«¿Qué cree usted que es un artista? ¿Un imbécil que sólo tiene ojos si es pintor, oídos si es músico, una lira que ocupa todo su corazón si es poeta, o incluso sólo músculos si es boxeador? Por el contrario, es un ser político, constantemente consciente de los acontecimientos estremecedores, airados o afortunados a los que responde de todas maneras. ¿Cómo sería posible disociarse de otros hombres; en virtud de qué indiferencia de marfil debes alejarte de la vida que tan abundantemente te proporcionan? No, la pintura no se hace para decorar apartamentos. Es un instrumento para la guerra ofensiva y defensiva contra el enemigo».
Pablo Picasso, Les Lettres Françaises. Marzo de 1945
Una de las obras de arte más importantes del siglo XX: el Guernica, de Pablo Picasso.Sin duda, se trata de una obra icónica contra la barbarie de la guerra pero no de “cualquier guerra”, como les gusta afirmar a los especialistas amancebados del establishment, sino contra las guerras de los poderosos que persiguen la opresión, la esclavización y el asesinato en masa de la gente común y corriente.
En enero de 1937, en plena guerra civil, el gobierno de la República española encargó a Pablo Picasso una obra de gran formato para ser exhibida en el Pabellón de España de la Exposición Mundial de París, que debía celebrarse en el mes de junio. El cometido del gobierno español era utilizar esta exposición como un alegato en defensa de la España republicana.
Durante meses, Picasso, que atravesaba en aquel momento una fase depresiva en su labor creativa, trató de buscar en vano una imagen que le inspirara y que estuviera a la altura de lo que él consideraba que debía expresar el cuadro.
El bombardeo de Guernica
El 26 de abril de 1937, el ejército franquista del norte peninsular, bajo la dirección de los generales Mola y Kindelán, encargó al Alto Comando Alemán el bombardeo aéreo de la ciudad vasca de Guernica, de unos 10.000 habitantes. El bombardeo fue llevado a cabo por la Legión Cóndor alemana, con apoyo de la aviación italiana.
Es ya conocido que la aviación alemana diseñó este bombardeo como un ensayo para posteriores bombardeos en la guerra mundial que se avecinaba, utilizando para ello los bombarderos Junker y Heinkel, que lanzaron cerca de 40 toneladas de bombas destructivas e incendiarias, algunas de hasta 250 kilos. Esto fue completado con el ametrallamiento desde el aire de la población que corría despavorida para ocultarse en los refugios y en los campos colindantes.
El bombardeo duró 3 horas, en oleadas regulares. El 85% de la ciudad quedó devastada. La cifra exacta de muertos oscila, según las fuentes, desde varios cientos hasta más de 1.000. Como en los bombardeos anteriores de las ciudades vascas de Eibar y Durango, el cometido era llevar el terror a la población civil, pero también había un elemento político en la elección de Guernica como objetivo militar, al hospedar los símbolos más importantes del pueblo vasco, como la Casa de Juntas y el roble centenario, símbolo de las libertades vascas.
Las noticias del bombardeo de Guernica y las fotografías de la matanza y devastación fueron reproducidas por la prensa europea en los días siguientes. Picasso quedó conmocionado por la magnitud de la masacre y las imágenes. La inspiración para su obra, que había permanecido comprimida en los pliegues ocultos de su cerebro durante meses, se desató explosivamente con una fuerza telúrica. El 1 de mayo realizó el primer esbozo de la obra, y tras 35 días de una labor frenética pudo presentarla a tiempo al mundo para que fuera exhibida en la Exposición.
Picasso era consciente de que estaba creando una obra imperecedera. El impacto de la misma fue enorme, y recibió una aclamación unánime. Después de la Exposición, el cuadro realizó una gira itinerante por media Europa, como instrumento de propaganda a favor de la República española. En mayo de 1939, la pintura fue embarcada hacia Nueva York, en un traslado auspiciado por el Museo de Arte Moderno (MOMA), para recaudar fondos para los refugiados republicanos españoles. En EEUU, el cuadro fue exhibido en nuevas giras por todo el país, hasta que a mediados de los años 40 quedó definitivamente expuesto en el MOMA.
El Guernica es una de las expresiones más elevadas del arte comprometido políticamente, que nada tiene que ver con el arte de propaganda. El Guernica es Arte con mayúsculas porque, como dice Alan Woods, tiene algo que decirnos, no es meramente una obra para admirar de un instante congelado, sino que suscita emociones en el espectador que le obligan a tomar conciencia y partido sobre un hecho, sobre una idea.
Contra el “revisionismo” del Guernica
Ocurre frecuentemente con las obras de arte que simbolizan el compromiso político, lo mismo que con los hechos históricos o los personajes revolucionarios, y es que pasado el tiempo se los trata como iconos inofensivos, castrando su contenido revolucionario. De la misma manera, se oculta frecuentemente la militancia comunista de Picasso.
Así, Paloma Esteban Leal, conservadora del Museo Reina Sofía de Madrid –donde está instalado el Guernica– comentaba hace unos años en una entrevista para el diario español El Mundo:
«En ‘Guernica’ no hay bombas, ni aviones, ni nada por el estilo porque no es una guerra u otra guerra, ni ésta ni aquélla; es la manera en que Picasso muestra su rechazo a cualquier tipo de violencia de la guerra».
No es casual que los críticos convencionales de arte traten de castrar el contenido concreto de esta obra, la masacre de la población de Guernica por el fascismo. Al presentarla como un mero lloriqueo “pacifista”, matan su verdadero mensaje que es la denuncia militante del militarismo opresor.
Despojar a una obra de arte, particularmente de arte comprometido, de su contenido concreto es una falsificación artística e histórica ¿Cómo separar el gran antecedente del Guernica, el gran cuadro de Goya “Los fusilamiento del 3 de mayo”, de los hechos que le dieron la vida: la brutal ocupación napoleónica, y el levantamiento popular de Madrid? Lo que estas grandes obras de arte tienen de general, de simbolismo para otras experiencias humanas, parte precisamente de los hechos concretos en que están inspiradas. Algo que nunca podrá alcanzar una obra que exponga el motivo de la guerra “en general”.
En la misma línea, el Museo Reina Sofía ha diseñado una exposición para conmemorar este 80º aniversario que se llama: “Piedad y terror en Picasso: el camino a Guernica”, donde se exhiben obras de Picasso desde 1924 con motivos de guerra y violencia que, supuestamente, le habrían ayudado a inspirarle el Guernica. Lo escandaloso de esta exposición es que ¡no contiene ni una sola referencia a la guerra civil española ni al bombardeo de Guernica!
El objetivo es similar al que señalamos antes, no mostrar la inspiración del Guernica en la barbarie fascista, sino en obras anteriores del artista, como si estuviéramos ante una expresión del “arte por el arte”, en lugar del arte por la vida. Ideas similares han venido a plantear numerosos “especialistas”, señalando que algunas de las figuras del Guernica se inspiran en cuadros de Girolamo Mirola, de Rubens, o en imágenes de la película “Adiós a las armas” de Frank Borzage ¡Algunos han llegado al punto de ver en el Guernica un trasfondo psicológico de la turbulenta vida afectiva del pintor!
Afortunadamente, el propio Pablo Picasso respondió por adelantado a estos “críticos”, cuando declaró en una entrevista mientras trabajaba en su obra:
«La guerra española es la lucha de la reacción contra el pueblo, contra la libertad. Toda mi vida como artista no ha sido más que una lucha continua contra la reacción y la muerte del arte. ¿Cómo podría alguien pensar por un momento que podría estar de acuerdo con la reacción y la muerte?… En el panel sobre el que estoy trabajando, que llamaré «Guernica», y en todas mis recientes obras de arte, expreso claramente mi aborrecimiento por la casta militar que ha hundido a España en un océano de dolor y muerte”.
Por si hiciera falta una palabra final sobre el carácter “político” del Guernica, baste decir que Picasso dejó por escrito su mandato –ya que nunca cedió la propiedad del cuadro– de que el Guernica sólo residiera en España cuando fueran restablecidas las libertades políticas, y no fue hasta 1981 que el cuadro quedó instalado en el país.
El simbolismo del Guernica
Aunque Picasso rechazaba con desdén estar en la obligación de «descifrar» el contenido concreto de sus obras, algo que consideraba indigno como artista, no podemos dejar de resaltar aquí el simbolismo de esta obra que tanto impacto ha provocado durante varias generaciones. A este respecto, mucho se ha escrito y dicho, y sólo reflejaremos unos cuantos apuntes.
Lo primero que capta nuestra atención es la ausencia de colores vivos, sólo el blanco y el negro matizados por los grises, el reflejo de la guerra, la desolación y la barbarie. La escena fundamental del cuadro recurre a un motivo profundamente español, como es la corrida de toros. El toro, impasible e inexpresivo, ubicado a la izquierda, representa la Bestia, que se yergue vencedora sobre el pueblo, representado por el torero que yace agonizante con su cuerpo destrozado y su espada rota, aunque su mano se aferra a una flor, que simboliza la vida. El caballo del “picador”, que ocupa el centro, aparece ensartado por una lanza, relincha de dolor y de injusticia con su cabeza y expresión desencajada vuelta hacia el toro. Debajo de este, una madre grita desgarradoramente al toro con su hijo muerto en sus brazos. A la derecha, devorada por el fuego, una figura humana –claramente inspirada en el “fusilado” del famoso cuadro de Goya que antes mencionamos– levanta sus brazos en señal de injusticia.
Dos mujeres se apresuran hacia el caballo y hacia el centro del cuadro, una extiende el brazo por encima de la cabeza sosteniendo una vela iluminando el alboroto, mientras la otra, semierguida y con sus piernas quebradas, parece suplicar.
Arriba en el centro, la bombilla eléctrica en forma de ojo y sol, es el testigo de la barbarie, que se encarga de ver para el resto del mundo, para que el crimen quede registrado.
El Guernica: Un llamamiento para la acción
El capitalismo es horror sin fin. Multitud de Guernicas han tenido lugar décadas después: en la 2ª Guerra Mundial, en Vietnam, Irak, Siria, Palestina, y otros sitios. Como dice Alan Woods: “El objetivo del gran arte no es entretener, no es sólo mostrar de una manera superficial y neutral, sino penetrar debajo de la superficie y exponer la realidad que reside debajo”. El Guernica nos sigue conmoviendo porque refleja la realidad actual del capitalismo. También es un manifiesto, un llamamiento de atención sobre lo que nos destina el capitalismo si no es derribado.
Pero otro mundo está pugnando por nacer, un mundo socialista sin guerras, explotación ni opresión. El Guernica debe inspirarnos para hacerlo realidad.