Por Arsalan Ghani
Desde hace meses viene desarrollándose un potente movimiento de los agricultores de la India contra varias leyes “liberalizadoras” del gobierno indio que, entre otras medidas, privilegia la compra de cosechas por grandes corporaciones por fuera de mecanismos estatales que garantizaban un precio mínimo. Aquí, damos cuenta de los últimos desarrollos, un breve análisis sobre el aparato capitalista indio, el papel de la «oposición» y el camino revolucionario a seguir.
Las últimas sentadas de agricultores en las fronteras de Delhi entraron en su quincuagésimo día después de 11 rondas de conversaciones fallidas con el gobierno, cuyo resultado es un estancamiento total. El gobierno de Modi no está dispuesto a retirar sus leyes contra los agricultores, sino que está intentando negociar los términos y detalles de las leyes y ponerlas en suspenso durante unos 18 meses. Paralelamente, Modi y su camarilla están utilizando todos los instrumentos a su disposición para sofocar el movimiento de los agricultores. Temen que el movimiento pueda extenderse y llegar a la clase trabajadora, convirtiéndose en una lucha más generalizada, que no solo amenazaría al régimen, sino al propio capitalismo indio.
En un primer momento, el régimen de Modi utilizó las estructuras administrativas, incluida la policía, para tratar de poner fin a las protestas de los agricultores. Luego arrastraron a los agricultores y a sus líderes a una innumerable serie de ‘conversaciones’ con los ministros. Utilizaron los medios electrónicos e impresos bajo su dominio y movilizaron a los troles de las redes sociales para difundir el odio contra los agricultores. A pesar de todas las tácticas del Estado, el apoyo a los agricultores sigue extendiéndose entre la población. El último intento del régimen de Modi fue servirse de la corte suprema para reducir la lucha de los agricultores.
Mientras tanto, las organizaciones de agricultores anunciaron una marcha de tractores, a partir del 21 de enero, con un plan para interrumpir el Desfile del Día de la República en Delhi el 26 de enero. «Esto será una vergüenza para la India», dijo Modi, y de inmediato pidió a la corte suprema que detuviera la marcha. La corte, que ya tiene mancha de huevos en su fachada por un intento anterior de intervenir en las protestas de los agricultores, decidió que la marcha de tractores es un asunto entre el gobierno y los agricultores, salvándose de una mayor vergüenza. Los agricultores todavía están organizando sentadas en varias áreas fronterizas de Delhi en medio de un invierno gélido. Unos 60 agricultores han muerto debido al frío, y cuatro suicidios se han vinculado a este movimiento de protestas.
La política de las «conversaciones»
El régimen de Modi sigue la táctica de drenar el movimiento de los agricultores a través de innumerables conversaciones. Las 11 rondas de conversaciones entre líderes campesinos y ministros del gobierno fueron inútiles. No hay información sobre la próxima ronda de conversaciones ya que el gobierno está valorando la situación y propondrá otra fecha de negociaciones. Desde el primer día, los agricultores llevan exigiendo la derogación de tres nuevas leyes agrícolas aprobadas por el gobierno central, así como que se garantice el precio mínimo de apoyo para sus cultivos frente a las grandes compañías y grupos oligarcas. Ninguna de estas cuestiones se ha resuelto en las conversaciones hasta ahora.
Modi insiste en regalar a sus amos capitalistas y socios multinacionales toda la agricultura india a expensas de la vida de los agricultores y el hambre de las masas. Con la crisis económica mundial, estas corporaciones se han vuelto más despiadadas en el logro de sus objetivos y, al hacerlo, no tienen ningún reparo en destruir los medios de vida de los agricultores.
La realidad es que Modi no tiene nada que ofrecer a los agricultores. Cualquier reforma necesitaría una inyección masiva de financiación y otros recursos que el Estado no tiene. En esencia, la pregunta que se plantea es: ¿quién pagará la crisis en India? El gobierno no tiene ningún interés en subir los impuestos a los capitalistas, expropiar sus riquezas o sacrificar sus ganancias de cualquier otra forma. De hecho, su papel es precisamente defenderlos. Por lo tanto, para financiar las reformas, el Estado tendría que imprimir dinero o pedir préstamos masivos de fuentes externas. Sin embargo, los efectos de tales medidas serían limitados, ya que conducirían a un aumento de la inflación o forzarían la imposición de más austeridad en el sector público. Por tanto, ninguno de los problemas fundamentales puede resolverse. Mientras tanto, Modi está presentando un menú a la carta de privatizaciones del sector público indio para el capital nacional e internacional. La ministra de Finanzas, Nirmala Sitharaman, inició lo que los medios de comunicación denominan el programa de «privatización más grande del mundo», con la venta de cientos de unidades del sector público a empresas privadas.
Esto no puede sino aumentar la indignación de los agricultores, que se encuentran bajo la presión despiadada de estas corporaciones. Se sumará a sus crecientes deudas y les negará un nivel de vida decente. En estas circunstancias, la táctica de las ‘conversaciones’ es inútil para los agricultores. La batalla decisiva se encuentra fuera de la sala de negociaciones, no dentro de ella.
Irónicamente, todos los partidos de la oposición, incluidos los partidos liberales y estalinistas, han comprado la política de las «conversaciones». Estos partidos de la oposición tienen las manos empapadas de sangre cuando se trata de asuntos agrícolas. Las mismas demandas están llegando de líderes internacionales hipócritas. Como otros líderes mundiales, el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, simpatizaba cínicamente con los agricultores indios y sugirió que el gobierno «hablara» con ellos. Sin embargo, los medios informaron que el gobierno de Trudeau votó en contra del Precio Mínimo de Sustento (MSP) y favoreció la liberalización de la agricultura india en la reunión de la Organización Mundial del Comercio. El primer ministro británico, Boris Johnson, ignoró la protesta de los agricultores indios, calificándola de pelea entre India y Pakistán y también sugirió entablar «conversaciones». Dichas conversaciones son ineficaces en el escenario actual y, lo que es más importante, peligrosas para el movimiento porque siembran confusión sin sentido, causan retrasos innecesarios y distraen al movimiento de lograr su objetivo.
La Corte Suprema ‘rescatando’ a los agricultores
El gobierno de Modi desató a los jueces de la Corte Suprema sobre el movimiento de los agricultores. La corte suprema organizó un jurado con tres de sus jueces. Estos jueces decidieron además formar un comité, que consistía en un grupo de «expertos» con el fin de escuchar las quejas de los agricultores y las opiniones del gobierno, y hacer recomendaciones.
El poder judicial indio está lleno de abogados, intermediarios y jueces corruptos hambrientos de dinero y estafadores. El sistema está creado para defender los intereses de los ricos. Un agricultor o trabajador común no puede ni pensar en buscar ayuda pasando por los tribunales: se estaría endeudando durante generaciones sin recibir justicia alguna.
A pesar de la naturaleza altamente corrupta del poder judicial, la política dominante y los medios de comunicación presentan a la institución como una autoridad «independiente y neutral». Evidentemente, no es el caso: el poder judicial siempre sirve a los intereses de la clase dominante y al Estado en defensa de la propiedad privada. Aún así, muchas personas de clase media compran la narrativa de la «independencia y neutralidad» del poder judicial.
Todos estos honorables miembros del comité tienen un historial adverso cuando se trata de apoyar la causa de los agricultores. Han realizado numerosos shows ante los medios de comunicación pronunciándose a favor de las leyes contra los agricultores. Un miembro del comité, Anil Ghanawat, que se identifica a sí mismo como líder agricultor, es un lamebotas de Modi y un firme partidario de las leyes propiciadas por el gobierno. Bhupinder Singh Mann, otro miembro del comité, es un exdiputado del Rajya Sabha (Consejo de Estado) del Punjab y presidente nacional de Bhartiya Kisan Union (BKU, la Unión de Agricultores Indios). El BKU comenzó como un consorcio radical de grupos de agricultores a principios de los años 80, donde participaron en la organización del famoso asedio de Meerut y la manifestación de agricultores del Delhi Boat Club. Sin embargo, Mann está a favor de las reformas de Modi y apoya la comercialización de la agricultura india. La noticia más reciente es que Mann se retiró del comité para evitar el bochorno por parte de otras organizaciones de agricultores.
Los otros miembros incluyen al Dr. Ashok Gulati, agrónomo y al Dr. Pramod Kumar Joshi, un científico agrícola. Ambos son firmes defensores de los proyectos de ley agrícolas de Modi y justifican la monopolización de la agricultura india con la basura intelectual que han acumulado durante muchos años de trabajo en el mundo académico y la investigación. No es un fenómeno nuevo. Las comisiones agrícolas y los institutos de investigación de la India están subordinados a las corporaciones internacionales e imperialistas. La corte suprema no tiene reparos en seleccionar a estos «intelectuales» para el comité. Gulati es un orgulloso «profesor de la cátedra Infosys» (multinacional de TI india, NdT) de agricultura en el Consejo Indio de Investigación sobre Relaciones Económicas Internacionales (ICRIER). El título de su obra es prueba suficiente de su sumisión a las corporaciones y demuestra la infiltración capitalista en los institutos de investigación de políticas «sin fines de lucro» de la India. Un ex ejecutivo de GE Capital actualmente dirige ICRIER. La organización está financiada por imperialistas, bancos internacionales y conglomerados capitalistas internacionales; esta es la realidad de los órganos asesores «independientes» y las organizaciones «sin fines de lucro» bajo el capitalismo. El propósito principal de ICRIER es equipar a los gobiernos y líderes políticos de derecha para emprender un ataque incesante contra los agricultores y trabajadores indios mediante la producción de informes de investigación y documentos de políticas.
Modi quiere extinguir el movimiento campesino utilizando mecanismos como la Corte Suprema. Al mismo tiempo, los principales canales de los medios de comunicación están alabando al poder judicial indio y pidiendo a los agricultores y a sus líderes que escuchen a la Corte Suprema. Los jueces quieren que los agricultores pongan fin a su protesta y se vayan a casa, básicamente diciendo que “los agricultores deben depositar su confianza en el poder judicial porque los jueces son lo suficientemente competentes para examinar estas leyes, los políticos no. Hasta que nosotros (la Corte Suprema) resolvamos el asunto, los agricultores deben poner fin a sus sentadas y volver a casa”. Esto es precisamente lo que quieren Modi y sus diputados del BJP. Quieren que los agricultores pongan fin a sus protestas, su inminente marcha de tractores y la interrupción del Día Nacional de la República el 26 de marzo. La marcha de los tractores la han coordinado organizaciones y sindicatos de agricultores de base en Punjab, Haryana y otros Estados. Se están llevando a cabo concentraciones de tractores en diferentes ciudades y pueblos y están reuniendo apoyo para marchar hacia Delhi. Mientras tanto, los medios de comunicación no cesan de difundir el odio y calificar a los manifestantes de agentes paquistaníes y chinos, matones anti-India y malhechores de Jalistán. La realidad es que los gobiernos de Pakistán y China están sentados sobre la dinamita de la indignación y el descontento masivo debido al empeoramiento de las condiciones económicas de sus propios pueblos. Estos Estados temen que el movimiento de los agricultores se extienda a través de sus fronteras y encienda a sus masas en movimientos revolucionarios incontrolables: amenazando su régimen y sistema. Por lo tanto, retratar el movimiento de agricultores de la India en términos nacionalistas y sectarios, favorece tanto a la clase dominante paquistaní como china.
Para el capitalismo, la alimentación es sinónimo de lucro
Las corporaciones multinacionales están tratando de consolidar su control sobre el suministro mundial de alimentos en medio del aumento de los precios y del coronavirus, que amenaza la seguridad alimentaria. Durante la pandemia, la inflación de los alimentos en todo el mundo aumentó considerablemente, en los países en desarrollo, del 10% al 40%. En cuanto a los datos del año 2020, la inflación alimentaria alcanzó su punto máximo en Nigeria con un 20%, Pakistán con un 23%, México con un 8%, Sudáfrica con un 6% y Brasil con un 16%. La tasa de inflación de los alimentos en la India alcanzó un máximo del 14 por ciento en 2020. Bajo la crisis, los grandes conglomerados de alimentos esperan enormes ganancias.
Además, los capitalistas financieros llevan muchos años devastando a los agricultores. El monopolio y comercialización de la agricultura india durante el gobierno de Manmohan Singh aportó un inmenso capital financiero y aumentó la dependencia de los agricultores de los préstamos. Toda la modernización agrícola se hizo a expensas de endeudar a los agricultores a través de una red masiva de usureros. Aparte de varios bancos públicos y privados, los intermediarios agrícolas (Aarthis) suelen negociar préstamos agrícolas con altas tasas de interés. Los agricultores utilizan estos préstamos para comprar recursos agrícolas esenciales, cuyos costos se están disparando. Las empresas de semillas han aumentado sus precios en un 100 por ciento o más en los últimos años. El costo de los pesticidas también experimentó un gran aumento.
Inmediatamente después de la implementación de las leyes contra los agricultores, los comerciantes recortaron los precios de compra de los agricultores hasta en un 50 por ciento, colocándolos muy por debajo del MSP (red de seguridad o precio mínimo de soporte, NdT). Sin embargo, los precios de los alimentos al por menor aumentaron. Esto demuestra que los intermediarios y las grandes empresas están aprovechando estas leyes. Mientras tanto, los agricultores no obtienen nada y seguirán sin obtener nada en el futuro.
Además, los agricultores se enfrentan cada vez más a estafadores, que operan con impunidad, nuevamente gracias a las leyes contra los agricultores. Baldev Singh Sirsa, un líder campesino de Punjab declaró: “Desde que se promulgaron las nuevas leyes de reforma agraria, la incidencia de estafas a los agricultores ha aumentado. Los comerciantes (Aarthis) han abierto oficinas en las aldeas, han comprado cosechas a los agricultores y luego han huido … No han pagado a los agricultores por sus cosechas”.
Otro líder agricultor de Maharashtra exponía a los medios de comunicación un caso de estafa, un cheque sin fondos de una corporación comercial por valor de ₹ 2 crores (US $ 280.000) a 22 agricultores en el distrito de Harda, en el Estado de Madhya Pradesh. Los agricultores fueron a la comisaría de policía local para presentar un informe de fraude. La policía se negó a registrar el caso y los dirigió a la oficina del magistrado sub-divisional para presentar su queja. “No pasa nada y nadie escucha”, dijo un agricultor estafado. Hasta la fecha se han producido alrededor de 200 casos de fraude de este tipo, que involucran miles de millones de rupias en diferentes ciudades de India, después de la implementación de las nuevas leyes agrícolas. Los agricultores no tienen adónde ir para buscar justicia en las corruptas instituciones estatales. Las empresas y las corporaciones tienen la seguridad de que el poder judicial indio no aceptará fácilmente los casos y las quejas de los agricultores, ya que los agricultores serán dirigidos a canales burocráticos complicados y agotadores si deciden actuar contra las corporaciones. En caso de fraude, trampa o pérdidas, Bharat Mata de Modi deja a los agricultores con dos opciones: suicidio o indigencia.
La amenaza de la quiebra intelectual
Los resultados de la investigación y el desarrollo, que normalmente se llevan a cabo utilizando dinero público, infraestructura y recursos, a menudo se regalan a las empresas multinacionales y luego están protegidos por el Estado a través de una compleja red de patentes y leyes de derechos de autor. Una situación similar existe en el sector agrícola, donde las grandes empresas acumulan innumerables patentes y derechos de autor sobre semillas, fertilizantes, pesticidas y tecnologías de maquinaria agrícola. Obtienen resultados de investigación rentables al asociarse e infiltrarse en institutos públicos, centros de investigación y universidades, con profesores que actúan como sus títeres.
En la actualidad, los institutos estatales financian enormemente la investigación agrícola, y los centros de investigación dependen de empresas privadas para obtener dinero, que exigen exclusividad sobre las patentes resultantes. Las corporaciones rara vez se involucran en la investigación científica básica de producir nuevas variedades de semillas o en procesos químicos y biológicos para la germinación de plantas o desarrollar maquinaria. Se involucran en las últimas etapas, cuando están seguros de que la nueva tecnología ha madurado y puede obtener importantes beneficios. Las empresas de los Estados capitalistas más poderosos luego introducen sus productos en los países pobres a través de una red de organizaciones de investigación, universidades y empresas fachada. En el caso de India, se asocian con departamentos gubernamentales y empresas privadas para vender sus productos a los agricultores.
Los principales científicos y profesores agrícolas actúan como vendedores para estas empresas multinacionales. No tienen reparos en producir innumerables artículos de revistas, informes y artículos sobre políticas, y preparar casos de venta para las multinacionales agrícolas. Todos sus informes, análisis y teorías favorecen el monopolio del sector agrícola indio. Estos profesores «dignos» a menudo son invitados a los medios capitalistas para que arrojen su fango intelectual, defendiendo la monopolización y el lucro. No es de extrañar que la Corte Suprema haya sacado a dos personas de esas organizaciones y las haya incluido en el comité para decidir sobre los asuntos de los agricultores. Los agricultores deben tener claros los motivos de estas serpientes venenosas, que representan a las corporaciones bajo la apariencia de profesores y científicos.
La realidad de los poderosos capitalistas indios
Los capitalistas indios son incapaces de avanzar en tecnología o investigación debido a su entrada tardía al modo de producción capitalista. No pueden mantener su independencia nacional de las multinacionales globales, ni competir con sus productos y tecnología. La única forma de garantizar su supervivencia es involucrarse en «actividades comerciales habituales», como sobornar al recaudador de impuestos para asegurar evasiones fiscales, robar electricidad sobornando a los linieros locales, obtener subsidios estatales ilegales utilizando cuentas falsas, cometer robos a través de los salarios y mantener condiciones de trabajo esclavistas, provocando deforestaciones, contaminando masivamente el aire y el agua, etc. Más de ₹ 70,000 Crores (US $ 10 mil millones) se evaden en impuestos corporativos cada año en India, el nivel más alto en Asia. India tiene el robo de electricidad más alto del mundo, equivalente a unos 16.200 millones de dólares, según el estudio Emerging Markets Smart Grid: Outlook 2015. El mayor contribuyente a este robo es el sector empresarial, que no solo roba electricidad directamente de los postes eléctricos, sino que nunca paga sus facturas de energía, declarándose insolvente después con la ayuda del gobierno. La OMC estimó que, en 2019, los estados de India pagaron US $ 7 mil millones en subsidios ilegales a productores de productos de acero, farmacéuticos, químicos, productos de TI y textiles. India ocupa el quinto lugar en el mundo por contaminación industrial, la mayoría de sus ciudades ocupa posiciones en el top 10 a nivel mundial, una situación que es responsable de 2 millones de muertes prematuras al año.
Solo a través de estas medidas parasitarias y con un amplio apoyo estatal, las empresas indias pueden hacer una competencia significativa a las empresas extranjeras y sus productos en India. Anteriormente, el Estado proporcionaba un nivel relativamente alto de protección al capital nacional, al restringir la maniobrabilidad del capital extranjero dentro de India. Sin embargo, esto se volvió más complicado cuando los gobiernos pusieron fin a todas las restricciones a la inversión extranjera al unirse a la OMC y convertirse en signatarios de varios tratados internacionales para la adopción del libre mercado en los años 80 y 90. Esto se logró gracias al arduo trabajo de los regímenes gobernantes anteriores y actuales de India y de todos los partidos políticos principales, incluidos los partidos estalinistas.
La única manera de que los capitalistas indios sobrevivieran a raíz de estas políticas de libre mercado, era asociarse con multinacionales globales y, en el proceso, trabajar para consolidarse mediante la expulsión de todos los pequeños competidores locales, lo que hicieron con éxito y sin piedad en la última década. Además, también presionaron al Estado para que legalizara sus «actividades comerciales habituales», incluida la obtención de exenciones fiscales oficiales, subsidios a la electricidad, descuentos a la exportación, reducciones de las tasas de interés de los préstamos, subsidios de capital y cancelaciones de préstamos; permisos legales para deforestación y contaminación, etc. En las últimas dos décadas, algunas grandes empresas indias como Tata, Birla, Ambani y Adani entraron en escena y se consolidaron. Con una enorme cantidad de capital en sus manos, estos grandes capitalistas indios son generosamente capaces de «bendecir» (Aashirwad) a la burocracia y líderes políticos indios más importantes manteniendo sus bolsillos llenos. Los principales objetivos y carácter de la política dominante y de la burocracia india están orientados a obtener estas «bendiciones». El parlamento indio es una casa para administrar los asuntos de los grandes capitalistas indios, no se puede esperar nada más de él. La situación es la misma en todas las instituciones que trabajan bajo el Estado, incluido el poder judicial y la burocracia administrativa. No sorprende que los multimillonarios indios sean mucho más ricos ahora que antes de la pandemia.
En estas circunstancias, la lucha de los agricultores indios no es solo una lucha contra el gobierno sino contra los grandes empresarios, las corporaciones multinacionales y el propio sistema capitalista. No es de extrañar que Ambani y Adani (los capitalistas más grandes de India) sean las personas más odiadas del movimiento campesino. La gente está atacando sus locales comerciales. La lucha contra las leyes contra los agricultores es un paso en la dirección correcta para plantear una oposición significativa a los caprichos de los conglomerados capitalistas indios y globales.
Oposición parlamentaria: Gabbars, Mogambos y Gogos, el maestro del crimen
Los partidos de oposición, incluidos el Congreso, el NCP, el SP, el TMC y los partidos comunistas, se presentan a sí mismos como si fueran los verdaderos héroes de todo el movimiento campesino. Sus líderes bailan a la izquierda, a la derecha y al centro en coro para apaciguar a los agricultores y a sus dirigentes. Sin embargo, la realidad es precisamente la contraria. La oposición está llena de Gabbars, Mogambos y el maestro del crimen Gogos, famosos villanos de Bollywood. Tienen las manos manchadas de sangre. Durante su tiempo en el poder bajo varias alianzas, los partidos de oposición actuales lanzaron un programa masivo de privatización y monopolización a través de varias «reformas agrícolas», tanto en el centro como en los Estados. En ese proceso, endeudaron fuertemente a los agricultores, llevando a la indigencia y al suicidio de muchos agricultores en todas sus comunidades. Los partidos estalinistas, como el PCI (m), fueron más allá al desatar a la policía estatal y a sus matones para atacar y asesinar a los agricultores en las regiones donde tenían el poder, simplemente para apaciguar a los capitalistas y empresas multinacionales. Esto tuvo como consecuencia la eliminación total de los partidos estalinistas del panorama político.
Aparte de la política de las «conversaciones», los partidos de oposición enfatizan la defensa del principio de «democracia» y «santidad del parlamento», bajo este despiadado sistema capitalista. Estas palabras bellamente elaboradas son la única base sobre la que los partidos de oposición se alían contra el Modi «fascista». El propósito de esta alianza es hacer un ‘llamamiento moral’ a Modi y sus ministros para que reconsideren su actitud hacia la democracia y los agricultores. Los partidos de la oposición están realizando varias manifestaciones y enviando cartas y peticiones al gobierno, incluido el presidente de India, Ram Nath Kovind. Sharad Pawar, un incondicional de la derecha que sigue siendo el ministro de agricultura con el reinado más largo de India y se incorporó a la monopolización, encabeza una alianza de oposición conjunta que incluye al Congreso y a los estalinistas. Inmediatamente apoyó la decisión de la corte suprema de involucrarse en la cuestión de las leyes contra los agricultores y limitó sus críticas a la forma en que la corte ha formado su comité.
Agricultores y trabajadores: ¡uníos y luchad!
Los capitalistas, contra quienes los agricultores están en armas, no solo dependen de la agricultura para sus ganancias. Tienen una cartera de empresas en muchos sectores para este fin. Sin duda, esto es una cuestión de vida o muerte para los agricultores, pero estos capitalistas tienen bancos, empresas de software, minería, manufactura, servicios, etc. en los que confiar. Pueden aguantar, prolongar y agotar la lucha de los agricultores, aunque tengan que retrasar sus beneficios. Aunque los agricultores están dispuestos a permanecer en la lucha todo el tiempo que sea necesario en las afueras de Delhi hasta que no se cumplan sus demandas, el movimiento debe avanzar para desafiar a los grandes capitalistas y su sistema.
Decenas de personas ya han mostrado su descontento con la destrucción de las torres de telecomunicaciones de la compañía Reliance de Ambani. Los principales medios informaron que, en el distrito de Mansa, se arrojó un poste conectado a una torre y se quemó un cable. Los manifestantes en Jalandhar quemaron el cable de fibra de Jio (una empresa propiedad de Ambani). Hasta ahora, se han dañado 1.500 torres móviles en el país, lo que ha llevado al ministro principal de Punjab, Amrinder Singh (Congreso), a amenazar a los agricultores con terribles consecuencias. Sin embargo, dichas amenazas no han impedido que se sigan destruyendo más torres.
También fueron saqueadas gasolineras y centros comerciales propiedad de Ambani. Varios agricultores organizaron sentadas frente a los almacenes de Ambani, que construyó para acumular alimentos. Hasta ahora, los líderes campesinos niegan la participación de sus miembros en la destrucción de la infraestructura comercial de Ambani.
El estado de ánimo de indignación es innegable, pero los dirigentes agrícolas necesitan diseñar un plan de acción estratégico para hacer frente tanto a los gánsteres en India como a sus socios extranjeros que están detrás de las leyes contra los agricultores. Esto solo es posible a través de la vinculación con trabajadores de otros sectores en los que operan estos grandes capitalistas, incluyendo la automoción, la aviación, la electricidad, el ferrocarril, el acero, la construcción, la sanidad, los servicios financieros, etc. Si el movimiento campesino pudiera vincularse con los trabajadores en estos sectores con un llamamiento nacional a una huelga general indefinida, podría significar el fin del gobierno de Modi en unos días y plantear un desafío al propio capitalismo en India.
Las leyes contra los agricultores son nocivas para los agricultores, pero son igualmente perjudiciales para los trabajadores. Vimos un aumento repentino en los precios de las materias primas después de la implementación de las leyes agrícolas. Los precios de las cebollas y las patatas han registrado máximos históricos, al igual que los del trigo y el arroz. Los trabajadores indios, que suelen gastar más del 50 por ciento de sus ingresos disponibles en alimentos, se ven gravemente afectados. Un leve aumento de los precios empuja a los trabajadores y sus familias al hambre y la indigencia, lo que aumenta las muertes, enfermedades y enfermedades vinculadas a la desnutrición.
Los trabajadores de India están sufriendo constantes ataques del gobierno de Modi al promulgar leyes antisindicales; leyes relacionadas con la precarización del trabajo, entre otras medidas. Además, la pandemia y el cierre de los lugares de trabajo desencadenaron una crisis laboral migratoria, en la que millones de trabajadores y sus familias viajaron a sus aldeas en medio de condiciones de encierro. Ahora, están sin empleo y el sistema MGNREGA (Ley Nacional de Garantía de Empleo Rural Mahatma Gandhi) devastado por la corrupción, no ha facilitado totalmente la entrada de jóvenes desempleados al trabajo manual no calificado en las aldeas. El sistema MGNREGA fue diseñado para mejorar la seguridad de los medios de vida en las zonas rurales proporcionando al menos 100 días anuales de empleo asalariado no calificado bajo el gobierno de coalición de la UPA en 2005. Sin embargo, el sistema está plagado de corrupción, soborno y nepotismo, con subutilización de los días de trabajo y una demora de los pagos en más del 78 por ciento.
Los trabajadores de India están aplastados entre las piedras de molino de la pandemia y la crisis económica. Desafortunadamente, sus líderes sindicales no están tomando medidas radicales para abordar estos desafíos. Al comprometerse totalmente con el reformismo, están frenando deliberadamente el movimiento. Bajo la crisis y la legislación anti obrera de Modi, organizaron una huelga de un día en noviembre de 2020 en la que participaron 250 millones de trabajadores. Este fue un buen paso, pero no decisivo para sofocar los ataques contra los trabajadores por parte del gobierno de Modi.
La mayoría de los grandes sindicatos están vinculados a partidos políticos, ya sea en el poder o en la oposición, incluidos los partidos estalinistas como PCI, PCI(m-l), PCI (m) y otros. Los líderes de todos estos partidos políticos frenan el movimiento obrero y luchan por mantener sus batallas dentro de los límites del parlamento. El mismo parlamento, que representa al capitalismo indio, está lleno de corrupción, matones, asesinos, mercado negro y violadores. Lo único que hace el parlamento indio por los trabajadores es sembrar ilusiones de progreso, devastar sus vidas y garantizar que todos sus movimientos genuinos se descarrilen y difundan para que prevalezca el dominio del capital.
A pesar de la dirección derechista y reformista de los sindicatos centrales, millones de trabajadores y activistas comprometidos dentro de estos sindicatos están buscando formas y medios para hacer frente a su indignación y luchan contra los capitalistas, el Estado y el sistema. En tal situación, si el movimiento de agricultores hiciera un llamamiento audaz a los trabajadores para que se unieran a la lucha contra el gobierno, obtendría un eco masivo dentro de los sindicatos. A pesar de la adversidad de las relaciones laborales y las condiciones en la India, vemos una disminución en la afiliación sindical. Esto no refleja una falta de conciencia de clase, sino una desmoralización con la línea tímida de los dirigentes sindicales. De hecho, cada vez más, están surgiendo protestas y movimientos espontáneos en un sector tras otro de los trabajadores eludiendo las estructuras oficiales para sacar adelante sus luchas.
El movimiento campesino debe apelar a estas capas jóvenes y descontentas para que se unan a sus protestas. En cada ciudad, pueblo y aldea, los agricultores deberían acercarse a los trabajadores y grupos sindicales locales e invitarlos a participar en su movimiento. Habrá obstáculos en este proceso, pero para ganar una batalla decisiva contra Modi y sus aliados capitalistas, es crucial un vínculo sólido entre agricultores y trabajadores.
Varias fuerzas de derecha y demagogos fascistas se están aprovechando de la situación y se ponen cínicamente del lado de los agricultores. Esto incluye al Congreso, SAD, SP, TMC y Shiv Sena, que están ofreciendo palabras huecas de apoyo. La historia de Shiv Sena está teñida de fascismo y pogromos contra los trabajadores en el Estado de Maharashtra. La situación es similar para otros partidos políticos.
En los últimos dos años, el país experimentó uno de los mayores movimientos de trabajadores, agricultores, estudiantes y jóvenes del mundo de los últimos tiempos. Desde las luchas estudiantiles, el movimiento contra el proyecto de ley de enmienda ciudadana, el movimiento contra la revocación del estatus de Jammu y Cachemira, las luchas de las mujeres, la batalla contra la brutalidad policial y el enfrentamiento al ataque fascista del RSS, los activistas han mostrado una resolución heroica desafiando al régimen de Modi. Para su decepción, los partidos políticos tradicionales no tuvieron nada que ofrecer ni dentro ni fuera del podrido parlamento. Sin embargo, los agricultores recibieron apoyo de estudiantes, manifestantes de Shaheen Bagh y otros movimientos. Todos los sectores de la sociedad se enfrentan a la opresión del régimen capitalista de Modi y desearían poner fin a esta amenaza. Una lucha conjunta de agricultores y trabajadores hacia una huelga general indefinida puede derrocar al gobierno de Modi, junto con sus amos capitalistas, y abrir un nuevo período revolucionario en la historia de la India.
¡No a los proyectos de ley contra los agricultores y los trabajadores!
¡Acabemos con los préstamos a los agricultores!
¡Proporcionar tierra, vivienda y seguridad social!
¡Expropiar los monopolios!
¡Por una huelga general indefinida!
¡Derrocar al régimen de Modi!
¡Viva la unidad obrera y campesina!
¡Por una revolución socialista!