ofrecida por el Estado. No obstante, las reducciones de asesinatos no son el resultado del Plan Control Territorial pues este es sólo una fachada para ocultar las negociaciones del gobierno con las estructuras delincuenciales, que son el verdadero motivo por el cual los asesinatos se reducen.
No hay soluciones mágicas o un camino rápido para eliminar o reducir al mínimo el crimen pandilleril y organizado, pero lo que sí es seguro es que bajo un Estado burgués esto no es posible. Pues como podemos intuir, el crimen es incluso de utilidad a la política burguesa; tal como hemos visto, Bukele ha instrumentalizado la violencia y el miedo a su favor, por lo que es ingenuo creer que en verdad le interesa terminar con un problema que ni siquiera le afecta y que, al contrario, le es de utilidad. Sólo la organización de la clase trabajadora y el derrocamiento del viejo sistema pueden ayudar a dar pasos adelante en esta situación. Si la clase trabajadora no se defiende a sí misma, nadie más lo hará y mientras la dominación inherente a las sociedades divididas en clase exista, los dominados seguirán temiendo al crimen organizado.
Notas:
(1) La nueva cara de las pandillas callejeras: El fenómeno de las pandillas en El Salvador
https://lacc.fiu.edu/research/la-nueva-cara-de-las -pandillas_reporte-final_esp.pdf
(2) ¿Por qué El Salvador vive los días más violentos del siglo? (2015) https://www.google.com.sv/amp/s/www.bbc.com/mundo/noticias/2015/08/150821_salvador_record_muertos_maras_pandillas_ng.amp
(3) Nayib Bukele también pactó con pandillas (2018) https://elfaro.net/es/201806/el_salvador /22148/Nayib-Bukele-también-pactó-conpandillas.htm