Actualmente se está extendiendo una situación revolucionaria en toda África occidental. En los últimos días y semanas, los grandes movimientos de masas han sacudido los regímenes de Togo y Gabón hasta sus cimientos. Está claro que estos no son hechos aislados. Por el contrario, es parte de una ola revolucionaria que tiene el potencial para apoderarse de toda la región.
Actualmente se está extendiendo una situación revolucionaria en toda África occidental. En los últimos días y semanas, los grandes movimientos de masas han sacudido los regímenes de Togo y Gabón hasta sus cimientos. Está claro que estos no son hechos aislados. Por el contrario, es parte de una ola revolucionaria que tiene el potencial para apoderarse de toda la región.
El viernes, 21 de noviembre, miles de personas salieron a las calles de la ciudad capital de Togo, Lomé, a demandar enmiendas a la Constitución del país que impondría límites al mandato presidencial. Esta demanda (y la situación en África occidental en general) es similar a la que condujo a la revolución en Burkina Faso el 30 de octubre que dio como resultado el derrocamiento revolucionario de Blase Compaoré.
Una coalición de partidos de oposición, conocido como CAP 2015 bajo la dirección de Jean-Pierre Fabre, organizó una marcha para exigir las reformas antes de las elecciones presidenciales que están programadas para marzo del próximo año. Como fue el caso de Burkina Faso, los togoleses también se enfrentan a un dictador vitalicio, Faure Gnassingbé que quiere prolongar su estancia y continuidad en el poder, corriendo por un nuevo mandato presidencial.
Las masas piden el fin del régimen en Togo
Los manifestantes pedían reformas que prohibirían a Gnassingbé postularse para presidente para un tercer mandato. ‘‘Exigimos reformas inmediatas o cambio de régimen» decía un cartel y »50 años de padre e hijo es suficiente», se leía en otro cartel, refiriéndose a la dinastía de los Gnassingbé.
La masiva manifestación fue atacada por las fuerzas de seguridad cuando la marcha se desvió de la ruta original y, en cambio, se encaminó hacia los edificios del Parlamento. Después de los acontecimientos en Burkina Faso, donde los manifestantes quemaron el Parlamento el 30 de octubre -un acontecimiento que sacudió toda la región hasta la médula- la policía claramente entró en pánico y comenzó a disparar cañones de agua, gases lacrimógenos y balas de goma en un intento por dispersar a la multitud. Se dieron batallas entre jóvenes y la policía en el centro de la ciudad, los jóvenes arrojaban a la policía cualquier objeto que podían tomar con sus manos incluyendo piedras, tubos y botellas. En un momento, el asedio de los manifestantes fue tan fuerte que algunos policías dejaron todo y se les vio huir y buscar refugio en las casas cercanas.
La policía, sin embargo, logró romper la marcha principal. Más tarde las autoridades llamaron al ejército, pero cuando los militares llegaron, la parte principal de la manifestación ya se había dispersado. A raíz de los enfrentamientos, dos personas resultaron gravemente heridas. El Gobierno organizó prontamente una marcha “pro-gubernamental” con la participación de varios miles de personas. Esta fue una completa farsa porque se trataba claramente de una multitud contratada usando camisetas blancas con mensajes a favor del régimen.
El sábado 22 de noviembre, Lomé fue puesta bajo la ley marcial con soldados patrullando las calles y confiscando el material fotográfico de los periodistas. Aunque el régimen ha reprimido duramente a los manifestantes, está claro que esto sólo ha exacerbado la situación. La oposición ha llamado para otro día de acción para este viernes 29 de noviembre.
Faure Gnassingbé sustituyó a su padre, Gnassingbé Eyadema que gobernó Togo con mano de hierro durante 38 años hasta su muerte en 2005. La muerte de Gnassingbé padre condujo a la inestabilidad de las masas, inestabilidad que amenazó la existencia misma del régimen. El joven Gnassingbé tuvo que andar con cuidado y comenzó a hacer concesiones cosméticas a la oposición, sobre todo en forma de »consultas» y »diálogo», mientras que mantenía las riendas del poder firmemente en sus manos.
El momento más peligroso para un régimen autocrático es cuando empieza a reformar, cuando empieza a levantar lentamente la bota. La concesión de estas »reformas » fueron suficientes para el surgimiento de un movimiento de masas bajo una cubierta de organización denominada »Operación Salvemos Togo”. En junio de 2012, también se produjeron enfrentamientos en torno a los mismos temas, aunque en menor escala.
La debilidad de la oposición es que basa sus demandas en el tema de los límites del mandato presidencial. También quiere negociar su camino hacia ese objetivo en un momento en que el régimen no está dispuesto a conceder nada sustancial.
En una entrevista de 2012 con la BBC, Alfonso Kpogo, uno de los líderes de la Operación Salvemos Togo dijo: »Debe haber consenso acerca de la aprobación de estas leyes. Ya sea que ellos acepten mantener el diálogo para llegar a un consenso antes de ir a las elecciones o vamos a correrlos del poder a través de una revolución".
Después de los acontecimientos del 21 de noviembre, está claro que las masas están cansadas de la lentitud de líderes como Kpogo ante el régimen y ¡han aceptado la segunda propuesta! Por otra parte, han creado claramente un movimiento de masas que, como en Burkina Faso, tiene el potencial para derrocar a Faure Gnassingbé por la fuerza.
Las demandas de las masas de Togo claramente van mucho más allá de la cuestión de los límites del mandato presidencial. Existe, también, un profundo resentimiento acerca de la economía. Togo es un país extremadamente pobre, donde la agricultura es el sector dominante de la economía. El desplome mundial de 2008 dio lugar a una disminución de la producción de algodón y el cese casi total de la industria del fosfato.
Es la combinación de todo esto y la ira generalizada lo que ha ayudado a alimentar las protestas. Esto fue confirmado por un comerciante en la plaza central de la ciudad, quien dijo: "Si la situación económica es mejor, no nos importa quién sea el presidente o no. Sólo queremos comer». Aunque esto es un poco exagerado, estas condiciones materiales, junto con la revolución en Burkina Faso, son los principales motivos de los levantamientos actuales. Un manifestante dijo: » Al igual que Burkina Faso, vamos a deshacernos de Faure el próximo año”. Por cómo van las cosas, esto podría suceder mucho antes.
Gabón avanzando hacia la revolución
En Gabón, un país pequeño con sólo 1,5 millones de personas, la situación también se está moviendo hacia una revolución. Como Faure Gnassingbé, el dictador de Gabón Ali Bongo Ondimba, también »heredó» la presidencia de su padre, Omar Bongo, quien murió en 2009 después de 42 años en el poder. En lo que sólo puede ser descrito como un »calco» de la situación en Togo, Ali Bongo también se enfrentó con los mismos problemas y la inestabilidad resultante. Casi inmediatamente después de su toma del poder, estallaron protestas que fueron violentamente reprimidas por el ejército.
Sin embargo, la fuerza bruta por sí sola no puede contener un movimiento de masas en estas condiciones. Los días del 11 al 13 de noviembre de este año, la ciudad capital de Gabón, Libreville, estaba en plena efervescencia cuando se produjeron enfrentamientos entre jóvenes y fuerzas de seguridad alrededor de los edificios parlamentarios.
En una ocasión, cientos de jóvenes irrumpieron en el parlamento, pero fueron repelidos por la policía inmediatamente. La razón de esto es que estos manifestantes se habían separado del movimiento de masas y, como consecuencia, no fueron rival para la policía.
La debilidad del régimen, sin embargo, se muestra por su respuesta a las protestas. Al mero anuncio de manifestaciones, el gobierno cierra inmediatamente las escuelas. Y esto no es casualidad. Desde diciembre 2013 las escuelas secundarias han sido un lugar de encuentro para los jóvenes activistas que hacen campaña contra el régimen despótico. Ali Bongo se encuentra ahora en una situación muy precaria, porque la situación evoluciona cada día.
Costa de Marfil también se ve afectada
El 18 de noviembre, soldados que protestaban en Costa de Marfil entraron en la sede de la televisión y la radio en Abiyán para exigir salarios y bonos no pagados durante los últimos tres años. Los soldados también instalaron barricadas y bloquearon el tráfico en seis bases militares en Abidján, Bouaké, Korhogo, Bondoukou y Dalao. En el corazón de la región productora de cacao, Dalao, el comercio de este producto se paralizó. Esto hizo que el gobierno de Alassane Ouattara interviniera y pagara los bonos adeudados, inmediatamente. Antes de que la situación empeorara.
Éstos son sólo algunos ejemplos de los vientos revolucionarios que actualmente soplan en toda la región de África Occidental, con una situación más avanzada en Togo. Está claro que algunos de estos regímenes están colgando de un hilo y podrían ser tumbados por cualquier campaña masiva permanente. Lo que es particularmente notable es la rapidez con que las élites gobernantes y sus amos imperialistas, Francia y el imperialismo norteamericano, se han movilizado para calmar la situación. Esto dice mucho de cómo países pequeños y pobres como Togo y Gabón pueden dar a las grandes potencias tales dolores de cabeza. Lo que realmente les aterroriza es que esta ola revolucionaria pueda extenderse a países más grandes, como Nigeria. En tanto que todavía es relativamente fácil de contener la situación en un país como Gabón, está claro que Nigeria con su gran economía y clase obrera es una cuestión totalmente diferente. Una situación revolucionaria abierta en Nigeria no sería un evento local o regional. Podría conectar con países en todo el camino hasta Sudáfrica con su poderosa clase obrera que ya está en efervescencia. Tal perspectiva tiene el potencial de encender todo el continente.