Tuvimos contacto con una trabajadora de la salud de una empresa privada en San Salvador, quien nos comentó su situación laboral llena de adversidades, hemos realizado un breve esbozo de su caso con el fin de exponer que la explotación laboral no tiene límites dentro del capitalismo y cruza desde las fábricas hasta los servicios sociales.
Tuvimos contacto con una trabajadora de la salud de una empresa privada en San Salvador, quien nos comentó su situación laboral llena de adversidades, hemos realizado un breve esbozo de su caso con el fin de exponer que la explotación laboral no tiene límites dentro del capitalismo y cruza desde las fábricas hasta los servicios sociales.
"A mí no me importa lo que diga el Código de Trabajo, esta es mi empresa y se acatan mis normas", fue la respuesta de la jefa de una empresa de gran renombre en el ámbito de la salud, que por cuestiones de seguridad al trabajo de la compañera no especificaremos, ante los reclamos de los trabajadores por las injusticias cometidas en dicho centro de trabajo.
Ella nos comenta que las normas de esta empresa violan los derechos laborales, a tal punto que tienen que trabajar 11 horas al día, sin tener derecho a que se reconozcan las horas extras, que con frecuencia se ven obligados a realizar debido a sus necesidades, -realmente trabajan 12 horas, pero la hora del almuerzo la empresa no se las cuenta y, por tanto, no se las paga-.
Además del hecho que deben entrar 15 minutos antes de su hora de entrada normal aparte de sus horas laborales antes mencionadas, los cuales sino son respetados son condenados a descuento. Si los trabajadores tienen programada su hora de entrada a las 7 am, se les obliga a marcar entrada y empezar labores a las 6:45, en jornadas de seis días a la semana, esto representa 1 hora 30 minutos, que al cabo de un mes suma 6 horas extras trabajadas que no son reconocidas en planillas. Generándole esto mucha más ganancia a la empresa.
Son solamente un grupo de trabajadores los que tienen que sufrir estas condiciones, generalmente los que realizan el trabajo práctico y cotidiano más pesado en el ámbito de salud, y en la mayoría de los casos, las mujeres. En el caso específico de nuestro contacto, ella no tiene derecho a un aumento salarial anual, además de otras trampas que han intentado hacerle para despedirle pues ha realizado intentos de concientización con sus demás compañeros para luchar por justas condiciones laborales.
Dentro del capitalismo la salud es una mercancía más, solo al alcance de aquellos que cotizan para acceder a ella –en el ámbito público- y de aquellos que pueden pagar por ella –en el ámbito privado-. En ese sentido, los trabajadores de la salud del ámbito privado sufren una explotación sin medida, ya que a los dueños de estas empresas de salud solamente les interesa generar ganancia a través del trabajo de sus empleados, ya que dicho servicio solo es accesible para la minoría social con más posibilidad económica, y no para las capas desposeídas de nuestro pueblo.
Ante ello, consideramos que es necesario aglutinar a un grupo de trabajadores de esta empresa que se ven afectados por las condiciones laborales expuesta arriba, y darle una expresión política y organizada a su descontento, nos referimos a la formación de un sindicato dentro de esta empresa, con previo asesoramiento del Ministerio de Trabajo, sin temor de ser despedidos –como frecuentemente sucede en estas empresas-, ya que solo organizados podrán solventar sus demandas más sentidas e impulsar la lucha porque la salud beneficie, en primera instancia, a su misma clase: la clase trabajadora.