Por Vladimir E. Montes
La historia mundial está plagada de eventos revolucionarios ejemplificantes y dignos de mención. Cuando hablamos de los estadios de desarrollo de la humanidad siempre aparecerá en el horizonte la brutal batalla de una buena parte de la sociedad contra los gobernantes de turno y su poder establecido. Esta pugna conocida más comúnmente como la lucha de clases cuando es llevada a sus últimas consecuencias -como bien lo menciona Trotsky, “representa la lucha por el poder”.
Nuestro país (El Salvador) no ha sido la excepción a estas leyes históricas, basta echar un vistazo un par de siglos atrás para encontrar estos conflictos que han nutrido la sociedad y son un referente claro del heroísmo de nuestra gente por librarse de sistemas opresivos, canallas gobernantes, invasores e incluso familias completas de la élite que se enquistaron en el poder. Pero más allá del valor y determinación mostrado por nuestro pueblo como el caso de los indígenas en la gesta de 1832, de nuestras tropas en la guerra civil centroamericana, la insurrección obrero-campesina de 1932, el derrocamiento del General Martínez o más recientemente en los 12 años de guerra civil salvadoreña en los 80’s, hay un factor que nuestras clases explotadas no han podido lograr aún: la toma del poder total de la sociedad y el derrocamiento de la clase dominante.
Esto no indica que sea imposible la conquista del poder por métodos revolucionarios. Al hablar de revoluciones triunfantes nos tenemos que remontar inevitablemente a una que marcó un hito en la historia y cuyas repercusiones llegaron, en menor o mayor grado, a todos los rincones del mundo. La Revolución Bolchevique o mejor conocida como la Revolución de Octubre, llevada a cabo un 25 de octubre (según el antiguo calendario ruso), fue la revolución más popular, la más participativa y democrática que se haya conocido. Nada tiene en común con lo que afirman los apologistas del capital quienes la simplifican a un simple golpe de Estado ejecutado por un reducido grupo de malhechores trasnochados, ebrios de poder dirigido por conspiradores profesionales extranjeros.
El hecho que los obreros y campesinos borraran del mapa los últimos vestigios de la autocracia, y liberaran todo el potencial creativo de las clases oprimidas y su capacidad para tomar las riendas de la sociedad, demuestra en la práctica que es una herida de muerte en el corazón mismo del capitalismo, por cuanto quienes quieren perpetuar el estado actual de cosas, lanzarán todo tipo de basura y mentiras sobre esta revolución y sus logros. Desde los más grandes millonarios, pasando por los gerentes de multinacionales, banqueros, profesores de universidades, escritores, periodistas, y otros tantos defensores del actual régimen de producción, se unen en coro para reducir este magno evento a una simple aberración histórica cuyo única herencia ha representado represión, crímenes y ríos de sangre, equiparando el Estado obrero de los primeros años de la Revolución con el Estado totalitario y asesino instalado luego por medio de los agentes estatales que se impusieron sobre los hombros de la clase obrera, dicho proceso es mejor conocido como Estalinismo.
La actualidad y el yugo del capitalismo
Mucha agua ha corrido bajo el puente desde Octubre de 1917, los eventos no han dejado de perjudicar gravemente a las clases más desfavorecidas de la sociedad, guerras mundiales, revoluciones y contrarrevoluciones, crisis económicas, destrucción ambiental, hambrunas, acumulación obscena de la riqueza, narcotráfico, terrorismo, homofobia, violencia hacia la mujer y más recientemente pandemias mundiales que bien podrían ser evitadas o controladas si la economía no estuviera manejada por el afán de lucro y gestionada de forma democrática. Todo esto tiene un sello distintivo y común, son generados por el sistema de producción y distribución de la riqueza prevaleciente: el capitalismo, un horror sin fin.
Las millones de muertes generadas a nivel mundial por semejante caos y destrucción permanente no tienen parangón en la historia, sólo basta echar un vistazo a los más de 50 millones de masacrados de la Segunda Guerra Mundial para hacernos una idea del nivel criminal de dicho sistema, todo por la ambición de las élites de las naciones beligerantes por la apropiación de los territorios y recursos naturales de otras partes del mundo, para que la industria y la economía continuarán funcionando. Estamos tan acostumbrados a ver cifras de las pérdidas de vidas humanas por estos hechos que ya no nos inmutamos o sorprendemos, y mucho menos lo harán los millonarios desde su cómoda posición. Sólo la pandemia del COVID-19 ha alcanzado la cifra de casi 5 millones de pérdidas humanas a la fecha, y todo parece indicar que llegó para quedarse y deberemos aprender a convivir con otro virus letal, que ha dejado un lastre de muerte entre los más pobres y unas buenas ganancias a las farmacéuticas de diversos países capitalistas proveedores de las vacunas.
Presenciamos un escenario donde la inestabilidad de los países de cualquier punto del planeta es una característica común. Los países pobres se aferran a la “ayuda financiera” de los ricos, pero el problema es que los mismos países ricos se encuentran así mismo en una situación desesperante. Nuestro país es un claro ejemplo, depende mucho del endeudamiento externo para echar a andar su economía basada sobre todo en el consumo de bienes y servicios; sin embargo, el nivel de deuda es insoportable para estos países de capitalismo atrasado, la situación es apremiante y altamente explosiva para su población debido a los recortes en materia social, “..la deuda global total (incluidos el gobierno, los hogares y las empresas) a fines de 2020 alcanzó el 356 por ciento del PIB, 35 puntos porcentuales más que en 2019, alcanzando un récord de $281 billones. Ahora es aún más alta y está aumentando. Este es el mayor peligro al que se enfrenta el sistema capitalista”[1].
Hacia un nuevo Octubre
Al Che Guevara le gustaba afirmar que mientras exista la explotación de los trabajadores o la avaricia de los terratenientes con la que obligan a soportar hambre a los campesinos, siempre iban a existir las condiciones para llevar a cabo la revolución. Sin embargo, sabemos que los trabajadores no se lanzarán a la lucha por el poder de un día a otro porque simplemente existe la explotación del hombre por el hombre. Las condiciones para que exista un proceso revolucionario las han planteado ya los líderes de la Revolución de Octubre, nuestro deber es estudiarlas y transmitirlas a los trabajadores de la forma más clara posible.
El capitalismo es un sistema productivo relativamente nuevo, ha tenido ya la oportunidad de demostrar en poco más de 200 años lo que puede hacer por la humanidad, su rol ha concluido al desarrollar las fuerzas productivas a un nivel que, ya es inaceptable para la humanidad estar padeciendo hambrunas o enfermedades que aniquilan en masa a los pueblos debido a que existen los suficientes bienes materiales para satisfacer todo tipo de necesidad.
En sólo 50 años la Revolución Rusa demostró cómo la economía nacionalizada y planificada puede igualar o superar a países que han pasado por un desarrollo capitalista ininterrumpido y que no han logrado aún eliminar los distintos males de la sociedad por que simplemente el sistema no fue creado para ello. En el lenguaje del hierro, el cemento y la electricidad se inició el salto de una sociedad atrasada y enferma a una potencia capaz de lanzar cohetes y satélites al espacio dejando atrás a potencias capitalistas de la época.
Nuestra tarea ineludible como obreros es el de estudiar a fondo estos acontecimientos y sacar las conclusiones más avanzadas para contrarrestar todos los males que se derivan de la sociedad capitalista, en pocas palabras nuestro deber es hacer la revolución socialista. Los problemas a los que se enfrentó el Partido Bolchevique son los mismos a los que se enfrentan en la actualidad millones de trabajadores en el mundo, ahora tenemos la ventaja del flujo de la información que nos ayuda a enlazarnos o imitar las acciones heroicas de los obreros de otras latitudes, cuestión que era impensable en ese entonces.
Los líderes reformistas tanto de partidos y sindicatos que no son otra cosa que el punto de apoyo para la estabilidad del capitalismo han roto con esta herencia revolucionaria desde hace ratos, limitando todo a un mero hecho histórico que no tiene ninguna aplicación en la actualidad porque según ellos vivimos otros tiempos, y ¡vaya qué tiempos! Esto plantea la ineludible tarea de forjar al partido de la revolución, el hecho de que no se presente aún una crisis del poder y su control sobre la sociedad, no quiere decir que nunca pasará, tenemos la oportunidad de estudiar la historia e intervenir en el movimiento vivo de los trabajadores, crear los cuadros revolucionarios que serán la punta de lanza de este proceso, esto puede llevar varios años como lo demuestra la historia del Partido Bolchevique, aún tenemos tiempo, pero debemos tener sentido de urgencia. Tras largas décadas de tergiversación histórica, no tenemos otra alternativa que volver a la verdadera esencia de la Revolución de Octubre, al genuino marxismo.
[1] http://bloquepopularjuvenil.org/perspectivas-mundiales-2021-se-esta-preparando-una-epoca-de-revolucion-global/