Durante los días 6 y 7 de julio la militancia del Bloque Popular Juvenil (BPJ), sección Salvadoreña de la Corriente Marxista Internacional (CMI) celebró en San Salvador su décimo primer congreso ordinario con la participación de camaradas de México y Honduras, y también de representantes de movimientos sociales como el Frente Amplio de Resistencia 1932 (FAR 32), ALGES y STISSS. El congreso es un espacio necesario para hacer un balance periódico de la intervención que realizamos dentro del contexto de la lucha de clases en nuestro país y también se evalúa el trabajo organizativo desarrollado de manera interna, el congreso también es la máxima autoridad de la organización en la toma de decisiones relacionadas con el trabajo organizativo.
Introducción de las perspectivas internacionales por Adrián Alvarado de la sección mexicana de la CMI
En el primer día se expusieron las perspectivas internacionales por parte de un compañero de la Izquierda Socialista, sección mexicana de la CMI, quien planteó que los efectos de la crisis económica internacional de 2008 están intensificándose y se ponen de manifiesto en las convulsiones políticas que sacuden a muchos países alrededor del mundo, ha habido una ruptura de las masas con la política tradicional y sus partidos, Donald Trump en EE.UU es un reflejo de esta inestabilidad, dado que se encuentra en conflicto permanente con la clase dominante de su país, incluso con el propio partido republicano que lo postuló a la presidencia. Cuando hay periodos de crisis profunda, el proteccionismo se alza como la estrategia “viable” para sacar a flote la economía de los países, Trump lo ha propuesto para salvar y/o proteger la economía estadounidense. En esto se enmarca la guerra económica con China. De continuar el incremento de aranceles a China, ésta potencia económica entrará en recesión arrastrando tras de sí a muchos países alrededor del mundo, incluido los países latinoamericanos y centroamericanos.
La crisis económica ha traído gobiernos peculiares bastantes inestables. Ha permitido que la derecha bajo otras caretas retome el poder en varios países después de la experiencia y fracaso del reformismo. En Europa la agitación política y social ha alcanzado niveles insurreccionales, en Francia por ejemplo Macron fue el elegido por la élite para desarrollar las medidas de austeridad dictadas por la Comunidad Europea lo cual llevó a que en menos de un año en el gobierno su credibilidad se haya desplomado y que las manifestaciones de los chalecos amarillos hayan puesto en tela de juicio su gobierno. La lucha de clases a nivel internacional se ha polarizado incluso en aquellos países donde el Estado de bienestar ha tenido relativo éxito, por ejemplo, en los países nórdicos de Europa. Vemos en Suiza la movilización de miles de mujeres en rechazo a las políticas de los partidos tradicionales.
En Italia, Salvini un demagogo similar a Trump llegó al poder en alianza con La Liga y Cinco Estrellas, en medio de una profunda crisis económica y política en la península. El país que mejor representa la situación actual es Grecia, en este país las masas le dieron el apoyo a Syriza, una opción política de izquierda nueva, sin embargo, el presidente Tsipras terminó negociando con los organismos europeos y traicionando al pueblo griego, lo cual lo ha llevado a perder el poder.
En América Latina los gobiernos de izquierda han ido perdiendo terreno progresivamente, dando paso a gobiernos nefastos y reaccionarios contra los intereses de la clase trabajadora. Esto es producto de la traición de los dirigentes de la izquierda tradicional. El ascenso de Bolsonaro en Brasil por ejemplo no significa un giro a la derecha de las masas trabajadoras; en realidad es el reflejo de la inestabilidad política y de la búsqueda de una alternativa por parte de las masas. Mucha gente simplemente dejó de votar al Partido de los Trabajadores, porque sus dirigentes no resolvieron de manera radical sus problemas. Procesos parecidos se han desarrollado en Argentina, Chile, incluso en Ecuador, donde los dirigentes aun cuando tuvieron las condiciones favorables gracias a los altos precios de las exportaciones de materias primas y petróleo a China y otras potencias (lo cual les favoreció políticamente) no se propusieron llevar la revolución hasta las últimas consecuencias, sino que se limitaron a desarrollar una serie de reformas y a negociar con los representantes del capital en el subcontinente. Sólo Hugo Chávez en Venezuela en la medida que se planteó realizar las tareas democráticas básicas se dio cuenta que había que romper los límites del capitalismo, y aunque lo intentó apoyado por las masas venezolanas, las conspiraciones burguesas y la profunda burocratización del Estado se lo impidieron.
En este debate hubo una muy buena participación por parte de los delegados, militantes e invitados quiénes enfatizaron los siguientes puntos: Nuestro trabajo es internacionalista, como pueblos estamos unidos en la lucha con el sistema capitalista depredador. La crisis del planeta es la crisis del capitalismo que amenaza la vida misma de la humanidad, en todo el mundo el panorama sobre el futuro es de incertidumbre bajo este sistema. Debemos formarnos para poder explicar a la juventud y a los trabajadores lo que es realmente el socialismo y no lo que han sido los gobiernos progresistas que han querido humanizar el capitalismo. Se destacó la participación de un compañero de FAR-32 quien planteó que “es necesario trabajar por la unidad de la izquierda porque la crisis del capitalismo es insoportable, pero el fraccionamiento impide organizarse para superarlo”.
Introducción de las perspectivas nacionales por Juan de la Cruz, dirigente del BPJ
En las perspectivas nacionales, que fueron expuestas por el compañero Juan de La Cruz del BPJ, podemos ver como en nuestro país ha tenido lugar un proceso similar al que se ha venido desarrollando en la región. En los últimos años ha habido cambios bruscos en la lucha de clases en El Salvador, el FMLN, partido histórico de la izquierda en el país que llegó al poder apoyado por más de un millón de votantes, inevitablemente su dirigencia y funcionarios se adaptaron a las instituciones burguesas y desarrollaron un proceso de degeneración burocrática intentando administrar la crisis capitalista a través de un gobierno de unidad, es decir, de acuerdos con la empresa privada y partidos de derecha, lo cual les permitió implementar un programa reformista condenado a fracasar. Todas esas contradicciones se manifestaron más abiertamente a partir del 2017 cuando el fenómeno de Nayib Bukele comenzaba a tomar forma.
Bukele es definitivamente un producto del fracaso del programa reformista del FMLN y sobre todo de la crisis económica y política mundial y nacional, ante lo cual la clase trabajadora salvadoreña está buscando una alternativa de cambio. El apoyo relativamente masivo de la población no significa un giro a la derecha sino como se reiteró durante el congreso, las masas están probando alternativas políticas que respondan a sus intereses, y toman la alternativa que se presente como tal aunque su programa no cambie realmente sus condiciones de vida, en ausencia de real alternativa socialista, deformaciones ideológicas llenan el vacío de esta. Con la llegada al poder de Bukele con los partidos GANA y Nuevas Ideas, la designación de su gabinete y de sus primeras acciones y guiños con el imperialismo norteamericano, el BPJ se propuso caracterizar qué tipo de gobierno es el que tendremos en el quinquenio que ya comenzamos el 1° de junio y buena parte del debate previo y durante el congreso giró en torno a esto.
El gobierno de Bukele se caracteriza por ser un régimen de derecha, con rasgos de bonapartismo, para lo cual acudimos a la definición de Trotsky de éste término: es un régimen en el cual la clase dominante se ve obligada a tolerar (para preservar su propiedad) la dominación incontrolada del gobierno por un aparato militar y policial, por un “salvador” coronado. Un “régimen personal” que se eleva por encima de la democracia y concilia con la burguesía y con la clase trabajadora, mientras a la vez protege los intereses de la clase dominante. El objetivo del bonapartismo es prevenir las explosiones de masas. Es decir contener y atomizar el desarrollo del movimiento revolucionario.
El régimen de Bukele ha comenzado a manifestar algunos de estos rasgos, en parte debido a que la clase dominante, cuya crisis se manifiesta a través de las disputas internas del partido ARENA, no puede continuar su dominación a través de los métodos tradicionales y de la misma forma que en el pasado. Por el otro lado la clase trabajadora dejo de sentirse representada en el FMLN, entonces Bukele se encuentra en unas condiciones únicas, donde podría elevarse entre esas clases y apostarle al desarrollismo en alianza con el capitalismo internacional. Sin embargo el régimen de Bukele no es por ahora un régimen bonapartista, sino un régimen de democracia burguesa que podría, si las condiciones se lo permiten transformarse en un bonapartismo.
Se desarrolló un buen debate alrededor de las perspectivas nacionales. Esta discusión en particular motivó a los asistentes a organizar con mayor compromiso la lucha por construir un instrumento político que represente los intereses de las clases explotadas en el país. Estamos claros que esto solo será posible sobre la base de la teoría científica del marxismo, que dota a la clase obrera de los métodos y tradiciones que llevarán a la humanidad a su emancipación del yugo de la explotación.
El ambiente general de la actividad fue de mucho ánimo entre los asistentes y las perspectivas a futuro son de consolidación de las secciones salvadoreña y hondureña de la CMI. Los compañeros que nos visitaron de Honduras, se van con la tarea de difundir las ideas del marxismo en las diferentes movilizaciones que experimenta el pueblo hondureño. El hecho de participar en este congreso les permite aprender de nuestra experiencia durante estos 11 años; en palabras de uno de ellos, expresaba: “todos los aciertos y desaciertos, las lecciones del BPJ nos sirven a nosotros en Honduras para orientar nuestro trabajo político, sin caer en los mismos errores”.
Al cierre del congreso, toda la militancia entonaba consignas de solidaridad con la lucha que desarrolla el pueblo hondureño por derrocar al actual presidente de facto Juan Orlando Hernández, y a una sola voz resonaba el grito de ¡Fuera JOH! Como una muestra del internacionalismo proletario que caracteriza a las secciones de la Corriente Marxista Internacional.