Por Vit Reznicek
Diciembre se convirtió en el mes de grandes anuncios de parte del gobierno que se guarda los mejores o más bien peores proyectos de reformas o de ley para la época navideña y del año nuevo. Tal vez en medio del ambiente festivo la población no está tan pendiente de lo que ocurre en la Asamblea Legislativa y cuáles serán las consecuencias. Así sucedió a finales de 2021 cuando el 21 de diciembre se aprobó la Ley de Recursos Hídricos que hasta la fecha no se ha puesto realmente en práctica. De la misma manera, el 20 de diciembre 2022 se aprobó un conjunto de tres leyes distintas:
- a) la Ley integral del Sistema de Pensiones
- b) Ley Especial para la Emisión de Certificados de Obligaciones Previsionales y de Disolución del FOP
- c) la Ley de Creación del Instituto Salvadoreño de Pensiones.
Una reforma que como ya se hizo costumbre en el gobierno de Bukele supone desde su punto de vista un cambio radical e histórico, siempre pensando en el bienestar del pueblo, pero que en realidad, claramente divide a la sociedad salvadoreña entre los ganadores y los perdedores según las divisiones clásicas de opresores y oprimidos. ¿Quiénes serán los ganadores de la reforma? Pues no sorprenderá que la visión de V. I. Lenin sobre la naturaleza del Estado mantenga su plena vigencia en el actual contexto:
“El Estado es una máquina para mantener la dominación de una clase sobre otra.” (V. I. Lenin: Sobre el estado, 1919)
Siendo así, los grandes ganadores de la reforma, son las AFPs y el propio gobierno, junto con las personas que ya están jubiladas y reciben su pensión. Pero están también los perdedores de la reforma que somos las juventudes. Estamos preocupados/as que estaremos financiando con nuestro trabajo beneficios de otros/as en vez de nuestros/as propios/as. Según la reciente encuesta del Iudop-UCA, el 63% de la población ha sentido que el alto costo de la vida, el desempleo y la pobreza representan los principales problemas que hemos sentido todos y sobre todo la juventud que se enfrenta con mayor precariedad de empleo y de oportunidades.
Ganadores
En primer lugar el ganador que más salta a la vista son las AFPs. Hubo un momento en ciertas reuniones entre el gobierno y los sindicatos en el que se prometía la disolución de las AFPs y sacarlas del mercado. En las reuniones, las campañas electorales y discursos se dice de todo. En realidad, no solo que las AFPs seguirán administrando el fondo de ahorro de los trabajadores, sino ahora con la reforma a las AFPs nuevamente les subirá la comisión a %1. La comisión de las AFPs en los últimos años ha ido bajando. En 2022 la AFP Confía tenía una comisión de 0.87500% y la AFP Crecer una comisión de 0.876300%. Pero ahora con el regalito del gobierno tendrá su 1% de nuevo asegurado sobre un monto de dinero recaudado mayor.
Otro obvio ganador de la reforma es todo el grupo de personas que ya están pensionadas y reciben su pensión de vejez. Resultan ganadores porque recibirán un 30% más de pensión sin haber aportado nada al sistema. El problema acá es que las pensiones altas, las pensiones VIP de las que tanto se ha hablado en algunos casos, se han dado dentro del viejo sistema de pensiones del ISSS y del INPEP que era demasiado generoso con respecto a las capacidades reales del sistema. Éste grupo se beneficiará del aumento, pero queda la pregunta quién pagará ese aumento de 30%? Ahora bien, no se trata de envidiarle a ese grupo de personas su aumento de pensiones. Es simplemente una realidad que si sigue vigente el sistema mixto o cualquier otro de pensiones, ese aumento lo pagarán las juventudes que ya están dentro del sistema o están por integrarse a él. La misma juventud que votó por Bukele y que no recibe ningún beneficio de parte de su gobierno y más cargará con sus decisiones que son hechas a corto plazo sin preocupación por el futuro de toda una generación o varias de jóvenes salvadoreños.
Seguramente que ese dinero no saldrá del gobierno que por más que diga que tiene suficiente liquidez para pagar sus compromisos fiscales, al mismo tiempo busca desesperadamente formas de reducir de alguna forma su contribución al sistema de pensiones. Eso significa que el gobierno es el otro ganador porque logra con la reforma pagar menos dinero. La intención clara es que el sistema se autofinancie lo más posible de las cotizaciones. Para que se cubra el aumento de las pensiones le aumenta 1% a la contribución del empleador. Y también porque le quita a los trabajadores su cuenta de garantía que era una parte que se le devolvía a los trabajadores al momento de reclamar su pensión cuando cumplían 60 años hombres, 55 años mujeres y los 25 años cotizados.
Perdedores
Nos explicamos: hoy en día se cotizan 15% del salario. De esos 8.1% va a la cuenta de ahorro. Otra parte se divide entre la AFP 0.9% y el Seguro 1%. Otros 5% van a la cuenta de garantía solidaria. De esa cuenta 2% financian todas las pensiones. Pero los otros 3% se toman en forma de préstamo que se les devolvía a los trabajadores. Esa devolución está derogada en la nueva ley. La razón por la cual perderán todos los actuales cotizantes dentro del sistema a los que ya no se les devolverá esa parte de la cotización. Así la juventud y la clase trabajadora somos los perdedores, ya que financiaremos ganancias momentáneas con fines populistas de ganarse la simpatía de los que ya están jubilados o próximos a jubilarse. ¿Jugada maestra para asegurar los votos de la población en la próxima reelección? Pareciera ser. Porque si alguien está a punto de jubilarse y recibe el salario mínimo de $365, su patrono aportará $3.65 mensuales por 24 meses. Un aporte absolutamente mínimo por el cual a cambio el trabajador recibirá en lugar de los $304 de la pensión mínima ahora los $400 de forma vitalicia. Una oferta tentadora para los trabajadores. Pero esos mismos trabajadores tal vez no tengan en cuenta que lo que se está creando es un déficit que se tiene que cubrir en otro lado.
Tampoco el aumento global de 30% aplicado a todas las pensiones parece del todo justo. Una persona con una pensión de $2000 recibirá un aumento de $600. Resultando en una pensión de $2600 por aportar al sistema de pensiones absolutamente nada. ¿Quién cubrirá ese aumento? La juventud trabajadora que no recibirá devuelta una parte de su cotización. Por otro lado, una persona con una pensión de $500 recibirá un aumento de $150. Un aumento menor que el que recibirá la persona que ya cobraba una pensión más alta. Los dos han contribuido la misma cantidad para pagar ese aumento, es decir 0 dólares. Pero ahora el mejor situado recibirá $600 y el peor situado tan solo $150. Entonces hay una injusticia en la distribución, más si tomamos en cuenta que esto no implica un incremento de las pensiones por sobrevivencia e invalidez. Dos grupos de personas con mayores necesidades que otros grupos de jubilados.
El problema de financiamiento de todo eso es de tal magnitud que solamente puede ser pensado con fines políticos a corto plazo. Se le sube 1% a la cuenta de garantía solidaria. Anteriormente era 5% y se le regresaban 3%. Ahora serán 6% pero no se le devolverá nada al trabajador. De ahí el gobierno quiere cubrir las pensiones actuales y los beneficios de la nueva ley. Pero la cuenta se acabará tarde o temprano y por eso mismo el gobierno emitirá títulos que han llamado COP (Certificados de Obligaciones Previsionales) que son a 50 años y con interés de 7%. Si decimos que el gobierno pagará esos títulos, eso significa simplemente que la clase trabajadora, 75% de ella en el sector informal que no tiene derecho a pensión, pero que sometido a mayor opresión a través de los impuestos pagará esa cuenta de los nuevos beneficios de los demás en lugar de su propia clase. Lo que se hace es pasarle el mantenimiento del sistema de pensiones a los que ya están en una situación económica difícil en vez de cargar con impuestos progresivos a los más ricos del país como una medida mínima en esta situación.
Una alternativa
Serán los y las trabajadores, las juventudes e incluso los niños y niñas de ahora que en su momento tendrán que cargar con esa deuda y con el sistema quebrado. Nos atrevemos a decir que es una reforma injusta hecha en contra de las juventudes, en contra de la clase trabajadora y en contra de los más pobres.
Recapitulemos: La reforma de pensiones está hecha a la medida del gobierno en que aumenta la pensión que muchos aplaudirán y se contentarán por recibir más dinero. En medio de la crisis económica es más que comprensible. ¿Quién no se contenta por un aumento del salario o de la pensión? Sin embargo, a largo plazo el aumento que se propone no es sustentable, precisamente porque los que recibirán el aumento de 30% no han contribuido nada para pagarlo. Está hecha a la medida del gobierno en que las AFPs seguirán ayudándole al Estado a administrar los fondos y en que el gobierno tendrá disponible el dinero que podrá ocupar para su propio financiamiento. Las AFPs no tendrán límites de compra de los títulos de inversión COP. Por ese medio, el dinero de los cotizantes puede emplearse por completo para prestarle dinero al Estado. Tanta es la necesidad del gobierno de mantener el dinero dentro del sistema que se ha quitado la posibilidad de retirar el anticipo de la pensión, la medida de la que más se hablaba en redes sociales y un apoyo económico con el que muchas personas contaban para sus proyectos de vida. La reforma está hecha a la medida del gobierno porque le permite de forma populista y a corto plazo mostrar su cara benévola en medio de violaciones de derechos humanos y de la creciente militarización.
Frente a la difícil situación del país donde están suspendidas las garantías constitucionales, donde se le persigue a ciertas comunidades y se les estigmatiza y persigue con cercos militares (Soyapango), capturas arbitraria (ADES Santa Marta), donde los trabajadores (Alcaldía de Soyapango) no reciben lo que es de ellos según la ley, ¿acaso queda otra alternativa que nuestra propia organización de clase?
El estado burgués y sus proyectos no nos representan. Con o sin reforma de pensiones, no podemos contentarnos con ningunas regalías de parte del Estado. El primer sistema de pensiones que se implantó en Alemania bajo Bismark en 1886 tenía:
“…la finalidad de apaciguar a la agitación reinante en el movimiento obrero, hasta entonces totalmente abandonado por el Estado en cuanto a normas de previsión social.” (Ricardo Nugent: Seguridad social: su historia y sus fuentes, 1997)
La reforma en el actual contexto salvadoreño en medio de las crecientes dificultades económicas y sociales tiene la misma finalidad. Desde las juventudes marxistas hemos de trazarnos objetivos que van más allá del reformismo de cualquier color. El régimen está seguro de sus poderes y las recientes acciones en contra de la comunidad Santa Marta, en contra de los sindicalistas en Soyapango y San Marcos, pueden ser la manera de medir la respuesta y capacidad de acción y organización de los movimientos sociales. Podemos tomar ejemplo de las protestas de la clase trabajadora que se están llevando a cabo en las calles de Francia en estos días y que han sido capaces de paralizar al transporte ferroviario y el metro, de cerrar escuelas y limitar el funcionamiento de la industria petrolera pidiendo de forma organizada que se derroque una contra-reforma desastrosa para la clase obrera y que destruye el futuro de los jóvenes.
Desde el BPJ afirmamos nuestro optimismo revolucionario de que la clase trabajadora es un gigante dormido y que la organización popular y sindical puede ofrecer una resistencia efectiva a los ataques. Las organizaciones comunitarias, sindicatos y la juventud deben traer a la mesa las formas de lucha tradicionales de la clase trabajadora, la movilización y las huelgas, para librar la futura batalla por nuestros derechos, nuestro futuro y nuestra vejez digna que están puestos en duda.
¡Súmate a nosotros/as en la lucha por el socialismo!
¡No tenemos nada que perder, sino nuestras propias cadenas!