Nuestro país, en lo que respecta a la superestructura estatal, yace en una crisis económica que ha atado de pies y manos al gobierno de Cerén. Dicha crisis posee raíces profundas: administración privada del sistema de pensiones, elusión y evasión fiscal y deuda pública, acumuladas bajo la lógica del funcionamiento de un Estado burgués y del sistema capitalista.
Nuestro país, en lo que respecta a la superestructura estatal, yace en una crisis económica que ha atado de pies y manos al gobierno de Cerén. Dicha crisis posee raíces profundas: administración privada del sistema de pensiones, elusión y evasión fiscal y deuda pública, acumuladas bajo la lógica del funcionamiento de un Estado burgués y del sistema capitalista.
En los últimos dos meses hemos presenciado una serie de ataques de la burguesía y su representación política: ARENA, atrincheradas desde algunas entidades estatales que aún tienen en su total poder y que utilizan para anteponer sus intereses sobre los de la clase trabajadora, léase Asamblea Legislativa y Corte Suprema de Justicia desde la Sala de lo Constitucional.
Estos ataques solo han aumentado la miseria y nublado más el futuro de la clase trabajadora salvadoreña, ya que van desde no asegurar una vejez digna para los trabajadores hasta la amenaza de declarar inconstitucional el Presupuesto Nacional de este año por parte de la Sala. Todo con el fin de desacreditar al gobierno del FMLN y preparar el terreno para retomar el Ejecutivo y así continuar con los mecanismos de sostenimiento del sistema capitalista en crisis: políticas privatizadoras y de austeridad.
Pensiones
La administración privada desde las AFP de los ahorros de los trabajadores para su vejez, producto de la privatización de 1998, es un sistema que funciona sobre la base de especulación en la bolsa de valores y de acumulación de ganancia a costa de lo aportado por los trabajadores.
La maniobra con la que fueron privatizadas las pensiones puso en jaque a las arcas estatales, de ahí los Fideicomisos de Obligaciones Previsionales, FOP, y los Certificados de Inversiones Provisionales, CIP, que han funcionado para seguir agotando los recursos económicos del Estado al prestarle dinero, con intereses impagables, a las AFP para pagar a los pensionados que aún están en obligación estatal.
Desde los primeros meses del año, la crisis estatal se ha agudizado mucho debido a esta cuestión, y en nuestros días ha llegado a un punto crítico. El gobierno decidió no incorporar en el presupuesto nacional los intereses de FOP y CIP, ni el pago a los jubilados del IPSA, y tampoco la devolución de renta a contribuyentes.
¿Por qué el gobierno decidió no incluir estas cuestiones en el presupuesto? Para responder esta pregunta es necesario contrastar los fríos datos de la recaudación estatal, de la deuda pública y de la evasión y elusión fiscal. Por ejemplo, según el informe de rendición de cuentas del Ministerio de Hacienda para el año 2016, la recaudación estatal rondó $2,400 millones, mientras el Estado dejó de percibir, en ese mismo lapso, cerca de $1,513 millones, producto de la elusión y evasión fiscal. A la par de que solo para finales de este año el gobierno debe cancelar $1,606.5 millones en calidad de deuda pública, es decir deuda interna –en su gran mayoría por intereses acumulados con las AFP-, y externa –prestamos con Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y cooperación internacional realizados en años anteriores-.
Por tanto, con una deuda de esta magnitud, con una elusión y evasión fiscal muy alta, y con una recaudación estatal muy baja, podemos responder que se hizo necesario no incluir temporalmente estas cuestiones en el presupuesto nacional -de $4,957.8 millones-, ya que existen necesidades más primordiales a solventar. Lo que se esperaba era cubrir en el corto plazo estas deudas a través de “donaciones” y más préstamos, como se materializó en abril pasado.
El tema de las pensiones posee muchas propuestas de reforma, pero la mayoría han sufrido una serie de modificaciones a favor de los grandes empresarios, aglutinadas en dos propuestas de sistema mixto, la del gobierno y la de las AFP, cabe destacar que ninguna toca de raíz el problema solo posterga la agudización de la crisis.
La presión de los organismos financieros internacionales
Recientemente, los organismos financieros como el FMI y el BM se han pronunciado en torno a “su preocupación” ante la crisis fiscal que atraviesa el Estado de El Salvador. Estos señores, representantes del poder económico del capital, solo persiguen un fin: poner en práctica políticas de austeridad que libren temporalmente al sistema capitalista de su crisis, y hundan más en la miseria a la clase trabajadora, ya que no se puede estabilizar el sistema en esta crisis, sin pasar necesariamente sobre los intereses de los trabajadores, atacando sus niveles de vida.
Lo anterior se reafirma en las propuestas que desde hace ya mucho tiempo repiten, gritan y exigen al gobierno, que esconden y pintan tras una demagogia barata, pero que en esencia solo demuestran sus intereses mezquinos. Por ejemplo: la elevación del IVA, la “pronta solución del conflicto de las pensiones a través de una reforma de este sistema” –respaldando por supuesto la de las AFP-, la reducción de la inversión en salud, educación y programas sociales, entre otras.
Partido revolucionario y métodos de lucha
Ante esto, no existe por parte del gobierno del FMLN una política revolucionaria para salir de esta situación complicada beneficiando a los trabajadores y no a la burguesía. Por el momento, el gobierno no traza una perspectiva clara de cómo pagará el abono de la deuda con las AFP programado para este mes de septiembre, pero si seguimos la lógica del actuar pasado del gobierno, es casi seguro que se reajuste el presupuesto, en materia de salud, educación u otro rubro social.
Una serie de “argumentos” son proclamados por nuestros dirigentes para defender estas medidas, desde que “no existe la correlación de fuerzas para tomar medidas radicales para solucionar la crisis”, pasando porque “las alianzas en el campo parlamentario son indispensables eternamente para avanzar como país en la resolución de dicha crisis económica estatal”, hasta que “por medio de reformas, políticas electorales, y más escaños en el Estado burgués conseguiremos la construcción del socialismo”.
Desde las posturas clásicas del marxismo revolucionario, nosotros siempre hemos explicado y defendido que las tácticas parlamentarias de un partido socialista de los trabajadores deben estar acompañadas del movimiento organizado de las masas, es decir bases y dirección del FMLN, sindicatos y organizaciones consecuentes, aquí es donde reside la verdadera correlación de fuerzas revolucionaria. A su vez, que debe utilizar las instancias del Estado burgués como tribunas de denuncia pública y demostrar desde ahí sus limitantes para solventar las demandas más sentidas de la clase trabajadora.
Bajo estos lineamientos, consideramos que el gobierno del FMLN debe dejar de intentar conciliar los intereses de la clase trabajadora con los de la burguesía, y sentar una clara postura revolucionaria, ampliamente discutida y promovida por sus bases proletarias, por los trabajadores organizados en los sindicatos, y por la juventud revolucionaria aglutinada en estas mismas instancias.
Debemos tener en cuenta, que pagar deudas acumulando más por medio de los préstamos, es como caminar vendado de los ojos directo hacia un abismo. Por ello, debemos realizar una agitación para que la política revolucionaria que debe seguir nuestro partido en el gobierno contemple: el combate de la elusión y evasión fiscal por medio de la imposición de impuestos regresivos con contraloría social de los trabajadores sobre los mismos; la pronta nacionalización del sistema de pensiones sin indemnización para los dueños de las AFP; y el desconocimiento de la deuda pública ante los organismos financieros nacionales e internacionales, ya que es una deuda creada y acumulada por los gobiernos de ARENA y que no tiene posibilidad de ser pagada.
Todo ello a partir de una agitación, educación y organización constante de las filas de trabajadores aglutinados en el FMLN y los sindicatos, que se traduzca en movilizaciones y protestas de masas, que respalden con lucha revolucionaria en las calles estas medidas, esta es la forma más adecuada de preparar a las bases militantes para las batallas decisivas que se avecinan en la lucha de clases en nuestro país. Comprendiendo que estos son solo primeros pasos en el camino de la transición hacia socialismo en El Salvador.
De lo contrario, estas políticas de acumulación de deuda para cancelar intereses, están propiciando el terreno para desacreditar al gobierno del FMLN y para que la burguesía vuelva al poder, es decir, solo abre las montañas para que el huracán de la reacción pase y destruya todo lo que nuestro gobierno ha construido en beneficio de la clase trabajadora.
¡Por medidas socialistas que nos saquen de la crisis!