Hugo Roger Martínez Bonilla fue elegido a finales de mayo como el candidato para disputar las elecciones del 2019 e intentar obtener un tercer periodo para el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, ganándole por una cantidad considerable de votos en las internas a su contrincante Manuel Orlando Quinteros Aguilar mejor conocido como Gerson Martínez, donde participó solo el 70 % de la militancia inscrita en los padrones y donde la votación general no sobrepasó los 28,000 pero fue considerada por la dirigencia como una tremenda victoria para el partido.
Hugo Martínez fue la apuesta para evitar una frustración mayor en las filas del partido de izquierda ante la estrepitosa derrota del 4M que sorprendió a toda la dirigencia menos al pueblo trabajador que la había vaticinado desde mucho antes. Cuando la separación del pensar y sentir de las bases, simpatizantes y trabajadores en general por parte de la dirección de los partidos llamados revolucionarios adquiere dimensiones exorbitantes, se rompe el vínculo y el andamio para la consecución de forma permanente de toda conquista que haga avanzar al pueblo en líneas socialistas.
La candidatura de Gerson por el otro lado representaba la continuidad de la dominación completa de todo el aparato del partido por parte de la camarilla de dirigentes en torno a Medardo Gonzáles, Lorena Peña, y muchos otros que no se atrevían a proyectar su poderío de manera abierta ante los seguidores del FMLN. El apoyo abierto a Gerson por parte de Peña al presentarlo como el “candidato de las bases”, causó resquemor y la reacción de los afiliados quienes correctamente vieron a Gerson como el apadrinado de la llamada “cúpula efemelenista”. Pero en esta cúpula no están todos los que son, ni son todos los que están, tras el telón se mueven de arriba abajo y de un lado hacia el otro, intereses mezquinos de otrora combatientes armados del pueblo por cuotas de poder y bienestar material individual, como el mismo Oscar Ortiz.
¿Qué representa Hugo Martínez?
El gane de HM ha despertado la ambición y expectativa de los que se codeaban por estar al frente de la dirección del FMLN y que demandaban desde hace rato un protagonismo mayor y la concentración del poder de decisión para según ellos, dirigir el proceso de cambios por no decir revolucionario. Las bases se inclinaron por Hugo, creyendo que se rompía de esta manera con los métodos de imposición de candidatos y de la falta de la democracia interna que representa los dirigentes estalinizados que deambulan en las estructuras de mando del aparato. Muy al contrario, esto no representa un giro a los métodos sanos que todo partido socialista debería aplicar, como son los congresos continuos, asambleas, el debate amplio de sus afiliados sobre temas de interés general, elección democrática de delegados, libertad de propuestas y de iniciativa revolucionaria de sus bases y simpatizantes. Todo este proceso representa nada más la apertura de una válvula de presión antes que les estallara en sus narices.
La afinidad con el discurso de la burguesía de este país por parte de HM, no deja de inquietar a cualquiera que se digne en llamarse socialista. Para los que aman el discurso de la conciliación de clases, este candidato es el más indicado para que converjan intereses y filosofías distintas que, aunque nieguen su relevancia en la sociedad actual, son las que dictan hacia dónde deben dirigirse sus gobernantes, así tenemos que HM es el más indicado para que se de una apertura a las amplias alianzas, a la suma de esfuerzos para la cohabitación gubernamental con los “sectores progresistas del país”. Pero dejemos que HM hable por sí solo y nos muestre algunas de sus intenciones y propuestas que ejecutaría una vez fuese electo como presidente:
“La población nos dijo: necesitamos partidos más democráticos, más abiertos, más participativos, pero sobre todo que nos resuelvan nuestros problemas… Por eso convocaba a todos los militantes -obreros, campesinos, empresarios, veteranos, militantes históricos, jóvenes, mujeres- para que participen de este proceso que es un proceso que no solamente debe devolverle la esperanza al FMLN, sino también al país”.
“Hemos tenido empresarios muy coincidentes con la visión del FMLN y miembros del FMLN muy coincidentes con la visión de empresarios”.
“Lo que ha ocurrido es que a veces se ha querido poner estas antípodas: ‘si es empresario es anti-FMLN y si es FMLN es anti-empresario’. Esas antípodas son las que tenemos que ir resolviendo a través del diálogo. Muchas veces no vamos a estar de acuerdo, pero vamos a desmontar esas grandes barreras[1]”.
No hace falta ser un erudito de la lucha de clases para asegurar que HM tenderá una mano muy amiga al gran empresariado de este país para que puedan seguir ejecutando sus grandes proyectos y llenando sus bolsillos por medio de la explotación más amplia de los trabajadores, de los recursos naturales y la evasión y elusión de impuestos. Mientras que al resto de la sociedad y los simpatizantes los escuchará atentamente, aunque menciona luego que habrá que resolverle sus problemas, pero no nos da una pequeña muestra de cómo lo hará.
Poder a las bases
El reformismo es toda estrategia o acción que procura transformar uno u otro aspecto del orden social imperante, o de ese orden en su totalidad, sin destruir o revolucionar sus fundamentos, ni atentar con las relaciones de poder existentes. De Funes a Salvador S. Cerén, este ha sido el sendero marcado para la transformación de la sociedad, el cambio lento y gradual caló hondo en la consciencia de los dirigentes de casi todos los partidos de izquierda del mundo, luego del colapso del llamado “socialismo real” de la URSS y el Bloque del Este. En pocas palabras no hay que llevar a cabo la revolución, hay que perfeccionar el sistema capitalista. Los afiliados del FMLN han comenzado a comprender, que si bien es cierto los cambios deben de profundizarse, estos no podrán mantenerse de manera permanente si no es a través de una revolución, del rompimiento con el dialogo conciliador y de unidad nacional, de la acción a través de medidas que atenten verdaderamente contra el orden existente y sus defensores.
Las bases efemelenistas son honestas y con deseos de desatar la batalla directa por la toma del poder de la sociedad, no de las instituciones burguesas del Estado. Saben muy bien que la burguesía no va a ceder nada por las buenas sino es a través del sometimiento. La dirigencia del partido olvidó cómo llevar a cabo medidas revolucionarias desde que se desmarcó de la ideología revolucionaria y abrazó pensadores de la talla de Heinz Dieterich y su Socialismo del Siglo 21, o como Eduard Bernstein y de asistir a conferencias como el Foro de Sao Paulo donde se habla hasta la saciedad de todos los problemas dentro del capitalismo, pero menos de cómo llevar a cabo la revolución. Y así mismo han hecho a un lado los clásicos del socialismo científico ya sea por comodidad o por ignorancia.
Hugo Martínez irrumpió en la escena por las presidenciales con un discurso de apertura e inclusión de las bases, de superar los errores que ha cometido el partido en su interior, lo cual se considera acertado. Sin embargo, pueda ser que sea demasiado tarde, los niveles de credibilidad de estos dirigentes están por los suelos. Para que se les otorgue un verdadero poder a las bases, no basta con escucharlas, se deben contar con los mecanismos que les permitan incidir en la vida orgánica del partido y no ejecutar simplemente formalismos como la “ratificación de X candidato” y la formación de los EPEL. La elección de sus delegados para que representen los intereses de la clase trabajadora, campesina y clase media comprometida debe ser de manera transparente y con una clara orientación de clase y revolucionaria.
La trayectoria de HM como la de muchos dirigentes del partido, no ha sido la de un luchador incansable por un cambio radical en la sociedad, en ninguna de sus intervenciones aparece como un férreo enemigo de la desigualdad y la justicia social o con un discurso anticapitalista, sino como el conciliador perfecto de intereses contrapuestos, algo que le viene como anillo al dedo a la clase hegemónica del país y de los intereses de los EUA. Esto tiende a desilusionar a la militancia y seguidores que correctamente ven esto no como una profundización de los cambios, sino como una continuidad del reformismo. Las opciones para las presidenciales se reducen a dos candidatos considerados de izquierda con discursos muy similares en cuanto al camino a seguir, y por el otro el representante abierto de la burguesía. Rosa Luxemburgo en Reforma Social o Revolución planteaba hace años la tendencia que siguen los dirigentes socialdemócratas en la actualidad:
“…quien para transformar la sociedad se decide por el camino de la reforma legal, en lugar y en oposición a la conquista del Poder, no emprende, realmente, un camino más descansado, más seguro, aunque más largo que conduce al mismo fin, sino que, al propio tiempo, elige distinta meta, quiere, en lugar de la creación de un nuevo orden social, simples cambios no esenciales, en la sociedad ya existente”.
[1] Miranda Cuestas Guillermo (Abril 18/2018). Canciller Hugo Martínez: “Es importante que el FMLN reconozca los errores cometidos». San Salvador, ES.: elsalvador.com. Recuperado de https://www.elsalvador.com/noticias/nacional/472458/canciller-hugo-martinez-es-momento-que-el-fmln-reciba-el-mensaje-y-reconozca-errores/