EE.UU.: La foto policial de Trump: más agitación e inestabilidad en el horizonte

Danielle Anderson


El 24 de agosto, Trump fue arrestado por cuarta vez en el año, esta vez en Atlanta, por delitos graves derivados de presuntos intentos de manipular el recuento de votos de Georgia durante las elecciones de 2020. Fue fichado, se le tomaron las huellas dactilares y se le fotografió en la cárcel del condado de Fulton. Mientras los demócratas y sus seguidores liberales elogiaron la fotografía policial en celebración de la “justicia” burguesa, Trump la monetizó. En 24 horas, su campaña recaudó 4,18 millones de dólares en donaciones políticas y ventas de productos de fotografías policiales, rompiendo el récord de recaudación de fondos en un día de campaña y es más de la mitad de la cantidad recaudada desde que anunció oficialmente su candidatura siete meses atrás. En el momento de escribir este artículo, la cifra asciende a más de 9,4 millones de dólares.

Los problemas legales de Trump son de una escala tan vertiginosa que es difícil seguirles el ritmo a todos. El aspirante a presidente por el Partido Republicano de 2024 se enfrenta a 91 casos en cuatro jurisdicciones diferentes. Ya se han establecido tres fechas para juicio. El primero comenzará en vísperas de las vitales primarias del “Supermartes” en marzo. Los otros dos están programados antes de las últimas elecciones primarias estatales el 4 de junio. Esto significa que en 2024 un candidato presidencial podría presentarse tras las rejas por primera vez desde la histórica campaña del Partido Socialista de Eugene V. Debs en 1920 .

Sin embargo, por ahora Trump está en libertad bajo fianza. Compárese esto con las más de 400.000 personas en Estados Unidos que actualmente se encuentran en prisión preventiva. El 75% están acusadas de delitos menores y no violentos y el 43% son negros. Todos tienen una cosa en común: a diferencia de Trump, no pueden pagar la fianza.

Durante el primer debate presidencial Republicano, se preguntó a los candidatos si votarían por Trump en caso de ganar la nominación del partido aun siendo un delincuente convicto. Cinco de cada ocho levantaron la mano, incluido el gobernador de Florida, Ron DeSantis, aunque este haya encabezado la acusación para impedir que ex delincuentes recuperen su derecho al voto, y mucho menos postularse para presidente.

La naturaleza de clase de los tribunales y del sistema de “justicia” en este país nunca ha sido más clara. No es de extrañar que sólo el 14% de los encuestados en Gallup dicen tener “mucha” confianza en el sistema de justicia penal. Es sólo una razón más por la que la mayoría de los estadounidenses están hartos del statu quo. Rechazan cada vez más a ambos partidos capitalistas, Republicano y Demócrata; aunque por ahora carecen de una alternativa real.

Según una reciente encuesta de Reuters, el 54% en Estados Unidos desaprueba la presidencia de Joe Biden. Incumplió sus promesas populares de campaña de asegurar el derecho al aborto, perdonar las deudas de los préstamos estudiantiles y prohibir nuevos proyectos de extracción de petróleo y gas con el método del fracking en tierras federales. Si a esto le sumamos una inflación persistente y una crisis económica que se avecina, no sorprende que millones de personas estén desilusionadas con él y su línea capitalista. Para superar la impopularidad de Biden, los Demócratas están tratando de trasladar su lucha política contra Trump de las urnas a los tribunales. Los Republicanos han respondido del mismo modo a través de su campaña para procesar al hijo de Biden, Hunter , y el presidente de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, continúa coqueteando con el proceso de destitución del propio presidente.

Cada día que pasa, prácticamente todas las instituciones (construidas por los capitalistas durante siglos para asegurar y defender su dominio) están más desacreditadas. Esto incluye el sistema judicial. Incluso la alguna vez venerable Corte Suprema no es inmune, ya que la confianza de la ciudadanía en ella está cayendo en picado a raíz de sus decisiones reaccionarias. Se estima que un 37% de los estadounidenses cree que las acusaciones de Trump por subversión de las elecciones de 2020 se basan en una evaluación injusta de la evidencia y la ley. Mientras tanto, los líderes del Partido Republicano están divididos sobre el apoyo al expresidente. Todo esto es una receta perfecta para la inestabilidad y agitación de cara a 2024 .

A pesar de las más entrañables esperanzas de los liberales, ni los tribunales capitalistas ni el Partido Demócrata pueden derrotar al trumpismo reaccionario. La clase trabajadora sí puede hacer eso. Esta clase por sí sola tiene el potencial de detener la economía estadounidense. Cualquiera que dude de esto, sólo necesita mirar a los conductores de UPS. Si se hubieran declarado en huelga este mes, le habría costado a la empresa un estimado de $816 millones en tan solo 10 días. Apenas el año pasado, Biden, el Congreso y los burócratas sindicales colaboraron para evitar una huelga ferroviaria, que habría afectado al 40% de todos los productos transportados en Estados Unidos.

La sofocación de la iniciativa de la clase trabajadora por la legislación reaccionaria y unos líderes cobardes han tenido resultados nefastos. Con una polarización creciente y sin alternativa de clase, algunos trabajadores se han movido hacia el trumpismo, y podrían ser más. Por eso es vital captar el sentimiento combativo de la reciente ola de huelgas y luchas. Debe surgir un nuevo partido para luchar contra los Republicanos, los Demócratas y la clase capitalista a la que sirven. Sin embargo, no sirve cualquier partido. Necesitamos un partido comunista combativo que una a la clase trabajadora detrás de un programa socialista revolucionario . Con un partido así, los trabajadores –que crean toda la riqueza de la sociedad– fácilmente barrerían a los Biden y a los Trump, podrían tomar el poder en sus propias manos y transformar el mundo en un lugar que valga la pena transmitir a las generaciones futuras.

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