28 de febrero de 1977: masacre del Parque Libertad
Este año se celebran los 25 años (2017) de la firma de Los Acuerdos de Paz en 1992. Aunque para la mayoría del pueblo es un evento bastante desapercibido. Es necesario tratar de rescatar la memoria histórica de los antecedentes que dieron origen a la guerra en El Salvador. El objetivo no es solamente conocer la historia, lo más importante es sacar lecciones y conclusiones que nos sirvan en el proceso de lucha revolucionaria que aún tenemos en frente.
En la madrugada del lunes 28 de febrero de 1977 los cuerpos de seguridad: Guardia Nacional (GN), Policía de Hacienda (PH) y otros elementos de las fuerzas represivas rodearon el Parque Libertad ubicado en la zona céntrica de San Salvador, y asesinaron a más de 300 personas que estaban protestando pacíficamente en contra del fraude electoral cometido 8 días antes. Muchos se salvaron al refugiarse en la Iglesia El Rosario ubicada frente al parque. Hace muchos años habían unas cruces en la columna ovalada de la iglesia en memoria de los masacrados, luego algún cura reaccionario las mando quitar.
La Unión Nacional Opositora (UNO) era la coalición electoral formada por el Partido Demócrata Cristiano (PDC), Movimiento Nacional Revolucionario (MNR) y la Unión Democrática Nacionalista (UDN, partido político electoral que utilizaba el Partido Comunista (PCS) para participar en elecciones). La UNO convocó tomarse la Plaza Libertad en protesta por el fraude electoral del 20 de febrero en las elecciones presidenciales. Según muchos testigos en los pocos lugares donde se pudo hacer un conteo real de los votos, comprobaron que se duplicaba o triplicaba al candidato de la derecha del Partido de Conciliación Nacional (PCN). En el resto del país la Guardia Nacional saco a los representantes de la UNO y procedieron a rellenar las papeletas con votos a favor del candidato oficial.
En honor a los caídos en esta masacre es que se fundaron las Ligas Populares 28 de febrero (LP 28), organización de masas que estaba estrechamente vinculada al Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). Las LP28 fue una organización muy activa que protagonizó tomas de edificios públicos, embajadas, fincas, barrios populares, etc. Contaba con la simpatía del pueblo al denunciar junto con otras organizaciones políticas populares las injusticias cometidas por la dictadura militar.
El fraude fue descarado tal y como había ocurrido unos años antes en 1972. De esta forma se cerraban los espacios políticos legales. No cabe duda que el pueblo apoyaba a la izquierda representada en aquel momento por la UNO, a pesar del rechazo a las elecciones de los grupos guerrilleros que surgieron a lo largo de esta década y que estaban adquiriendo mucha fuerza. Esto lo demostraban con su famosa frase “electoreros al basurero”. Toda esta represión salvaje y la imposibilidad del PCS de dar una alternativa marxista revolucionaria a la situación, hizo que el péndulo girara a favor de la lucha armada.
En estos años la lucha armada estaba por así decirlo, de moda. La represión salvaje junto con el cierre de espacios políticos legales hizo que incluso sectores pequeños burgueses progresistas se incorporaran a las organizaciones guerrilleras. El contexto internacional también jugó su papel, casi en todos los países de América Latina surgieron grupos armados y se instalaron dictaduras militares que aplicaron una política de exterminio apoyadas por los Estados Unidos. La llegada de la administración Reagan aceleró el recrudecimiento de la guerra. También el triunfo de la revolución Sandinista en 1979 despertó la ilusión que la toma del poder estaba a la vuelta de la esquina.
En el 25 aniversario de la firma de la paz abundan las opiniones a favor y en contra. Para los firmantes fue un hito histórico que debe ser recordado y celebrado con devoción por el pueblo salvadoreño; para otras organizaciones de izquierda no hay mucho que celebrar porque las desigualdades aún continúan profundizándose.
Quizá lo mejor es tener una visión equilibrada, uno de los logros de los acuerdos de paz –tal vez el más importante- es la moderada libertad política que antes de la guerra no se tenía. Ahora cualquiera puede decir que es de izquierda y no pasa mayor cosa, antes te mataban por eso. Por otra parte, no se resolvieron los problemas fundamentales que originaron la guerra como son: la creciente desigualdad, los bajos salarios, la pobreza, etc. En otras palabras, la firma de la paz fue totalmente correcta, pero no logró el objetivo principal que era la toma del poder para comenzar la transformación socialista de la sociedad. Digan lo que digan los ex comandantes, la inspiración de las miles de personas que se incorporaron a la lucha armada así como los mártires que murieron aquel 28 de febrero, era la toma del poder. Se tenía como ejemplo la revolución cubana y se esperaba un proceso similar en nuestro país.
Para los marxistas la lucha armada no es el principal método de lucha de la clase obrera. El uso de guerrillas es necesario en alguna etapa de la revolución, pero no es el método principal de la revolución. Aunque estas organizaciones se llamaban así mismos marxistas-leninistas, quizá ignoran que Lenin y Trotsky siempre se opusieron a la guerra de guerrillas como método dirigente del proceso revolucionario o como le llamaban ellos “los métodos del terrorismo individual”. Es cierto que la represión indiscriminada del aparato represivo del Estado justificaba el uso de las armas. De hecho, había grupos de autodefensa armados de las organizaciones de masas. Esto era totalmente correcto, pero es muy diferente que los grupos armados dirijan al movimiento de masas y lo pongan en función y supeditado a la guerrilla tal y como ocurrió en aquel tiempo en América Latina. Además, las acciones de los grupos de izquierda armados servían para justificar la represión de los cuerpos de seguridad con un precio muy alto en vidas pagado por la clase trabajadora. Por supuesto debemos reconocer el espíritu de sacrifico de los combatientes guerrilleros quienes entregaban su vida a la revolución.