El contraste entre los candidatos en el debate presidencial y la realidad resulta por demás de elocuente y cruda.
Discuten sobre los males sociales que azotan a la clase trabajadora con una combinación de seriedad aparente y evidente desenfado, como conocidos o familiares que debaten de política libremente en un asado, de forma distendida, de forma enconada, exasperados ante la posición del otro, empleando descalificaciones y epítetos. Pero aquello no es un asado, ni una discusión sobre el próximo campeón del torneo apertura. Lo que allí se debate es el destino de millones de trabajadores, su futuro y perspectivas de una vida mejor o peor de la que hoy tenemos.
El gobierno de Alberto Fernández y Sergio Massa, la expansión monetaria y las críticas hipócritas de JxC/LLA
Se viven momentos de extrema volatilidad. El paquete de medidas económicas presentado por el ministro y candidato Sergio Massa apenas dos semanas, fue recibido por sectores de la clase trabajadora –con cierta esperanza- como una “pequeña victoria” en medio del látigo de la inflación y la devaluación vertiginosas. Pero el relativo efecto que pudo tener sobre el salario y los ingresos, se está escapando ahora como arena entre los dedos. Hemos entrado en una situación en la que cada vez hay menos espacio para las reformas dentro del estrecho marco del capitalismo en crisis.
Y estamos en presencia de una insolvencia del Estado aún más grave que la vivida durante el plan Bonex y el 2001. El gobierno de FdT-UxP se muestra impotente ante la escalada inflacionaria que no cesa y que en última instancia no “controla” –porque no puede controlarse la economía mientras la propiedad esté en manos de los capitalistas–. El régimen de conjunto denuncia la necesidad de equilibrar las cuentas, incluidos el propio gobierno, aún y cuando nos venda la idea de que no paga la deuda con ajuste social.
Por su parte, JxC y Milei critican de forma hipócrita la política de expansión monetaria que llevó adelante Fernández durante la pandemia y luego también Massa. Pero ninguno de los voceros políticos de estas corrientes reaccionarias hace mención al hecho de que las burguesías del mundo echaron mano del recurso de la expansión cuantitativa (un recurso empleado para inyectar “liquidez” en la economía a fin de sortear la recesión) ante la crisis comenzada en 2008, posteriormente agravada por la pandemia, la guerra y el cambio climático. Este mismo recurso llevó al endeudamiento de los Estados con una carga asfixiante de deuda pública, que al final recae sobre las espaldas de las familias obreras.
Aunque el aumento del gasto público se refleje en una mejora de la educación y salud o aumento de los salarios e ingresos, dentro de un contexto capitalista siempre implicará endeudamiento. Y tarde o temprano alguien debe pagar la fiesta y será cobrado nuevamente a la clase trabajadora como lo estamos viendo y sufriendo.
Milei, Bullrich y compañía vociferan contra la expansión monetaria porque cabalgan sobre el hecho de que las principales burguesías imperialistas han terminado por abandonar éste método, y aprovechan la situación de inflación descontrolada en el país como argumento de peso. ¿Qué le ofrecen a la clase trabajadora? Medidas de ajuste más duras que las que ya aplica Massa –en el caso Bullrich/JxC– y medidas de liberalismo extremo –en el caso Milei/LLA–, que en la práctica implicarían ataques aún más salvajes contra sus condiciones.
Devaluación y dolarización
En las últimas horas se le ha acusado a Javier Milei de irresponsabilidad por incentivar el desarme de los plazos fijos. Es cierto que a Milei le interesa que se acelere la velocidad de la devaluación, y así comience su fuga al dólar y de esta forma provocar un mayor incendio del que ya está en desarrollo.
Al día siguiente del debate presidencial, Milei disparó unas declaraciones incendiarias durante una entrevista radial: “el peso no puede valer ni un excremento”, y, “el peso es la moneda que emite el político argentino y por ende no puede valer ni excremento, porque esa basura no sirve ni para abono.”
Pero cuando escuchamos al demagogo Milei esgrimir tales posiciones, los comunistas nos preguntamos: ¿y qué hay del dólar? Esa moneda también la emiten unos políticos, Milei. Los políticos demócratas y republicanos que representan los intereses de la burguesía imperialista más poderosa del planeta. La misma que ha impuesto dictaduras y hecho la guerra a decenas de pueblos en el mundo, la misma que aplica recortes contra la clase trabajadora de su país, que la engaña y la estafa con promesas falsas –falsas como las del candidato libertario– y pulveriza los ahorros y fondos públicos de los países de capitalismo atrasado cada vez que sube los intereses de la FED. Esa moneda, la que emiten esos políticos, ¿esa sí vale Milei?
Detrás de la política de dolarización no hay más que una burda, clásica y trillada política de sumisión aún mayor de la economía de un país de capitalismo atrasado a la política fiscal y monetaria del primer imperio del planeta. Nada nuevo, y nada que pueda mejorar la vida de la clase trabajadora. Si no más bien todo lo contrario.
Entonces, lo que se intenta con esta agitación es poner más presión a la realidad, generar mayor devaluación del salario y apretar las sogas sobre los cuellos de las y los trabajadores.
Pero, por otra parte, desde el gobierno no se dice nada de la conducta de los empresarios y empresas por la fuga que comenzaron hace ya días, que desarman los plazos fijos para la compra de dólares. Tan sólo se enuncian promesas de sanción contra algunos de estos empresarios, como la propuesta por Massa durante el debate. Mientras, la fuga de capitales sigue en marcha.
En última instancia, estamos presenciando el saqueo de los fondos del Estado en manos de sus dueños: los capitalistas. Siendo fondos acumulados a partir de la plusvalía generada por la clase trabajadora, que debe dirigirse a atender la salud, educación y las necesidades generales de la clase.
¿Cómo se expresa esta devaluación?
Un hecho que evidencia la complicidad del gobierno con la burguesía en este robo contra los trabajadores, es su política de devaluación. El gobierno no enfrenta la devaluación con el monopolio del comercio exterior, sino que acompaña la tendencia a la fuga de capitales con devaluaciones progresivas. Administra la devaluación. Es el propio gobierno el que anuncia que los contratos futuros del dólar se realizan transacciones para diciembre 2023 con un dólar oficial $729- y marzo 2024 $1.050-. (La Nación 10 de octubre)
Ya no estamos en presencia de opciones políticas y electorales que se diferencian al ofrecer el gradualismo la una o el shock las otras. Las opciones existentes se diferencian por un shock ordenado, conducido por los partidos del régimen, y la opción que ofrece un shock desordenado, sujeto a la anarquía del mercado (aunque la pinten cínicamente como el camino a la “Argentina potencia en 20 años”).
La consecuencia de esta devaluación que se acelera con la agitación demagógica del libertario y la complicidad del gobierno con los capitalistas que fugan, es la depreciación del peso a niveles extremos, con bonos públicos en caída abierta.
Hoy, en consecuencia, las reservas del BCRA son negativas.
Tal como apuntan Marina Dal Poggetto y Sebastián Menescaldi en un artículo publicado en La Nación el pasado 24 de septiembre:
“Sobran pesos, pero dos de cada tres que sobran en la economía son remunerados, o sea crean endógenamente pesos. En 2015 esa relación era 0,6 a 1. Hoy el stock de pasivos remunerados del BCRA asciende a 20 billones a un interés del 10% mensual y la emisión endógena de pesos asciende a dos billones por mes. Este número es equivalente a seis veces el déficit fiscal de julio”. Luego añaden: “que el salario formal real cae más del 20%, el informal más del 40% y las jubilaciones (sin bono) más del 35%.”
Todos los caminos capitalistas conducen a lo mismo
Sin embargo, nadie dice lo contrario, existe un acuerdo cerrado entre los candidatos del régimen. Todos hablan de que a futuro comienza la devaluación, pero sin mencionar la sucesión de devaluaciones que se producen desde hace meses y que asestan golpe tras golpe a las deterioradas economías de las familias obreras.
El salario viene a pérdida. A pesar de que los trabajadores en relación de dependencia vienen discutiendo paritarias como pueden, limitados como están, por la muralla de contención que imponen las direcciones sindicales burocratizadas.
Y no olvidemos el crecimiento de la informalidad que trepó al 49,3%.
La pobreza aumentó al 40,1% en el primer semestre de 2023. En total son unos 18,5 millones de personas, que habitan en los principales aglomerados urbanos del país. Este flagelo afecta al 56,2% de los niños, del que 42% vive en situación de pobreza (5,5 millones) y 8% vive en situación de pobreza extrema. En términos objetivos y subjetivos, este contexto juega como presión de los laburantes en relación de dependencia.
¿Y los jefes sindicales?
Mientras esto ocurre, mientras esta pesada espada de Damocles cae sobre las cabezas de la clase trabajadora, los jefes sindicales reposan en sus cómodos sillones. No tienen interés ni intención de convocar a un plan de lucha que permita potenciar los reclamos obreros.
Por el contrario, y muy lejos de ese necesario plan de lucha, acompañaron a Sergio Massa al anuncio del paquete de medidas frente al Senado en Plaza Congreso. Allí manifestaron su alineación general, no con las demandas de las masas laburantes empobrecidas o sus sectores de vanguardia hoy en lucha, sino con el Ministro y candidato Massa de cara las elecciones presidenciales.
Por supuesto, no podemos olvidar a Barrionuevo o Batallón Martínez, que son el modelo en esencia de la precarización y de la contrarreforma laboral que tanto Patricia Bullrich como Javier Milei impulsan como medidas prioritarias, y, aplicarán sin duda, de llegar al gobierno. Por su parte, queda en claro que la mayoría de la dirección de la CGT apoya, aunque tácitamente, una “modernización” de los convenios colectivos. La misma “modernización” que la ministra de trabajo, Kelly Olmos, apoya explícitamente y que hoy vemos en automotrices o en la construcción.
La superación de esta lacra de nuestros sindicatos implica generar espacios de discusión, levantado las banderas de la democracia obrera. Debemos demostrar por estos caminos la posibilidad de una alternativa a la conciliación de clases que llevan adelante estos dirigentes. La independencia de clases en relación al Estado, los partidos del régimen y sus gobiernos, van de la mano con la tarea de levantar la bandera de construir nuestro partido de trabajadores, un partido que plantee la perspectiva del poder obrero, del Socialismo.
¿Qué salida nos ofrecen?
Tanto los Bullrich como los Milei muestran con matices un escenario de guerra pos elecciones, con un dólar disparado que ya en estos días pisa los $1.050-.
Mientras, Unión por la Patria “intenta” poner freno a la disparada de la remarcación de los precios con métodos reformistas. Métodos que funcionan –a medias, y siempre funcionan más para los capitalistas que para los trabajadores– sobre una base material favorable, de auge capitalista y precios altos de las commodities, pero que son totalmente inservibles en épocas de crisis. Pasan las semanas discutiendo con los empresarios “precios cuidados”, etc., etc., a sabiendas que los que se acordó va a ser violentado al otro día por esos mismos empresarios.
Dejan que el dólar blue ponga el ritmo de la economía, profundizando la depreciación del peso, lo que pone más y más presión sobre las magras economías obreras. Entonces, lo que se obtiene con una mano nos las sacan con la otra. El plan de medidas tuvo un efecto de pocos días.
Ninguno de los candidatos del régimen político capitalista representa una alternativa válida para los trabajadores y la juventud. Muy al contrario, los tres candidatos representan, cada uno a su manera, a diferentes facciones del empresariado. Unos llevarían un plan de guerra si asumen (Milei y Bullrich), y, el otro (Massa), aunque se presenta como la “única resistencia” ante los embates del capital, también aplicará el ajuste empobrecedor del FMI.
Unión por la Patria se presenta como una alternativa a la derecha “fascista” que representa la dupla Bullrich-Milei, pero esta contradicción no es real observada desde un punto de vista de clase. Es decir, vista desde el lugar de los intereses de la clase obrera.
Y para nada es de asombrarse, ya que el candidato de UxP agita por un Gobierno de Unidad Nacional, que no es otra cosa que un gobierno de unidad de los explotadores contra los explotados. Por eso incluye al gobernador de Jujuy Gerardo Morales, represor de los trabajadores y pueblos originarios de Jujuy y responsable de la reforma infame. Y también por eso, durante su mensaje en Salta, anuncia que abre las puertas de Unión por la Patria y está dispuesto a incorporar a dirigentes de otros partidos. De hecho, durante el debate presidencial volvió a hacer este mismo llamado. Por un lado, sabe que necesita de esa unidad de los explotadores –de las facciones de burguesía y sus partidos– para llevar adelante en un contexto de “paz social” el ajuste miserable del FMI, y por el otro, lógicamente, piensa en un posible balotaje.
Votar al FIT-U – Luchar por la revolución – Luchar por el Comunismo
En el debate presidencial, Mirian Bregman, la candidata de FIT-U, se diferenció por la izquierda y en líneas anticapitalistas del conjunto de candidatos del régimen capitalista, tanto de Schiaretti, como de Massa, Bullrich y Milei. En cada respuesta que dio, Bregman mantuvo un discurso de radicalización parlamentaria, no obstante, desgajado de una formulación de Poder Obrero.
Lamentablemente, el papel de la izquierda del FIT-U pone su objetivo político en ganar más escaños, más tribunos, mostrando a la clase trabajadora sólo una alternativa parlamentaria.
El trabajo parlamentario es necesario –y aún indispensable– desde un punto de vista leninista, en la perspectiva de construir un partido revolucionario, echar las bases para el Poder Obrero y derrocar al régimen capitalista. Pero, si se permite que la propia dinámica de la actividad parlamentaria subordine al resto de las tareas revolucionarias, entonces esta actividad termina siendo peligrosa.
Así, el trabajo de calle, de preparar un Congreso Obrero, de organizar asambleas obreras para levantar un plan de lucha, ha quedado subsumido a esta lógica parlamentarista. Las tareas revolucionarias estratégicas han quedado supeditadas a la táctica parlamentaria.
El FIT-U no ha ofrecido un balance de por qué no pudo canalizar la bronca de cientos de miles de trabajadores y jóvenes que pusieron su voto bronca en Milei. Tampoco han podido ganar a sectores de entre los millones de votantes que no fueron a votar. No han logrado captar el descontento ni que el mismo se refleje en el voto a la izquierda, como una alternativa en las calles hacia una nueva legalidad.
Todo el andamiaje político que sostienen está supeditado a sus parlamentarios.
Alteraron el orden del trabajo militante. No es el trabajo revolucionario el que manda, la forja paciente, permanente y sistemática de las células de fábricas y en los barrios, de las células en las escuelas y universidades para subvertir el orden capitalista. Son sus tribunos los que diseñan la política en clave reformista.
De persistir en este camino, El FIT-U perderá nuevamente la posibilidad de forjarse como una alternativa válida para los explotados.
Estas críticas que hacemos a las y los compañeros del FIT-U no están pensadas en clave sectaria. Por el contrario, invitamos a un debate abierto, serio y fraterno sobre la necesidad urgente de construir el partido revolucionario, sobre cómo empujar conjuntamente en las calles, las tareas de organización de la clase hacia el desarrollo de un Congreso Obrero y la construcción democrática de un plan de lucha. Y en orientación hacia esos objetivos, qué tipo de organización partidaria necesitamos, y qué métodos debemos emplear para dialogar de manera fraternal y paciente con las capas más amplias de la clase.
Al final, más allá del trabajo concreto de las organizaciones de la izquierda, la bronca de los de abajo se acumula y el proceso molecular de la revolución sigue su implacable camino, lento pero constante.
Nos encontramos en un contexto mundial explosivo, no solo la guerra en Ucrania, sino hace días presenciamos una profunda situación de inestabilidad en el Medio Oriente. Nuevamente vemos a una de las maquinarias de guerra formidable como es el Estado sionista de Israel que ante el ataque de Hamás y con el pleno apoyo de los poderes imperialistas más sangrientas del mundo responde de manera demoledora y con sed de venganza.
No tenemos tiempo, debemos sostener el ritmo de construir una esperanza valida en cada parte del planeta: derrocar al capitalismo es la tarea urgente que tenemos por delante. La posibilidad de que perdure el género humano viene de la mano de poner en pie el socialismo.
No sabemos cuál será el detonante, cuál será el accidente que canalice la broca de los de abajo. Lo que sí sabemos es que debemos forjar una dirección Revolucionaria y Comunista hacia un Poder Obrero que planifique la economía en arreglo al libre y pleno desarrollo de las fuerzas de producción. Que el excedente que nos roban los capitalistas vuelvan a la sociedad en salud y educación, en empleo y producción en armonía con la naturaleza. Debemos decir basta a la anarquía del mercado capitalista y de aquellos políticos que lo sostienen.
De lo contrario, votemos a quien votemos, nuestra realidad seguirá los caminos que impone el mercado o que imponen los políticos que intentan poner parches a un sistema caduco. Un régimen que sólo puede ofrecer depredación ambiental y miseria, desempleo y degradación.
Una realidad diferente nos espera y es forjando el camino de la Revolución Socialista.