La contaminación química, radiactiva, del agua, las enfermedades que padecemos y el deterioro en general del medio ambiente, tienen sus raíces en el sistema económico que perpetúa la masiva explotación de los recursos naturales, sin importar el daño que ello pueda significar para nuestro ecosistema. Hasta la fecha la desaparición de muchos ríos, deforestación, derretimiento de los polos, ciudades cubiertas de humo las 24 horas del día, temperaturas muy altas o bajas en constante cambio, fenómenos naturales, entre otras, son las consecuencias de la irracional producción en masa que las empresas, bajo la única regla del lucro individual, han provocado al planeta.
“El impacto de los modelos capitalistas de producción y tecnologías incompatibles con la naturaleza, junto con los patrones de consumo de las sociedades industrializadas (y de la periferia), liberan cada año millones de toneladas de gases de efecto invernadero, que trastornan el ciclo natural del clima terrestre y traen como consecuencia un aumento de la temperatura de la atmosfera y de los océanos. Este es un proceso paulatino y ascendente de deterioro general del medio ambiente cuyas repercusiones se evidencian en el deterioro de las condiciones de vida y desarrollo social” (Pérez García, 2011, p.5).
En la actualidad estamos experimentando daños irreversibles al medio ambiente, los grandes empresarios y la burguesía a nivel mundial no entienden de leyes ni convenios aunque grandes potencias como China, Rusia y Estados Unidos formen parte de las Naciones Unidas, y ésta sea la que impulsa sus conocidos “acuerdos internacionales” para luchar contra los problemas ambientales. El Salvador no es la excepción, tanto la deforestación, contaminación de los ríos y mares, son algunas de las actividades que empresas privadas llevan a cabo en el territorio, pero que siempre quedan eximidas de cualquier sanción por cuestiones obvias, bajo el capitalismo solo hay cabida para los intereses y poderes económicos.
Lo anterior nos indica que en dicho sistema ni la humanidad ni el planeta tienen futuro alguno ¿Por qué? Porque aunque el libre mercado siga ensalzando el crecimiento y acumulación económica ilimitada, lo cierto es que los recursos naturales que utilizan no lo son, ni tampoco la vida de la clase obrera que trabaja para sobrevivir de manera muy miserablemente en un sistema así.
La única alternativa es cambiando el sistema artífice del detrimento de la vida y el medio ambiente, y no humanizándolo bajo palabrerías engañosas como “minería verde” o empresas celebrando el día Internacional del Medio Ambiente como la Coca-Cola, hablando de responsabilidad ambiental cuando son las grandes depredadoras del recurso hídrico a nivel mundial. La solución es luchar por un sistema que funcione no para cubrir demandas ni la riqueza individual, sino por un sistema que cubra las necesidades de la población con los recursos existentes y donde las riquezas sean distribuidas a cada quien según su necesidad y a cada quien según su capacidades, por un sistema justo con el medio ambiente y el desarrollo social de los pueblos. Sólo con la transformación socialista de la sociedad podremos satisfacer las necesidades de la mayoría en armonía con el medio ambiente.
¡Luchar por el medioambiente es luchar contra el capitalismo!