Han pasado tres años, desde que Guatemala atravesó un proceso de movilizaciones de masas contra la corrupción del régimen, muchas de las tareas inmediatas quedaron pendientes en este proceso. Esto se debe fundamentalmente a la inexistencia de un partido revolucionario con claridad teórica que pudiera catalizar las energías de las masas y así poder iniciar el proceso de transformación revolucionaria del sistema corrupto sobre el cual se cimienta la sociedad guatemalteca.
El proceso de conducción en ese proceso estaba siendo orientado por canales confiables a través de la Comisión Internacional Contra la Corrupción en Guatemala, CICIG, que era principalmente financiada por los Estado Unidos a través de la Organización de las Naciones Unidas. En ese periodo, fueron puesto a la luz graves casos de corrupción que se habían desarrollado por políticos del Estado guatemalteco con el acompañamiento, desde luego, de los empresarios guatemaltecos y contradictoriamente con el aval y consentimiento de los Estados Unidos.
A través de la puesta en marcha de la CICIG los EE.UU. tenían el objetivo de evitar un levantamiento de masas incontrolable que pudiera ser peligroso para el desarrollo del sistema capitalista y que pudiera contagiar a los países vecinos de la región, incluso a México. Los imperialistas en las últimas décadas han transformado la forma de intervenir políticamente en las decisiones de otros países que están bajo su dominio. Bajo esta lógica el apoyo a la CICIG era clave, así lograron direccionar el movimiento a aceptar cambios cosméticos que no solventaron la profundidad de los problemas de los trabajadores guatemaltecos.
El imperialismo logró su objetivo, un presidente corrupto y tirano fue depuesto (Otto Pérez) y muchos de los funcionarios corruptos fueron apresados, la mayoría vinculados en una red llamada “La Línea” que era comandada por la vicepresidenta Roxana Baldetti, la cual desfalco millones de dólares del Estado. Esto demuestra que los imperialistas son capaces de sacrificar algunos peces pequeños con tal de resguardar sus intereses, pero sobre todo su sistema de explotación, que es en última instancia la raíz de todos los problemas del pueblo guatemalteco.
Un año después bajo una alianza de partidos políticos de derecha, denominada la Unión Nacional por la Esperanza, que prometieron el cielo y las estrellas en su campaña, pero que hasta la fecha, dos años después, el resultado ha sido más de lo mismo, llegó a la presidencia Jimmy Morales. El imperio ha podido controlar la rabia de los guatemaltecos y sus intereses comerciales, militares y políticos, por lo menos hasta hoy, no están siendo amenazados. Sin embargo, la CICIG ha querido continuar su trabajo y a pesar de estar financiada por el imperio, ha tenido que entrar en contradicción con los intereses de un presidente que al principio se mostró sumiso a los designios del mismo.
En agosto del año 2017 al recibir acusaciones de que familiares (un hijo y un hermano de Jimmy Morales) estaban siendo investigados por haber estafado al Fisco guatemalteco, la CICIG pidió el desafuero del presidente para que pudiese ser investigado por estos controversiales hechos. El presidente Morales respondió ante las acusaciones, declarando al Comisionado Velázquez persona “non grata”, sin dar argumentos serios o de peso del porque esta decisión tan radical, esta decisión no fue avalada por la Casa Blanca.
En abril del 2018 una investigación desarrollada por la CICIG y la Fiscalía de Guatemala, revelaría que la campaña electoral de Morales fue financia con dinero ilícito. El jefe de la CICIG en esas fechas declaró para los medios: “En esta investigación hemos determinado que, tanto los directivos del partido como otras personas (…) utilizaron diversos mecanismos para ocultar al menos un millón de dólares”.
El viernes 31 de agosto sin haberse resuelto los casos en los que supuestamente ha estado implicado el presidente Morales, él mismo anuncio desde el Palacio Nacional -respaldado por un buen número de militares y policías tras de sí, en una escena que recordó al golpe de Estado de Ríos Montt en 1982-, que no renovaría el mandato de la CICIG para el siguiente periodo, con el argumento de que la CICIG ha desatado el terror judicial en el país y que es culpable de violar las leyes constitucionales de la República, según activistas de Guatemala, Morales ha mantenido en completa vigilancia militar las oficinas de la CICIG después de las declaraciones.
Estas abruptas declaraciones de Morales, han desatado la incertidumbre en el país centroamericano, decenas de activistas se han movilizado inmediatamente después de las declaraciones del presidente. A pesar de lo contradictorio del proceso, no se puede asegurar que esto no esté siendo desarrollado por el aval de algunos de los políticos más recalcitrantes de Estado Unidos, como por ejemplo Marco Rubio quien es conocido a nivel mediático en Guatemala como el senador de la corrupción, al manifestar en muchas ocasiones sus críticas al trabajo de la CICIG y declararse también a través de las redes sociales como amigo de Morales. Esto también es la expresión de que los imperialistas no tienen una posición política clara en los asuntos internacionales, hay una división real en el régimen.
Los movimientos de Morales muestran una tendencia a la imagen de un pequeño tirano que no se ciñe tan fácilmente a los mandatos de sus amos, la decisión de presentarse junto a los destacamentos armados del Estado es también un mensaje que de ser posible puede hacer uso de la fuerza reaccionaria de estos para mantenerse en el poder. Las organizaciones revolucionarias, sindicatos y estudiantes deben confiar en sus propias fuerzas para poder desarrollar la ofensiva contra cualquier medida antidemocrática y represiva de Morales, la tarea inmediata es defender las conquistas democráticas alcanzadas a través de la lucha revolucionaria por el pueblo guatemalteco.