¡Orgullo LGBTI SÍ, capitalismo rosa NO!

Cada 28 de junio se conmemora alrededor del mundo el día del Orgullo LGBTI, en el que a través de diferentes formas de manifestación, las personas Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans  e Intersexuales (LGBTI) reivindican su dignidad y derechos.

Cada 28 de junio se conmemora alrededor del mundo el día del Orgullo LGBTI, en el que a través de diferentes formas de manifestación, las personas Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans  e Intersexuales (LGBTI) reivindican su dignidad y derechos.

La marcha del Orgullo es el evento central de las actividades. Además de ser un acto lleno de colores y animación, también está cargado de historia y significado político puesto que representa la exigencia de la construcción de un orden social justo, libre y seguro para todas/os independientemente de la orientación sexual, identidad o expresión de género.

El surgimiento de la marcha se remonta a junio de 1969, con los denominados disturbios de Stonewall, ocurridos en un barrio de Nueva York. Allí, un grupo de personas sexual y genéricamente diversas se organizaron para llevar a cabo una serie de manifestaciones en contra de las persecuciones de las cuales eran víctimas. Estas protestas se apoderaron de las calles de la ciudad por alrededor de tres días logrando amplia cobertura y notoriedad en la sociedad estadounidense de la época. Al año siguiente, para recordar estos valientes acontecimientos se organiza la Primera Marcha del Orgullo Gay, la cual vendría a ser el motor que impulsaría la lucha del colectivo LGBTI. En nuestro país, esta marcha conmemorativa se realiza desde de 1997.

En El Salvador, la discriminación y violencia por razón de orientación sexual, identidad y expresión de género son casi parte de la cotidianidad y el Estado es aún incapaz de otorgar las garantías mínimas en este respecto. En este contexto, la importancia de la marcha del orgullo LGBTI radica en que sirve para politizar a un grupo social marginado, volviéndoles individuos más conscientes de un sistema opresor e injusto al cual denuncian movilizándose por sus derechos. Esto es así, porque la calle ha sido siempre el escenario político por excelencia donde se disputa el poder; un poder que se legitima en tanto se expresa y se visibiliza.

Sin embargo, en una movida vil y despreciable, los capitalistas han readecuado su discurso para aprovecharse de este evento, desvirtuando su naturaleza. Así, en los últimos años, estas marchas en las grandes ciudades del mundo occidental desarrollado, han sido cooptadas por grandes empresas que las han convertido en una suerte de desfiles publicitarios de marcas capitalistas que –lejos de sensibilizar– sólo buscan vender más y difundir un modelo de consumo aburguesado. A esta forma de propaganda se la ha llamado capitalismo rosa.

Como toda propaganda, lo único que pretende es enviar un mensaje oculto, a favor de los intereses del grupo que la difunde, en este caso la burguesía. Como clase trabajadora no debemos dejarnos confundir por este mensaje de aparente inclusividad. El mejor ejemplo de esto es que son muy pocas las empresas privadas que contratan a personas trans (transexuales y transgénero). Un estudio realizado en 2016[1] estimó que el 63.6% de las mujeres trans en San Salvador se encontraban en alguna forma de exclusión laboral, principalmente trabajo sexual, un trabajo que además de ser estigmatizado socialmente, las expone a múltiples riesgos como la violencia de género, la inseguridad ciudadana y el VIH. 

Podemos reafirmar entonces que el capitalismo sólo es “amigable” con los grupos excluidos en tanto que consumidores de los mercados de bienes y servicios, pero muestra su cara auténtica siempre que se trata de nuestras reivindicaciones como trabajadoras/es.

Como marxistas revolucionarios que abogan por la plena inclusión de todo el proletariado, urgimos a la clase trabajadora organizada a vincular esfuerzos con el movimiento LGBTI. Para ello, es impostergable incluir en la formación política de cuadros, la sensibilización en género y diversidad sexual a fin de deconstruir las perjudiciales y arcaicas actitudes machistas y heterosexistas que por tanto tiempo han caracterizado los espacios obreros, violentando a compañeras/os que incluso pueden ya ser parte de nuestras filas. Por nuestro lado, los trabajadores LGBTI debemos formarnos políticamente para forjarnos una conciencia de clase y rechazar las concesiones simbólicas del capitalismo rosa. Solo la lucha decidida contra las relaciones sociales en el capitalismo que privilegian a unos pocos y oprimen a la mayoría hará posible que en una sociedad socialista, libre de la moral burguesa, toda persona tenga la libertad genuina de ser y amar sin opresión y con orgullo



[1] Zapata, R. y Estrada, J. (2017). La exclusión laboral de las personas transexuales y transgénero en el municipio de San Salvador 2016. San Salvador: AMATE El Salvador

 

 

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