El presidente Maduro ha convocado a la realización de una Asamblea Nacional Constituyente. ¿Qué papel jugará este proceso en la actual crisis que vive la Revolución Bolivariana? Permitirá la Constituyente radicalizar hacia la izquierda de manera definitiva la revolución, derrotando así a las fuerzas de la reacción burguesa e imperialista de una vez por todas, o será este nuevamente un proceso político estéril, como ocurrió con el Congreso de la Patria? El siguiente artículo constituye el primer pronunciamiento oficial de la Corriente Marxista Lucha de Clases sobre la convocatoria a Constituyente, las tareas de la revolución y las perspectivas para la lucha de clases en Venezuela.
El presidente Maduro ha convocado a la realización de una Asamblea Nacional Constituyente. ¿Qué papel jugará este proceso en la actual crisis que vive la Revolución Bolivariana? Permitirá la Constituyente radicalizar hacia la izquierda de manera definitiva la revolución, derrotando así a las fuerzas de la reacción burguesa e imperialista de una vez por todas, o será este nuevamente un proceso político estéril, como ocurrió con el Congreso de la Patria? El siguiente artículo constituye el primer pronunciamiento oficial de la Corriente Marxista Lucha de Clases sobre la convocatoria a Constituyente, las tareas de la revolución y las perspectivas para la lucha de clases en Venezuela.
El 1ro de mayo, durante la alocución de cierre de la movilización por el día internacional del trabajador, el presidente Maduro convocó a la realización de una Asamblea Nacional Constituyente.
Dicho anuncio ha sido totalmente inesperado, tanto para la base del chavismo como para la burguesía, generando un enorme debate entre la base revolucionaria sobre los objetivos y el sentido de esta propuesta.
Durante muchos años la Revolución Bolivariana logró afianzar una poderosa base de apoyo popular, sobre la base de toda una serie de enormes conquistas históricas, en los ámbitos de la salud, educación, alimentación, derechos laborales y otros, que fueron logradas a partir de ciertas reformas de peso, así como del alto ingreso petrolero.
Una vez que el presidente Chávez sale de la escena política, la burguesía arreció el sabotaje de la producción y distribución de bienes de consumo, y ello, aunado a la posterior caída brutal de los precios del petróleo, y a la peligrosa y evidente pasividad de la dirigencia bolivariana ante dicho sabotaje, provocó un rápido deterioro del nivel de vida de las masas trabajadoras, lo que a su vez ha generado la desmoralización y desmovilización de importantes sectores de la base chavista, colocando a la Revolución Bolivariana ante su encrucijada definitiva. A ello debe añadirse que la política actual del gobierno para enfrentar la crisis, lejos de resolverla la ha agravado (priorización del pago de la deuda externa, expansión monetaria masiva, concesiones a la burguesía en el control de precios, y la continua entrega de dólares preferenciales a los capitalistas).
Ahora bien, el proceso de reflujo, es decir, de desmoralización y desmovilización de las masas trabajadoras, que determinó la derrota electoral del chavismo en las pasadas elecciones parlamentarias, no sólo no se ha detenido, sino que se ha profundizado. El rápido deterioro de las condiciones de vida del pueblo trabajador, que ha operado desde diciembre de 2015, cuando se realizaron los comicios parlamentarios, hasta la fecha actual, ha provocado una agudización aún mayor del agotamiento y apatía entre las masas trabajadoras.
De realizarse hoy cualquier tipo de elección nacional, sería ganada de forma abrumadora por la burguesía. La propia encuesta de Hinterlaces, consultora afín al gobierno, publicada en agosto del año pasado, sobre la opción de voto en un hipotético referéndum revocatorio, lo demostraba de manera contundente. Luego, de lo anterior se deduce claramente que al efectuarse comicios nacionales para elegir a los diputados a una Asamblea Constituyente, la derecha obtendría una mayoría aplastante en dicha asamblea, y por lo tanto ello obliga al gobierno a plantear métodos de votación popular distintos a los tradicionales métodos de la democracia burguesa.
Ahora bien, el que un sector de los diputados a la constituyente, como señaló el presidente en su discurso en la Avenida Bolívar, sea elegido mediante comicios efectuados en circuitos electorales organizados sobre la base de las comunas, los consejos comunales, las fábricas, comunidades indígenas y campesinas, organizaciones de mujeres, discapacitados y otros tantos sectores del movimiento obrero y popular, constituye una clara transgresión a la legalidad burguesa tradicional, que aún impera en Venezuela.
Como era de esperarse, la oligarquía y el imperialismo ya están diciendo nuevamente que esto es un golpe. En realidad eso revela que lo que ellos quieren no son elecciones, sino derrocar al gobierno, por los medios que sea posible, para aplicar un programa de ajuste brutal que haga pagar la crisis al pueblo trabajador y destruya todas las conquistas de la revolución. A la burguesía y su representante político, la MUD, les da igual si llegan al gobierno mediante elecciones, mediante un golpe de estado sangriento o incluso mediante una intervención militar extranjera. Al fin y al cabo, lo fundamental para la burguesía es derrotar a la revolución y recuperar las palancas del poder político, no importan los medios que sean necesarios.
Por lo tanto para nosotros como marxistas, el problema de fondo no es, si se transgrede o no la legalidad burguesa, ya que la misma está estructurada históricamente para legitimar la opresión y la explotación de las mayorías trabajadoras por parte de las minorías propietarias de los medios de producción. Es decir, la legalidad y la democracia burguesas, son instrumentos políticos para la dominación de clase. El problema de fondo es con qué fin de clase se transgrede la legalidad burguesa.
Una revolución socialista, no es otra cosa sino la máxima transgresión histórica posible a la democracia y legalidad burguesas. El aparato de estado burgués, como hemos explicado siempre, es un instrumento para la coerción del proletariado por la burguesía, ya sea mediante la violencia (tribunales, cárceles, ejército y policía) o mediante la ideología (educación, cultura, instituciones políticas, etc.). Por lo tanto, la construcción del socialismo pasa necesaria e inevitablemente por la abolición del estado burgués, para que éste sea reemplazado por un estado obrero o comunal, en el cual las masas puedan controlar y administrar la economía nacional y las cuestiones públicas de manera directa y democrática, tal como ocurrió en Rusia durante los primeros años de la revolución (1917-1924) o mucho más incipientemente en la Comuna de París (1871). El presidente Chávez fue claramente enfático más de una vez, al respecto de la necesidad histórica de desmantelar el estado burgués en la Revolución Bolivariana.
Por el contrario, organizaciones sectarias e ultraizquierdistas, que desde un tiempo para acá han terminado por hacerle el coro a la oposición de derecha burguesa, tales como Marea Socialista, centran su posición política en la defensa sin principios de la democracia y la legalidad burguesas, tildando abiertamente a Maduro de dictador y poniéndose en la práctica, como ya hemos señalado, del lado de la MUD. Como muestra de ello, vale la pena citar las declaraciones más recientes de Nicmer Evans:
“Esta es mi breve opinión sobre la traición por decreto que Maduro ejecuta hoy… Ahora en el marco de la Constituyente se suspende todo el estado de derecho con base a su supraconstitucionalidad y se inicia un período dictatorial” (https://www.aporrea.org/ideologia/n307844.html)
La convocatoria a la Constituyente no es lo que representa la traición del legado de Chávez por parte de los burócratas y reformistas. La traición al legado de Chávez se concreta en no llevar adelante sus últimos lineamientos de desmantelar el estado burgués y avanzar hacia una economía socialista.
No obstante, hablar de dictadura y de suspensión del estado de derecho es una enorme estupidez, cuando realmente, la Revolución Bolivariana ha sido el período más democrático en toda la historia de la nación. Cualquier insurrección similar a la que la derecha está llevando a cabo hoy en Venezuela, sería tratada con la mayor brutalidad a fin de aplastarla definitivamente, y aún así, aún a pesar de los muertos que ha provocado el fascismo durante las últimas semanas, todavía la política del gobierno es la de contener las manifestaciones, y no de acabar violentamente con las mismas. Si en la 4ta república la izquierda hubiese llamado a una insurrección en las calles similar a la que hoy impulsa la MUD, la mortandad de manifestantes hubiese sido espantosa. ¿Es que acaso el pequeño burgués de Nicmer Evans, y demás elementos de Marea Socialista olvidaron El Caracazo? ¿A qué diablos se refieren con la suspensión de todo el estado de derecho?
La verdadera democracia no se mide por meras formalidades burguesas, sino por la capacidad real de que las masas trabajadoras, mayoría históricamente oprimida en la sociedad burguesa, pueda tomar libremente las riendas de su destino en sus propias manos, pero ello, significa necesariamente hacer saltar toda la legalidad y el derecho burgués, que no son sino instrumentos para legitimar la brutal opresión de las clases dominantes sobre el proletariado.
Por ejemplo, para la legalidad burguesa vigente, la propiedad privada sobre los medios de producción es absoluta, inviolable y hasta sacrosanta, y sobre la base de dicha propiedad sobre los latifundios y empresas agrarias, el comercio y los monopolios industriales, la burguesía hace la guerra al pueblo mediante el acaparamiento, la especulación, el contrabando y el llamado “bachaqueo corporativo”, entre otros mecanismos. Tanto el control obrero, como la nacionalización de los medios de producción, son en principio, ilegales y contrarios al derecho burgués, porque transgreden la propiedad del capitalista sobre su empresa. Por lo tanto, es inevitablemente necesario reventar la legalidad burguesa y su estado, para poder derrotar la guerra económica. Ante la guerra y el sabotaje feroz de la economía, el gobierno debe llamar a la movilización revolucionaria de los trabajadores e implantar el control obrero democrático sobre la producción y distribución, y la nacionalización sin indemnización de las palancas fundamentales de la economía del país.
Una Asamblea Constituyente, sobre todo considerando el planteamiento de elegir a la mitad de sus diputados sobre la base de circunscripciones no tradicionales, sino basadas en instancias del movimiento obrero y popular, podría servir para lograr completar la revolución en líneas socialistas, concretando la expropiación de la burguesía por un lado, y por el otro el desmantelamiento del estado burgués y la construcción de un estado obrero y comunal basado en comunas y consejos de trabajadores, en el cual los funcionarios sean todos elegibles y revocables bajo voto directo de las asambleas de trabajadores en cada fábrica y comunidad, éstos no devenguen más que el salario de un trabajador calificado y las responsabilidades sean progresivamente rotativas. Recordemos que en el año 2007, el propio presidente Chávez señaló la necesidad de reformar la constitución en líneas socialistas para avanzar en la profundización de la revolución.
Ahora bien, para poder completar la revolución, hace falta un partido y una dirección política genuinamente revolucionarios, dos factores que actualmente no existen en Venezuela. La dirigencia bolivariana, sobre todo en los últimos años, ha evidenciado claramente un proceso de degeneración política cada vez más agudo, que se expresa tanto en una enorme burocratización, como en un giro cada vez más marcado hacia la derecha en materia económica y política (concesiones cada vez mayores a la burguesía, como se pudo observar en la Expoferia, y el llamado constante a diálogo a la MUD). Por lo tanto, muy lamentablemente, es previsible que los acontecimientos se desarrollen de manera muy similar a lo ocurrido con el llamado “Congreso de la Patria”, es decir, que los sectores más burocratizados y reformistas del gobierno, maniobrarán con el fin de hacerse del control del proceso de elección de diputados populares a la Asamblea Constituyente, con lo cual el resultado político sería indudablemente nefasto.
Más aún, las orientaciones que ha dado el propio presidente Maduro en los últimos días sobre la finalidad de la Asamblea Constituyente son claras: “La MUD está derrotada en el camino de la violencia, les tiendo una mano para que la oposición venga a la constituyente y vuelva a la constitución”, "Todos los sectores están convocados a un gran diálogo por la constituyente para que cese el odio y la violencia de la derecha venezolana. La oposición hoy está en la fase de pasar a una insurgencia armada" (http://www.laiguana.tv/articulos/55841-presidente-maduro-le-tiendo-una-mano-a-la-oposicion-para-que-venga-a-la-constituyente – el subrayado es nuestro).
Con tales declaraciones, puede comprenderse que la orientación de la dirigencia bolivariana en torno a los fines de la constituyente no procura la radicalización de la revolución en líneas socialistas, sino nuevamente, poder conciliar los intereses de ambas tendencias históricas en pugna, cosa que la historia reciente de este país, ha demostrado suficientemente que es imposible. En efecto, el propio presidente Maduro señaló que el fin de la constituyente era esencialmente el otorgamiento de rango constitucional a las misiones sociales y a otras reivindicaciones sociales de la revolución por un lado, y por el otro la consolidación del modelo “post-petrolero”, es decir, de la política de conciliación de clase con la burguesía nacional.
La crisis política y económica actual sólo puede resolverse sobre la base de radicalizar la revolución en líneas socialistas, y sólo sobre esa base podría salvarse a la revolución de las garras acechantes de la contrarrevolución burguesa e imperialista que ahora mismo embisten con mucha fuerza.
No obstante, sectores de la vanguardia popular y obrera, ven en la convocatoria a la constituyente la posibilidad real y efectiva de dar el salto revolucionario hacia la destrucción definitiva del estado burgués, y hacia la profundización de la revolución. Desde Lucha de Clases invitamos a estos sectores a generar espacios de construcción colectiva de propuestas genuinamente socialistas, basándonos en el programa marxista, y a organizarnos y a movilizarnos para defender estas reivindicaciones, que deberían constituir necesariamente la base programática de los cambios que deben impulsarse en la Constituyente. Debemos dar batalla a los burócratas y reformistas e impulsar a genuinos revolucionarios, a dirigentes realmente clasistas del movimiento obrero y de la base popular, para que defiendan este programa en la Asamblea Constituyente, a la vez que nos preparamos para las batallas de clase que se avecinan en el horizonte.
¡Basta ya de conciliar, es la hora de luchar!
¡Radicalización de la Revolución Socialista!
¡Expropiación de la burguesía bajo control obrero para derrotar a la contrarrevolución!
¡Únete a Lucha de Clases!