En el mes de julio se presentará en la agenda política nuevamente la crisis del sistema de pensiones, pues han pasado ya tres meses desde que el Estado cayó en impago, esto se debió a la falta de fondos del Estado para pagar la deuda previsional pues el gobierno había superado el límite de emisión de Certificados de Inversión Previsional (CIP), estos certificados fueron creados por los gobiernos areneros, en pocas palabras se trata de comprar deuda al Estado por parte de las administradoras de pensiones con dinero de los cotizantes, que luego el Estado debe pagar con intereses. Pues bien, en octubre pasado esa posibilidad se agotó al llegar al tope que la ley había establecido, en esta situación complicada se ha intensificado el debate en cuanto a cómo se debe solucionar la crisis previsional, que se basa en: deuda con las pensiones en el Estado, pago de intereses de préstamos pasados y el pago de los pensionados del antiguo sistema. El Presupuesto de la Nación en este año no destino el dinero real para las obligaciones previsionales, pero esto no significó que no debiera pagarla.
Las fechas para hacer cada uno de estos pagos, a parte de las obligaciones mensuales con los jubilados son abril, julio y octubre. ¿Cómo se solventó el problema en abril? Después de caer en el impago, los diputados de la Asamblea Legislativa a través de la propuesta del Ministerio de Hacienda, le dieron salida al problema haciendo recortes en algunas carteras del Estado lo que sumo 56 millones de los presupuestos de Educación, Salud, Seguridad y de otras instituciones. En julio el gobierno debe pagar 47 millones de dólares de intereses y capital por el mismo concepto, y por ahora ha conseguido solo 33 millones, gracias a recortes a la Superintendencia de Electricidad y Telecomunicaciones y a la Comisión Ejecutiva Portuaria Autónoma (datos obtenidos de El Faro). Pero la crisis no acaba aquí, pues en octubre nuevamente tendrá que pagar otros 81.7 millones.
Como ha ocurrido durante estos últimos años de crisis previsional, seguramente se encontrará una salida negociada, pero es claro que esto solo podrá aliviar algunos meses la crisis, lo que generara un golpe más duro a los trabajadores cuando las AFP realmente quiebren. Han pasado ya varios años desde que se han presentado propuestas para la reforma del sistema de pensiones, desde la derecha y desde la izquierda, la última reforma ha sido presentada por los sindicatos más representativos de la clase obrera, y presenta muchos pasos adelante en comparación con la propuesta del gobierno en el 2015.
Sin embargo, esta reforma presentada por los sindicatos no ha tenido el respaldo total del FMLN y creemos que ha sido un grave error. Algunos quizá puedan objetar que nuestros diputados han recibido la propuesta y la han metido a discusión, no obstante, a través de la experiencia hemos comprobado que esto no es suficiente. Creemos que es un error confiar ciegamente en las negociaciones en el parlamento, estas negociaciones deben estar acompañadas de otras medidas impulsadas por la base del partido y los sindicatos, algo que no se ha hecho. Reconocemos los esfuerzos que han hecho los sindicatos para movilizar a los trabajadores hacia el parlamento con el objetivo de presionar a los diputados, pero debemos reconocer también que las movilizaciones han sido pocas, lastimosamente estos también han caído en el proceso burocrático de las negociaciones con los diputados, sin tener una iniciativa para empezar un proceso más abierto de lucha. Pues no hemos visto organizar asambleas, piquetes en las fábricas, barrios y colonias, planteamientos sobre huelgas o paros laborales, etc. Por el lado del partido se debió haber puesto todos los medios a disposición para dar a conocer la propuesta, para que se debata en las bases del partido y movilizar a esta base para empujar la propuesta. Esto es imprescindible para desarrollar la lucha en favor de la clase trabajadora.
El balance de la lucha en este último periodo, nos dice una vez más que las instituciones del Estado y los límites de la democracia burguesa son insuficientes para solventar nuestros problemas fundamentales, nuestros dirigentes si en verdad quieren aplicar medidas para transformar nuestras vidas deben elegir entre reforma o revolución. Para solventar los problemas de los trabajadores, no hay otro camino que aplicar medidas revolucionarias confiando y alentado el espíritu y la fuerza del proletariado, entre más participe la clase obrera en cada lucha más consiente se hace de su poder y de la necesidad de profundizar el proceso.