El pasado junio, por segunda vez y de manera inconstitucional, fue investido Nayib Bukele como presidente de El Salvador, tras obtener la mayoría de votos en las elecciones de febrero. Su triunfo se adjudica principalmente a la efectividad de su ‘política de seguridad’ contra las pandillas. En su discurso de investidura, destacó que este nuevo periodo estará centrado en solucionar el otro gran problema de los salvadoreños: la economía, y pidió plena confianza en él para hacer realidad el ‘milagro económico’.
Es verdad que la economía es uno de los problemas más sentidos de la clase trabajadora, los salarios no alcanzan para cubrir las necesidades básicas de los hogares salvadoreños, mientras el desempleo y la pobreza han aumentado. Estos problemas se han agudizado en los últimos años por la desastrosa política económica de la administración Bukele. Una de sus apuestas más célebres fue la adopción del Bitcoin como moneda de curso legal, lo cual hasta la fecha no ha traído más inversión, ni más empleo, ni más inclusión financiera, al contrario, ha servido para malgastar el dinero dejando de lado otras necesidades más urgentes de la población.
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Aumento histórico de la canasta básica
Uno de los ejemplos más palpables del fracaso de la política económica de Bukele ha sido el histórico aumento del precio de la Canasta Básica, que en comparación con otros gobiernos expresa una diferencia significativa. Por ejemplo, en el gobierno de Mauricio Funes la Canasta Básica aumentó 6.1%; en el de Sanchez Ceren 8.1%; mientras que para el quinquenio de Nayib Bukele el aumento fue de 26.8%, hasta 2023. Hasta cierto punto esto se puede justificar a partir de la situación internacional influenciada por la pandemia del Covid-19, la guerra entre Rusia y Ucrania, entre otros acontecimientos mundiales, sin embargo, lo central es que no se ha tenido una política firme en el agro, principal base para una seguridad alimentaria.
El Salvador según datos del Banco Mundial, es el tercer país donde más ha aumentado la Canasta Básica, después de Honduras y Nicaragua, sin embargo en estos países la Canasta Básica incluye más productos que la salvadoreña. Por ejemplo, en Honduras incluye 30 productos y en Nicaragua más de 50 productos. En términos generales, las estimaciones del aumento de la Canasta Básica en nuestro país están fuera del alcance de la realidad, que es realmente mucho más cruda.
Aún y en esta condiciones de impacto directo de la crisis a la economía familiar obrera, no hemos visto políticas que realmente tengan un impacto en el poder adquisitivo de los más pobres. En 2021, Bukele niveló el salario mínimo general en un 20%, sin embargo, este aumento fue absorbido de inmediato por la inflación en el país. Además, como todos los aumentos del pasado, este no estaba equiparado al costo real de la vida en El Salvador, que después de los 5 años de la presidencia de Bukele ronda los $512, el salario mínimo después de ese aumento apenas alcanzó los $365.
Es decir, que una familia salvadoreña de cuatro integrantes no puede sobrevivir con el salario de una sola persona, ni siquiera la unificación de dos salarios mínimos es suficiente, porque la estimación del costo de la vida no contempla muchos otros gastos esenciales de las familias como educación, recreación, vestuario y salud. Un aumento al salario mínimo es urgente, pero en la actualidad, los diputados de Nuevas Ideas se niegan a debatir las condiciones para un posible aumento.
El gobierno de Bukele navega el país por el fango creado por el capitalismo y profundizado por su torpeza. Según datos de la Oficina Nacional de Estadísticas y Censos (ONEC), la cantidad de personas en situación de pobreza en su gobierno aumentó de 1.76 millones en 2021 a 1.92 millones en 2023. Esto significa que aproximadamente 164,000 personas adicionales cayeron en pobreza durante su primer periodo y la cifra sigue aumentando.
Desempleo
Es difícil encontrar datos exactos del nivel de desempleo en El Salvador, según el FMI El Salvador cuenta con una tasa de 5.4% de desempleo, una tasa realmente alta, aunque los parámetros de estas instituciones no miden exactamente la realidad, ya que se toma en cuenta empleos precarios o subempleos, y es precisamente los empleos que cubren el mayor porcentaje de la población salvadoreña. Hombres y mujeres de todas las edades trabajando en condiciones de precariedad sobreviviendo con salarios de hambre.
Las políticas de Bukele con respecto a la creación de empleos han sido nulas, enmascaradas para presentarse ante el pueblo como medidas que vendrían a solucionar estos problemas. Estas no han sido más que beneficios para los grandes capitales.
Durante el gobierno de Bukele se han creado diferentes leyes enfocadas a reducir los impuestos a las grandes empresas, por ejemplo las Reformas para la Simplificación de Trámites que abrió de par en par la destrucción de nuestros recursos naturales, sin generar mayores beneficios a la clase obrera, por el contrario, ha traído una ola de desalojos de cientos de familias en zonas costeras o de atracción turística que están siendo lanzados ahora mismo a la pobreza extrema.
La última gran idea de Bukele ha sido la concesión por 50 años de los principales puertos del país a una empresa Turca, uno de los mayores holding del mundo. Ante esto no es difícil adelantarnos a los hechos. En todos los países donde han ocurrido este tipo de concesiones no han generado mayor impacto en la economía de la clase obrera, termina siendo parte de un extractivismo brutal de las grandes transnacionales, no hay porque tener expectativas en este “mega proyecto bukeliano”.
Por otro lado, a pesar de todas las políticas fiscales del gobierno de Bukele lo cierto es que El Salvador se ha convertido en el país que menos inversión extranjera directa recibe de la región centroamericana con apenas 760 millones de dólares en 2023, una sexta parte de lo que recibe Costa Rica en el mismo año, 4,687 millones de dólares. Este es un gran obstáculo a superar para una economía capitalista como la salvadoreña, sin inversión no hay empleos y sin empleos solo se reproduce la miseria.
Las políticas de Bukele son las mismas políticas del pasado, las que solo benefician a los grandes ricos de este país, exonerar de impuestos a los grandes capitales, abrir el país al capital extranjero para la explotación sin límites, pero la pregunta es ¿cuándo caerán las migajas para la clase obrera? La miseria sigue incrementando mientras solo escuchamos falsos discursos de mejores tiempos.
Fácil podríamos seguir detallando cada aspecto de la economía que afecta directamente los intereses de la clase trabajadora, pero sabemos que el lector no necesita más datos y reflexiones como estas porque a diario vive la realidad en la que nos mantiene el gobierno capitalista de Bukele, quien más para saber a ciencia cierta la verdad de la situación económica actual que nuestros lectores. De lo que se trata ahora mismo es de señalar cómo desde una perspectiva comunista se podrían resolver estos problemas.
Una política comunista en favor de los intereses de la clase obrera
En primer lugar, hay que dejar una cuestión clara: la política económica y general de Bukele no está orientada en favor de los pobres, sigue siendo, como los anteriores gobiernos, una política en favor de los grandes ricos de este país. Bukele mantiene un programa capitalista que oprime a los más pobres y beneficia a los ricos nacionales e internacionales de siempre.
Si Bukele realmente quisiera beneficiar a los pobres podría haber puesto sobre la mesa los principales problema de la clase obrera, y como hemos apuntado anteriormente uno de estos sino que el principal problema es la sobrevivencia mínima. Se puede alegar mucho de que la situación económica en la que estamos no está en su totalidad en las manos de Bukele, al ser un fenómeno mundial, pero eso es una verdad a medias.
Por ejemplo, una de las formas en las que los trabajadores pudieran elevar su nivel de vida a pesar de la crisis, hubiese sido teniendo una soberanía alimentaria nacional, eso sólo se logra a partir de la inversión estatal en el agro, que durante años ha estado en detrimento, y que el mismo Bukele criticó en más de una ocasión.
A pesar de todos los discursos rimbombantes de Bukele, el porcentaje de presupuesto asignado al agro solo ha pasado del 2.1% al 2.5% en 5 años, un lamentable crecimiento de 0.4%, la inversión es lamentable. Pero lo más lamentable es que en una situación crítica alimentaria como la actual no contamos ni siquiera con un mínimo plan integral que saque nuestra producción agrícola de la crisis en la que está. El Plan Maestro de Rescate Agropecuario lanzado en 2022 no ha sido más que pura demagogia, lo único que hemos visto es desfilar a una gran cantidad de ministros corruptos e incompetentes que han sido removido uno tras otro de esta importante cartera.
Una política comunista en favor de la clase obrera le daría prioridad a la inversión en el agro, es contradictorio que tengamos tanta tierra y espacio marino y este no esté orientado en favor de nuestros intereses, los intereses de la mayoría, un plan de utilización de todas las tierras cultivables en favor de la sociedad pondría la situación de la clase obrera en otro nivel.
Un programa que incluya la nacionalización de tierras, la producción planificada de estas bajo consejos de trabajadores garantiza una base sólida para nuestra soberanía alimentaria. El único obstáculo que se interpone a esto, es en primer lugar los intereses de Bukele y los grandes propietarios de las tierras, que por encima del hambre del pueblo solo buscan sus propios intereses, o sea, generar ganancias.
Un plan integral de producción agrícola nacional no solo pondría las bases para solucionar el problema del hambre, sino también aumentaría los empleos, pondría a trabajar a los desempleados, y por supuesto dinamizará la economía nacional, este es solo un ejemplo de verdaderos programas económicos orientados a la mayoría de la población.
Un plan agrícola y un plan nacional de obras públicas serían una buena base para un real despegue económico, la sociedad salvadoreña no necesita más estadios ni propaganda, necesita escuelas, hospitales y universidades. Esto no pasa ni de broma por la cabeza de Bukele y sus ministros que solo piensan en cómo embaucar a la clase obrera con mentiras y más mentiras.
La única forma de garantizar nuestra soberanía alimentaria y el empleo es organizándonos y luchando porque las tierras que nos pertenecen se pongan en función de la sociedad, eso no se puede lograr en un sistema capitalista, pero si en un sistema socialista que prioriza los intereses de la mayoría antes que los de la minoría.