La pandemia mundial de coronavirus es el catalizador que acaba de empujar la economía hacia la recesión global. La crisis capitalista que viene sacudiendo los cimientos del mundo desde 2008 va camino a convertirse en la crisis más aguda en términos históricos.
Previo al estallido de la pandemia la economía mundial se encontraba en una situación de tal fragilidad que era claro que cualquier factor accidental podía empujar a esta hacia el precipicio, finalmente fue el COVID 19 quien dio ese empujón final a las finanzas globales.
El virus de la sobreproducción, y su consecuencia inevitable la especulación financiera, han infectado las células del modo de producción capitalista evidenciando una vez más el freno que representa la propiedad privada de los medios de producción y sus relaciones jurídicas para el conjunto de la humanidad. Ya la Organización Internacional del Trabajo (OIT) advirtió sobre los 25 millones de puestos de trabajo que se destruirán en los próximos días.
«Está claro que hemos entrado en una recesión que será peor que en 2009 después de la crisis financiera mundial”, señaló la titular del FMI Kristalina Georgieva. Por su parte el director general de la Organización Mundial del Comercio señalo «Las proyecciones más recientes predicen una recesión acompañada de pérdida de empleos peor que la que produjo la crisis financiera hace 12 años». El sistema capitalista se dirige a una debacle. Economistas de uno de los bancos más grandes del mundo, el Goldman Sachs, elaboraron un informe donde plantean que América Latina se dirige hacia la recesión más profunda desde la Segunda guerra mundial.
Como vemos las economías de nuestra región que ya venían de sufrir graves golpes, del 2008 en adelante, se enfrentan ahora a una caída económica que los capitalistas y sus representantes políticos de todas las vertientes ya han comenzado a transferirla a nuestras espaldas.
La lógica y los límites del capitalismo cada vez emergen más claramente para quien quiera ver, ya que esta lógica y estos límites se expresan de manera clara en la situación política de la región en donde la pandemia y el crack capitalista, junto con el intento de hacernos pagar la crisis, marcaran el ritmo de la lucha de clases en este periodo que se abre.
La lógica y los límites del capitalismo
En Brasil y Chile donde gobiernan los representantes directos y más rancios de la burguesía podemos ver de manera descarnada el desprecio con el cual la clase dominante nos ve a los trabajadores, utilizándonos como carne de cañón para mantener a salvo sus ganancias y privilegios.
En Brasil el dúo infernal de Bolsonaro y Guedes cumplen todos los sueños de los patrones, al lema de “Brasil no puede parar” promueven una campaña contra la cuarentena por el coronavirus y presionan para que los trabajadores dejen de percibir sus sueldos e imponen legislación anti obrera en materia de salud, anticipación de vacaciones y teletrabajo con una medida provisional que no puede calificarse de otra forma que de asesina.
Con 4661 casos de infectados y 165 de muertos Brasil se ubica en el puesto 18 de países con mayor cantidad de afectados por la pandemia. A su vez crece la rabia contra el gobierno de los patrones y los generales. Los cacerolazos resuenan por el país y el malestar popular empujo a Bolsonaro revocar parte de sus medidas.
Según un pronóstico de la Fundación Getúlio Vargas (FGV), la economía brasileña puede contraerse un 4,4% en 2020. Está claro que la única solución positiva a la crisis de la salud pública y la economía es el fin de este gobierno.
En Chile la piraña de la casa de La Moneda, Sebastián Piñera, está utilizando la pandemia para intentar barrer al proceso insurreccional abierto en octubre. Así el régimen maniobra para recomponerse y ahogar al movimiento.
Declarando el “estado de catástrofe” esta derecha cruel y despiadada busca desmovilizar a los trabajadores y la juventud a la vez que militariza nuevamente las calles y aprovecha para avanzar contra la Plaza de La Dignidad ante la ausencia de manifestantes. También ha postergado hasta octubre el plebiscito sobre la reforma constitucional.
El ambiente de los trabajadores es de bronca y descontento. Ven claramente que Piñera, violador sistemático de los derechos humanos, maniobra descaradamente mientras que ninguno de los problemas que llevaron a la insurrección se han solucionado. El gobierno y el régimen de conjunto siguen enlodados en el descrédito a pesar de que cuentan, de una forma u otra, con la colaboración de todos los partidos. La ineptitud del Gobierno está siendo criticada por todas partes.
El país suma 2500 infectados y 8 muertos, en el medio de un sistema de salud arrasado por décadas de un esquema económico que ha hecho de Chile uno de los países más desiguales del mundo. El modelo “italiano” –reactivo, improvisado y gradual ante la pandemia- que ha seguido este país, para enfrentar la crisis sanitaria, hace que los 1.700 respiradores artificiales de que dispone el conjunto del sistema de salud prefiguren un cuadro de miles de muertes en los próximos meses. Las medidas adoptadas evidencian una política orientada a facilitar la caída de los sueldos, precarizar masivamente las relaciones laborales y destinar los recursos estatales a la protección al empresariado y sus ganancias.
La economía chilena ya se contraía antes del Coronavirus. Economistas del Credit Suisse Group señalaron que “Chile probablemente estará entre las economías latinoamericanas más afectadas por la caída del comercio mundial en medio de la lucha de los países contra el brote de coronavirus”
El marzo chileno comenzó con un alza en el proceso insurreccional, con barricadas y saqueos y retomando altísimos niveles de movilización por parte de estudiantes, trabajadores y mujeres trabajadoras. La Pandemia solo ha frenado momentáneamente el proceso, pero indudablemente Chile va a explotar más temprano que tarde. Las perspectivas que se abren para el país indican que el movimiento para enfrentar la pandemia y la crisis económica debe estar ligado a la exigencia de tirar al gobierno de Piñera y al régimen capitalista que representa.
En El Salvador Nayib Bukele quien viene de poner en crisis a la democracia burguesa militarizando el parlamento ha seguido los patrones de recomendaciones anunciadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), cerrando aeropuertos, fronteras y anunciando un paquete de medidas económicas. Pero esto contrasta con la capacidad hospitalaria del país que solo posee 13 camas cada 10,000 habitantes (Cuba posee 52) y con un gasto en salud per capita de US$ 583 (Cuba gasta US$ 2.486). En donde dos millones de personas viven en la pobreza, siendo un país que ronda los siete millones de habitantes. Esto es lo que puede ofrecer el capitalismo salvadoreño.
A pesar de que en la actualidad Bukele cuenta con aprobación popular tarde o temprano se generaran conflictos entre su base de apoyo y su autoridad debido a la situación explosiva que se abre. El paquete económico que intenta impulsar el Gobierno, para salvaguardar los intereses del capitalismo en su conjunto, lleva indefectiblemente a aumentar la deuda pública (que ya se ha transformado en la segunda más alta de centroamericana) con toda la austeridad posterior que esto implicara.
El país registro el primer caso el 19 de marzo y ya cuenta con 30 infectados. La recesión mundial provocara un terremoto en las economías de Centroamérica. De acuerdo con el análisis del banco de inversión Barclays, el PBI de El Salvador caerá a -3%. Esto implicara una drástica caída de las condiciones de vida para los trabajadores, las mujeres y la juventud.
Ninguna confianza en los políticos burgueses, presidentes, ministros, jueces y diputados. Solo el movimiento de masas de izquierda con un programa basado en el marxismo revolucionario puede imponer la aprobación de medidas concretas para que la crisis la paguen los 160 millonarios que en El Salvador acumulan la riqueza equivalente al 87% de la producción nacional.
En Argentina el gobierno de F y F adoptó una serie de medidas tempranas, incluido el aislamiento social obligatorio, suspensión de clases, y cierre de fronteras que se mostraron en sentido correcto para ralentizar la curva de contagio del virus. Esto ha aumentado la popularidad de Alberto Fernández, que lejos del 48% de aprobación que obtuvo en las elecciones presidenciales de 2019 la imagen positiva del presidente está en 93,8% y el 80% aprueba su gestión según encuestas de la consultora Analogías. Esto se da en un marco político en el que predomina un delicado equilibrio inestable.
Con 966 casos de infectados, 24 de muertos y 228 de recuperados el Estado trata de ganar tiempo para intentar mejorar los servicios sanitarios de aquí al pico de contagio que se espera para fines de abril o mayo. Mientras tanto se han volcado recursos económicos para paliar la situación de los sectores más golpeados, se han prohibido el corte de servicios públicos esenciales y se han congelado los alquileres.
Pero la lógica del capitalismo se impone implacablemente más allá de las intenciones del gobierno, quien acepta al capitalismo debe aceptar su lógica. La respuesta del empresariado no se hizo esperar, carne, fruta y verdura junto con demás bienes esenciales para los sectores populares se han disparado. La carne vacuna, aumentó 1,2%, el pollo 3,6%, las verduras un 3,5%. El precio del alcohol en gel se triplicó.
La Unión Industrial Argentina (UIA) ya se encuentra conversando con los dirigentes de la Confederación General del Trabajo (CGT) un acuerdo para reducir los sueldos si la cuarentena se prolonga. La constructora del Grupo Techint anuncio el despido de 1.450 operarios y ya hubo despidos en el Ferrocarril San Martin, en la cadena de kioscos Mc Kio, en la petrolera YPF, en el complejo Cinemark, en el frigorifico Agroservice, y en Gate Gourmet. Adelantamientos de vacaciones y suspensiones están a la orden del día.
Banqueros e industriales están presionando para que se levante el aislamiento buscando sostener sus ganancias utilizando a los trabajadores como carne de cañón.
La situación en los barrios populares, sobretodo del conurbano bonaerense, es alarmante. En Argentina un 40% de la población se encuentra en la pobreza o extrema miseria que por décadas no se ha resuelto y se ha incrementado en los años de Cambiemos.
La ayuda alimentaria y económica del gobierno va en el sentido correcto, pero se queda corta porque son los propios límites de clase los que se imponen. Para resolver las necesidades económicas y sociales de los trabajadores y el pueblo pobre se necesitan recursos que permitan atender la demanda. Esto implica avanzar sobre los pilares del propio capitalismo, como lo son la propiedad privada burguesa, los privilegios y ganancias de los grandes capitalistas.
Las entidades bancarias y financieras cerraron el año pasado con beneficios por $314.044 millones. El negocio agropecuario, concentrado en pocas manos, se llevó más de U$S 7.632 millones a sus bolsillos el año pasado. La industria farmacéutica argentina gano USD 19.700 millones en los últimos años. Tenaris, del grupo Techint, gano U$S 494 millones solo el primer semestre del año pasado. Los 50 principales empresarios argentinos poseen una fortuna de U$S 58,000 millones. Es ahí donde están los recursos necesarios para atender la pandemia y la crisis económica, pero para avanzar en esa dirección es necesario contar con un programa político que exceda los márgenes del capitalismo. Las y los revolucionarios priorizamos la vida antes que las ganancias de los empresarios, banqueros y terratenientes.
Restara saber si el gobierno se verá empujado por la situación a avanzar parcialmente sobre los intereses de los dueños de la economía nacional pasa sostener la situación social y evitar un estallido de masas o si se verá arrastrado por las propias contradicciones que le impone el capitalismo.
Independientemente de la profundidad que adquiera la actitud del gobierno las ruedas de la historia terminaran por imponerse. La crisis capitalista es de tal magnitud que solo frenar al mismo capitalismo puede representar una alternativa viable de vida para los de abajo. El gobierno se verá sometido a la tensión inevitable de una lógica de hierro en el capitalismo, ¡no se puede controlar lo que no se posee! Bajo el régimen de la propiedad privada de producción son los capitalistas, y la estructura económica de su sistema, los que imponen el rumbo de la economía. Es por esto que los intereses de los trabajadores y de los empresarios son opuestos, antagónicos e irreconciliables. Lo que deja en claro que la lógica de “unidad nacional” donde “todos los argentinos nos debemos unir” para vencer “todos juntos” esta pandemia, que plantean desde el Gobierno, es irreal y juega el papel de distraer de la verdadera dicotomía que atraviesa una sociedad dividida en líneas de clase.
En estas perspectivas las necesidades de construir un partido de trabajadores que pueda contener al conjunto de nuestra clase rompiendo con la apuesta poli clasicista que nos ubica como furgón de cola de los capitalistas se hace más necesaria que nunca. Los revolucionarios debemos no solo llevar adelante esta tarea sino en simultáneo poner en pie las fuerzas del marxismo en argentina.
¿Qué hacer?
Independientemente de quien gobierne o que medidas aplique para contener la pandemia y la crisis económica la lógica del capitalismo se impone. Más allá de que algún gobierno puntualmente pueda ir un poco más allá de los límites que su propia política le permite, en sus intenciones de sostener los intereses del capitalismo en su conjunto, o más allá de los gobiernos que son de ataque directo a la clase trabajadora, existe una misma realidad: el capitalismo es incapaz de dar respuesta ante nuestras necesidades y postraciones históricas y en el marco de esta profundización violenta de la crisis solo puede implicar ajustes y retrocesos en nuestras condiciones de vida.
Con esto no decimos, como suelen hacer los ultraizquierdistas, que todos los gobiernos son iguales, sino que todos sucumben ante la lógica del capitalismo porque no tienen otra alternativa que presentar.
Si bien en este momento pandemia y crisis económica van de la mano la crisis sanitaria tarde o temprano pasara y querrán que nosotros paguemos la factura, los trabajadores no tenemos por qué pagarla.
Ningún economista de ninguna tendencia niega ya que estamos en una nueva recesión económica a escala global, esto implicará ajuste y rebelión de masas. Es ahí hacia dónde vamos y ese es el futuro para el que debemos prepararnos. En el período próximo veremos más levantamientos insurreccionares y estallidos revolucionarios. ¡Debemos preparar el futuro!
El Octubre Rojo latinoamericano dejó muchas lecciones, una de las más importantes nos muestra que la ausencia del factor subjetivo, es decir una dirección que pueda hacer avanzar a la clase trabajadora hacia la toma del poder y el derrocamiento revolucionario de la burguesía, lleva a que los capitalistas terminen por rearmarse utilizando mil y un instrumentos para salvaguardar sus intereses. No se puede triunfar sino contamos con una herramienta de dirección que conduzca los estallidos revolucionarios hacia la toma del poder. Debemos construir un partido revolucionario con autoridad de masas.
Estamos en tiempos excepcionales que requieren medidas excepcionales. De lo que se trata, por lo tanto, es de vincular las demandas más elementales en materia de salud, empleo, derechos democráticos, salario o vivienda, con las demandas más generales de aspirar a la propiedad colectiva, socialista, y gestionada democráticamente por los mismos trabajadores, de las palancas fundamentales de la economía y de la riqueza generada con el trabajo de la clase obrera para poder avanzar hacia nueva legalidad, que venza el atraso capitalista. Con esto hablamos expresamente de la necesidad de expropiar la gran propiedad capitalista.
América Latina es históricamente la región más desigual del planeta. Ese es el lugar al que nos han arrastrado las burguesías nacionales de la mano de su sumisión al imperialismo de turno. Esta nueva crisis económica y la pandemia amenazan con hacernos retroceder a tiempos oscuros, no podemos permitirlo. La encrucijada “socialismo o barbarie” es cada vez más palpable en la cabeza, los músculos y los nervios de la clase obrera y trabajadora.
Compañeras y compañeros: se ha roto la rutina, el proceso molecular de la revolución avanza rápidamente, como el mismo Lenin dijo: «Hay décadas en las que no pasa nada y semanas en las que pasan décadas». Avancemos a paso firme en pensamiento y acción hacia la construcción de una poderosa corriente marxista, insertada en el movimiento de la clase trabajadora, con una perspectiva internacionalista, que pueda cambiar el curso de los acontecimientos. ¡No tenemos nada que perder! ¡Excepto nuestras cadenas!
¡Pan, salud y trabajo!
¡Que la riqueza que los trabajadores producimos sea para los propios trabajadores!
¡Por la federación socialista de América Latina!