Como ya hemos mencionado en artículos anteriores, estamos atravesando un periodo electoral, con la diferencia que a estas alturas ya se ha abierto la campaña política de los diferentes contendientes a la silla presidencial. Seguimos entonces a la expectativa de cada una de las propuestas que presentan dichos personajes con la intención de obtener claridad de las intenciones de los candidatos y de esta manera hacernos proyecciones de lo que se avecina en nuestro país luego de las elecciones presidenciales del 3 de febrero del 2019. Claro que no somos profetas, pero eso no nos quita el hecho de que a partir del análisis del discurso poder realizar las elecciones que mejor puedan hacer a nuestro país, sin dejar de lado el carácter revolucionario.
Hasta el momento ninguno de los candidatos ha dado a conocer un plan como tal, todos los candidatos nos quieren hacer creer que lo único que hace falta para solucionar los problemas que atraviesa el país es votar por este o aquel candidato, en ese sentido, se presentan como los “salvadores” que tienen la capacidad y la experiencia para cambiar el país con el simple hecho de ser presidentes. A lo largo de la historia hemos visto que no basta con un individuo excepcional para cambiar la realidad, sino más bien el empoderamiento de las masas trabajadoras, que son las que realmente van forjando los procesos revolucionarios dentro de la sociedad.
Mantener la misma idea de que todo se cambiará de la noche a la mañana, tal cual alguien posee un genio que le cumpla los deseos, es uno de los más antiguos y persistentes errores dentro de la política. Creer ingenuas a las masas, tomarles como un simple voto y no como el sujeto transformador de la realidad del país, es lo que nos ha pasado factura desde el término de la revolución salvadoreña. Veamos un poco al pasado y comprenderemos de mejor manera.
Absurdo sería pensar que dentro de la mentalidad de la derecha después de los Acuerdos de Paz, estaría la idea de abrir la participación de las masas en la toma de decisiones de nuestro país, más bien esos 20 años simplemente sirvieron para la aplicación de un programa que únicamente beneficiaba y enriquecía a la clase dominante, mientras se empobrecía a los más desposeídos.
Con la llegada del FMLN al poder, se dilucidaba a la vuelta de la esquina el comienzo de la transformación del país, en vías de construir el socialismo por el que votaron cientos de miles de salvadoreños, pero la llegada al poder no resolvió nada por sí sola, sobre todo cuando el candidato electo ni siquiera comulgaba con las ideas socialistas, aun así teníamos la confianza de que las masas lograrían conquistas añoradas desde los comienzos del siglo XX; como tal, nuestra confianza en las masas era irrevocable, pero dentro del partido parece haber sido todo diferente, se dedicaron a aislar cada vez más a las masas de las estrategias de lucha tradicionales como la lucha en las calles. Este error fue pasando factura poco a poco al FMLN, por medio de la decepción de los que aspiraban a algo diferente, estos fueron siendo tomados como un simple voto. La crisis de una dirección que no supo como involucrar a las masas, tiene en la actualidad al país en posibilidad que retome el poder la derecha reaccionaria.
¿A que es a lo que queremos llegar? La historia ha demostrado que la simple toma del poder en el gobierno no es la solución, y que mientras los cambios no sean estructurales seguiremos viviendo día a día la decadencia de este sistema capitalista. Las soluciones no pueden sacarse de la manga, debe existir un programa que contemple la transformación a un sistema más humano, diferente y sobre todo con participación de los desposeídos, que finalmente son quienes en realidad sufren a diario. Estamos claros también de que esto no será como dormir por la noche y amanecer en el paraíso, la clase trabajadora debe tomar parte dentro de estos cambios, hacer suyo un programa revolucionario con la mirada al socialismo científico. Hasta el momento, la lucha frontal de las masas en las calles, ha sido tomada como algo ajeno a nuestra realidad, nada más falso, puesto que la mayoría de las reivindicaciones de la clase trabajadora han sido arrancadas a la burguesía a través de la lucha en las calles.
No hay mago o genio que pueda cambiar las cosas, así como no existe tal idea de capitalismo humano, necesitamos cambiar el sistema de raíz, esto solo es posible con una clase trabajadora consiente, organizada y en pie de lucha.
¡Organización y lucha!