¿La seguridad es tarea de todos?
Eugenio Chicas, secretario de comunicaciones del gobierno ha mencionado: “La tarea de seguridad es tarea de todos, exige unidad nacional, y, por lo tanto, si todos somos afectados por la inseguridad, todos tenemos que aportar a ese tributo de seguridad”1, esto en referencia a la propuesta que elaboró el Consejo Nacional de Seguridad Ciudadana y Convivencia (CNSCC) de implementar un impuesto a las llamadas telefónicas para financiar el plan de seguridad (que está contemplado en $2,000 millones).
Ya en anteriores artículos hemos planteado que no existe tal cosa como la unidad nacional, nuestra sociedad—así así como cualquier sociedad capitalista—está dividida en clases sociales con intereses contrapuestos, querer buscar un plan en “conjunto” para solucionar un problema es una falacia donde al final será una de las clases la que asuma el peso de las medidas, Trotsky mencionaba que un error programático derivaría tarde o temprano en un error práctico.
Antes de argumentar que la seguridad es tarea de todos debemos responder unas cuantas interrogantes, primero ¿Cuáles son las bases sociales de la delincuencia?, ¿Nos afectan a todos por igual?, y lo más importante ¿Podemos resolver el problema de la delincuencia manteniendo el actual régimen social?
Las bases materiales de la delincuencia
Desde hace mucho tiempo que el capitalismo dejó de ser un sistema progresista, en un primer momento revolucionó la técnica y la tecnología, creo una nueva clase social: la de los trabajadores asalariados, los unió a expensas de la extenuante jornada laboral y el hacinamiento en las fábricas, pero esos “buenos tiempos” han quedado atrás.
Lo que vemos ahora es una pugna intensa por la repartición de las riquezas, las grandes potencias someten a los países
subdesarrollados y las burguesías locales que no tienen la fuerza ni la intención para desarrollar la industria en sus propios países, se ven empujadas a aceptar los mandatos de las burguesías extranjeras. El proceso de privatizaciones es muestra de ello, el poco interés a la industrialización del país es otra muestra.
En ese sentido no vemos un desarrollo del proletariado salvadoreño, de hecho si revisamos datos nos daremos cuenta que el nivel de empleo anual se mantiene en un escaso 1%, esto quiere decir que solamente una persona de cada 100 en capacidad de trabajar es contratada anualmente, esto sumado a que las ramas de producción industrial no son las que absorben a estos nuevos trabajadores sino más bien los sectores de bienes y servicios, es decir no está orientado al sector productivo, es decir al sector fabril.
Por otro lado la burguesía salvadoreña acumula exorbitantes ganancias anualmente, el informe de 2013 de la consultora Wealth-X y UBS reveló que en El Salvador hay 150 ultra ricos, cuyas fortunas suman $20,000 millones, unos $133.4 millones en promedio cada uno, esto ya lo había anticipado Carlos Marx, quien en el capital escribió: “La acumulación de riquezas en un polo es, por lo tanto y al mismo tiempo, la acumulación de miseria, agonía de trabajo duro, esclavitud, ignorancia, brutalidad y degradación mental, en el polo opuesto”
La burguesía salvadoreña al ser doblegada por el capital extranjero ya no juega ningún papel progresista, todo lo contrario, es un freno para el desarrollo del país, la eliminación de éstos como clase social es una premisa necesaria para acabar con la delincuencia, la expropiación de la propiedad privada de los grandes medios de producción permitiría al Estado generar una verdadera política de empleo y de industrialización a gran escala.
El lumpemproletariado
Las pandillas, los ladrones comunes, la prostitución, los drogadictos, entran en la categoría marxista denominada lumpen proletariado, su característica fundamental es que no aportan nada a la sociedad y viven a costa de demás clases sociales.
En ese sentido el lumpen tiene intereses de clase propios, el saber combatirlos no se trata simplemente que “cinco iluminados” hayan decidido llamarlos ahora “terroristas”, esto solo muestra la decadencia del combate a la delincuencia, una medida desesperada que no solucionará el problema de raíz.
Creemos que el gobierno del FMLN debe impulsar una doble política para acabar con
la delincuencia:
1) El problema de la delincuencia tiene bases materiales, una política de nacionalización de los sectores claves de la economía salvadoreña permitiría impulsar un agresivo plan de empleo, salud, vivienda, arte, educación, etc. Esto descartaría implementar más impuestos a los trabajadores salvadoreños.
2) Entendemos que de forma general, el lumpen está inclinado a defender el sistema capitalista, un sector puede unirse a la revolución pero este puede ser una minoría, la tarea de la defensa de las vidas de los trabajadores es tarea de los trabajadores mismos, es necesario conformar comités de autodefensa en nuestros barrios y fábricas dirigidos por Asambleas de trabajadores o Asambleas barriales, las bases de la policía y el ejército podrían apoyar siempre y cuando estén subordinados a las decisiones de la Asamblea.
¿Nos afecta la violencia por igual?
En este año—por lo menos hasta el 11 de Agosto según datos de medicina legal—se habían cometido 3,063 homicidios2, según el Consejo Nacional de la Pequeña Empresa de El Salvador (CONAPES) el 50% de las pequeñas empresas han dejado de invertir producto de la delincuencia, en los primeros cuatro meses del año se han pagado $1,211,734.5 en extorsiones, el año pasado fueron $1,506,703,3 estos son solo los casos denunciados, evidentemente que esta cifra debe ser superior.
Este es una muestra del panorama actual, sin embargo no podemos argumentar que la violencia nos afecta a todos por igual, son los trabajadores, la juventud y los pequeños empresarios a los que afecta de manera más contundente el grado de descomposición social en nuestro país.
La burguesía se jacta de la preocupación que tiene acerca de la violencia, las “damas de la sociedad” hinchan pecho por problemas que ellas no padecen, es insultante para cualquier trabajador escucharlas hablar sobre este problema, en la concentración en el redondel Beethoven, una de estas señoras dijo: “a mí no me afecta este problema pero a mis empleados sí”, otra dijo: “lo que quiero es estar tranquila en mi carro sin temor a que me asalten”.
La hipocresía de la burguesía es tal que creen que los trabajadores y la juventud somos estúpidos, cualquier persona honesta sabrá que ellos no han vivido los problemas de la violencia como los padecemos nosotros, si el gobierno quiere cargar con el peso de este problema a alguien no debe ser a los trabajadores sino a estos señores y señoras que defienden el actual régimen de explotación, es su sistema el que engendra la violencia, ellos son los que deben pagar por la actual situación.
Nuestra fuerza reside en la movilización, no en el pago de más impuestos
Para nadie es secreto que los empresarios han puesto mil y una trabas a cualquier medida que busque frenar la evasión de impuestos o que logre dar una batalla frontal contra la corrupción.
La conclusión que debe sacar nuestro partido de esto no es que se tenga que gravar más impuestos para el pueblo, sino más bien explicar que es precisamente el Estado Burgués el que no permitirá cualquier medida que beneficie a los trabajadores y la juventud si esta afecta los intereses de los empresarios.
Es por ello que los trabajadores debemos organizar en nuestras fábricas, así como en nuestros Comités de Base una jornada de movilizaciones en contra de la evasión, por cárcel a los corruptos y luchar por la nacionalización de los grandes medios de producción, de lograr esto no será necesario ningún impuesto que dañe el bolsillo del pueblo.
¿Podemos resolver el problema de la violencia bajo el capitalismo?
En el manifiesto comunista Marx y Engels explicaron que la historia de la humanidad es la historia de la lucha de clases, también afirmaron que de esta lucha solo pueden establecerse dos opciones: o la victoria de una de las clases sociales o la destrucción de ambas clases en pugna.
Tenemos un partido de izquierda en el poder, el FMLN debe implementar una política más firme y decidida contra los empresarios evasores y corruptos, la confiscación de los bienes de estas personas, y no gravar más a la clase trabajadora y clase media con más impuestos, y pasar a la ofensiva para recuperar lo que una vez perteneció al Estado, es decir a nacionalizar la telefonía. Sectores de la misma derecha como GANA, estiman que las empresas telefónicas en el país obtienen ganancias de más de $1,000 millones al año.
Si se requieren fondos necesarios o paliativos para la seguridad se deben de tomar de donde están, si la burguesía privatizó, la clase trabajadora debe nacionalizar. El ejemplo de la empresa TIGO en el país nos sirve como ejemplo. En el año que estalló la crisis del sistema capitalista a nivel mundial—2008—esta empresa reportó como ingresos, según el Ministerio de Hacienda, 452.2 millones de dólares y utilidades por poco más de 151 millones, y a pesar de ello TIGO pagó en concepto de renta sólo $500 dólares, esto significó según el reporte, que no pagó el 99.999 por ciento de lo que le correspondía, el hecho que este impuesto se aplique a los usuarios no indica exactamente que será recaudado por el Estado.
No existe salida bajo el capitalismo, la actual lucha de la defensa de nuestras vidas debe trascender al derrocamiento del capital, solamente una sociedad sin clases sociales puede elevar los niveles de vida de la población, no creemos en tal cosa como la unidad nacional, si creemos en la unidad de los explotados contra sus explotadores, creemos que otro mañana es posible y que este solo puede ser alcanzado mediante la lucha abierta y decidida de la juventud y la clase obrera.