Durante el periodo que se conoció como “el milagro mexicano”, el gobierno impulsó políticas de industrialización proteccionistas, con grandes obras de infraestructura (carreteras, vías férreas, aeropuertos, etc.), creación de empresas del Estado y desarrollo del sector público (petróleo, acero, minas, electricidad) y estímulos a la inversión extranjera. Los resultados no eran despreciables en este periodo de desarrollo, el PIB registró un crecimiento constante 7.3%. La industrialización como política de desarrollo económico mexicano era el eje principal, la estabilidad económica, bajo el control de la inversión privada con una amplia participación del aparato estatal.
Las filas del proletariado y la clase media, crecieron y se expandieron al mismo ritmo que las grandes ciudades. En 1940 la agricultura representaba alrededor del 10% de la producción nacional y en 1997 sólo el 5%. El gasto público favoreció a la población urbana sobre la rural y a la clase trabajadora sobre el campesinado.
Económicamente México tuvo más o menos 30 años de “estabilidad y desarrollo económico”, pero en la década de los 60 empezó a ser evidente la dependencia de la industria mexicana del capital y la tecnología extranjera, muy en particular la de origen norteamericano.
El Estado mexicano invirtió en mejorar las condiciones de vida de la clase obrera, porque a partir de ahí podía seguir manteniendo el corporativismo de los sindicatos al Estado y lograr una “estabilidad política”, pero el mejoramiento de las condiciones de vida no fue homogéneo.
Los hijos de campesinos y trabajadores que nacieron y crecieron en esta época de “modernización” tarde o temprano sufrirían las contradicciones de este auge económico que se desarrollaba sobre un aparato político intacto con fuertes rasgos de autoritarismo.
En la crisis de finales de los 50’s la movilización social para muchos sectores en resistencia era la única alternativa. Los sectores de la clase obrera organizados demandaron revisión de Contratos Colectivos de Trabajo, aumentos salariales y democracia sindical. De la misma forma los 60’s estuvieron marcados por una oleada de protestas estudiantiles, que fueron reprimididas fuertemente.
Educación y capitalismo
El desarrollo industrial exigía la profesionalización de los jóvenes, de esta manera las profesiones liberales comenzaron a adquirir un importante papel en la vida nacional al ser consideradas como la pieza central de esquema de industrialización del país, las universidades, se decía en ese entonces, deberían ser convertidas en “funcionales y eficientes”. En este periodo se implementan medidas como la selección rigurosa en el ingreso y la marginación de los maestros y estudiantes de la política académica, el principal objetivo del proyecto era satisfacer las necesidades de crecimiento y productividad en el sector industrial de la economía, lo que se traduciría en un detrimento muy marcado de los centros de educación popular.
El trato desigual no tardaría en hacerse evidente y las instituciones populares enfrentarían permanentes ataques que buscaban eliminar la infraestructura y los beneficios obtenidos, los estudiantes luchaban, por sobrevivir, por la conservación de comedores, dormitorios, becas, transporte y mantener las conquistas pasadas. Algunas reacciones a este cambio repentino en el manejo de la educación superior fueron las movilizaciones en 1940, encabezadas por las escuelas campesinas regionales con demandas de sobrevivencia; cobijas, camas, aumento en las raciones diarias en los comedores, etc. En 1942 los estudiantes del Politécnico emprendieron una lucha por constituir una Ley Orgánica interna que garantizara el reconocimiento profesional a la educación técnica, en 1947 los alumnos de las Normales Rurales encabezaron una movilización en demanda a mejores condiciones de estudio. En 1949 la Universidad Nicolaíta en Michoacán realizó una protesta por la construcción de un teatro al aire libre, en demanda de mayor presupuesto a la institución, el saldo fue de dos jóvenes muertos y la salida del gobernador en turno.
Se daba una lucha por mantener lo que en algún momento se planteó como “educación socialista” la cual había otorgado algunas concesiones a los estudiantes hijos de los trabajadores, como la apertura a la educación pública, media y superior, becas, comedores estudiantiles, etc. Si bien a Lázaro Cárdenas se le atribuye la paternidad de este cambio, ya existían pronunciamientos que lo proponían. El primero lo promovieron las autoridades y organizaciones estudiantiles de la Universidad de Michoacán que, desde su fundación, habían pugnado por darle un carácter social a su educación, que estuviera al servicio del pueblo. Los alumnos propusieron, en 1928, un proyecto específico al gobernador Cárdenas, poco antes de terminar su mandato, para modificar el artículo tercero de la constitución local. La iniciativa establecía sustituir la educación laica en las instituciones oficiales de primaria, secundaria y profesional por una de tipo socialista, con la intención de crear en el alumno una profunda conciencia de responsabilidad social y colectiva.
La política del Estado, durante la década de los 40’s, de recortes presupuestales, eliminación de becas y reducir la infraestructura en las escuelas del campo y la ciudad fue la chispa para que los estudiantes (fuertemente influenciados por las ideas comunistas), formaran organizaciones que pudieran aglutinar a la base estudiantil, orientar en la lucha y dar la batalla para mantener las conquistas pasadas.
La Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México, la Federación Nacional de Estudiantes Técnicos y las Juventudes Comunistas de México, fueron algunas de las organizaciones estudiantiles juveniles que en la década de los 50’s, jugaron un papel significativo en la lucha estudiantil.
Movimiento estudiantil democrático e independiente
Las organizaciones universitarias surgidas al calor de la herencia cardenista que de una u otra manera habían participado en las luchas estudiantiles en la década de los 40’s, entran después de 1956 a un proceso de crisis y deterioro. Al oponerse al rumbo de los principios democratizadores, su influencia comienza a diluirse en la colaboración con las administraciones universitarias, la corrupción y el porrismo.
La crisis y degeneración de las organizaciones cooptadas por las autoridades y el Estado a finales de los 50’s representaron un obstáculo organizativo para las futuras generaciones.
Los estudiantes de la Universidad de Michoacán marcaron un antes y un después en el movimiento estudiantil, ellos fueron intransigentes en la defensa del proyecto educativo popular, ante eso se efectuaron varias jornadas de lucha en contra de las corrientes institucionales que dejaba la crisis del periodo de bienestar. En 1963 en la universidad se daba una lucha férrea por mantener una ley orgánica (1961) que promovía un consejo paritario (estudiantes y maestros) esta ley intentaba dar una orientación más progresista a la educación universitaria y a su vez generar una nueva correlación de fuerzas a la izquierda, creando nuevas casas del estudiante, nuevas carreras, mejorando y creando nuevas instalaciones. Las fuerzas conservadoras no permanecieron impasibles ante el avance de la izquierda en la dirección de la universidad.
Agustín Arriaga Rivera, gobernador del Estado de Michoacán, intervino en la aprobación de una nueva Ley Orgánica que terminó con el gobierno universitario y puso en manos de una junta de gobierno la designación de las autoridades. En 1966 la represión ejercida por el gobierno tuvo como fin acabar por completo con el proyecto democrático que existía al interior de la universidad. La protesta estudiantil se inició cuando a principios de octubre, el gobierno estatal autorizó el aumento de tarifas de transporte público, en octubre es asesinado un estudiante por la policía y la universidad vota huelga general y se realiza una gran manifestación con motivo del estudiante asesinado.
El movimiento logró apoyo popular para exigir junto con el Consejo Universitario, la desaparición de poderes en el Estado, por lo que el movimiento fue tachado por la prensa local y nacional de obedecer una conjura comunista para derrocar el gobierno de Díaz Ordaz. El 8 de octubre el ejército tomó la Universidad y continuaron las detenciones, los secuestros y cateos a estudiantes. Las protestas y los mítines fueron reprimidos por la caballería, fueron detenidas, entre estudiantes y pueblo en general, más de 600 personas. La legislatura local modificó la Ley Orgánica de la universidad y estableció la desaparición de cinco casas de estudiantes, la supresión de la paridad en el Consejo Universitario y el cierre de la secundaria varonil y femenil perteneciente a la universidad. Se eliminaron todos los integrantes de la Junta de Gobierno y se nombraron nuevos, afines al gobernador, quienes designaron al nuevo rector.
Todos los procesos de lucha estudiantil que se desarrollaron a partir de la época del “milagro mexicano” por la democratización del movimiento concluían en la conformación de una fuerza estudiantil, amplia, independiente del Estado y democrática. Este esfuerzo logró tomar forma a partir de 1963 con una primera conferencia nacional de estudiantes que se dio en Morelia.
Por una organización estudiantil independiente democrática y revolucionaria
En 1963 se da la primera Conferencia Nacional de Estudiantes Democráticos en Morelia Michoacán, con la asistencia de 250 delegados que representaban en conjunto a más de 100 mil estudiantes de todo el país. Es lanzada la declaración de Morelia que plantea:
- ¡Por la unidad del pueblo y de los estudiantes en la lucha contra nuestros enemigos comunes!
- ¡A la lucha por la educación popular y científica!
- ¡Por la unidad y organización independiente del estudiantado democrático y revolucionario!
Los estudiantes de México necesitaban un instrumento de lucha independiente que garantice la defensa de sus derechos y la consecución de sus objetivos; necesitaban un organismo propio que encuentre en su independencia frente al gobierno, la premisa básica de su existencia.
En abril de 1966 se impulsa el congreso constituyente de la Central Nacional de Estudiantes Democráticos, con una fuerte influencia comunista, como una necesidad urgente de construir una organización que combatiera los ataques del Estado, que pueda construir las fuerzas estudiantiles, que eduquen y sean la vanguardia del movimiento en procesos posteriores. Se inauguró en la Vocacional número 7 del IPN, asistieron 800 delegados, en representación de 160 mil estudiantes de 28 entidades federativas.
Ante la respuesta represiva del Estado y la generalización de los movimientos estudiantiles que luchaban por quitarse de encima las garras institucionales, surge como primera necesidad La Central Nacional de Estudiantes Democráticos, donde se proponía fortalecer la organización estudiantil independiente y generar un vínculo con los trabajadores. En 1967 la CNED tiene como primera acción una movilización “La marcha por la libertad” a pesar de su represión significó el germen de un movimiento estudiantil nacional no controlado por el Estado, con objetivos democráticos al interior y exterior de las universidades, templándose al calor de las luchas y que a lo largo de los sesentas conoció la cara más dura de un régimen autoritario.