Autor: Carlos Antonio Sibrian
El candidato a la presidencia por el partido ARENA, Carlos Callejas ha expresado según un periódico amarillista,[1] que se debe “volver a poner de moda el agro”. Callejas quien fue impuesto como candidato presidencial, por sobre su rival Javier Siman; ambos candidatos indiscutibles representantes de la oligarquía salvadoreña, que desde hace un año inundaron los medios de comunicación en una intensa campaña mediática a nivel nacional, con el propósito evidente de posicionarse con anticipación en las mentes de nuestra gente, en una clara campaña adelantada; pero, con uno u otro personaje, el objetivo sería el mismo: retomar el poder Ejecutivo en función de seguir consolidando intereses económicos; en ese sentido, cualquier propuesta o idea que tenga como fin el apoyo a la agricultura de sustento familiar y en general a la micro producción, se convertirá en una demagogia barata y descarada, pues esto no está dentro de la agenda de tal ortodoxa oligárquica.
El abandono de la agricultura por parte del partido ARENA y sus gobiernos, es parte de la dinámica de la llamada “liberación económica”. Una serie de medidas que desmoronaban al Estado intervencionista y lo convertían en un mero espectador en plano económico, mientras tanto la económica se deja al “libre de mercado”: el gran engaño de los organismos internacionales, controlados por el imperialismo estadunidense, quienes implementaban en nuestro país y en Latinoamérica el experimento neoliberal en su máxima expresión.
La mejor excusa para sustituir el modelo económico estaba servida: la crisis que atravesaba la economía salvadoreña a finales de la década de los 80, ocasionada por el conflicto armado. En ese contexto, el modelo agro exportador y la insipiente industria ya no era lucrativa para la oligarquía salvadoreña, urgía para sus intereses, como también para el imperialismo norteamericano, un cambio radical.
Para el año de 1989, con la elección de Alfredo Cristiani como presidente de la República por el partido ARENA, se dieron inicio a esos cambios. Se aplicaron al pie de la letra los llamados “Programas de Ajustes Estructural y Estabilización Económica” (PAE-PEE), propuestos por el Fondo Monetario internacional y el Banco Mundial, que tenían como eje central la instalación de la inversión extranjera y el control de áreas importantes en el sector servicios por parte de corporaciones transnacionales.[2] La precaria situación económica,
principalmente en la zona rural obligo a miles de obreros campesinos a desplazarse a la ciudad, donde se instalaban estas trasnacionales, en busca de un empleo o una mejor oportunidad, dado que la actividad agrícola ya no fue una opción para sobrevivir; otros cientos de miles se vieron expulsados a buscar el llamado “sueño americano”.
La privatización fue un eje clave, algunas instituciones creadas para el desarrollo agropecuario fueron las primeras en privatizarse o eliminarse. Con los referidos ajustes neoliberales, la oligarquía convirtió a El Salvador en una gran maquila -lo cual no es exagerado expresar- y en un paraíso para el mercado de bienes y consumo, alimentado por los millones de dólares que envían nuestros compatriotas que se vieron y se ven obligados a emigrar.
Solo veamos algunos datos: para el año 2017, las exportaciones en nuestro país fueron de 5,224.4 millones de dólares, de los cuales 5,050.6 millones, es decir un 96.7%, pertenecen al sector manufacturero, el cual en su mayoría está representado por el rubro textil, que aproximadamente representa un 51% de estas, llegando a 2,663.6 millones de dólares. En cambio, el sector agrícola apenas representa 144.3 millones de dólares, es decir un 2.76% de todas las exportaciones, de los cuales la gran mayoría es exportación de café, con 116.6 millones.
En cuanto a las importaciones, para ese mismo año casi duplican a las exportaciones, con una cifra de 9,700.3 millones de dólares.[3] Este desequilibrio en parte tiene una explicación: el alto consumo impulsado por las remeses, que para el año de 1991 llegaban a 790.1 millones de dólares y en el 2017 superan los 5 mil millones de dólares.[4]
Las cifras son frías y hay una clara realidad que representan: La oligarquía salvadoreña creo las condiciones para llenar sus bolsillos y enriquecerse a costas de la miseria que ellos mismos han creado, una tremenda contradicción, pero una verdad al fin y al cabo. Su modelo económico está consolidado, de seguro son felices al saber que los salvadoreños seguirán emigrando por miles, en búsqueda del “sueño americano”, eso garantiza millones de dólares en remesas que serán consumidos en sus empresas, fabricas o inversiones; donde contratan a los compatriotas que deciden quedarse, a cambio de sueldos miserables y de esclavitud. En esa lógica, cualquier propuesta de reactivar la agricultura y la micro-producción que provenga del partido ARENA y su candidato, Carlos Callejas, será una demagogia y un descaro, con la agravante que él heredará casi un monopolio, con el sello de “Super Selectos”, donde diariamente se consumen miles de esos dólares que provienen de nuestros compatriotas en los Estados Unidos.
[1] El Diario de Hoy, en: http://www.elsalvador.com/noticias/nacional/436363/carlos-calleja-
se-reune-con-el-sector-agricola-de-la-libertad/
[2] Raúl Moreno, La Globalización Neoliberal En El Salvador (Barcelona:
Fundación Mon-3, 2004) 17.
[3] Tomado de informe del Banco Central de Reserva; Evolución del Comercio Exterior,
enero-noviembre 2017.
[4] Datos del Banco Central de Reserva, en: http://www.bcr.gob.sv/bcrsite/?cdr=85