[Originalmente publicado en: América Socialista]
El pueblo de Puerto Rico ha vivido uno de los procesos electorales más intensos de su historia colonial. En una particular coyuntura, se unieron en una “Alianza de País” el Partido Independentista Puertorriqueño (PIP) y el Movimiento Victoria Ciudadana (MVC). El primero –fundado en el 1946– es el histórico representante de esa opción descolonizadora a nivel electoral y el segundo se constituyó en el 2019 para agrupar diferentes tendencias ideológicas y políticas en una sola opción electoral “anti-neoliberal”.
Esta “Alianza” se construyó para canalizar el descontento con los partidos tradicionales defensores del capitalismo colonial (Partido Nuevo Progresista y Partido Popular Democrático) que se han alternado la limitada gobernanza del país por las pasadas siete décadas. Es indudable que dicho encuentro político-electoral generó grandes expectativas de un “cambio” entre amplios sectores de nuestra sociedad, en especial y destacadamente, la juventud.
Ahora bien, las evaluaciones que hasta el momento se han realizado sobre el proceso y sus resultados han tenido como característica una marcada tendencia a la lectura limitada de lo ocurrido el pasado 5 de noviembre. Por esa razón, los comunistas en Puerto Rico tenemos el deber de realizar una evaluación crítica del proceso electoral, los intereses de clase en pugna, los errores cometidos, lo sucedido ese día y sus consecuencias para la clase trabajadora del país. Solo así, podremos construir una sólida, organizada y combativa resistencia.
Elecciones y lucha de clases
En las recientes elecciones, se enfrentaron dos proyectos de país con intereses de clase contradictorios. De un lado, el proyecto burgués del capitalismo-colonial dominante fue representado por el bipartidismo PNP-PPD que se ha alternado en la administración colonial por los pasados 60 años. A este sector se le unió el partido de la derecha religiosa Proyecto Dignidad. Esta “coalición capitalista” fue apoyada abiertamente y de manera decidida por un grupo de más de 140 corporaciones, asociaciones empresariales y altos gerentes capitalistas bajo el nombre de “Democracia es Prosperidad”. El interés de esta coalición fue defender abiertamente el capitalismo sin restricciones contra lo que percibieron era una amenaza a sus intereses de clase.
Del otro lado de la contienda electoral, se presentó la “Alianza de País”, un junte electoral entre dos partidos de línea socialdemócrata (PIP y MVC) y otros sectores, incluyendo un importante grupo de líderes sindicales agrupados bajo la “Coalición Sindical”. A pesar de que la Alianza no promovió un programa anticapitalista, presentó unas propuestas progresistas que – de haberse implementado – hubiesen provocado un choque con los estrechos límites del capitalismo colonial. Entre estas propuestas se encontraba el rompimiento con la Junta de Control Fiscal (JCF), organismo impuesto por el gobierno de los EE.UU. para controlar el presupuesto del gobierno en Puerto Rico.
Ante estos dos proyectos de país, los comunistas decidimos brindar nuestro apoyo crítico a la “Alianza de País” por constituir una alternativa progresista al bipartidismo capitalismo-colonial que por tantos años ha dominado el escenario político en nuestro país. Al definir nuestro apoyo a la Alianza como uno de carácter crítico, reconocimos que el rompimiento con el bipartidismo que nos ofrecía era una meta importante y necesaria, pero no era suficiente como para satisfacer los intereses de la clase obrera. Para esto es necesario que la clase obrera tenga su propia organización política, su propio partido revolucionario de trabajadores.
Partiendo de estas aclaraciones iniciales, veamos algunos de los resultados e implicaciones de los resultados electorales.
La «derrota» del bipartidismo
Uno de los principales objetivos de la “Alianza” era la de derrotar el bipartidismo, y éste se cumplió de manera parcial. Si bien es cierto que se desplazó al PPD a un tercer lugar en cuanto a los votos para la gobernación se refiere, esa institución continúa teniendo control de una mayoría de las alcaldías, y además aumentó dicho control de 40 a 45 pueblos de la isla. Este hecho es sumamente importante, pues significa que el PPD seguirá teniendo control sobre una destacada parte de la administración pública del país.
Como si eso fuera poco, el PPD obtuvo la candidatura nacional más votada en la figura de Pablo José Hernández como comisionado residente con un 45% de los votos. Este resultado, aunque destacado, no puede entenderse como un apoyo directo a todo lo defendido por este individuo, sino, entre otras cosas, como un voto castigo al candidato del PNP, William Villafañe, quien fue parte de la administración del destituido exgobernador Ricardo Rosselló.
Un punto importante para considerar es que – con toda probabilidad – sobre el menor de la dinastía Hernández recaerá la dirección y reorganización del PPD. Otras “caras frescas” serán parte de esa “renovación” como Héctor Ferrer Jr., quien pudiera ser su dupla a la comisaría residente en 2028. Estos son dos “políticos jóvenes” que sufren de las mismas viejas ideas, particularmente su apego al embeleco colonialista llamado “estado libre asociado”.
Habría que esperar a ver cómo quedaría esa reconfiguración burguesa-colonial y auto-denominada “centrista” para saber si éstos pudieran aparecer como la alternativa para vencer al PNP en las elecciones del 2028. No dudamos que la estrategia para esas elecciones será, nuevamente, el llamado al “voto útil” para atraer sectores del independentismo para alegadamente impedir el triunfo de la “estadidad”.
De otro lado, el PNP, con el dominio total de los puestos gubernamentales, demostró varias cosas: que tiene un control total del sistema electoral; que es el único que mantiene una base sólida de afiliados(as) y que sus estrategias basadas en la demagogia, desinformación y el miedo son, al igual que en el pasado, sumamente efectivas.
El PNP es un fenómeno que hay que estudiar con detenimiento por sus contradicciones, ya que es el partido que acoge grandes sectores de masas trabajadoras y empobrecidas de Puerto Rico y que, sin embargo, es el que históricamente ha ejecutado ajustes fiscales y programáticos contrarios a sus intereses. En esta ocasión no será diferente, sobre todo con el contundente “mandato electoral” que obtuvo en las urnas. No será de sorprender que todas las contrarreformas capitalistas que quedan pendientes sean ejecutadas en los primeros meses de su mandato.
Todo esto nos lleva a concluir que, contrario a lo generalizado, el bipartidismo sigue siendo la fuerza dominante en el escenario gubernamental. En ese sentido, considerar al PPD como una institución moribunda, descabezada y sin apoyo constituye un gran error táctico. Tenemos que ser enfáticos en este punto: el partido que personifica el colonialismo ni está herido de muerte ni desaparecerá; todo lo contrario, continuará siendo un jugador de peso en el tablero político-electoral, por lo menos, a mediano plazo.
Sobre el Proyecto Dignidad (PD)
El ala más conservadora de Puerto Rico, entre ella la comunidad evangélica, apostaba a que haría un mejor papel en estas elecciones. La apuesta del PD eran los distritos del oeste que, sin embargo, se fueron masivamente con el PNP. Esto significa varias cosas, entre ellas, que la campaña de miedo ejerció tanta presión que empujó a este sector nuevamente a su cauce original, el PNP, y que la imagen de Jenniffer González de mujer cristiana, heterosexual y representante de los valores “americanos” funcionó. Además, la falta de primarias para la gobernación en el PD y la imposición de su candidato creó división interna.
Este partido tiene que prontamente resolver sus problemas organizativos si desea continuar siendo el resguardo del conservadurismo isleño. Es indudable que la gran ganadora de todo este proceso fue Joanne Rodríguez Veve, quien hasta el momento queda como la segunda candidata al Senado más votada y solo superada por María de Lourdes Santiago. Por esa razón, es posible que Rodríguez Veve surja como la persona llamada a dirigir la reorganización del PD y como posible candidata a la gobernación en el 2028.
Debilitado el Movimiento Victoria Ciudadana (MVC)
Indudablemente, el resultado obtenido por el MVC tiene su origen en problemas internos y externos. El principal de ellos es su concepto organizativo de “Red de Redes”, el cual fue un desacierto desde el mismo momento en que se implementó. Este tipo de andamiaje organizacional es el problema fundamental que restringe el crecimiento del MVC, así como su funcionamiento democrático.
La carencia de una estructura sólida y comités en los municipios limitó el que las candidaturas regionales del MVC, más allá de San Juan, pudieran despegar. En su gran mayoría, las campañas se llevaron a cabo de manera independiente y aislada, aunque estaban bajo la insignia del Movimiento. En definitiva, para que el MVC continúe siendo una fuerza vigente tiene que descartar, urgentemente, este modo de gobernanza que ha demostrado hasta la saciedad su ineficacia. Lo más recomendable es que adopten un modelo que fomente el trabajo de base y facilite la formación política de afiliados y simpatizantes.
Por otro lado, el trabajo realizado por la Oficina de la Comisionada Electoral fue sumamente deficiente. Su falta de liderazgo provocó que fueran descalificadas las importantes candidaturas por acumulación de legisladores incumbentes. Dicho error generó una desesperada, tardía e insuficiente campaña de nominación directa (“write-in”) en un escenario dominado históricamente por el voto íntegro o, a lo sumo, el voto mixto. El resultado neto habla por sí mismo: de cuatro legisladores que tuvo el MVC en este cuatrienio, en estas elecciones no pudo elegir ni uno solo. A nuestro parecer, el no prever que los partidos tradicionales harían lo posible por sacar de carrera las candidaturas por acumulación, fue un claro indicador de la falta de dirección y negligencia de esta Oficina.
Dicho eso, al parecer la relación que sectores del MVC establecieron con el Partido Demócrata no fue una estrategia acertada; especialmente, el apoyo que Ana Irma Rivera Lassén le ofreció a la candidata presidencial Kamala Harris. Este acto impactó negativamente a la base del PIP y a gran parte de la izquierda por el papel que la vicepresidenta ha ejercido en las guerras imperialistas y el genocidio palestino.
El poco respaldo que recibió la candidatura de Rivera Lassén a la Comisaría Residente se debió a variados y complejos elementos. En primer lugar, e independientemente de sus méritos personales, la realidad es que su proyección y discurso no apeló a la mayoría del pueblo; en segundo, como mencionamos anteriormente, su cuestionable relación con Kamala Harris; en tercero, el voto íntegro de grandes sectores del PIP a pesar del acuerdo de que se votaría por ella; y cuarto, la posibilidad de que ciertos sectores la relacionaran con el movimiento “woke” de los Estados Unidos.
Finalmente, hubo fuerzas externas que afectaron el desempeño del MVC, entre ellas: la complejidad del voto mixto y “write-in”; el control del PNP del voto ausente y adelantado; el problema con las máquinas de escrutinio; la falta de inscripción de jóvenes; y obviamente el desproporcionado bombardeo de mensajes de miedo, descrédito y demagogia por parte tanto del PNP como del sector empresarial.
Es fundamental señalar que los ataques de la burguesía se concentraron exclusivamente contra el MVC, pero por los problemas internos antes mencionados no tuvieron la capacidad de contrarrestar de manera articulada y consistente esos mensajes. En pocas palabras, el Movimiento no pudo concertar un discurso combativo –a manera de ofensiva política– que apelara al descontento de las poblaciones marginadas que sobreviven con las ayudas federales.
Por último, el MVC quedó sin franquicia electoral por lo que tendrá que atender lo antes posible todas las deficiencias institucionales para poder comenzar con la reinscripción. Eso si el liderato se pone de acuerdo y logra canalizar de manera productiva sus contradicciones internas.
Sobre la alcaldía de San Juan
La derrota de Manuel Natal en San Juan se debió a diferentes situaciones, entre ellas, su candidatura no pudo atraer más votos del Partido Popular Democrático; se percibió alejado de las necesidades e intereses del pueblo trabajador de San Juan; el cambio demográfico; y el hecho de que el incumbente Miguel Romero utilizó el presupuesto municipal para movilizar a las comunidades pobres (repartiendo dinero y asfaltando las calles).
Otro elemento a considerar fue la divulgación pública – por parte de una candidata del PPD en San Juan – de un documento interno del MVC donde se criticaba al liderato de dicho partido por no haber atendido de manera adecuada unas acusaciones de alegado hostigamiento sexual. Esta carta fue aprovechada por los demás partidos para desprestigiar al MVC así como las candidaturas mencionadas en la misma, las cuales tuvieron que dedicar grandes esfuerzos y tiempo para defenderse de las acusaciones. Tenemos el convencimiento de que este asunto tuvo un gran impacto negativo en los resultados en San Juan.
Se fortalece el Partido Independentista Puertorriqueño (PIP)
Sin lugar a dudas, los resultados demuestran que la “Alianza” favoreció al PIP y, sobre todo, a la candidatura de Juan Dalmau. El PIP salió sumamente fortalecido y con su base intacta, al menos para los próximos cuatro años. Para esta colectividad, la votación fue histórica ya que desde el año 1952 no alcanzaba a posicionarse como el mayor partido de oposición.
Este resultado ha empezado a crear suspicacia entre algunos grupos que argumentan que el PIP se aprovechó del esfuerzo realizado por el MVC. La anterior afirmación podría comprenderse a partir de los números del voto íntegro del corazón del rollo pipiolo (un leve aumento de 5%), que al parecer no compró la idea de la “Alianza”. La candidatura de “agua” del comisionado residente pipiolo obtuvo votos que se supone estuviesen destinados a la candidata del MVC. No obstante, los números demuestran que la suma de ambos no llega ni cerca del segundo lugar.
En cuanto a la legislatura, como era de esperarse, María de Lourdes Santiago y Denis Márquez se posicionaron como los candidatos con mayor respaldo en sus respectivos puestos. Sin embargo, la gran sorpresa de los comicios fue Adriana Gutiérrez, candidata a la Cámara de Representantes por el Distrito 4. Prevalezca o no, debe comenzar a perfilarse como una figura importante dentro del partido y su liderato debe continuar su desarrollo.
En ese mismo escenario, cabe la posibilidad de que se aplique la ley de minorías y algunos puestos legislativos adicionales sean para el PIP. Las reglas de balance electoral pueden añadir escaños adicionales en la Cámara, que con Denis Márquez y Adriana Gutiérrez catapultaría el peso de la delegación cameral pipiola. Esto representaría un hito histórico en todo sentido y dotaría al PIP de una mayor fuerza política. Si este grupo de legisladores hace un buen trabajo fiscalizando la administración del PNP, los comicios del 2028 le podrían ser mucho más favorables.
El futuro de la «Alianza»
Desde nuestro punto de vista, el futuro de la “Alianza” depende de dos factores. En primer lugar, depende de la capacidad que tenga el liderato del MVC para reorganizarse, específicamente si logra atender de manera productiva las contradicciones internas (ideológicas y organizativas). En segundo lugar, la “Alianza” tendrá futuro en la medida en que los dos partidos que la componen reconozcan que son más los aspectos que los unen que aquellos que los separan. Ambos son partidos de ideología socialdemócrata cuya aspiración gira en torno a atenuar los aspectos más crudos del capitalismo (hazaña un tanto ilusoria en un contexto de explotación capitalista-colonial). De igual manera, ambos partidos han reconocido que el estatus político de Puerto Rico no se resuelve en las elecciones de cada cuatro años y se han comprometido con la descolonización a través de una asamblea de estatus.
Ahora bien, si esa reorganización del MVC sucede lo antes posible y el desprendimiento del PIP es lo suficientemente grande, se podrían dar conversaciones en torno a la unificación de franquicias. Esto puede darse en un contexto de dos escenarios: la fusión de ambas formaciones en un solo partido o que cada colectividad siga con su identidad propia y que participen electoralmente bajo una sola insignia. Esta última opción sería una manera bastante novel de superar los escollos del actual Código Electoral; claro está, eso significa que ambos grupos podrían quedar sin franquicia electoral propia en las próximas elecciones.
Para que esto pueda suceder, el MVC tendría que, como mencionamos, abandonar su actual estructura disfuncional y adoptar una que ayude a fortalecer sus bases a nivel municipal donde pueda encontrarse con las bases del PIP, tanto en la militancia como en la formación política. De lo contrario, estaría destinado a perder electoralmente quedando siempre a merced de las decisiones del PIP; en pocas palabras, la “Alianza” quedaría subordinada a las necesidades de esa colectividad.
En cuanto al análisis más allá de lo individual, la “Alianza” demostró que su fortaleza son las zonas urbanas y que tiene un gran respaldo entre sectores de la juventud, la clase obrera y una gran cantidad de artistas. Lograr la segunda posición para la gobernación, a pesar de la campaña anticomunista de los patronos y el bipartidismo, apunta a que hay amplios sectores del pueblo que le perdieron el miedo al comunismo, el socialismo y la independencia nacional y, finalmente, que un cambio real sí es posible.
La «coalición burguesa»
Otro hecho histórico fue la organización de la burguesía nacional y extranjera en un Comité de Acción Política (PAC). En su página oficial, Democracia es Prosperidad expresó claramente y sin tapujos que su interés principal era promover y apoyar candidatos(as) que defendieran la economía de libre mercado, la democracia y la prosperidad económica.
Esto es sumamente ilustrativo de lo que significaban estas elecciones para ese grupo. Para Democracia es Prosperidad, el MVC representaba el socialismo y comunismo; fue por eso que toda la propaganda se centró en desprestigiar y demonizar al MVC y no así al PIP. Para esto, estas corporaciones invirtieron más de dos millones de dólares – radio, televisión, prensa y redes sociales – y presionaron a sus respectivos empleados para que votaran contra la Alianza. Todas y cada una de las opciones que impulsaron fueron del PNP, PPD y PD, muchas de las cuales ganaron puestos en la legislatura. En resumen, abiertamente, los capitalistas se organizaron para defender sus intereses de clase. Entendieron que había una gran posibilidad de que la “Alianza” llegara al poder y cambiará las reglas del juego de la acumulación capitalista. En conclusión, temían que se hicieran reformas laborales que mediaran en la explotación.
Como parte de esta “coalición burguesa” tenemos que mencionar al titiritero de derecha Antulio “Kobbo” Santarrosay su programa televisivo “La Comay”. Sería ingenuo pensar que este individuo regresó a la televisión por pura casualidad a sólo meses de las elecciones. Las semanas antes de los comicios dedicó gran parte de su programa televisivo a fortalecer la campaña de miedo del PNP y de Democracia es Prosperidad. Esto no debe sorprender a nadie, pues es más que sabido que Santarrosa ha tenido relación directa con la derecha cubana en Puerto Rico y fue amigo íntimo del exiliado cubano Julito Labatut.
Este grupo es un sector que hay que tomar en consideración a la hora de establecer las futuras estrategias políticas y electorales porque históricamente los intereses de este sector han sido representados y protegidos por los partidos tradicionales. Este hecho demuestra que la burguesía sabe que el país está cambiando y que el bipartidismo está cada vez más cerca de ser derrotado.
La participación del sindicalismo
Un elemento novel en estas elecciones fue la creación de la Coalición Sindical, agrupación que reunió más de 25 sindicatos del país, la cual presentó un programa político titulado Propuestas para el País que Merecemos. La elaboración de dicho programa y su campaña “No te vistas que no vas”, sin duda, constituyó un punto de inflexión en el desarrollo de la lucha de clases en Puerto Rico. En términos muy concretos resulta significativo que el liderato de un sector importante de la clase obrera organizada en sindicatos haya elaborado y promovido públicamente un programa de reivindicaciones para provocar un cambio político y derrotar el bipartidismo. Como si esto no fuera suficiente, tanto líderes como trabajadores de base de la Coalición Sindical manifestaron – aunque sólo en privado – su apoyo entusiasta a la Alianza de País.
Aunque reconocemos el esfuerzo de estos sindicatos para influir en la contienda electoral, también debemos reconocer que el esfuerzo fue tímido, tardío y poco efectivo. Definitivamente, esto se debió a varias razones, entre ellas, no crear con tiempo un Comité de Acción Política (PAC) que llevara a cabo la campaña y el alejamiento del Sindicato Puertorriqueño de Trabajadores y Trabajadoras (SPT) de los trabajos colectivos de apoyo al MVC.
Tenemos que recordar que este sindicato ayudó a fundar el Movimiento Victoria Ciudadana y también que creó el primer Comité de Acción Política (PAC) sindical en Puerto Rico con ayuda de la Service Employees International Union (SEIU). El SPT era tan importante para el MVC que sus problemas internos fueron arrastrados hasta el partido y provocaron controversias que implicaron a sus candidatos en San Juan, lo que les obligó, a días de las elecciones, a usar sus apariciones públicas para defenderse en lugar de enfocarse en explicar sus propuestas.
Las principales limitaciones de la campaña de la Coalición Sindical fueron dos. La primera fue que la misma no fue discutida en asambleas con los trabajadores de base de los sindicatos. Sólo dos sindicatos de la empresa privada discutieron el tema electoral y el apoyo a la Alianza en sus asambleas: el Movimiento Solidario Sindical (MSS) y la Unión de Trabajadores de la Industria Licorera de Ponce (UTILP). En los demás sindicatos, la discusión se quedó a nivel de las directivas, por lo cual los trabajadores y las trabajadoras no se beneficiaron de la discusión del programa político que sus líderes estaban promoviendo.
La segunda limitación fue el aspecto financiero. Más allá de los millones de dólares que los partidos del bipartidismo gastaron en sus campañas, la opción capitalista-colonial recibió el beneficio de una campaña de sobre dos millones de dólares de parte del Super-PAC patronal Democracia es Prosperidad. Sin embargo, de parte de la Coalición Sindical, la campaña “No te vistas que no vas” se desarrolló con un presupuesto de escasamente cinco mil dólares.
Independientemente de las limitaciones de la campaña de la Coalición Sindical, debemos reconocer sus aspectos positivos. Elaboraron un programa político de defensa de los intereses de la clase obrera y lo promovieron, aunque fuera limitadamente. Esto es mucho más que lo que hicieron otros sindicatos, que optaron por el silencio absoluto durante la campaña electoral o, peor aún, participaron de los encuentros auspiciados por el senador del PNP Thomas Rivera Schatz.
Cabe señalar que, a pesar de que los candidatos de la Alianza fueron los únicos que suscribieron el programa político de la Coalición Sindical, el candidato a la gobernación Juan Dalmau no destacó las reivindicaciones del programa obrero en su campaña. Esto demuestra -una vez más- que si la clase obrera desea promover sus intereses políticos en las elecciones sólo podrá hacerlo a través de su propio partido político.
No cabe la menor duda de que, con la elección de la republicana Jenniffer González, continuarán las privatizaciones y la embestida contra los derechos laborales y los derechos de los sindicatos del sector público, especialmente, contra aquellos que se unieron para pedir un voto de castigo en su contra. En resumen, la clase trabajadora organizada tendrá que superar sus diferencias y seguir juntando voluntades para poder contrarrestar las políticas de austeridad que vendrán. La discusión de este tema es urgente y debe figurar de manera prioritaria en la agenda de las diversas organizaciones sindicales.
Sobre la encuesta plebisctiaria
No es de extrañar que, ante la merma de electores, el PNP volviera a recurrir a la vieja y efectiva estrategia de movilizar por medio de los plebiscitos. En esta ocasión, el Estado Libre Asociado (ELA) no apareció como opción; en su lugar, estuvo la Libre Asociación, la cual fue caracterizada por el PNP como una opción “igual a la independencia”.
Es de suma importancia destacar, que, a pesar del llamado a dejar la papeleta en blanco, la Independencia recibió 293,224 votos (31%) y la Libre Asociación 116,834 (13%), sumando entre ambas 410,058 (44%) versus los 540,635 (57%) de la “estadidad”. Si a estos datos añadimos las 169,448 papeletas depositadas en blanco y otras 13,080 “mal votadas” (o sea, dañadas) el porcentaje total de la votación a favor de la “estadidad” baja a un 47.7%. Esos datos demuestran que, con el pasar del tiempo, el pueblo puertorriqueño ha ido superando el temor a la soberanía nacional.
En cuanto a la encuesta presidencial, los números finales dan una avasalladora victoria a la vicepresidenta Kamala Harris 724,947 (73%) sobre Donald Trump 263,270 (27%). Este aplastante triunfo confirma que Puerto Rico, de incorporarse como estado de los EE.UU., sería un estado demócrata. Por eso, recientemente, el senador republicano Mitch McConnell planteó que la mayoría de su partido cerraría el paso a cualquier intento por incluir nuevos estados a los EE.UU.. Entonces, para poder continuar administrando la colonia, el PNP tendrá que seguir vendiendo la ilusión de la “estadidad” a sus huestes, aunque sepan que esa alternativa está descartada de antemano.
¿Qué hacer en esta coyuntura?
La posición de los comunistas que nos agrupamos en torno a Rumbo Alterno sobre las pasadas elecciones fue clara:
Los comunistas en Puerto Rico saludamos y apoyamos la iniciativa política de la Coalición Sindical, aunque reconozcamos las limitaciones del programa político que han presentado. Así mismo brindamos nuestro apoyo crítico a la Alianza de País, pues conlleva el rompimiento con el bipartidismo que ha maniatado la clase obrera y estrangulado nuestro país. Al definir nuestro apoyo a la Alianza como uno de carácter crítico reconocemos que el rompimiento que nos ofrece es importante y necesario pero no es suficiente. Tenemos que ir más allá. [énfasis suplido]
Así pues, ha llegado el momento de ir más allá. Las tareas de los comunistas siguen siendo las mismas: educar y organizar a la clase obrera para enfrentar a sus explotadores. Nuestros próximos pasos deben ser sobre el terreno fértil que dejaron los resultados electorales. Como, por ejemplo, cultivar núcleos organizativos y de formación en aquellos espacios geográficos que dejaron saldo positivo para la “Alianza” – o más bien, para las ideas de izquierda, socialistas, comunistas e independencia nacional–. Debemos apostar a la formación de cuadros al interior de los múltiples sectores y es posible llegar a una capa avanzada de trabajadores en los sindicatos y fuera de éstos, incluyendo a los no convencionales insertados en trabajos profesionales, asalariados y las organizaciones sin fines de lucro.
Este último proceso electoral evidenció que la burguesía no dudará en entrar de lleno al ruedo político directamente; es más, tenemos el convencimiento de que de ahora en adelante siempre lo estarán. Por otro lado, son decenas de miles las personas que están en busca de una alternativa política. Ya es hora de que la clase trabajadora y marginada del país tenga un partido obrero, clasista e independiente, que ofrezca respuestas radicales a los problemas que sufrimos en esta colonia. Mientras tanto, debemos continuar influenciando en todos aquellos espacios y frentes que estén disponibles.
Para acabar con la explotación de la clase obrera en Puerto Rico – y a nivel internacional – no basta con limitarnos a promover un “buen gobierno” o “combatir la corrupción”: tenemos que acabar con el capitalismo que es la fuente de toda explotación y opresión social. Y para triunfar en dicha lucha anticapitalista, como clase obrera necesitamos tener nuestro propio partido político que represente nuestros propios intereses de clase. Esa es nuestra prioridad. Para cumplir con esa tarea histórica y necesaria convocamos a las trabajadoras y trabajadores del país. ¡Únete a Rumbo Alterno!
Rumbo Alterno es un colectivo marxista comprometido con la lucha contra el capitalismo y la construcción de una nueva sociedad socialista en Puerto Rico y a nivel internacional. Luchamos contra el actual sistema económico, político y social que no ofrece una alternativa a la mayoría de la población. Publicamos la revista digital RumboAlterno.net donde divulgamos análisis de la coyuntura nacional e internacional, así como artículos y denuncias de nuestros lectores y sectores afines. Nuestro colectivo forma parte de la Internacional Comunista Revolucionaria (ICR), antes Corriente Marxista Internacional, la cual tiene presencia en más de 35 países en los cinco continentes.