Escrito por: Len Scott
La censura de las cuentas de redes sociales de los grupos de izquierda continúa, con Facebook eliminando y restringiendo recientemente páginas anarquistas y antifascistas estadounidenses. Esto es parte de un patrón, que se ha expresado en movimientos similares en otras plataformas de redes sociales.
Estas purgas demuestran de qué lado están estas grandes corporaciones y por qué debemos luchar por el control y la propiedad públicos de las redes sociales.
Purgas de cuentas
Las cuentas que se han eliminado incluyen It’s Going Down, CrimethInc Ex-Workers Collective, Pacific Northwest Youth Liberation Front y Enough is Enough. Desde el propio Facebook han sugerido que se han eliminado casi 1.000 grupos y más de 500 páginas. Además, se han impuesto restricciones a una gran cantidad de hashtags y cuentas.
Simultáneamente, alrededor de 800 grupos y 100 páginas vinculadas a la teoría de la conspiración de extrema derecha QAnon fueron restringidos o eliminados. Esto es parte de un cambio de política que según Facebook apunta a «movimientos en crecimiento que, aunque no organizan directamente la violencia, han celebrado actos violentos, han demostrado que tienen armas y sugieren que las usarán, o tienen seguidores individuales con patrones de comportamiento violento». Incluyendo aquellos “que han demostrado riesgos significativos para la seguridad pública pero no cumplen con los criterios rigurosos para ser designados como una organización peligrosa”.
Con los criterios muy vago de «seguidores individuales con patrones de comportamiento violento», está claro que esta política permitirá, y está permitiendo, que Facebook censure páginas debido a sus opiniones políticas, y no por «amenazas de violencia». También demuestra por qué no podemos confiar en que la clase dominante permita la libertad de expresión cuando existe una amenaza para su sistema.
Siguiendo órdenes de Trump
Coincidentemente o no, este ataque a grupos antifascistas y anarquistas se produce al mismo tiempo que se intensifican los ataques públicos de la clase dominante en Estados Unidos. Donald Trump ha equiparado recientemente a los matones que aterrorizan a las comunidades con los grupos que se organizan para tratar de impedirlo, y esta es la misma táctica que sigue Facebook. Es decir, equiparan a los fascistas con los antifascistas. Probablemente sea mejor describirlo como el absurdo de sugerir que quienes intentan oponerse físicamente a grupos que han cometido numerosos actos de terrorismo son, de alguna manera, ¡los mismos que realmente los llevan a cabo!
Esto no debería ser una sorpresa, ya que Trump intenta solidificar su apoyo entre las capas más atrasadas antes de las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Paralelamente, este movimiento de Facebook busca no solo desviar la culpa de la violencia de la responsabilidad de los matones reaccionarios de extrema derecha, sino también tratar de desacreditar cualquier movimiento que pueda amenazar al sistema capitalista.
No es que se necesiten más pruebas, pero también se ha señalado que la extrema derecha ha sido responsable de al menos 329 asesinatos en los últimos 30 años en Estados Unidos, mientras que los movimientos de izquierda no han sido responsables de ninguno.
La censura continúa
Ésta está lejos de ser la primera vez que las empresas de redes sociales han tomado medidas contra las cuentas de izquierda. En enero, numerosas cuentas de Twitter vinculadas al Gobierno venezolano fueron suspendidas sin previo aviso. Esto se extendió a los partidarios de la revolución bolivariana, incluida la propia cuenta de Lucha de Clases, sección venezolana de la CMI.
Tan solo en el último mes, la cuenta del diario cubano Juventud Rebelde fue suspendida por Twitter y YouTube cerró cuentas de canales de televisión en Venezuela y Cuba.
Estos son solo algunos ejemplos y no incluyen acciones tomadas contra publicaciones, imágenes y videos individuales. Como ejemplo, activistas han informado que se eliminaron publicaciones por intentar culpar al sistema capitalista de la crisis del Coronavirus, ¡con el argumento de que eran noticias falsas!
También hay que señalar que las reglas no se aplican por igual, como por ejemplo con el reciente rechazo a eliminar la cuenta del político indio T. Raja Singh. Singh, miembro destacado del gobierno de Modi, ha publicado constantemente comentarios islamófobos, llegando incluso a llamar a que se fusile a los musulmanes. Desde la propia Facebook han reconocido que esto viola sus reglas de incitación al odio, pero se han negado a eliminar su cuenta para evitar amenazar sus intereses comerciales en la India. Lo mismo es cierto para otros miembros prominentes del partido BJP de Modi, que han incitado el odio contra los musulmanes. Está claro que Facebook no tiene ningún interés en “prevenir la violencia”, sino que simplemente hace cumplir las reglas para sus propios intereses y los de la clase dominante estadounidense.
El poder de las redes sociales
El poder que tienen las empresas de redes sociales no debe subestimarse. Se estima que la mitad de la población mundial tiene al menos una cuenta en las redes sociales. Facebook tiene 2.600 millones de usuarios, YouTube 2.000 millones, Instagram 1.100 millones y Twitter 326 millones. Con una cobertura tan amplia, las plataformas de redes sociales tienen un inmenso poder sobre la libertad de expresión. La importancia de esto se ha demostrado en los últimos años, con la organización a través de las redes sociales, jugando un papel en la Primavera Árabe y otros movimientos recientes.
Además, las encuestas han sugerido que el 50% de los adultos obtienen noticias de las redes sociales en lugar de los periódicos tradicionales y las noticias de televisión. Las redes sociales deberían ser una herramienta poderosa para la participación masiva y la libertad de expresión, pero su propiedad privada lo impide.
Corporaciones de redes sociales
Las plataformas de redes sociales son un gran negocio por derecho propio. Los ingresos de Facebook son de casi $60 mil millones por año, los de YouTube son de $20 mil millones y los de Instagram y Twitter superan los $3 mil millones. El fundador y director ejecutivo de Facebook, Mark Zuckerberg, es una de las personas más ricas del mundo, y otros inversores ricos entran dentro del accionariado de Facebook, como en el de las de otras empresas de redes sociales, a través del mercado bursátil.
Es por este motivo, y no por el mal comportamiento de las plataformas de redes sociales, que se está produciendo la censura. No les conviene permitir puntos de vista que puedan amenazar el sistema capitalista, por lo que les conviene eliminarlos. Esto es similar a cómo los medios de comunicación son de propiedad privada, para garantizar que las opiniones dadas a una plataforma sean solo aquellas que no amenacen al capitalismo.
Estas plataformas no son políticamente neutrales, incluso si proporcionan herramientas para todo tipo de organizaciones de izquierda. Facebook permitió a derechistas como Bannon y Mercer, en Cambridge Analytica, utilizar los datos personales de los usuarios de Facebook para dirigir anuncios racistas e incendiarios a lo que percibían como audiencias susceptibles a sus ideas en elecciones de todo el mundo. Esto probablemente fue solo la punta del iceberg, y se reveló porque las payasadas de Mercer & Co iban en contra de los intereses del otro ala de la clase dominante. Las revelaciones de Snowden mostraron el acceso de gran alcance que tienen los servicios de inteligencia de Estados Unidos y sus socios a los datos, y sin duda los están utilizando de la misma manera.
Redes sociales de propiedad pública
No podemos confiar en el Estado capitalista y las empresas privadas para evitar que fascistas y racistas organicen o promuevan sus puntos de vista. En realidad, cuando les conviene, dejarán que esas mismas personas tengan un reinado libre, ya sea Stephen Bannon o Raja Singh. En última instancia, solo el movimiento obrero y la clase trabajadora pueden impedir la organización de la extrema derecha.
Nos solidarizamos plenamente con los grupos de izquierda que han sido censurados y nos oponemos a cualquier intento de la clase dominante de impedir la organización de la izquierda. La única forma de garantizar la libertad de expresión es luchar por la propiedad y el control de la clase trabajadora sobre los medios impresos y las plataformas de redes sociales. Con los medios de comunicación de propiedad pública y las redes sociales podríamos asegurar una plataforma equitativa para las opiniones de la clase trabajadora, y no simplemente para la pequeña minoría de la clase dominante.
La clase dominante puede permitir la libertad de expresión cuando hay poca amenaza a su posición, pero la historia muestra que no dudarán en actuar cuando la haya. La radicalización debida al movimiento Black Lives Matter en EEUU representa una de esas amenazas, y es por esta razón que los sectores combativos de la clase trabajadora se enfrentan a la censura.