El Partido Comunista de Cuba celebró su 8º congreso en la Habana del 16 al 19 de abril, coincidiendo con el 60 aniversario de la proclamación del carácter socialista de la revolución, en la víspera del intento de invasión en Playa Girón. El congreso culminó el proceso de relevo de la dirección histórica en un contexto de grave crisis económica y de peligrosas reformas económicas.
En Cuba los símbolos son importantes y a veces dicen más que los documentos. El congreso del PCC, reducido en número por las condiciones impuestas por la pandemia, estaba presidido por los retratos de Martí, Baliño, Mella y Fidel. Un compañero cubano preguntaba ¿dónde están Marx y Lenin? Lo cierto es que la última vez que los representantes del comunismo internacional presidieron fue en el V Congreso celebrado en octubre de 1991, mientras en la URSS se desmoronaba el estalinismo, de la mano del PCUS.
Los retratos que presidían el VIII Congreso reforzaban la principal idea que se quería transmitir en el mismo: la continuidad de la revolución cubana. Así Baliño, representaba la continuidad entre el Partido Revolucionario Cubano de Martí y el primer Partido Comunista de Mella y Fidel representaba la revolución cubana de 1959.
Además, el congreso se celebraba coincidiendo con el 60 aniversario de Playa Girón, el 16 de abril de 1961, cuando la revolución cubana, armando a obreros y campesinos, asestó una derrota apabullante a la contrarrevolución y el imperialismo. En la víspera del intento de invasión, Fidel Castro proclamó el carácter socialista de la revolución, que ya de hecho había expropiado la tierra, la banca y las grandes empresas, multinacionales y cubanas.
La idea que se quiere transmitir es, aunque la generación histórica, la que hizo la revolución cubana, se retira, la revolución continúa. Raúl Castro, de 89 años, dejó el cargo de secretario general del PPC, después de haber dejado el de presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular en 2018. Salen además 88 miembros del Comité Central, incluyendo toda la generación histórica y se renueva un 20% de los miembros del Buró Político.
Este relevo no es algo menor. Esta es la generación que no solo dirigió la revolución en 1959, sino que resistió la presión de la restauración capitalista después de la caída del estalinismo. Esta dirección que ahora sale tiene un prestigio y una autoridad que no se puede transmitir automáticamente a su relevo. Su salida, además, es reflejo de la evolución de la sociedad cubana. Por edad, quedan ya muy pocos cubanos que recuerden cómo era la vida bajo el capitalismo. Los cubanos menores de 40 años han crecido y vivido en la época del período especial y de la introducción de concesiones al mercado y no recuerdan el tiempo en que la ayuda de la URSS permitía unos niveles de vida mejores.
El Congreso, además, se celebró a un año de la pandemia del Covid-19 que ha tenido un impacto brutal sobre la economía cubana, cuyo PIB cayó un 11%, el peor registro desde 1993, lo que llevó a algunos a hablar de un nuevo período especial. Uno de los principales factores fue la caída brusca del turismo, con una entrada de 1 millón de turistas, un 75% menor que en 2019 cuando fueron 4 millones, teniendo en cuenta que ese año ya la cifra había sido un 20% menor a 2018 por el endurecimiento de las sanciones por parte de Trump.
La caída del ingreso turístico significó una fuerte caída del ingreso en divisas, limitando la capacidad de compra de Cuba en el mercado mundial. A eso hay que añadir el aumento de gastos provocado por la pandemia, unos 300 millones de dólares en comprar en pruebas de PCR y laboratorios de biología molecular, y el equivalente a 85 millones de dólares en sufragar medidas de aislamiento social. Esta situación ha llevado a un fuerte aumento de la escasez de alimentos, provocando largas colas para adquirir productos básicos de comida.
La llegada de Biden al poder en EEUU no ha significado, hasta el momento, ningún cambio en la política de embargo y agresión por parte del imperialismo. Todas las medidas tomadas por Trump para endurecer las sanciones y el bloqueo se mantienen.
En este contexto, el gobierno cubano aceleró una serie de planes económicos que ya habían sido aprobados en los Lineamientos del VI Congreso en 2011, pero que nunca se habían llegado a aplicar. Estas medidas, bajo el nombre de “Tarea Ordenamiento” incluyen la unificación cambiaria y monetaria, además de toda otra serie de medidas que fortalecen el mercado y el sector privado de la economía.
La aplicación del Ordenamiento no ha estado exenta de problemas, con aumentos desorbitados de los precios, recortes de algunas ayudas sociales, que han provocado un fuerte malestar y quejas entre la población. En una lucha de fuerzas vivas, el gobierno se ha visto obligado a realizar algunos ajustes a la aplicación de las medidas del Ordenamiento.
El informe de Raúl Castro al VIII Congreso reflejó esa insatisfacción, con una dura crítica a la Comisión de Implementación y Desarrollo de los Lineamientos que «no logró organizar, de manera adecuada, la participación de los diferentes actores involucrados en la implementación de los Lineamientos y asumió funciones que excedían el mandato otorgado por el Congreso». Como consecuencia de esta crítica, el responsable de la Comisión, Marino Murillo, considerado por la prensa burguesa internacional como el “zar de las reformas” fue eliminado del CC.
El monopolio del comercio exterior y los límites de las reformas
El informe de Raúl Castro también contenía algunas afirmaciones muy interesantes en relación a la economía. Castro mencionó la ampliación de la lista de actividades permitidas al sector de trabajadores por cuenta propia y señaló como “esta decisión, … fue, como era de esperar, cuestionada a los pocos días y calificada de insuficiente por quienes sueñan con la restauración capitalista en el país y la privatización masiva de la propiedad del pueblo sobre los principales medios de producción. … Parecería que el egoísmo, la codicia y el afán de mayores ingresos provocan en algunos el aliento para desear que se inicie un proceso de privatización que barrería los cimientos y las esencias de la sociedad socialista construida a lo largo de más de seis décadas”. Raúl Castro, correctamente vinculó la restauración capitalista con la destrucción de las conquistas de la revolución: “Por ese camino, en poco tiempo se desmontarían también los sistemas nacionales de educación y de salud pública, ambos gratuitos y de acceso universal para todos los cubanos.”
Raál Castro defendió claramente el monopolio del comercio exterior: “Otros, esperando hacer estallar el principio socialista del monopolio del Estado sobre el comercio exterior, vienen reclamando que se autorice la importación comercial privada en el ánimo de establecer un sistema no estatal de comercio interior,” y lo vinculó a los límites de las reformas económicas: “Hay límites que no podemos rebasar porque las consecuencias serían irreversibles y conducirían a errores estratégicos y a la destrucción misma del socialismo y por ende de la soberanía e independencia nacionales.”
Esta parte del discurso de Castro es muy significativa. De hecho, en los años 1920, durante el debate sobre la NEP, Lenin insistió en la importancia del monopolio del comercio exterior y formó un bloque con Trotsky para defenderlo contra la opinión de Bukharin que estaba por sustituir el monopolio del comercio exterior por un sistema de tarifas arancelarias, y contra la opinión de Stalin, Kamenev y Zinóviev que querían relajar el monopolio. La defensa de Lenin del monopolio del comercio exterior se expresaba en términos que son muy relevantes para Cuba hoy: “Añadiré que la apertura parcial de las fronteras encierra graves peligros en cuanto a las divisas, pues en la práctica nos veríamos reducidos a la situación de Alemania; existe el grave peligro de que penetren en Rusia la pequeña burguesía y toda clase de agentes de los rusos emigrados, sin que tuviéramos la más mínima posibilidad de ejercer control alguno sobre ellos.” (Lenin, Acerca del monopolio del comercio exterior, OC, Tomo XXXVI, p 464, Akal)
Lenin, que era consciente de los peligros de las concesiones al capitalismo que la NEP representaba, consideraba que esta cuestión era muy importante. Durante la enfermedad que finalmente llevó a su muerte, Lenin lanzó una lucha contra la burocracia que se concentraba en dos aspectos, uno, la cuestión del monopolio del comercio exterior, dos, la lucha contra las tendencias chovinistas gran rusas en el tratamiento de la cuestión nacional en Georgia por parte de Stalin y sus aliados.
Posteriormente, en 1927, en la lucha contra la burocracia estalinista, Trotsky volvió a insistir en la cuestión de la importancia del monopolio del comercio exterior: “El monopolio del comercio exterior es un arma necesaria para la construcción socialista cuando los países capitalistas poseen un más alto nivel tecnológico, pero la economía socialista actualmente en construcción sólo puede ser defendida por este monopolio si se acerca continuamente a la economía mundial por lo que respecta a la técnica, el coste de la producción y la calidad y el precio de sus productos” El programa de la Oposición Unificada de 1927 declaraba: “Debemos oponer una resistencia decisiva a todo intento de entrometerse en el monopolio del comercio exterior.” (La Plataforma de la Oposición Unificada, Cap 4, 1927)
Claramente el discurso de Raúl Castro en el VIII congreso iba dirigido contra aquellos que quisieran avances rápidos hacia la restauración del capitalismo, algo que no podemos sino aplaudir. Sin embargo, el problema es que las reformas económicas aplicadas hasta ahora van justamente en esa dirección, aunque quizás no todo lo rápidamente que algunos quisieran.
Como hemos explicado anteriormente, las medidas adoptadas bajo la rúbrica de la Tarea Ordenamiento van en la dirección de aumentar los mecanismos de mercado dentro de la economía cubana, aplicarlos a la valoración de la eficiencia de las empresas del sector estatal, primar los incentivos materiales y la competencia entre empresas, la eliminación del principio de universalidad de las políticas sociales, etc.
Diferencias con la NEP
Es más, a diferencia de la NEP en la URSS en los años 1920, que Lenin presentaba claramente como una serie de retrocesos impuestos por la situación económica, y concesiones necesarias pero no exentas de peligros al capitalismo; en Cuba las reformas económicas se presentan como algo positivo, la única manera para “liberar las fuerzas productivas”, como si la planificación estatal fuera el corsé que impide el desarrollo de la economía. Esto es algo potencialmente muy peligroso.
Otra diferencia crucial es que en la URSS, al tiempo que se hacían concesiones al capitalismo a través de la NEP, se establecía una batalla para fortalecer la democracia obrera y combatir el burocratismo. En Cuba, la discusión sobre el control obrero y la participación efectiva de los trabajadores en la gestión de la economía y la administración pública ha estado totalmente ausente de las discusiones oficiales del Congreso del PCC.
Mientras que en el Congreso del Partido Raúl Castro criticaba a los que anhelan una restauración capitalista, el día antes del inicio del mismo se realizó un encuentro entre representantes del gobierno, el Partido y la Asamblea Nacional y el sector privado (“representantes de las Formas de Gestión No Estatal”) para subrayar el papel que el mismo juega en la economía cubana. El mensaje del encuentro lo resumía Cubadebate: “Cuba seguirá avanzando en el desarrollo de las formas de gestión no estatal”.
El propio Castro en el mismo informe decía: “No han dejado de estar presentes problemas estructurales del modelo económico que no proporciona suficientes incentivos para el trabajo y la innovación. Para transformar de manera irreversible este escenario, se impone imprimir mayor dinamismo al proceso de actualización del modelo económico y social”
En realidad, a pesar de las palabras de Raúl Castro en su informe, el rumbo de la política económica en Cuba es claro. Las medidas aprobadas ya hace 10 años y sobre todo el golpe de timón del Ordenamiento representan un conjunto de reformas que tienen su propia dinámica: la del fortalecimiento del mercado en detrimento de la planificación, y el fortalecimiento de la acumulación privada en detrimento del sector estatal. Esta dinámica es independiente de la voluntad subjetiva del que aplica las reformas.
Esta es también la opinión del economista cubano-americano pro-capitalista Arturo López-Levy que minimiza la importancia de los “límites” que mencionó Castro: “Los límites y las líneas rojas irán moviéndose con la vida. Las reformas traerán más presión de otras reformas, y otro tipo de cambios llegarán por carambola”.
Los representantes del capital internacional no parecen en realidad muy preocupados por las advertencias de Castro. El Financial Times las interpretaba así: “Se pronunciaron palabras similares antes de casi todas las reformas emprendidas durante la última década, lo que indica que sigue habiendo una seria resistencia en las filas.” Es decir, para ellos las advertencias de Castro eran solamente un guiño a la galería, hacia un sector que se resiste a aplicar medidas pro-capitalistas, pero que no tiene el poder para detenerlas.
La entrada en el Politburó del general Luis Alberto Rodríguez López-Calleja, director de GAESA, el complejo empresarial vinculada a las Fuerzas Armadas Revolucionarias, es también significativa del poder que tiene ese sector, el de los gestores de la economía, en la dirección del partido.
Cuando se discutieron los Lineamientos en 2011, los documentos del Congreso fueron objeto de un proceso amplio de discusión que implicó a millones de personas. El proceso tuvo un carácter plebiscitario, es decir, la discusión fue amplia pero no había cauces reales para que las discusiones en la base tuvieran un reflejo en las decisiones finales. En esta ocasión no ha sido así. Se puede argumentar que el Congreso no tomó decisiones de cambios fundamentales, pero lo cierto es que el momento político y sobretodo económico es de importancia crucial para el futuro de la revolución cubana y no se habilitaron mecanismos para discutirlos, ni siquiera los mecanismos limitados que se usaron en 2011.
Más socialismo
Eso no quiere decir que no haya habido discusión. La extensión del acceso a internet y las redes sociales ha creado gran cantidad de foros, grupos de discusión y chats que vehiculan una animada discusión sobre la revolución cubana y su futuro. Muchas de estas discusiones están dominadas por sectores contrarrevolucionarios y abiertamente restauracionistas. Otras por sectores liberales y socialdemócratas. Pero también hay algunos de estos foros que agrupan aquellos que se consideran abiertamente socialistas, comunistas, marxistas, etc.
Una de esas discusiones, agrupada bajo la etiqueta #MásSocialismo, terminó elaborando una carta al VIII congreso del PCC. La carta es muy interesante como síntoma de algunas de las discusiones que están teniendo lugar entre jóvenes cubanos que se describen como “marxistas, anticapitalistas y martianos” acerca del futuro de la revolución. Los redactores de la carta señalan “con preocupación fenómenos que podrían comprometer el futuro del socialismo cubano,” y pasan a describirlos: “muchas de las actuales cooperativas no agropecuarias (CNoA) son un fraude, pues en la práctica un dueño adinerado (a veces residente en el exterior) paga un salario a sus trabajadores en lugar de distribuir ganancias. Son micro, pequeñas y medianas empresas (MiPyMEs) privadas camufladas. Asimismo, muchos de los actuales cuentapropistas (TCP) son dueños de MiPyMEs también, o sea, no cumplen con el verdadero concepto de TCP, que es el trabajador que se emplea a sí mismo y a su familia en una actividad económica. Desde que se permitió la contratación de trabajadores a los «TCP», se convirtieron en pequeños capitalistas.”
Los autores de la carta señalan el impacto que este desarrollo de una pequeña burguesía capitalista ha tenido en el terreno de la diferenciación social y de la ideología: “Diversos fenómenos negativos se han manifestado durante estos años de apertura al pequeñocapitalismo, como la gentrificación en ciudades y zonas turísticas, el sexismo y el racismo en la contratación de trabajadores, la explotación laboral extrema (que viola el Código de Trabajo), así como la proliferación de la corrupción y de antivalores como el egoísmo, el individualismo y la insensibilidad.”
La carta, aunque refleja la confusión propia de un debate que apenas empieza, apunta también al centro de la cuestión: aunque existe la propiedad estatal de los medios de producción, en realidad los trabajadores no son dueños de la misma. “Los obreros no son ni se sienten dueños de su centro laboral, no tienen control de la producción, no eligen a sus dirigentes, sino que estos son designados «desde arriba», los sindicatos son apenas una triste sombra del poder real que podrían y deberían tener, se cometen errores en la gestión que cuestan millones por falta de transparencia y control popular, no pocos dirigentes y mandos medios lucran de su cargo y son auténticos capitalistas estatales.”
La existencia de una burocracia que gestiona la economía y el estado conduce a la ineficiencia, el despilfarro, la corrupción y la indolencia. Ante esta situación, la Tarea Ordenamiento propone usar el mecanismo del mercado y los incentivos materiales como látigo para aumentar la productividad del trabajo. El problema es que ese camino abre la puerta a poderosas tendencias hacia la restauración del capitalismo. La pequeña burguesía que describen los autores de #MasSocialismo no es peligrosa en sí misma, sino por el hecho de que tiene detrás de sí al mercado mundial y a los capitalistas cubanos de Miami.
Los autores de la carta correctamente contraponen a esto el control obrero: “El poder obrero debe liderar la gestión en una empresa socialista. Ha de confiarse en el movimiento obrero … La transparencia en la gestión económica juega un imprescindible rol en el control ciudadano y obrero que debe existir en una sociedad socialista. Sin transparencia no habrá control, y viceversa.”
Aunque algunas de sus propuestas concretas son confusas y otras contraproducentes (por ejemplo la “capitalización de las Sociedades Anónimas”) en general el documento apunta en la dirección correcta: a favor del control obrero, contra la restauración capitalista y contra la burocracia. Por ejemplo, se habla de “mecanismos para la transferencia de poder a los trabajadores, … la elección obrera democrática de los cuadros y cargos medios y la transparencia en la gestión económica.” Se propone también “prohibir por ley que cuadros del Partido Comunista de Cuba y altos funcionarios del Gobierno posean (sean dueños de) MiPyMEs privadas; con el fin de evitar desviaciones observadas en procesos de apertura económica similares.”
La discusión acerca de #MásSocialismo, más allá de los errores o limitaciones que pueda tener, es sintomática de algunos de los debates que se están dando en Cuba entre aquellos que quieren defender la revolución y se oponen al capitalismo, pero al mismo tiempo rechazan la burocracia. El problema no es la propiedad estatal de los medios de producción en sí, sino su gestión burocrática, y por lo tanto la solución no es el mercado sino el control obrero.
De la encrucijada en que se encuentra la revolución cubana se sale luchando por el control obrero y por una política internacionalista. Por nuestra parte, nos colocamos en el campo de la defensa de la revolución contra el imperialismo y queremos contribuir modestamente al debate con las ideas del marxismo revolucionario, las ideas de Lenin y Trotsky.