Salvador Guillermo Allende Gossens fue el símbolo del socialismo en Chile, durante toda su lucha y trayectoria política, que dio inicio en 1929 con el grupo de Avance. En 1930 participó activamente en la FECH (Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile); por sus posturas fue expulsado de esta, sin embargo, siguió en el movimiento estudiantil. Fue uno de los fundadores del Partido Socialista de Chile en 1933. Se comprometió con el proyecto del Frente Popular desde 1933 a 1939.
Desde 1940 a 1966 representó un icono del socialismo chileno, siendo electo presidente del Senado en 1966. Llegar a ser presidente de la Republica chilena para Allende no fue fácil, su lucha por la conquista del poder ejecutivo transcurrió en este contexto, postulándose por primera vez en 1952 consiguiendo 5.4% de los votos, por segunda vez en 1958, por tercera vez en 1962 consiguiendo un 38.9% de los votos, todas las veces anteriores en diferentes coaliciones de alianzas políticas, pero siempre bajo la línea socialista.
En 1970 dentro de la Unidad Popular, conformada por diversos partidos políticos y diversas tendencias ideológicas, fue muy difícil que Allende consiguiera ser electo como candidato a la presidencia por sus derrotas anteriores, sin embargo, lo logró. En esta ocasión Allende llegó al poder por su programa, divulgado en la campaña respectiva a estas elecciones, el cual incluía una reforma agraria, que Frei su antecesor en el ejecutivo prometió y no cumplió, esta y muchas más propuestas hicieron que Allende triunfara ratificado por el congreso el 24 de octubre de 1970. Tomando posesión el 3 de noviembre del mismo año.
Logros del gobierno de la Unidad Popular
Allende defendió un programa socialista y junto a la cabeza económica del Gobierno de la Unidad Popular, Pedro Vuskovic, llevaría a cabo el programa que pretendía la transición del capitalismo al socialismo. Las medidas comenzaron pronto: la estatización de las áreas claves de la economía, la nacionalización de la gran minería de cobre, aceleración de la reforma agraria, la congelación de los precios de las mercancías, aumento salarial de todos los trabajadores, aumentos a las pensiones, modificación de la constitución y creación de una cámara única, entre otras; representaron cambios drásticos en la base económica de la sociedad chilena.
Es menester aclarar que este proceso no se llevó a cabo de la noche a la mañana, en su primer año en el poder, Allende llevaba a cabo una revolución democrático-burguesa que conciliaba con la clase explotadora y que no defendía en esencia y de una forma clara los intereses de la clase explotada. Fue la presión de las masas durante este tiempo, la que hizo girar la postura de la Unidad Popular, y comenzar a implantar un programa serio y tajante en pro de los intereses de la clase trabajadora, fue hasta entonces donde se desarrollaron acciones que beneficiarían de una manera más directa a la clase trabajadora chilena y que atacarían radicalmente al poder del capital.
Acciones que combinaban medidas socialistas con una rápida reactivación de la economía, mejorando la condición de vida de la mayoría de chilenos, dándoles tantos beneficios y privilegios que merecían por ser los motores de la sociedad, creando así condiciones tan aptas para que el pueblo trabajador tomara conciencia de la capacidad de gobernarse prescindiendo de la burguesía.
Con el programa de educación, se crearon las condiciones para que miles de personas que nunca tuvieron acceso a una forma de educarse formalmente, pudieran superarse. Con el aumento del poder adquisitivo de las mayorías y la congelación de los precios de los productos de la canasta básica mejoró el acceso a la alimentación, a una vivienda digna y una salud no mercantil, sino al alcance de todos y todas con una calidad adecuada para satisfacer las necesidades básicas de la mayoría de la población chilena. Al nacionalizar las palancas de la economía Allende tuvo la facultad para que el excedente creado por estas fuera distribuido en inversión social.
La defensa de un programa socialista no podía ser aceptada tan fácilmente por los dueños de los medios de producción en Chile durante la época de los 70. Esto era lo peor que les podía suceder, y no se quedarían con los brazos cruzados, sino que lucharían hasta el final, defendiendo a capa y espada sus intereses de acumulación de riqueza individual.
Los errores de Allende
Uno de los principales errores de Allende desde su toma de posesión fue la conciliación con los militares y el miedo a la reacción violenta, esto permitió a la burguesía comenzar una ofensiva ideológica y de boicot económico al modelo implantado por la Unidad Popular y que sembró las bases para su derrocamiento tres años después de su llegada al Poder.
Salvador Allende desde su perspectiva marxista tuvo que haber concebido el Estado como el máximo garante de la opresión de una clase sobre otra, y transformarlo de raíz en un Estado obrero. En su momento lo supo utilizar de manera adecuada y logro las conquistas arriba mencionadas, pero no supo interpretar a cabalidad esta concepción teórica del Estado y creó él mismo la destrucción de sus conquistas, en un abrir y cerrar de ojos.
La contrarrevolución venía siendo preparada desde 1970, el golpe de Estado propiciado por la burguesía chilena de la mano del ejército y con influencia fuerte de la CIA y el imperialismo norteamericano el 11 de septiembre de 1973 desató una ola de violencia y represión sangrienta que alcanzo a miles de chilenos.
En marzo de 1973 el gobierno de la Unidad Popular convocó a elecciones para ratificar la legitimidad de su gobierno, obteniendo el 44% de los votos, era el momento idóneo para una ofensiva que defendiera a capa y espada el gobierno del pueblo; que acumulaba más y más aprobación, aunque, a su vez acumulaba también descontento y cansancio debido a la crisis económica provocada por la reacción.
Pero no se llevó a cabo tal ofensiva para defender al “poder popular” por el carácter conciliador de Allende, por el pacto con el ejército y por el miedo a la reacción, lo que si hubo fue lo que los chilenos recuerdan como el día más gris en su historia.
El día 10 de septiembre a las 4:00 de la madrugada se lanzó el plan del golpe de Estado, dado el día siguiente con fuertes bombardeos a las instituciones de gobierno, reculando a Allende en el Palacio de la Moneda, durante horas, donde en lugar de llamar al pueblo y a las bases del ejercito por su naturaleza de casta obrera y campesina, a defender el gobierno en las calles y detener a la reacción, ingenuamente intento comunicarse con Pinochet, quien fuese el ministro de seguridad de su gobierno y la cabeza del golpe. Pinochet fue quien implantaría una dictadura policiaco-militar, bonapartista durante 17 años en Chile.
La reacción chilena a eso de las 4:00 de la tarde del 11 de septiembre de 1973, tras una larga resistencia de Allende, decidió tomar el Palacio de la Moneda, Allende se rindió y entrego las armas, según testimonios, se suicidó con una Ak-47 que tenía en su poder. En la tarde se conformó la Junta de Gobierno. A excepción de unas escaramuzas en sitios aislados de Santiago, la junta dominaba todo el país. La Unidad Popular y su presidente habían muerto, iniciándose diecisiete años de dictadura militar.
La muerte de Allende es un claro ejemplo de cómo defender un programa socialista a medias, y llamar a la burguesía a conciliar intereses; cuando un proceso pre-revolucionario, que nacido de la lucha electoral cobra dimensiones tales que se expresa en las calles con los obreros y campesinos; es un error que se paga caro. Allende lo pago con su vida, y el pueblo chileno con la dictadura de Pinochet.
La dictadura de Pinochet fue de carácter bonapartista, es decir, policiaco-militar, porque no poseía bases sociales para su represión y porque desde sus inicios comenzó a perseguir a las organizaciones obreras y campesinas con ideas socialistas o comunistas, masacro y torturo brutalmente a toda la clase trabajadora organizada para defenderse. Su represión le permitió posicionarse como un régimen irreversible y firme.
A pesar de todas las políticas tibias que llevaron a Allende a desaprovechar un momento histórico clave, el papel que este personaje represento y sigue representando para la lucha chilena y mundial por el socialismo, es de vital importancia, ya que dota a toda la juventud y los trabajadores de determinación en la lucha por el derrocamiento del capitalismo.
La falta de un movimiento popular y organizado fue el punto clave para el triunfo de la dictadura pinochetista.
La historia se repite en Venezuela.
Me temo que la responsabilidad no cae sobre las masas, que si estaban organizadas y dispuestas a luchar, mas bien la responsabilidad recae sobre la direccion del movimiento, como lo dice el siguiente extracto, de Lecciones de Chile de Alan Woods: «La prueba de este enorme poder fue el fracaso rotundo del “tancazo” del día 29 de junio. En cuestión de horas, miles de trabajadores hicieron huelgas, ocuparon las fábricas y, dejando piquetes para guardar las fábricas ocupadas, marcharon hasta el Palacio de la Moneda. “Otra coyuntura extraordinaria para avanzar y golpear”, afirma Sepúlveda. “Los campesinos estaban a la vista. Abortado el movimiento, los parlamentarios de derechas temblaban en los pasillos del Congreso” (Socialismo chileno, p. 41).
Y ¿cuál fue la reacción de la dirección? Allende hizo un llamamiento a los trabajadores para que volviesen a trabajar. La policía dispersó a las masas que circulaban sin rumbo fijo por las calles de la capital.
Este comportamiento del gobierno dio ánimo a las fuerzas reaccionarias, que se lanzaron nuevamente a la lucha con otra huelga de los camioneros. Los trabajadores respondieron con una huelga general de 24 horas el día 9 de agosto. Como se decía en un artículo en Militant (17/8/73): “No falta el ánimo o la voluntad para luchar. Lo que falta es la dirección“. Casi tres años después, el dirigente socialista Adonis Sepúlveda, mirando hacia atrás, llega a la misma conclusión: “La dirección del movimiento no entregaría orientación alguna. Tampoco la CUT” (Socialismo chileno, p. 41, el subrayado es nuestro)».