La revolución keniana ha empezado

Hoy [25 de junio], la odiada Ley de Finanzas 2024, que provocó un movimiento sin precedentes de la juventud keniana la semana pasada, se presentó ante el parlamento para su tercera y última lectura. Antes de que comenzara la sesión, enormes multitudes descendían por el distrito central de negocios de Nairobi en dirección al edificio del Parlamento. A las 14.15 horas, los diputados aprobaron el proyecto de ley por 195 votos a favor y 106 en contra. En 40 minutos, las masas insurrectas habían irrumpido en el Parlamento y los diputados huían despavoridos.

Desde el principio, el ambiente de hoy fue diferente al de la semana pasada. ¡Qué rápido cambia la conciencia en una situación revolucionaria!

La semana pasada, los diputados se quejaban de que sus teléfonos quedaban inutilizados por los miles de mensajes (en un caso, más de 30.000) que les enviaban. Hace una semana, se podía ver a las masas portando miles de carteles de protesta escritos a mano. Los jóvenes han intentado suplicar a sus «representantes», pedirles que les escuchen.

Pero si algo quedó claro la semana pasada es que los ojos y oídos de los diputados son ciegos y sordos a las necesidades de las masas. No representan a las masas en absoluto. De hecho, ese no es su papel. Son los guardianes de los intereses de la clase dominante y de las instituciones imperialistas, el FMI y el Banco Mundial.

Hoy ha sido diferente. Apenas había una pancarta a la vista. Se acabó el tiempo del «diálogo» y de los llamamientos. Ahora es el momento de actuar para barrer a esta camarilla gobernante.

Antes del amanecer, el régimen había intentado cortar de raíz el movimiento secuestrando a algunas personas influyentes en las redes sociales. Si pensaban seriamente que esto calmaría los ánimos, está claro que su nivel general de inteligencia no supera al de un matón de la policía provincial.

Por la mañana, las calles de 34 de los 47 condados estaban inundadas de multitudes de jóvenes, que añadieron la exigencia de liberación de los secuestrados al rechazo de la Ley de Finanzas y la caída de Ruto.

Con la confianza que les daba su carácter multitudinario, ninguna fuerza pudo detenerlos. El gobierno, sin embargo, trató arrogantemente de ignorar el movimiento en la calle. A primera hora de la tarde, los diputados aprobaron la Ley de Finanzas 2024. La miseria cada vez mayor, a través de los impuestos impuestos por el FMI sobre todo, desde las compresas sanitarias hasta la atención oncológica, estaba así un paso más cerca para las masas. Lo que sucedió después se desarrolló rápidamente, y este gobierno asesino sin duda tratará de tergiversar el orden de los acontecimientos.

Lo que está claro es que las masas pacíficas no habían puesto un pie dentro del recinto del parlamento cuando la policía armada (y posiblemente francotiradores) dispararon con munición real contra la multitud desarmada. Incluso los paramédicos que atendían a los heridos fueron tiroteados con munición real. Según fuentes noticiosas, murieron 10 personas y otras 50 resultaron heridas.

La furia de las masas no pudo contenerse. El cuerpo de una de las víctimas fue llevado a las puertas del Parlamento para avergonzar a los asesinos que se escondían en su interior. La policía no tardó en ser barrida del edificio del parlamento por la multitud.

Sri Lanka llega a Kenia

Lo que siguió me trajo recuerdos de aquellos espectaculares acontecimientos de Sri Lanka en 2022. Por aquel entonces, vimos a ciudadanos corrientes nadando en la lujosa piscina del Presidente. El ambiente era de júbilo cuando el movimiento barrió todos los obstáculos.

Y hoy hemos visto escenas similares en Kenia, que ahora también ha entrado en el camino de la revolución. Hemos visto a jóvenes kenianos de a pie sentados en la silla del Presidente del Parlamento, comiendo en la cantina parlamentaria y, lo más emblemático de todo, marchando por las calles con la maza parlamentaria, que simboliza el poder de la institución [en imitación de la que preside las sesiones del parlamento británico, su antiguo amo colonial].

Son escenas potentes. Llevarse una baratija inútil como la maza ceremonial puede parecer insignificante. Pero no lo es. La clase dominante conserva estos pomposos símbolos y ceremonias por una razón. Están ahí para dar al Estado un aura mística y sagrada. Envían un mensaje a las masas: «No podéis tocar el aparato sagrado del Estado. Es grande, mientras que vosotros no lo sois. No os pertenece. Sólo unos pocos hombres dignos pueden hacerse cargo de él».

Los acontecimientos revolucionarios de hoy, que han hecho saltar las barreras destinadas a mantener a las masas dentro de unos cauces estrictos, han roto esa mística. Las masas han aprendido que pueden interferir en el Estado y paralizar por completo sus funciones.

La euforia de las masas fue igualada por la conmoción de la clase dirigente y sus diputados. Se creían inviolables tras sus verjas y guardias armados, en sus salones del poder y sus apartamentos de lujo.

Al parecer, muchos diputados se desmayaron, antes de recobrar el sentido y huir, cuando se enteraron de que las masas habían irrumpido en el edificio. Se rumorea que muchos diputados están elaborando planes de salida para evacuarse a sí mismos y a sus familias del país. Lo mismo ocurrió en Sri Lanka.

Mientras se desarrollaban espectaculares acontecimientos en el edificio del Parlamento y sus alrededores, la rabia desbordante de las masas se veía en todo el país. En el ayuntamiento de Nairobi, la oficina del gobernador Johnson fue incendiada.

En otros lugares, los edificios gubernamentales fueron asaltados o rodeados. En Mombasa, la casa del gobernador fue atacada, mientras que en Embu se incendiaron la casa del gobernador y las oficinas del partido UDA. En Nanyuki, se incendió la Asamblea del Condado de Laikipia. En Murang’a se libraron batallas campales entre la policía y los manifestantes. En Kisii, los manifestantes intentaron asaltar la casa de un diputado local.

El hecho de que muchos negocios de diputados fueran atacados -incluido un supermercado perteneciente a uno de ellos y un lujoso club nocturno perteneciente a otro- demuestra el odio de clase que hierve a fuego lento en estas protestas. Estos diputados son odiados como parte integrante de una clase dominante que expolia la riqueza de la nación.

Y sin embargo, al caer la tarde, el gobierno sigue en pie. Mañana comenzará la limpieza del edificio del parlamento, y luego volverán los diputados.

Ruto acaba de dar una rueda de prensa en la que ha insultado a los jóvenes de Kenia, denunciándolos como «criminales traidores». Ha amenazado con hacer caer sobre sus cabezas toda la fuerza del aparato de seguridad. Lejos de acobardar a las masas, sus palabras harán que se ahoguen de rabia y redoblen su determinación.

La pregunta que se plantea es: ¿cuáles son los próximos pasos para expulsar a este presidente asesino y a su gobierno criminal?

Dirección

Es imposible no ver paralelismos entre lo que está ocurriendo ahora y los acontecimientos de Sri Lanka en 2022. Los comunistas y revolucionarios kenianos tienen el deber de asimilar las lecciones de aquel movimiento de hace dos años, sobre el que escribimos extensamente en su momento.

También fue un movimiento espontáneo. Lo que caracterizaba a aquel movimiento, como al actual, era un sentimiento de odio hacia todos los partidos de la clase dominante.

El lema de la juventud keniana, «sin miedo, sin tribus, sin partidos», se hace eco de ese mismo sentimiento. Es un lema excelente, en la medida en que expresa una desconfianza hacia los partidos establecidos, y la unidad de las masas contra las divisiones que esos partidos y dirigentes tratan de crear entre ellos.

El rechazo a todos los partidos y direcciones políticas establecidos, procapitalistas y proimperialistas es correcto.

Hoy hemos visto cómo los oportunistas del partido opositor Azimio dirigido por Odinga -que sólo unas horas antes intentaba enmendar en lugar de rechazar la Ley de Finanzas- intentaban hacer un espectáculo uniéndose a las protestas ante los medios de comunicación. Estos lobos con piel de cordero defienden el mismo sistema podrido que Ruto. Deben ser expulsados y rechazados por el movimiento.

Sin embargo, la naturaleza aborrece el vacío. La direccón -en el sentido de una dirección política, un programa y unas tácticas adecuadas- es necesaria. Si no se encuentra una buena dirección, se encontrará una mala dirección.

Así ocurrió en Sri Lanka. Allí las masas rechazaron a todos los partidos. Pero incapaces de permanecer movilizadas en las calles indefinidamente, las masas buscaron un punto de referencia que tuviera cierta apariencia de autoridad a sus ojos para ofrecer un camino permanente hacia adelante.

Este papel fue asumido por los abogados, que se habían ganado la autoridad en el movimiento defendiendo enérgicamente a los detenidos por el régimen. El Colegio de Abogados de Sri Lanka, que representaba a los letrados, dio un paso al frente con un programa para destituir al antiguo presidente… y sustituirlo por otro títere de la misma camarilla gobernante.

Esta dirección accidental no tenía ninguna intención de abordar la verdadera raíz de la crisis en Sri Lanka: el sistema capitalista en crisis, que ata a Sri Lanka al imperialismo mundial. Por lo tanto, desempeñaron el papel más lamentable, ayudando a la clase dominante de Sri Lanka a desactivar la situación, esperando mientras la mala dirección desmoralizaba y agotaba a las masas, antes de intervenir finalmente para expulsarlas de las calles.

Sólo una dirección construida desde dentro del movimiento revolucionario, que expresara genuinamente sus intereses y con un programa claro para golpear la raíz del capitalismo de Sri Lanka, podría haber evitado tal desenlace.

La revolución keniana se encuentra en una fase mucho más temprana. Sigue en una curva ascendente. Sin embargo, el tiempo apremia. Los acontecimientos de hoy han dado a las masas una sensación eufórica de su poder. Pero el trabajo no está hecho. Para que se convierta en ley, el presidente Ruto debe ratificar ahora el proyecto de ley de finanzas 2024, algo que parece decidido a hacer. Para detener la Ley de Finanzas, Ruto y su gobierno deben ser barridos.

¿Y sustituirlos por qué? ¿Otro gobierno capitalista que cumpla las órdenes del FMI y el Banco Mundial? La oposición no es una alternativa. Llevarían a cabo el mismo programa en el poder.

La clase obrera, la juventud y los pobres deben crear una alternativa. Representan a la inmensa mayoría de la sociedad. La camarilla gobernante representa a una ínfima minoría. Pero la ventaja que estos últimos tienen sobre las masas, lo que les permite esperar que el movimiento en las calles amaine, es la organización. Están organizados a través del Estado, de los partidos políticos y de las asociaciones empresariales, y cuentan con toda la fuerza del imperialismo a sus espaldas.

El movimiento revolucionario debe hacer frente a su violencia organizada con su propia organización. Organizando comités en cada comunidad, en cada escuela y en cada lugar de trabajo, se puede incorporar sistemáticamente a la lucha a capas más amplias de las masas. Dichos comités podrían organizar la confraternización con los cuerpos armados del Estado, animando a las capas inferiores empobrecidas a seguir el ejemplo de las masas, planteando sus propias reivindicaciones y formando sus propios comités. De este modo, se podría dividir al propio Estado y neutralizarlo como herramienta asesina en manos de la camarilla gobernante.

Y al unirse a escala regional y nacional, estos comités podrían proporcionar un poder alternativo al Estado. A través de estos organismos, las masas podrían iniciar una verdadera lucha por el poder, para aplastar al viejo Estado capitalista, que encubre sus verdaderas funciones tras un traicionero barniz de «democracia»; para cancelar la deuda, expropiar a las grandes empresas y al capital extranjero, y reconstruir la sociedad sobre la base de un plan económico socialista.

¡Qué faro para las masas oprimidas de África y de todo el mundo sería una república obrera socialista de Kenia!

¡Abajo la Ley de Finanzas!

¡Abajo Ruto y toda la clase dirigente corrupta!

¡Por la victoria de la revolución keniana!

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