Los estragos que el capitalismo hace nos han llevado a un nivel de desigualdad que sobrepasan los límites que podamos imaginar, día con día hunde y tortura a la clase trabajadora en condiciones precarias. Si bien es cierto éste nefasto sistema no distingue entre género para lograr sus objetivos, para nadie es un secreto que son las mujeres las que más golpeadas se ven por el capitalismo que va respaldado por el sistema patriarcal y que es un yugo más con el que las mujeres tienen que cargar, haciéndolas mucho más vulnerables a los bajos niveles de opresión a las cuales son sometidas. Actualmente la situación en la que la mujer se encuentra es realmente preocupante desde discriminación, desigualdad salarial, violencia, acoso sexual y laboral, feminicidios, etcétera. Analicemos uno de estos.
Los estragos que el capitalismo hace nos han llevado a un nivel de desigualdad que sobrepasan los límites que podamos imaginar, día con día hunde y tortura a la clase trabajadora en condiciones precarias. Si bien es cierto éste nefasto sistema no distingue entre género para lograr sus objetivos, para nadie es un secreto que son las mujeres las que más golpeadas se ven por el capitalismo que va respaldado por el sistema patriarcal y que es un yugo más con el que las mujeres tienen que cargar, haciéndolas mucho más vulnerables a los bajos niveles de opresión a las cuales son sometidas. Actualmente la situación en la que la mujer se encuentra es realmente preocupante desde discriminación, desigualdad salarial, violencia, acoso sexual y laboral, feminicidios, etcétera. Analicemos uno de estos.
El acoso sexual y laboral es un tipo de violencia que afecta tanto a hombres como a mujeres, sin embargo, son las mujeres las que más lo sufren. Difícilmente el acoso es visto como una manera de violencia por la sociedad pero en realidad lo es, es una forma de humillación, un tipo de comportamiento que encierra diferentes tipos de conductas. El acoso sexual puede tipificarse en formas muy sutiles de violencia, que a veces incluso pasa desapercibida para la mayoría de personas –tanto victimas como victimarios-. Puede presentarse, por ejemplo, en repetidos “chistes o piropos”, insinuaciones y proposiciones sexuales, tocar o acariciar a alguien de manera inapropiada; de no parar, estas prácticas pueden llegar a convertirse en violaciones y feminicidios. Todas estas conductas están naturalizadas por el mismo sistema patriarcal en que vivimos.
Denunciamos el acoso sexual como una violación a los derechos humanos de las mujeres. Debido a que claramente el acoso se da como producto de relaciones de poder (el hombre se siente con poder sobre la mujer y por eso la trata como a él le place), es en los lugares de trabajo donde este acoso se exacerba y se combina con el acoso laboral, pues los empleadores se sienten dueños de los empleados para tratarlos como se les dé la gana, las mujeres son quienes más sufren esto. En el ambiente laboral los gritos, insultos, sobrecargas de trabajo, bloqueo en el desarrollo profesional, intimidación o exclusión de las empleadas ponen en peligro su situación laboral. Todo este puñado de injusticias es el diario vivir de miles de mujeres, lo cual crea un lugar de trabajo hostil y muchas optan por un silencio agobiante ante esta situación, ya que temen un despido injustificado sin derecho a salario y goce de indemnizaciones.
Esto está íntimamente vinculado con la situación de desventaja y desigualdad en que las mujeres se incorporan al mercado de trabajo, en el cual se observan situaciones de discriminación que responden a los roles tradicionalmente asignados a los hombres y mujeres, y al valor que se le otorga a lo masculino, frente a la desvalorización de lo femenino.
Según el instituto salvadoreño para el Desarrollo de la Mujer, ISDEMU, y la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos PDDH las instituciones que presentan mayor índice de casos de acoso sexual y acoso laboral son la Policía Nacional Civil, la Asamblea Legislativa, el Órgano Judicial, el Instituto Nacional de Pensiones de los Empleados Públicos, las alcaldías municipales, el Sistema de Integración Centroamericano, y las zonas francas.
Si bien es cierto las mujeres tienen el amparo de la LEIV (Ley Especial Integral Para Una Vida Libre De Violencia Para Las Mujeres) y el Código Penal que castiga de 3 a 5 años de prisión el acoso sexual, en la mayoría de los casos, las demandas presentadas no son investigadas ni mucho menos castigadas. El interés que las instituciones del Estado presentan para solventar esta problemática es muy bajo y esto atenta directamente contra la seguridad de las mujeres pues todas estas injusticias culminan en graves consecuencias, como el deterioro de la salud física y emocional, y en su estabilidad laboral y económica.
Como marxistas y revolucionarios debemos tener una lucha constante por defender todos los derechos de las mujeres de la clase trabajadora, derechos que se ven pisoteados ante la agudizante crisis que el sistema capitalista enfrenta. Ante el acoso laboral y sexual proponemos la creación de comités de fábrica, que velen para que los derechos de las mujeres en los lugares de trabajo no sean vulnerados. Además, que los sindicatos defiendan en sus programas los derechos de las trabajadoras. Solo este tipo de organización garantizará que ninguna mujer siga sufriendo acoso. A su vez debemos denunciar al capitalismo como fuente de toda la miseria humana, organizarnos para terminar con él, y dar paso a la sociedad nueva, la sociedad socialista.