Por Joe Attard y Mathani Ahmed
Cuatro millones de personas salieron el sábado a las calles de Sudán en una manifestación nacional contra el golpe militar del lunes. Al mismo tiempo, una huelga general paralizó todo el país, ya que decenas de sindicatos y organizaciones profesionales se manifestaron en solidaridad. La contrarrevolución se enfrentó a esto con una violencia despiadada, lo que provocó un gran número de bajas y obligó a las masas a retirarse.
Ahora nos enfrentamos a un momento decisivo para la revolución sudanesa. O pasa a la ofensiva o podría enfrentarse a una sangrienta derrota. A partir de aquí, no se puede pedir ni dar cuartel.
El sábado comenzó con un estado de ánimo eufórico. Las masas organizadas, representadas por los comités de resistencia vecinales, trabajaron incansablemente, a pesar del continuo apagón de los medios y la brutal represión de las fuerzas de seguridad, para construir la ‘marcha de los millones’. Los resultados superaron las expectativas de todos.
Se filtraron vídeos de Sudán durante el día durante breves períodos de conexión a Internet que mostraban enormes columnas de personas en la marcha, gritando consignas revolucionarias, ondeando banderas y exigiendo un gobierno civil. La cobertura limitada hace que sea difícil medir la escala exacta y la amplitud de las manifestaciones, pero hubo grandes multitudes en Jartum, Bahri, Omdurman, Zalingei, Nyala, El Obeid, Port Sudan, Kassala, Gedarif, Arbaji, Ibri, Dongola, Al -Nahud, Medani y Kosti. También hubo grandes protestas de solidaridad internacional en 50 ciudades de todo el mundo, incluidas Washington DC, Ottawa, Perth, París y Londres.
Medidas severas
Pero a pesar del poder del movimiento revolucionario, tiene una gran debilidad. La Asociación de Profesionales Sudaneses (SPA) a la cabeza ha insistido en la “desobediencia civil pacífica», incluso frente a la represión más brutal. Este llamamiento fue repetido por los comités de resistencia vecinal y sigue siendo popular sobre el terreno, siendo uno de los principales cánticos ser “pacíficos” (refiriéndose a la naturaleza de las protestas).
Este fue la misma actitud que adoptó la SPA durante la revolución de 2019. Incluso cuando las milicias tribales reaccionarias de Janjawid estaban masacrando a decenas de personas en Jartum durante el terror de junio de 2019, la SPA continuó llamando a la protesta ‘pacífica’ y a la ‘presión de la comunidad internacional’, en otras palabras, confiando en el apoyo de las naciones imperialistas e instituciones como la ONU.
Debemos ser honestos: esta ingenua insistencia en los métodos no violentos pone a la revolución en grave peligro. No hay niveles de brutalidad a los que los generales contrarrevolucionarios se detengan en defensa de su poder y privilegios. Lo demostraron de nuevo ayer [Sábado 30 de octubre, NdT]. No está del todo claro qué fuerzas de seguridad participaron en la represión durante la marcha de los millones, aunque supuestamente participaron las Fuerzas de Reserva Central (Abu Tera) y Tamazuj (Tercer Frente), así como la policía antidisturbios. En cualquier caso, las RSF – milicias Janjawid – fueron la punta de lanza. El sábado por la tarde, líneas de milicianos uniformados dispararon gases lacrimógenos y munición real para disolver las manifestaciones, mientras que tropas de civil se infiltraron en las filas de los manifestantes para atacarlos detrás de sus líneas. La represión fue especialmente brutal en Jartum y Omdurman, con imágenes de vehículos blindados en las calles y tropas que disparaban indiscriminadamente contra manifestantes desarmados, que solo podían responder huyendo o arrojando piedras.
El número exacto de víctimas es imposible de calcular, pero al menos tres personas murieron ayer, lo que eleva el número total de muertos desde el golpe a 13, con más de 100 heridos solo el sábado, lo que significa que este número aumentará drásticamente. Hubo llamamientos desesperados por donantes de sangre y suministros médicos por parte del Sindicato Central de Médicos de Sudán, e informes de que las RSF atacaban hospitales. Al parecer, intentaron asaltar el Hospital Royal Care en Jartum, respaldados por artillería pesada, para arrestar a los manifestantes heridos allí.
Las milicias apuntan a destacados activistas de los comités de resistencia. En Al-Gineina, Darfur central, se han recibido informes de cuatro detenciones de este tipo. En el comité local de Riad, ha habido un informe de que un activista fue emboscado fuera de su casa el día del golpe. “Creemos que pueden haber rastreado su teléfono. Estaban esperando que saliera de la casa y lo capturaron… lo golpearon, apuntaron con las armas a sus padres y les dijeron que se quedaran adentro o les dispararían a los 3. Todavía no sabemos dónde está”, informó un manifestante.
La mayoría de los detenidos que han sido arrestados esta semana han sido trasladados a lugares no revelados. Manifestantes, activistas y periodistas eran sometidos a un trato brutal bajo el régimen de Bashir después de ser arrestados y llevados a lo que se conoció como las “Casas Fantasma”. Los métodos de tortura incluían, entre otros, ser obligados a permanecer de pie durante días, ser arrojados a congeladores y la práctica del “submarino”. Estos arrestos han sido parte de una estrategia sistemática para debilitar los comités de resistencia, y ha habido informes de activistas desaparecidos en los últimos dos años. El más notable es Mohamed Abubaker Wad Akr, que desapareció el 4 de abril y cuyo cuerpo fue encontrado meses después. Estos métodos se están intensificando ahora.
Al mismo tiempo, los militares realizaron una campaña de desinformación a través de los medios estatales (que están bajo su control), negando que las tropas estuvieran usando munición real, calumniando a los manifestantes como matones violentos, inventando historias sobre disparos a la policía e incluso sugiriendo que los manifestantes “no eran ciudadanos sudaneses”. En Omdurman, la familia de un joven asesinado por las RSF fue a recoger su cuerpo de la morgue de la ciudad, ¡solo para descubrir que su causa de muerte se atribuía oficialmente al COVID-19! La contrarrevolución está tratando de cubrir sus huellas.
Bancarrota del pacifismo
Con el aumento de las víctimas y el impulso en dirección a la contrarrevolución, los comités de resistencia vecinales hicieron un llamamiento a los manifestantes para que se retiraran a sus hogares y alzaran barricadas en sus comunidades. Pero incluso ahora, después de otra violenta represión, un comunicado emitido por la SPA, mientras condenaba el derramamiento de sangre a manos del ejército, seguía llamando a la “resistencia pacífica, la ocupación de las calles… y la desobediencia civil masiva”. Los líderes también han hecho nuevos llamamientos para obtener apoyo de la “comunidad internacional”. Shahin al Shahif, miembro del Comité de Resistencia de Jartum, dijo a la BBC: “La gente aquí es muy pacífica. Estas protestas van a seguir siendo pacíficas incluso frente a las armas”.
Esta no es una estrategia para la paz, sino una receta para la derrota y la muerte a una escala aún mayor. A menos que las masas estén dispuestas a defenderse, armas en mano, simplemente serán barridas. La contrarrevolución está perfectamente dispuesta a restaurar la vieja dictadura militar sobre una montaña de huesos. La única forma de derrotar el golpe, de una vez por todas, y evitar más masacres, es que se establezcan de inmediato comités de autodefensa, que las masas sean ejercitadas y armadas y que se haga un llamamiento general para ganar lo antes posible a cualquier soldado de filas simpatizante. Esta es la única forma de repeler a los militares.
Parece que el General Burhan, el líder del golpe, se basa principalmente en el sector más reaccionario de las fuerzas de seguridad para facilitar la represión. En 2019, hubo mucha simpatía por la revolución entre las filas de los soldados normales. La SPA no estaba dispuesta a agitar a favor del apoyo de las tropas de base, porque sabían que esto resultaría en un enfrentamiento armado con los generales.
La élite gobernante sudanesa no cederá su poder sin luchar. Restringir la revolución a protestas callejeras y huelgas generales limitadas solo envalentona a la contrarrevolución, mientras que desmoraliza a las masas revolucionarias.
Este remilgo debe abandonarse de inmediato. Debe hacerse un llamamiento general a las tropas normales –que no son más que trabajadores y campesinos ordinarios– enfatizando el trato brutal de sus hermanos y hermanas de clase a manos de las RSF, y llamándolos al motín; y unirse, apoyar, entrenar y armar al pueblo revolucionario. No olvidemos que durante la ocupación del cuartel militar en 2019, algunos soldados defendieron a las masas de las balas de las RSF. Es responsabilidad de los dirigentes de la revolución explicar la necesidad de estas medidas, para disipar cualquier ilusión de desobediencia civil no violenta. Negarse a hacerlo sería un acto de irresponsabilidad criminal por parte de la SPA y los dirigentes de los comités de resistencia, y equivaldría a condenar a la revolución sudanesa a una matanza.
En lo que respecta a la ‘comunidad internacional’: todos los delincuentes imperialistas han anunciado sanciones y emitido condenas por el golpe militar, pero este es el alcance de su apoyo. De hecho, sabemos que los enviados de Estados Unidos estaban en Sudán poco antes de que se lanzara este golpe; probablemente sabían que se avecinaba y no movieron un dedo para evitarlo. Volker Perthes (Secretario General de la ONU para Sudán) comentó hoy en Twitter que había estado en conversaciones con el depuesto primer ministro civil Hamdok sobre “opciones de mediación y el camino a seguir para Sudán”. Prometió “continuar estos esfuerzos con otras partes sudanesas interesadas”. En otras palabras, los imperialistas están tratando de improvisar (en el mejor de los casos) otro “compromiso” falso con los militares. Pero, como hemos visto, estos viejos elementos del régimen de Bashir no tienen ninguna intención de tolerar un gobierno civil.
A pesar de toda su charlatanería hipócrita sobre el “respeto por la democracia», los gángsteres imperialistas son en última instancia responsables del estrangulamiento económico de Sudán durante años, principalmente a través de la deuda externa. Mantuvieron al país en un estado de atraso artificial y crearon precisamente las condiciones que facilitaron la dictadura militar de Al-Bashir, que fue derrocada únicamente por la fuerza de las propias masas. No son aliados de la revolución.
Sangre por sangre
Hay evidencia de que los acontecimientos de ayer están comenzando a tener un efecto en sectores de las masas. Un manifestante respondió a la declaración de Perthes en Twitter: “No hay mediación después de lo que los criminales militares han hecho contra el pueblo. Ahora somos plenamente conscientes de su intención incluso más que antes. Lo que realmente necesitamos es su eliminación del poder y tener un gobierno completamente civil. Esta es la demanda de la gente”.
De manera similar, una mujer mayor en Jartum cuyo hijo fue asesinado durante la semana fue grabada corriendo desde su funeral directamente hasta las protestas del sábado, declarando: “sangre por sangre, no aceptaré compensación”. Este lema de la revolución de 2019, que se refiere al dinero ensangrentado que se puede pagar a la familia de una víctima de asesinato bajo la ley islámica, muestra la voluntad de luchar hasta el final del golpe, rechazando todos los compromisos.
Las masas también revelaron su inmenso coraje y una creciente voluntad de luchar ayer. Las multitudes obligaron a los militares a retirarse a través del puente Al Mansheiya en Jartum, armados solo con palos o con las manos desnudas.
La SPA ha mostrado algunos signos de endurecimiento tras la brutal represión del sábado. En una declaración ayer por la noche, describió sus objetivos de la siguiente manera:
- Derrocamiento del golpe orquestado por el consejo militar y entrega inmediata de todos sus miembros a un juicios justo por sus crímenes contra el pueblo sudanés.
- Ninguna negociación con criminales, ni vuelta al acuerdo roto, en cambio, entrega inmediata del poder a un gobierno civil pleno elegido por las fuerzas revolucionarias cuyos elementos creen en el cambio radical y el cumplimiento de los objetivos de la revolución de diciembre.
- Liquidación de los Servicios Nacionales de Inteligencia y Seguridad y disolución de las milicias mediante el desarme y la desmovilización; en cambio, construcción de un ejército nacional profesional sobre una doctrina de protección de las personas y las fronteras bajo el mando de la autoridad civil.
- Someter a todas las entidades de las fuerzas de seguridad y militares a la autoridad del gobierno civil y poner fin a la injerencia de estos organismos en la inversión y la actividad económica.
- Cese de la intervención de la oposición regional e internacional a nuestro pueblo y sus aspiraciones en los asuntos políticos [de Sudán].
Estas demandas son pasos adelante, que muestran la presión de los acontecimientos sobre la SPA, pero no van lo suficientemente lejos y no se cumplirán con los métodos fallidos de desobediencia civil pacífica. Si se puede encontrar alguna paz en el futuro de las masas sudanesas, solo se obtendrá defendiendo su revolución con todos los medios necesarios.
Si bien la contrarrevolución logró ayer una victoria, la lucha no ha terminado. Todos los sindicatos han emitido declaraciones confirmando que la huelga general sigue en vigor. Las masas han vuelto hoy a las calles. Están cada vez más ensangrentados y enfurecidos. Puede llegar un punto en el que rechacen el pacifismo inútil y presionen a los comités de resistencia y a la SPA para que se enfrenten a la fuerza contrarrevolucionaria. Esto no debe suceder de manera desorganizada, sino que debe ser organizado y coordinado por los comités de resistencia. Las organizaciones obreras deben integrarse plenamente en estos órganos, que deben convertirse en el germen del poder obrero y campesino. Deben apelar y enviar delegaciones para confraternizar con los soldados de base y prepararse para un enfrentamiento final para derrotar al sanguinario golpe militar.
En última instancia, los comités de resistencia deben unirse en todo el país y desarrollar un programa para la expropiación de los generales contrarrevolucionarios, los capitalistas y todos los elementos restantes del régimen de Bashir. Con estos recursos en manos de las masas, podrán llevar a cabo un amplio programa de reformas sociales y económicas para poner sobre una base firme el gobierno civil democrático que exigen las masas. Esto sentaría las bases para el socialismo y un régimen obrero y campesino. Pero antes de que se pueda lograr algo de eso, la estrategia fallida de la “protesta pacífica” debe desecharse. El destino de la revolución depende de ello.