El empresario Sebastián Piñera fue electo para la presidencia de Chile por segunda vez en diciembre pasado. La derecha obtuvo una mayoría histórica de 55%, casi diez puntos sobre la saliente coalición de gobierno “Nueva Mayoría” (ex-Concertación + Partido Comunista) que quedó derrotada y tensionada. Piñera asumió el mando el pasado 11 de marzo cuando la ex-presidenta Michelle Bachelet le entregó por segunda vez la banda presidencial. El multimillonario presidente llega con una agenda centrada en 5 puntos, Infancia, Salud, Araucanía, Seguridad Ciudadana y Desarrollo.
Piñera enfrentará un escenario complejo en materia económica y política. A diez años de la crisis financiera del 2008, el mundo vive la recuperación económica más débil de la historia, y se pronostican nuevas tormentas (ver reciente caída récord del Dow Jones). El tono proteccionista de la administración Trump a su vez ha arrojado inseguridad en los mercados, y la desaceleración china hace años que viene afectando a las economías exportadoras de materias primas de la región sudamericana. Luego de una tímida recuperación del precio del cobre (que se mantendría por sobre los US$3,00 la libra en el corto plazo), el Banco Central y el gobierno entrante se muestran optimistas sobre una reactivación de la economía chilena en este 2018.
En Argentina el presidente Macri –otro empresario con similar inclinación a hacerse el payaso– ha aplicado durísimos ajustes sobre los hombros de los trabajadores argentinos y ha apoyado al régimen criminal de Temer en Brasil que acaba de militarizar Río de Janeiro. Ambos países tuvieron gobiernos “progresistas” que gozaron de popularidad mientras el precio de las materias primas se mantuvo elevado, pero tan pronto como esta tendencia cambió estos mismos gobiernos aplicaron ajustes. Esto permitió a la derecha levantar cabeza y puede dar la impresión de un “giro a derecha” en la región, pero ambos gobiernos encuentran una fuerte resistencia y movilización masiva de la clase trabajadora y la juventud que se opone a las contrarreformas. Con la derecha en el poder, la situación en Latinoamérica no es de pasiva aceptación sino de aguda lucha de clases.
En Chile la irrupción del Frente Amplio como una tercera fuerza política en la primera vuelta de las elecciones presidenciales y parlamentarias expresa la búsqueda de amplios sectores de la sociedad de cambios estructurales, poniendo en crisis a los partidos tradicionales que dominaban el duopolio de la política en Chile desde el fin de la dictadura. Forzado a manifestarse sobre el apoyo al candidato de la Nueva Mayoría en segunda vuelta, el Frente Amplio mostró ambigüedad y demora al definirse por acabar con el sistema privatizado de pensiones, la educación gratuita, Punta Peuco y otras cuestiones. Por otro lado, resultaba problemático apoyar a la ex-Concertación, pues por más de 20 años se mantuvo el robo desmesurado de los recursos naturales y privatización de los derechos sociales conquistados en el pasado.
En tanto que la Democracia Cristiana presionaba a la NM por la derecha y se esperaba la resolución de más de una decena de diversas organizaciones que componen el Frente Amplio, la derecha sorprendió con una capacidad operativa en terreno y comunicacional tras el objetivo electoral de segunda vuelta. Los numerosos escándalos de corrupción que han alcanzado a parlamentarios de diferentes bancadas, han remecido la escena política nacional y la desconfianza en las instituciones se profundiza. Particularmente afectado resultó el gobierno pasado, por el “Caso Caval” que implicó al hijo de la entonces presidenta Michelle Bachelet.
El Gabinete de combate de Piñera
La derecha se opuso activamente a las reformas moderadas que impulsó Michelle Bachelet, notoriamente la ley de aborto en tres causales. Piñera el mes pasado ya anunció un gabinete que se puede considerar de combate contra las reformas. Solo por nombrar algunos, en la cartera de Educación, ha colocado a un defensor de la educación como “bien económico”, en el Ministerio de la Mujer a una opositora al aborto, y en Desarrollo Social, a un delfín del empresariado. Todas éstas son áreas sentidas en el país, que en los últimos años ha vivido episodios históricos de movilizaciones de mujeres, estudiantes y trabajadores.
Las fuerzas armadas protagonizan casos gravísimos de corrupción por lo que se encuentran seriamente desprestigiadas. El reciente escándalo de espionaje y falsificación de pruebas contra dirigentes mapuche, conocido como “Operación Huracán”, ya ha provocado la salida de 3 generales y se encuentra aún en desarrollo. El Intendente designado por Piñera para la Región de la Araucanía es expresidente de la Sociedad Nacional de Agricultura, organismo de los terratenientes y probablemente la organización gremial más reaccionaria de Chile. El territorio ancestral mapuche ha sido militarizado y es donde la derecha más rancia y pinochetista, ligada al sector forestal y agrícola junto con la policía, operan con total impunidad para reprimir al pueblo mapuche.
Con este tipo de designaciones, Piñera quiere aprovechar el viento a favor luego del resultado electoral para maniobrar con confianza y provocar a estos movimientos rápidamente, antes que la Nueva Mayoría salga de su grave impasse y antes que el Frente Amplio termine de asentarse como oposición o auxiliar de la NM que se desmorona. A través de estos conflictos, Sebastián Piñera puede soldar nuevas alianzas, pues estas son materias que coquetean tanto con la estirpe conservadora de la Democracia Cristiana, como con los sectores de ultraderecha y la llamada “familia militar”.
La reforma educacional de Bachelet
Las reformas en materia de gratuidad que se implementaron en 2016 ya han beneficiado a miles de estudiantes, representando el 25% de la matrícula de pregrado del 2017. Significativa es también la Ley de Inclusión Escolar y la Desmunicipalización que responden a las demandas de la Revolución Pingüina del 2006. Se debe organizar la oposición a las contrarreformas de este gobierno de derechas con un real programa o plan de lucha, que movilice a los grandes batallones de la clase obrera por la nacionalización de los recursos naturales (como el cobre, el litio y los recursos pesqueros) para financiar nuestras demandas.
El Frente Amplio contaba con 3 jóvenes parlamentarios, Jackson, Boric y Mirosevic y ahora aumenta a 20 diputados y 1 senador. Reconocidas figuras públicas, artistas, periodistas y ex-dirigentes estudiantiles forman hoy la bancada del Frente Amplio. El resultado de noviembre pasado, junto con el nuevo sistema electoral, les permitió traer aire fresco a la Cámara de Diputados. Luego de su logro electoral, existe el peligro de creer que con maniobras parlamentarias pueden conseguir los cambios estructurales que Chile necesita. En realidad, debe entenderse la trinchera parlamentaria como altavoz de los conflictos laborales y la movilización en las calles, que pueda agitar a nivel nacional contra las injusticias y mostrar los avances en organización de los sectores en lucha.
En la misma dirección puede apuntar la defensa de las reformas en la versión gradualista de Bachelet, que permitió ver avances moderados en materias como el aborto en tres causales y la educación gratuita para el 60% más vulnerable de los estudiantes. La reforma educacional fue aprobada luego de ser cocinada para gusto de los empresarios, al igual que la nueva reforma laboral que amenaza el derecho efectivo a huelga. Se mantienen puntos controversiales, por ejemplo con respecto al CAE (Crédito con Aval del Estado). Se sigue subsidiando al estudiante individual sin cambiar de fondo el carácter mercantil de la educación. Debe defenderse un programa que sea elaborado por los actores de la educación, los funcionarios, profesores y estudiantes, donde la educación sea entendida fundamentalmente como un derecho universal y no como un bien de consumo.
La organización con base en la democracia directa, los métodos combativos del movimiento estudiantil del 2011, basados en marchas masivas, lucha callejera y ocupaciones de establecimientos a escala nacional, sin duda marcan un precedente importantísimo para la lucha de clases en Chile. Al exponer el origen dictatorial del mercado educativo, se puso en cuestión el modelo capitalista de conjunto. También se deben reconocer las limitaciones que mostró este ciclo de movilizaciones. La juventud ha seguido sorprendiendo por su enérgica capacidad de movilización por sus demandas históricas, contra el sexismo y contra la derecha, pero es importante forjar la unidad con los trabajadores. Los estudiantes son un grupo social heterogéneo sin una real injerencia en la economía y la productividad nacional. Pueden agotarse durante meses en movilizaciones por hitos, paros y tomas, y el gobierno siempre podrá jugar la carta del desgaste y la división. Pero cuando se involucra a la clase obrera, que objetivamente tiene el poder de paralizar el normal funcionamiento de la sociedad, es radicalmente diferente. Algunas consignas de mineros del cobre y estudiantes ya han apuntado en esta dirección ¡por renacionalizar el cobre para financiar la educación gratuita! Solo de esa manera venceremos.
Unidad de explotados
Hoy toda la clase dirigente se encuentra unida de manera hipócrita en torno a la defensa de la “soberanía chilena” frente a la demanda marítima de Bolivia en la Corte de la Haya. La verdad sea dicha: el mar no pertenece a los chilenos. El mar pertenece a 7 familias, por una Ley de Pesca que se votó siguiendo servilmente los intereses de los empresarios. La burguesía chilena nunca tuvo ningún interés en defender la soberanía nacional, al contrario, estuvo siempre dispuesta a vender los recursos naturales del país a las multinacionales y a ponerse al servicio del imperialismo.
Por su parte, Evo Morales ha tomado una bandera muy sentida en Bolivia para intentar culpar de todos los problemas de desarrollo en su país, a la mala voluntad de Chile para darles mar. En vez de romper con el capitalismo luego de la inmensa movilización popular que lo llevó al gobierno, Evo ha preferido seguir dando concesiones y devoluciones al empresariado. En Chile tampoco se quedan atrás y a pocos días de asumir este gobierno de derecha, se habla de la “ofensiva boliviana” y otra serie de manipulaciones mediáticas para movilizar el sentimiento nacionalista y distraer la atención de los auténticos enemigos del pueblo trabajador chileno. Mientras las riquezas sigan siendo acaparadas por unos pocos no hay ninguna posibilidad real de desarrollo para nuestros pueblos, tanto en Bolivia como en Chile. Solo la lucha de la clase obrera chilena contra el puñado de familias que controlan los recursos naturales podrá solucionar la cuestión del mar para Bolivia. Los trabajadores y los oprimidos de Chile y de Bolivia somos hermanos de clase y podremos llegar a un arreglo amistoso y mutuamente beneficioso una vez que nos hayamos desembarazado de la oligarquía parasitaria y reaccionaria que todavía tiene el poder en ambos países. (http://luchadeclases.org.bo/nacional/politica/1072-la-clase-obrera-y-el-mar.html)
Cuando las autoridades y los medios no sancionan el racismo, o más bien lo validan, esto solo exacerba aquellos actos discriminatorios. Es lo que hemos visto en los Estados Unidos con Trump. El problema del racismo con respecto a los inmigrantes, es una muestra de un antiguo problema de la identidad y la formación del Estado nación, es la cuestión con respecto a la historia mapuche, la represión, el empobrecimiento y discriminación que aún viven. Expresa también la cuestión irresuelta del respeto a los Derechos Humanos de todas las personas, en un país que ha visto la más brutal impunidad de los crímenes de la dictadura.
La derecha está envalentonada, aunque espera no cometer los mismos errores que en su gobierno pasado. Ha comenzado reduciendo los impuestos a las empresas, invocando la Ley Antiterrorista en la Araucanía, y el nuevo ministro de Educación ha dejado meridianamente claro que considera la educación como un “bien económico”. El movimiento estudiantil ha pasado por un impasse, pero no ha sido derrotado y es aún muy explosivo. Está por verse el efecto que tendrá la gratuidad parcial sobre el movimiento estudiantil. Por un lado pueden haber movilizaciones contra una reforma incompleta, y por otra desmovilizar a parte del estudiantado que ha sido beneficiado por la reforma, así como reaccionar ante la amenaza de la contrarreforma. La brecha entre las universidades estatales y privadas, entre Santiago y regiones, así como entre éstas y los institutos profesionales y centros de formación técnica, ha sido un problema que las direcciones estudiantiles del CONFECH y organizaciones de izquierda han arrastrado durante mucho tiempo, representando a los estudiantes más privilegiados de las universidades estatales. Esta brecha ha sido utilizada por los adversarios del movimiento estudiantil para dividirlo. En junio se verá la negociación colectiva del sindicato Nº1 de Minera Escondida, luego de que el año pasado protagonizaron una histórica huelga después de la cual mantuvieron todos sus beneficios. Sumado a que este año Chile no va al mundial –donde habitualmente los partidos de la selección chilena de fútbol ejercen un poder desmovilizador, nacionalista e idiotizante en la sociedad– este puede ser un año agitado de lucha de clases.
En esta situación se pondrá a prueba al Frente Amplio y las limitaciones de su programa. Solamente adoptando un programa decidido de ruptura con el capitalismo y de usar la tribuna parlamentaria de altavoz de la lucha en la calle, puede esta nueva formación echar raíces en la clase trabajadora.
Para vencer la división y el desgaste deben aliarse las fuerzas que juegan un rol clave en la economía. La unidad de los explotados y oprimidos es una antigua lección de la lucha de clases. La clase trabajadora es la fuerza que mueve la economía, son quienes producen el valor y extraen los recursos naturales. Solo bajo la gestión y el control democrático de la economía por sus propias organizaciones, los trabajadores podrán producir en beneficio de las necesidades de toda la sociedad. Cuestionando la propiedad privada y el capitalismo decadente es la única manera de ganar nuestras justas demandas por pensiones, aborto, educación gratuita así como contra la Ley de Pesca. Al contrario de los reformistas, Piñera sí entiende que solo a través de la lucha de clases es posible generar alianzas reales y por supuesto, vencer. Si Piñera saca la “retroexcavadora” de las contrarreformas, la única oposición real puede estar en manos de los trabajadores y trabajadoras, en alianza con todos los sectores movilizados.
¡Renacionalizar el Cobre bajo Control Obrero!
¡No más Lucro en la Educación! ¡Educación Gratuita y Universal!
¡No más represión en el Wall Mapu!
¡Fin a la Ley de Pesca!
¡Aborto Legal, Seguro y Gratuito!