A partir del 16 de diciembre del año pasado el nuevo Consejo Nacional del Salario Mínimo (CNSM) aprobó con los votos de los representantes del sector gobierno y del sector laboral un aumento al salario mínimo que entró en vigencia a partir del primero de enero del 2017.
La noticia ha sido recibida con mucha expectativa dentro de la clase trabajadora, sobre todo para los empleados del campo y la maquila que han sido los más beneficiados con este incremento. Según el Ministerio de Trabajo los nuevos salarios mínimos que tendrán que pagar los patronos serán los siguientes: $300 a comercio servicio e industria; $295 sector textil; $224 para las industrias agrícolas del café y caña de azúcar; y de $200 para las de algodón y sector agropecuario. Si bien esto fue algo que infundió un ánimo en los trabajadores más explotados, no fue así para la burguesía, quienes recibieron la noticia como un balde de agua fría antes de la celebración de las fiestas de fin de año. Y es que todo el proceso de negociación en el pasado siempre inclinó la balanza hacia su favor, recordaremos que unos meses atrás ni siquiera se tenía una representación laboral honesta en el CNSM y se había incluso “aprobado” un aumento miserable para la clase obrera, decisión que el gobierno desconoció públicamente. Tras la aprobación de este aumento la burguesía lógicamente no se quedó de brazos cruzados y comenzó toda una campaña de miedo en los medios de comunicación, a mediados de diciembre dos empresas textiles anunciaron el cese a la producción, cuando se esperaba trágicamente que estas empresas cumplieran con su palabra en los primeros días del año, milagrosamente cambiaron de parecer y mantienen sus operaciones a regañadientes, claro no sin antes lanzar rumores entre los trabajadores generando miedo ante la negativa de acatar el aumento para sus trabajadores, incluso dando cifras maquilladas de lo que “pueden” pagar de más, cantidades alejadas del verdadero aumento.
En esta misma lógica, incluso la Asociación Nacional de la Empresa Privada (ANEP) presentó un recurso de inconstitucionalidad sobre la decisión del CNSM. Uno de los argumentos que se han expuesto sobre el aumento, ha sido, por ejemplo, la imposibilidad de que la pequeña y la mediana empresa no pueden absorber dicho aumento, pero esto es una verdad a medias, pues los datos económicos reflejan que la mayor parte de la producción en El Salvador no se concentra en la pequeña empresa sino en la gran empresa, después de las medidas neoliberales la concentración de los medios de producción se ha mantenido en manos de un pequeño grupo oligárquico salvadoreño por un lado, y por el otro de grandes multinacionales, estos son los principales opositores a cualquier medida que beneficie las condiciones de los trabajadores, en todo caso las pequeñas empresas representan solo una minoría en nuestro país.
Para no afectar a estas minorías, el gobierno debería de aplicar subsidios a los pequeños empresarios que salgan afectados, pero este dinero debe de salir no de los impuestos que se le cobra a los trabajadores (que son los que más impuestos pagan en relación con los grandes empresarios), sino de más impuestos al gran capital, que aún y con estas medidas seguirá acumulando la mayor riqueza producida por la clase trabajadora. Es ilógico que el Estado subsidie a las grandes empresas y no a la pequeña y mediana que son las que realmente lo necesitan, como dice Salvador Arias en su artículo: La inversión neoliberal: talón de Aquiles de la economía salvadoreña “éstas [las grandes empresas] en el año 2014 por cada 0.42 centavos de dólar que pagaron por impuestos, recibieron un dólar de subsidio. Las empresas obtienen ganancias exorbitantes gracias a la explotación laboral de sus empleados y un alto índice de evasión y elusión fiscal y el subsidio de la población; sin embargo, igual resulta indignante que los hogares, que en verdad necesitan de ayuda estatal, no son beneficiados por el Estado en términos netos, porque pagan más en impuestos en comparación de lo poco que reciben en concepto de inversión social como salud, educación y subsidios. En 2014, las familias pagaron 165 dólares por cada 100 dólares que el Estado invirtió en electricidad, gas, educación y salud; no obstante, en ese mismo año, las empresas apenas pagaron 42 dólares por cada 100 dólares recibido en concepto de gasto de desarrollo del entorno empresarial que hizo el Estado”. La ANEP oculta tendenciosamente estos datos, con esto vemos que sus argumentos no tienen validez en absoluto.
Otros mitos que la ANEP y ARENA han intentado meter en la cabeza de los trabajadores, han sido de que con este aumento posiblemente ya no habrá inversión extranjera y que tendrá resultados muy negativos en la economía, lo cual llevará a la quiebra la producción del país, sin embargo una explicación más seria y científica de los posibles cambios en la economía manda al cesto de la basura toda estas mentiras de la burguesía.
A continuación explicamos de manera clara del porqué algunas aseveraciones de la burguesía son falsas: en primer lugar, como ya algunos reconocidos economistas de izquierda han explicado desde el inicio de este proceso, no hay posibilidad de que la inversión extranjera se ahuyente, pues el país seguirá siendo un paraíso para la inversión al tener los salarios más bajo de Centroamérica a excepción de Nicaragua. Cómo dejarán de invertir los capitalistas en El Salvador si tienen todas las condiciones a su favor, es claro que si hay una baja de la inversión nacional o extranjera no será porque no se obtenga ganancia, sino por otros motivos. En segundo lugar, lejos de que el aumento salarial pueda afectar negativamente a la economía, le dará un impulso positivo, debido a que la clase obrera tendrá mayor poder adquisitivo que se convertirá en un aumento en la demanda de los productos de primera necesidad, esto estimulará inmediatamente la producción de estas ramas de la economía, lo que desarrollará una alza en los precios de los productos de primera necesidad, debido a las leyes del mercado, oferta-demanda, pero esto no será estático con el tiempo los precios volverán a estabilizarse cuando la economía entre en una lógica de crecimiento por la demanda. Ante esto el gobierno debería de establecer una medida que proteja a los trabajadores de la inflación, estableciendo un tope a los precios de los productos básicos y evaluando en lapsos más cortos los salarios con respecto a este movimiento.
Los economistas de la burguesía conocen a la perfección este proceso e intentan asustar con medias verdades a los trabajadores. Es evidente así, que la burguesía no se opone a este tipo de medidas por ignorancia, ni tampoco porque perderá una pequeña parte de su riqueza, por lo contrario y muy a pesar de la disminución futura de su tasa de ganancia, se oponen principalmente porque esto elevará el nivel político de los trabajadores que lucharon por este aumento y que puede animarlos a exigir otras demandas a los patrones, o sea esto tiene un peso cualitativamente más importante en el plano político que el plano económico, para la burguesía es una batalla perdida en medio de la guerra de clases.
El próximo periodo estará marcado por una lucha de clases más intensa, los sindicatos y el FMLN debemos luchar incansablemente por defender el aumento actual. La lucha no ha terminado, la burguesía intentara utilizar todas sus leyes e instituciones del Estado para poder frenar y bloquear este aumento. La clase obrera debe de responder con movilizaciones y huelgas ante el menor ataque en contra del aumento.
Si este proceso por el aumento salarial nos muestra que podemos conseguir conquistas, no debemos detenernos aquí, debemos de ir por más, de la lucha por un mejor salario podemos pasar a la lucha por un salario realmente acorde al costo de la vida pues aún con este aumento sigue habiendo una desproporción entre salarios y el costo de la vida. Si bien es cierto el aumento salarial solventará la canasta básica de los trabajadores, aún está lejos de solventar la canasta básica ampliada que ronda los 400 dólares, la continuación de la lucha será por esto, así como también por mejores pensiones, por más puestos de trabajo, por mayor libertad sindical, por la reducción de las jornadas laborales. Como revolucionarios no tenemos por qué detenernos con un aumento como este, nuestra lucha debe de ir más allá de algunas conquistas democráticas como esta, nuestra lucha va por acabar con el trabajo asalariado característico del capitalismo y esto solo será posible siendo audaces y ambiciosos con nuestros objetivos, que terminan siendo modestos comparados con el sufrimiento de generaciones de obreros explotados miserablemente por décadas y décadas. Debemos explicar en todos los centros de trabajos, barrios y colonias que sólo a través de la lucha organizada podemos conseguir mejorar nuestras condiciones de vida y que con la férrea defensa de los logros alcanzados podemos transformar esta sociedad podrida. De las luchas económicas debemos pasar a luchas más políticas, o sea tomar la batuta de la sociedad para hacer cambios que nos permitirán mantener nuestras conquistas. ¡Todos a defender el aumento al salario mínimo! ¡Por la congelación de los precios de la canasta básica y revisión semestral de los salarios! ¡Por un salario equiparado al coste de la vida!