El pasado 15 de septiembre el presidente Bukele anunció que se presentará para buscar la reelección, esto lo hizo en el marco del 201 aniversario de “Independencia” de El Salvador. El anuncio no fue realmente una sorpresa, era lo que ya muchos esperabamos a partir de su actuar en el Ejecutivo durante sus tres años de gobierno, aunque él mismo y sus “analistas” negaron constantemente que buscaría la reelección. Todos esos discursos insistentes de sus analistas fueron desechados en un par de minutos cuando frente a decenas de seguidores anunció su reelección.
Las intenciones de reelección del presidente están amparadas por una resolución de la Sala de lo Constitucional que lo habilitó para correr un periodo presidencial más, el cual está prohibido literalmente en la Constitución salvadoreña. Bukele labró bien su camino a la reelección cuando en 2021 al ganar la mayoría de diputados destituyó de sus cargos a los magistrados de la Corte Suprema de Justicia e impuso a magistrados serviles a su régimen, desde entonces se podía predecir el camino a la reelección. Para los abogados constitucionalistas y movimientos de la oposición es claro que la reelección es inconstitucional pero para los oficialistas es completamente constitucional.
Nosotros no vamos a aportar más al debate de si es constitucional o no, del que por cierto se ha hablado en vastedad; como marxistas nos interesa centrarnos en algunos puntos críticos de la reelección, a la cual nos oponemos, a la vez que señalamos qué implicaciones tendrá para la vida de la clase obrera.
En primer lugar tenemos que dejar claro que para nosotros no es un problema cardinal la reelección como tal. Es decir, el apoyo o no de un proceso de reelección dependerá de los intereses de clase que se persigan. Está de más decir que en diferentes latitudes los períodos presidenciales y la posibilidad de reelección son diferentes, que un sistema presidencialista cuente o no con procesos de reelección no significa, al menos en materia de protocolos internacionales, que un país deje de ser republicano o no. Por ejemplo, en Alemania la primera ministra, o lo que sería en otras repúblicas la presidenta, puede reelegirse indefinidamente, igualmente en Suiza e Italia, en EEUU se pueden reelegir solamente una vez y esto no significa que estos países se hayan convertido en monarquías o dictaduras.
En diferentes momentos de la historia, los marxistas hemos apoyado una que otra reelección, en la historia, por ejemplo, el proceso que inició Manuel Zelaya en 2009 en Honduras, cuando EEUU y la oligarquía hondureña le dio golpe de Estado, por el simple hecho de hacer una consulta por una cuarta urna para reformar la Constitución, o la más conocida reelección del presidente Chávez en Venezuela.
Entonces ¿Por qué los marxistas hemos apoyado estos procesos? ¿Acaso somos antidemocráticos? Como hemos dicho anteriormente la posición que jugamos en los procesos electorales dependerá de qué objetivos de clase se persiguen, por ejemplo, el proceso de reelección en Honduras estaba precedido por una serie de reformas que beneficiaban a la clase obrera, entre ellos aumentos salariales, reformas a la jornada laboral, reforma agraria entre otras demandas históricas de la clase obrera y campesina.
Con Chávez el proceso estaba mucho más avanzado en cuanto a reformas significativas para la clase obrera, era el desarrollo de la revolución bolivariana. Chávez fue electo en 1998, y en todo sus periodos ganó la mayoría de los diferentes procesos electorales, en los cuales se pudo cambiar la Constitución herencia del régimen opresivo del pasado; también ganó un proceso de revocación presidencial convocado por la reacción, también perdió un proceso de referéndum para reformar la Constitución, el cual se volvió a convocar y terminó ganando pudiendo así reelegirse por tercera vez consecutiva. De todos los procesos electorales a los que se presentó Hugo Chávez que no fueron pocos solo perdió uno y por un margen muy pequeño.
Este inmenso apoyo popular se debía a que Chávez despertó al pueblo a la política. Tras la elección de Chávez grandes cambios se vieron presentes en Venezuela, por ejemplo se expropió la industria petrolera, una de las más grande de toda América Latina que antes era saqueada por empresas estadounidenses, estas fueron nacionalizadas y puestas bajo el control de los trabajadores; también según la CEPAL hubo una reducción del 21 por ciento de la tasa de pobreza entre 1999 y 2010. El analfabetismo fue abolido por completo. Por primera vez se proporcionó atención médica gratuita a los pobres. Se redujo la semana laboral de 44 a 40 horas; y la licencia maternal pre y post-natal, con salario garantizado, se aumentó de 18 a 26 semanas. Al salir de una empresa, por la razón que fuera, los trabajadores recibían un pago con base a su último salario mensual multiplicado por el número de años de servicio, se construyeron miles de viviendas, y se crearon diferentes espacios organizativos llamados comunas en construcción que administran socialmente la tierra, el gas y el agua.
En última instancia, son estos hechos los que respaldaron los periodos presidenciales del presidente Chavez. Y aunque los marxistas no abogamos por una democracia donde el poder se concentre en una sola figura, si apoyamos los pasos que se puedan dar en un proceso de avance de la lucha de clases mientras abogamos por la conquista del poder político de la clase obrera, la instauración de un gobierno de los trabajadores. Como marxistas apoyamos cada espacio y cada conquista que se pueda dar en los estrechos límites de la democracia burguesa, porque sabemos que esto es una oportunidad para elevar el nivel de conciencia revolucionaria de las masas. En ese sentido, los procesos anteriormente mencionados se ciñen a los intereses de la revolución por la que luchamos los marxistas.
Ahora bien, en el caso específico de Bukele, es todo lo contrario. El proyecto de Bukele aunque apoyado por una buena parte de la clase obrera, no está orientado al beneficio de esta, sino todo lo contrario va contra sus propios intereses.
- Decenas de fábricas en la maquila y en otras ramas de la industria siguen explotando mucho mejor que antes a la clase obrera. Los derechos de los trabajadores siguen siendo pisoteados, los derechos a la sindicación están mancillados por el patrón y el Estado.
- La jornada laboral sigue siendo una jornada laboral extenuantes y no existe plan alguno para reducirla, así también el salario sigue evaporándose de las manos de la clase obrera con los altos niveles de inflación. En lugar de buscar beneficiar a la clase trabajadora ante este flagelo del sistema capitalista, las políticas de bukele buscaron proteger los intereses de los grandes empresarios. Hoy la clase obrera tiene que sobrevivir con un salario miserable.
- El sistema previsional sigue castigando a los pensionados y prepara un miserable futuro para las generaciones que se van jubilando. Hasta hoy no se ha presentado una reforma de pensiones que garantice el derecho humano a una pensión íntegra y vitalicia para la clase obrera.
- El desempleo en general y el desempleo juvenil siguen siendo un cáncer que consume la salud de la población salvadoreña, miles de jóvenes con carrera universitarias se encuentra en un callejón sin salida cuando después de tantos años de estudios terminan vendiendo su fuerza de trabajo en un callcenter (las nuevas maquilas), y otros miles de jóvenes que no tienen acceso a la educación superior tienen que buscar oportunidades fuera del país o aceptar trabajos precarios para sobrevivir.
- Cada invierno decenas de personas pierden la vida a costa de vivir en zonas de alto riesgo, el derecho a la vivienda que es una demanda central de la clase obrera, está muy lejos de ser resuelta bajo el programa de los Bukele; al contrario, se sigue fomentando una urbanización más especulativa y lucrativa, que una urbanización para garantizar el derecho digno a las y los trabajadores que son quienes generan la riqueza del país.
- La deuda histórica de los diferentes gobierno del pasado en materia de salud no tiene perspectiva alguna de ser resuelta, los millones de dólares que se adquirieron como deuda en el periodo de pandemia, no nos dejaron pero ni un hospital de calidad, tal y como la propaganda engañosa del régimen nos prometía. El hospital de “primer mundo” que se construyó durante la pandemia ha sido poco a poco y silenciosamente desmantelado. Con esto los niveles de acceso a salud de calidad retroceden cada año más.
- La construcción de más sedes universitarias fue drásticamente cambiada para la construcción de más centros penales, los cuales se asemejan más a campos de concentración donde más de 70 reos han muerto, entre ellos inocentes, gracias a la guerra contra las pandillas que no es otra cosa que la represión estatal contra el problema de la violencia que hunde sus causas en el sistema de exclusión y explotación en el que vivimos.
- En cuanto a la libertad de reunión y de expresión el sistema sigue beneficiando a las grandes empresas quienes tienen el monopolio de las comunicaciones, muchas de ellas hoy vendidas al régimen. A los críticos ahora se nos persiguen o se lanzan furiosas campañas de desprestigio y amenaza para que se refugien fuera del país. Tenemos ya los primeros presos políticos del régimen y en la medida que la situación de crisis se profundice no tenemos la menor duda que esta persecución y represión se intensificará.
- Los programas sociales como ciudad mujer, ECOS comunitarios, y otros paulatinamente han sido desechados y sustituidos por pantallas que en la práctica resultan ser una pantomima que en nada abonan a elevar los niveles de vida de la clase obrera. La inversión social fue cambiada por un aumento excesivo de Seguridad y Defensa, se cualifica a los aparatos represivos en detrimento de la salud de las mujeres y niños.
Por esta y muchas más razones los marxistas revolucionarios nos oponemos a la reelección presidencial, el gobierno de Bukele no defiende los intereses de la clase obrera. Por el contrario. perpetúa la explotación capitalista y mantiene el régimen opresivo que sufre la aplastante mayoría de la población.
La continuación del régimen de Bukele profundizará las condiciones de miseria de la clase obrera y abrirá las puertas a más ataques a los derechos de la clase trabajadora. Los intereses que Bukele persigue son los mismos que persiguen las grandes transnacionales y el empresariado nacional. Tras el proyecto de Bukele está la eliminación de derechos y conquistas históricas de la clase obrera, el aumento de la explotación, la expropiación de tierras, la destrucción del medio ambiente, la persecución y represión de los opositores.
Las organizaciones revolucionarias debemos combatir la reelección de Bukele, fortaleciendo nuestras organizaciones, redoblando nuestro trabajo de explicación paciente y agitación. Armándonos de un programa revolucionario que se pueda presentar como una alternativa a la reacción del proyecto de Bukele. Solo la organización y la lucha revolucionaria podrá hacerle frente al futuro incierto en el que nos encaminamos con la reelección de Bukele.