La formación de la ideología burguesa: de las persecuciones religiosas a las grandes revoluciones burguesas

En el ámbito de lo cotidiano, es decir ahí donde lo que priva no es un estudio científico de la realidad sino el sentido común, o más bien el prejuicio de la gente, resulta fácil encontrar opiniones que sin proponérselo señalan muy bien el contenido ideológico de una época. La ideología entendida como un sistema de ideas que justifica un sistema dado y a la vez crea condiciones para su reproducción, no surge de la nada. Procede de las necesidades de la clase dominante, no obstante estas necesidades no se plasman en el conjunto de la sociedad de clases de manera automática. Toda nueva ideología tiene que enfrentarse con otra precedente o en algunos casos confundirse con ella, así mismo la ideología dominante para establecer su hegemonía tiene que enfrentarse a los demás sectores sociales apareciendo como su representante general, aunque en los hechos las combata con muchísimo más furor que a las viejas clases, tal es el caso de la burguesía respecto al proletariado.

Muchas veces se ha señalado, parafraseando a Marx el carácter revolucionario de la burguesía:

“La burguesía ha desempeñado, en el transcurso de la historia, un papel verdaderamente revolucionario.

Dondequiera que se instauró, echó por tierra todas las instituciones feudales, patriarcales e idílicas. Desgarró implacablemente los abigarrados lazos feudales que unían al hombre con sus superiores naturales y no dejó en pie más vínculo que el del interés escueto, el del dinero contante y sonante, que no tiene entrañas. Echó por encima del santo temor de Dios, de la devoción mística y piadosa, del ardor caballeresco y la tímida melancolía del buen burgués, el jarro de agua helada de sus cálculos egoístas. Enterró la dignidad personal bajo el dinero y redujo todas aquellas innumerables libertades escrituradas y bien adquiridas a una única libertad: la libertad ilimitada de comerciar. Sustituyó, para decirlo de una vez, un régimen de explotación, velado por los cendales de las ilusiones políticas y religiosas, por un régimen franco, descarado, directo, escueto, de explotación.

La burguesía despojó de su halo de santidad a todo lo que antes se tenía por venerable y digno de piadoso acontecimiento. Convirtió en sus servidores asalariados al médico, al jurista, al poeta, al sacerdote, al hombre de ciencia” ( C Marx. y F. Engels, Manifiesto del Partido Comunista)

Sin duda no ha sido poco, el carácter revolucionario del papel de la burguesía visto desde un punto de vista histórico ha sido confundido, algunas veces intencionalmente y otras de forma oportunista, con su carácter en el marco de la lucha de clases concreta. Resultan escasos y muy limitados los casos en que esta clase ha jugado un papel de vanguardia de los procesos, en general ha usufructuado, ha manipulado o se ha servido de sectores oprimidos, para después imprimir su sello, dejando siempre una vía para el acuerdo. Marx no se equivocó en señalar el carácter revolucionario de la burguesía en general, no obstante es también claro el carácter cobarde, e incluso reaccionario que, sobre todo la gran burguesía, ha jugado en cada lucha concreta.

No es posible entender la dinámica de la ideología que priva en la sociedad burguesa de la actualidad al margen del proceso histórico que la ha generado. En ese proceso podemos observar esa relación dialéctica entre el papel revolucionario que le asigna Marx y el papel traidor y cobarde en cada lucha concreta. El objeto del presente estudio es señalar los elementos fundamentales que le han dado forma y contenido a la ideología burguesa del siglo XX mostrando el carácter dual que tuvo su surgimiento del seno de la sociedad feudal y su conversión en profundamente reaccionario con el advenimiento de su carácter imperialista.

Este análisis se atiene fundamentalmente al occidente europeo, no porque el proceso histórico de construcción de la ideología burguesa se limite simplemente a dicho continente, sino porque su proceso es el más significativo en la constitución de dicha ideología tal y como la conocemos hoy y porque es la mejor muestra de sus alcances y limitaciones.

No obstante queda claro que en el análisis de una sociedad determinada es absolutamente incorrecto partir de generalidades, se tiene que emprender un estudio minucioso de los elementos que inciden en el proceso a investigar y sólo después de ello, es posible establecer una idea precisa de él y de su conexión con la totalidad. Por tanto este trabajo se podría considerar como introductorio.

Hemos tomado como base el hilo conductor del libro de Leo Kofler, Contribución a la historia de la sociedad burguesa en la medida de que dicho texto tiene precisamente el enfoque que buscamos. No nos hemos limitado a ello, en toda la obra de Marx, específicamente en sus trabajos de carácter histórico existen elementos que completan el cuadro señalado por Kofler. Pero no sólo eso, muestran lo lejos que estaba Marx de la simplificación economista a la que lo señalan tanto los ideólogos burgueses mal intencionados como los ingenuos ignorantes que prefieren “conocer al marxismo” de manera indirecta. Estos estudios “imparciales” elaborados por todo tipo de “científicos sociales” burgueses producen tanto daño como los manuales estalinistas que también son una fuente de “conocimiento” indirecto de Marx.

No podríamos ser plenamente sinceros si señaláramos el objeto de este trabajo sólo en el ámbito del conocimiento por el conocimiento mismo, hay otra razón quizá aún más poderosa, la historia del siglo XX fue la de una clase, la obrera, que luchó una y otra vez, en todo el mundo, por construir una sociedad diferente al capitalismo, en todos los casos en los que esto se logró, fue la teoría marxista su guía de acción o al menos una versión más o menos cercana a ella.

El siglo XXI nace en el marco del dominio mundial de un país capitalista cada vez más reaccionario y amenaza a sumir a la humanidad en otra fase obscura como muchas que veremos a continuación. Nuevamente sólo es la clase obrera la única que esta mostrando una acción capaz de hacerlos retroceder aunque sea un poco, ya sea en huelgas generales en Corea, derribando dictadores en Indonesia y Yugoslavia, paralizando Francia, luchando contra la globalización junto con una nueva capa de jóvenes en Seattle y Génova, etc. O iniciando un proceso revolucionario continental como en América Latina. Este proletariado y específicamente su juventud deben enfrentar los nuevos retos con las armas construidas por otros luchadores pasados si no quieren verse como Prometeo encadenado, repitiendo luchas, recuperándose para nuevamente serles devoradas las entrañas. Para liberarse de las cadenas es preciso un instrumento.

Sólo el marxismo ha podido y puede mostrar una visión justa de la realidad a la que nos enfrentamos para transformarla. Sólo desde el enfoque de la totalidad ha sido posible darle coherencia a una historia universal que de otro modo sería una sucesión de hechos gobernado por el azar, el cual por cierto también tiene sus leyes.

“Ni reír ni llorar sino comprender” decía Spinoza, nosotros tendríamos que completar la frase ” para transformar”.

El siglo XXI se abre ante nuestros ojos, lleno de esperanzas y de retos pero también de amenazas, sólo la acción colectiva del hombre definirá las alternativas: socialismo o barbarie.

Sobre la Contribución a la historia de la sociedad burguesa de Leo Kofler

Publicada por primera vez en 1948, dicha obra se enfoca principalmente al estudio de la construcción de la ideología burguesa, a partir de un riguroso estudio de fuentes y del empleo del método del marxismo, esto es, el materialismo dialéctico a la interpretación tanto de los hechos como de la manera en que caudal uno se concatena entre sí. Para Leo Kofler es imposible interpretar un acontecimiento histórico si se le aísla de la comprensión de la totalidad histórica:

“… La necesidad de considerar los fenómenos en su enraizamiento con la totalidad del ser histórico…” ( pág. 14)*

O como señalaban los críticos serios de Marx respecto a su método:

“Para Marx, sólo una cosa es importante: encontrar la ley de los fenómenos de cuya investigación se ocupa. Y nos sólo le resulta importante encontrar la ley que les rige (…) Para él es importante además, y sobre todo, la ley que gobierna su transformación, su desarrollo, vale decir, la transición de una forma a otra”. ( Comentarios a la primera edición de El Capital en Ruso. Citado en Dobb Maurice, Marx como economista. Editorial Nuestro Tiempo. 1977)

El marxismo esta lejos de una visión puramente economista, como vulgarmente se le ha querido presentar, no obstante, en la medida de que pretende ser objetivo y lo más científico debe tratar lo más rigurosamente posible su objeto de estudio, en sus propias palabras:

“La investigación debe apropiarse pormenorizadamente del objeto, analizar sus distintas formas de desarrollo y rastrear su nexo interno. Tan sólo después de consumada esa labor, puede exponerse adecuadamente el movimiento real. Si esto se logra y se llega a reflejar idealmente la vida de ese objeto, es posible que al observador le parezca estar ante una construcción apriorística” (C. Marx, El Capital, Grijalbo, Barcelona, 1976, pág. 18)

Si bien para el marxismo la economía, es decir la manera en que los seres humanos generan sus bienes materiales, es un punto de partida básico de la investigación histórica, no hay que olvidar que el objeto de estudio no es la economía por si misma sino le hombre como sujeto que crea y destruye modos de producción y sociedades:

“…Es sólo en la elaboración del mundo objetivo en donde el hombre se reafirma como ser genérico. Esta producción es su vida genérica activa. Mediante ella aparece la naturaleza como su obra y su realidad.”( C. Marx manuscritos económico-filosóficos de 1844. Alianza Editorial Madrid, 1968, Segunda Edición, pág. 107).

Uno de los elementos más rescatables de la obra de Kofler es demostrar como el materialismo mecanicista que si señalaba un mero reflejo de lo económico con lo social, era básicamente un producto de la intelectualidad burguesa del siglo XVIII, del cual los fisiócratas eran los principales exponentes en el terreno económico y contra el cual Marx tuvo que enfrentarse para desarrollar su método dialéctico:

“La teoría materialista de que los hombres son producto de las circunstancias y la educación, y de que, por tanto, los hombres modificados son producto de circunstancias distintas y de una educación distinta, olvida que las circunstancias se hacen cambiar precisamente por los hombres y que el propio educador necesita ser educado”. (C Marx, III tesis sobre Feuerbach, en La ideología alemana, Editorial Pueblo y Educación, Cuba, 1982, pág. 634).

Kofler retoma pues, los postulados básicos de la teoría marxista para efectuar un debate en contra de las principales corrientes de interpretación histórica de su tiempo. A lo largo de toda la obra refuta tanto la manipulación de los hechos históricos, por ejemplo de aquellos que sólo quieren ver en la historia de Inglaterra un país liberal desde la Carta Magna firmada por Juan sin tierra, los cuales de plano se niegan a revisar aquello que no cuadra en su hipótesis.

No obstante la obra también es, aunque de forma indirecta, un debate en contra de los seguidores de la interpretación estalinista del marxismo, los cuales cometen exactamente los mismos errores que Marx criticaba del materialismo mecanicista.

El marxismo, si bien no tiene nada que ver con el materialismo mecanicista, esta también a años luz del irracionalismo, que se niega a aceptar que el acontecer histórico puede ser cognoscible:

“No hay nada en común con el irracionalismo y la dialéctica. Entre ambos extremos – el empirismo e irracionalismo-, la historiografía dialéctica se encuentra más cerca del primero, en tanto que con el comparte el punto de vista de que los limites de la experiencia en ningún caso deben ser sobrepasados. Pero es mucho más que esto: es el método de descubrimiento comprensivo de la esencia histórica por el camino de la mediación de los momentos dentro de la totalidad concreta, es decir que, al mismo tiempo, trasciende el empirismo, concepción que divide todo en hechos individuales”.(Pág. 25)

El principio o nada surge de la nada

Marx decía que en la sociedad capitalista podíamos encontrar, disfrazados, elementos para estudiar o analizar sociedades precedentes, no obstante también es cierto que sólo revisando la manera en que se fue gestando la ideología burguesa podemos encontrar muchas de su motivaciones, de su lógica interna e incluso muchas de sus visiones místicas

El proceso parte de la edad media, una sociedad en la cual el desarrollo del comercio de da vida a las ciudades que geográficamente están más favorecidas con él trafico de mercancías desde Asia, en esta región los mercaderes van generando poder económico y por ende la tendencia a exigir espacios políticos en el seno de la sociedad medieval. En este plano hay que distinguir entre el gran mercader que producto de sus riquezas acumuladas se va integrando al modo de diva de los señores feudales y el artesano asociado en gremios que surge de manera paralela a este proceso y que pese a ser un elemento tradicional en la sociedad medieval, va poco a poco transformando su modo de producir, su modo de vida y su concepción del mundo. En un caso el gran mercader se integrará a lo que podría llamarse la aristocracia de la ciudad, en algunos casos se confunde con las clases nobles y en otros, cuando estas se entrometen en su expansión, se aliará con los sectores populares para enfrentarse a la nobleza. En lo que se refiere a los artesanos y sus gremios, su desarrollo ideológico tendrá que esperar mucho tiempo antes de que asuma un carácter de vanguardia, mientras tanto, el campesinado que huye de los señoríos feudales, las guerras y otros factores lo irán alimentando.

Los nominalistas

Las manifestaciones de una ruptura con el modo de pensar correspondiente a la edad media, surgen de un intento de racionalizar la idea de Dios y por este medio de la realidad objetiva. Teólogos como Juan Escoto Erigena, tienden a identificar a dios con la naturaleza y a colocar al hombre como un factor dinámico en el mundo de Dios, es decir de la naturaleza, en suma estas concepciones panteístas supusieron una ruptura con las concepciones dogmáticas de la iglesia medieval. A Juan Escoto lo sucedieron otros pensadores como Berengario de Tours, Roger Bacón y Guillermo de Occam.

La corriente que representaron estos pensadores, todos ellos miembros de la iglesia, fue llamada nominalismo, Kofler señala así la base material en que se fundaba la concepción feudal y la cual comenzaba a entrar en crisis con el nuevo desarrollo económico:

“…el individuo medieval sólo podía vincularse como ser genérico, dado el rígido ordenamiento de relaciones y obligaciones, su individualidad parecía como subordinada a un poder ordenador, por completo independiente de la voluntad humana, que debía originarse en potencias más altas (…) por consiguiente, la vida anímica del hombre se encontraba gravosamente influida por la idea de la efectividad de fuerzas y leyes naturales secretas”( Págs. 44-45)

El nominalismo es un intento de racionalizar da idea de dios, si bien parte de la escolástica es una de las primeras manifestaciones de un modo de pensar ajeno a la sociedad agraria feudal. El carácter teológico de las primeras manifestaciones de la ruptura con e modo de pensar medieval no puede resultar una sorpresa, en aquellos tiempos todo el trabajo de reflexión intelectual estaba circunscrito a la iglesia, era por tanto el único espacio en donde era posible que surgiera una reacción

Por otro lado es tan bien fiel a la tendencia de todos los movimientos revolucionarios de épocas posteriores, retoma elementos ideológicos del pasado para postular una idea distinta, Marx lo señala así:

“Los hombres hacen su historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, existen y transmite el pasado. La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos. Y cuando estos se disponen precisamente a revolucionarse y revolucionar las cosas, a crear algo nunca visto, en estas épocas de crisis revolucionaria es precisamente cuando conjuran temerosos en su auxilio los espíritus del pasado, toman prestados sus nombres, sus consignas de guerra, su ropaje, para, con este disfraz venerable y este lenguaje prestado, representar la nueva escena de la historia universal” ( C Marx el XVIII Brumario de Luis Bonaparte, ediciones en lenguas extranjeras de Pekín).1978. Pág. 9)

La crisis de la sociedad feudal

Como hemos señalado el desarrollo del comercio fundó las bases para el resurgimiento de las ciudades, tanto en el mediterráneo como en el mar del norte, la acción de comerciantes y piratas fueron el elemento dominante del tráfico marítimo de aquellos tiempos. Durante largos años el poder de los señores feudales era tan grande como el del rey, tenían sus propios ejércitos, sus propias aduanas y sus propias leyes internas. El resurgimiento de las ciudades significó en un momento dado la posibilidad de que se aprovechara esta situación para fortalecer la posición del soberano frente a los señores feudales, en este sentido de las cruzadas jugaron un papel muy importante ya que debilitaron el poder de los feudos.

En este marco surge la burguesía comercial, personificada en el patriciado de las ciudades, de los que ya hemos hablado fue fortaleciendo cada vez más su situación en aquella sociedad. Esta nueva clase como se verá era profundamente cobarde y se asimilaba en cuanto podía a las normas de la nobleza feudal.

Una de las primeras expresiones de la nueva situación social fue sin duda la lucha de las ciudades por mayor independencia. Los conflictos que adquieren un carácter insurreccional son protagonizados por los pequeños artesanos que se constituyen en la fuerza principal de aquéllas luchas, Kofler señala ( Pág. 65) una tendencia que será común en otras luchas, mientras se trata de enfrentar a los señores feudales, los patricios apoyan la movilización del pueblo y en algunos casos la encabezan, cuando la batalla ha terminado y su posición es segura, entonces Abandonan todo discurso o consigna popular y tienden a establecer un dominio dictatorial sobre las masas de las ciudades. A la larga se va constituyendo una oligarquía que se va haciendo de un poder cada vez más grande y comparte modo de vida y costumbres con los señores feudales, llegado a cierto punto resurgen nuevas movilizaciones populares, o insurrecciones presididas por otros estratos en ascenso de la burguesía pero igualmente integradas por las masas de artesanos y semi-proletarios para regresar a la larga a una situación similar a la precedente. No obstante cada nueva irrupción es provocada por cambios en el modo de vida y en el modo de pensar de las poblaciones urbanas, así mismo, cada nueva casta gobernante emergente es más burguesa y menos feudal que la anterior, cada irrupción popular provoca a su vez cambios en el conjunto de la sociedad.

Uno de los primeros elementos que manifiestan estos cambios es la ruptura de las ciudades respecto del control feudal, se crean tribunales propios y se deja de pagar tributo, se genera una administración formalmente más dependiente del Rey pero en términos reales totalmente bajo el control de la burguesía patricia, el siglo XIII será el escenario de los movimientos de “autonomía” de las ciudades italianas y el siglo XIV de las ciudades de los Países Bajos

La burguesía patricia

En el caso italiano los levantamientos señalan la aparición de caudillos, casi todos ellos miembros de la burguesía patricia, que asumirán en cada ciudad un poder casi absoluto, en Florencia aparecen los Médecis, en Milán los Sforza, en Paris los Marcel, etc.

Durante los siglos XIII y XIV en casi todas las ciudades importantes se escenifican enfrentamientos violentos contra el poder feudal lo que genera el apogeo de la nueva élite patricia basada en la burguesía comercial, la cual al final terminó generando una alianza con los príncipes ya sea locales o regionales ” Al particiado del siglo XV le pareció que el mejor medio para restablecer y conservar su dominación era el reconocimiento del poder absoluto de los príncipes”( Pág.89).

El absolutismo progresista y el humanismo

Estos acontecimientos sacudieron casi toda Europa occidental incluyendo Alemania, donde lamentablemente las condiciones que prevalecieron fueron las dictadas por el poder feudal, que aprovechando el retraso económico logró imponer sus condiciones a la población de las ciudades, es decir, no se consolido el único medio para preservar el triunfo de la ciudad sobre el campo el poder del absolutismo progresista, que se concreto en Italia por medio de los príncipes y en otros países por medio de reyes como Enrique VIII en Inglaterra, Isabel y Fernando en España y Luis IX.

El principal elemento que impidió que la pequeña burguesía, la cual ofrendó sangre sudor y lagrimas en la batalla contra el poder feudal en vísperas del periodo del absolutismo progresista, fue que estos sectores aún estaban fuertemente imbuidos por las costumbres y el modo de vida del periodo anterior, había, en la movilización de la pequeña burguesía, un repudio a la opresión del señor feudal pero a la vez una añoranza de lo bueno de la situación anterior que se concretaba en la confianza en el nuevo poder, al cual nunca se logró cuestionar de principio. Ya surgían en aquellos tiempos ideas al respecto de la soberanía popular y el cuestionamiento de la propiedad privada pero no eran más que esbozos.

La expresión más radical y combativa del movimiento de la pequeña burguesía de aquellos tiempos se expreso en el movimiento de las sectas, las al final eran más proclives al sufrimiento paciente y a la esperanza escatológica que a la acción política ( Pág. 95)

El régimen político que caracterizó al renacimiento fue el del llamado absolutismo progresista, el cual se produce como producto del proceso de luchas de clases precedente y que significa históricamente un golpe para el orden feudal, aún predominante. El renacimiento es marcado ideológicamente por la aparición de humanismo, el cual es una expresión de la racionalización surgida de la producción artesanal, cada vez más desarrollada, y de la actividad comercial. Pero esta racionalización no tiene un carácter social, no se entiende sino como una actitud individual de frente a los proceso que se estaban desarrollando. El hombre es el centro de todas las cosas pero no el hombre social sino el hombre individual. Esto explica la tolerancia un régimen político plenamente antidemocrático.

Según Kofler en el humanismo se expresa una autoconciencia bastante profunda, pero más bien dirigida en contra de lo antiguo que encaminaba hacia la construcción de lo nuevo. En efecto mientras que las clases bajas urbanas luchaban por identificarse con el nuevo modo de producción, la burguesía mercantil asumía el humanismo como una forma de entregarse de manera total al disfrute de los placeres en el marco de la ciudad, en el fondo la burguesía mercantil prefirió conformarse con el dominio de la ciudad y entrar en un acuerdo con el feudalismo en el campo.

El derrotero que siguió el absolutismo progresista fue diverso y dependió de las características propias de cada país, como hemos señalado las insuficiencias en el desarrollo económico impidieron en Alemania la formación de este tipo de régimen, mientras tanto en países como España, los motivos para el retraso se deben buscar en los niveles ideológico y político más que en económico. Efectivamente, el absolutismo progresista vivió su momento cúspide durante el reinado de Isabel y Fernando, las bases económicas para un despegue semejante al que posteriormente experimento Inglaterra estaban dado, no obstante el reinado de Isabel y Fernando cargaba con el compromiso de la expulsión de los moros de la península, además de ello las ciudades en las que fundaban su poder aún no estaban influidas por el pensamiento burgués urbano, Eduard Fueter señala “los elementos no cristianos eran numéricamente más fuertes que en cualquier otra parte, y además de los judíos existía aún una gran población islámica”. Completar las tareas de la alianza entre Castilla y Aragón significaba expulsar o forzar a la conversión a todo ese conglomerado de población que monopolizaba prácticamente las actividades comerciales y crediticias, que serían la base para una producción manufacturera de tipo capitalista. El golpe económico de la expulsión de árabes y judíos no hubiera sido tan demoledor si a este no se hubiera añadido la derrota de los levantamientos urbanos a manos de Carlos V. Una vez sofocada la rebelión no hubo espacio para la recuperación de la fuerza revolucionaria de la pequeña burguesía urbana, el descubrimiento de América significó un desfogue de toda posibilidad revolucionaria, así el feudalismo se afianzó por siglos, lo que a la larga marco el retraso histórico de la península ibérica, la cual aún vive las secuelas de dicho proceso.

En Italia el absolutismo progresista se basó más que en ningún otro lugar en una poderosa burguesía comercial, la cual no estaba interesada en el desarrollo manufacturero. La unidad italiana, un sueño largamente acariciado por las mentes más progresistas de la época, como Maquiavelo, tampoco era atractiva para estos príncipes mercaderes, a la larga el esplendor comercial fue la base para un largo periodo de decadencia posterior una vez que el renacimiento llegó a su fin.

En el caso de Francia e Inglaterra el proceso consolida un estado fuerte feroz frente a la nobleza como a todo intento de movilización popular, en el caso francés, los reinados de Luis IX a Francisco I marcan esta fase la cual paulatinamente abrió el espacio para el desarrollo de una manufactura que fue adquiriendo posiciones cada vez más opuestas a ese acuerdo entre burguesía comercial y feudalismo que le permitió existir al absolutismo progresista.

Un proceso similar aconteció en la Inglaterra de Enrique VIII y en los regímenes obispales de los países bajos, la burguesía manufacturera reclama su espacio en la historia por medio de la lucha de los hugonotes en Francia, en Holanda la sublevación iconoclasta y en Inglaterra la revolución acaudillada por Cromwell.

En Inglaterra el renacimiento bajo el reinado de Enrique VIII significó el sometimiento del clero al Rey y el sometimiento del parlamento feudal, tocó a la época de Isabel I el despegue económico producto de su privilegiada situación geográfica y de la liberación de fuerzas sociales que permitió el sojuzgamiento de las fuerzas feudales. No obstante las fuerzas desatadas pronto se rebelaron como superiores a lo que el estado en esos momentos podía soportar.

Por renacimiento, hay que entender la totalidad de fenómenos sociales de la época del predominio del capitalismo comercial. Por ello en el pensamiento del humanismo encontramos ese cúmulo de contradicciones que marcan la relación entre el capitalismo comercial y el absolutismo: la racionalidad, la ambivalencia, el individualismo, la idea absoluta del estado, etc., todo esto tiende a entrar en contradicción con las fuerzas emergentes que estas mismas combinaciones producen y que encuentran su expresión fundamental en la revolución y contrarrevolución de la época de Cromwell, Calvino y Felipe de Jesús junto con su contrarreforma.

En la medida de que el humanismo no se ocupó del problema del hombre como un ser social, es decir con un carácter de clase, la teoría política que desarrolla tiende a ubicar al hombre aislado de frente al estado y al hombre aislado de frente al poder. Sin bien se reconocía la necesidad de un poder absoluto se asumía la necesidad de que este poder estuviera al servicio de la justicia y el pueblo. El pensamiento de Maquiavelo atiende estas cuestiones sin que ello implique que oponga de manera abierta los conceptos entre poder absoluto y democracia, la cual nunca entendió más que como la expresión de la voluntad del pueblo que se tenía que reflejar en un príncipe sabio “para esto no alcanzan los medios ordinarios (…) sino que se debe recurrir a los extraordinarios, esto es, a la fuerza y a las armas, y ante todo hay que llegar a ser príncipe de la ciudad para poder disponer de ella a discreción”, pero la acción del príncipe “sólo se puede hablar en sentido aprobatorio y afirmativo cuando los limites del derecho le impiden convertirse en arbitraria, es decir en mera tiranía”.(pág. 150)

Si bien el humanismo fue la ideología que privo en el seno de la burguesía comercial y sus principales representantes en el Estado, en el seno de las clases populares, tanto la pequeña burguesía como el proletariado la expresión ideológica de la crisis de la sociedad de entonces se encarnó en el movimiento de las sectas, la cual, como hemos señalado, reflejaba la angustia por una situación insoportable y la incertidumbre en torno a lo que había que hacer para desembarazarse de la misma para caer en la resignación y la impotencia:

” A pesar de su contenido revolucionario, que apuntaba a modificar la realidad, la trascendencia ilusoria de esta con el auxilio de una concepción religioso-fantasiosa sólo era, a la vez y contradictoriamente, una forma de resignación desengañada a las circunstancias tales como eran,…”. Las irrupciones revolucionarias se enfrentaban al terror de las clases poderosas tanto burguesas como feudales, las cuales no dudaron en reprimir con todas sus fuerzas todo tipo de levantamiento y en apoyar fervientemente la creación de la inquisición, la cual asumió un poder casi absoluto durante los siglos XIV y XV.

El papel reaccionario de la iglesia y la reforma de Lutero

La iglesia, la institución que mejor encarna la economía y la ideología del feudalismo enfrentó los nuevos tiempos de manera agresiva. En primer cuestionó los postulados teológicos del nominalismo tratando de poner al día la escolástica cubriéndola con un barniz racionalista, en particular destacan los esfuerzos de Tomas de Aquino, el cual al hacer una separación entre lo humano y lo divino señala la imposibilidad de que lo humano comprenda a lo divino, Tomas de Aquino reformaba la primacía del trabajo servil, de la iglesia sobre el estado y la desigualdad humana. No obstante en base la iglesia no conseguía serios progresos en el debate con los nominalistas, por lo que recurrió a la creación o el reclutamiento de ordenes religiosas que combatieran a las sectas en su terreno, un ejemplo fue la creación de los dominicos, llamados los perros del señor “Domini Canes” y el reclutamiento de los franciscanos.

La Reforma Luterana se constituye como la expresión del humanismo a las condiciones de Alemania; Debido a su desarrollo económico, el renacimiento italiano contempló el problema religioso con un dejo de indiferencia. No obstante el retazo alemán, caracterizado en el terreno ideológico por la contemplación absolutamente teológica del mundo, llevo a que las ideas del humanismo tendieran a buscar un intento de racionalización de la religión, razón por la cual uno de sus principales planteamientos era el derecho a la libre interpretación de la Biblia.

Mientas que el humanismo italiano busca trascender la religión, el alemán busca la solución de sus preocupaciones en su seno. No obstante la reforma luterana esta muy lejos de significar un salto adelante. Los principios de autoridad religiosa y estatal, plenamente feudales son tratados de amoldar a la nueva situación, no se les intenta destruir sino preservar, por ello el compromiso tanto con el papa como con el emperador guiaran posteriormente el devenir del movimiento luterano. Kofler apunta:

“La Reforma se revela, en última instancias, como la ideología de una burguesía comercial débil y proclive a los pactos, acicateadas por influencias humanistas ajenas, pero refrenada por las condiciones feudales; con más precisión una ideología de compromiso entre semejante burguesía y el feudalismo.” (pág. 209)

Marx ya señalaba

“Lutero venció, efectivamente, a la servidumbre por la devoción, al sustituir la servidumbre en la convicción. Acabo con la fe en la autoridad al restaurar la autoridad en la fe. Convirtió a los sacerdotes en seglares, al convertir a los seglares en sacerdotes. Libero al hombre de su religiosidad externa, al erigir la religiosidad en el hombre interior. Sacudió las cadenas del cuerpo, encadenando el corazón” ( C Marx. Introducción a la critica de la filosofía del derecho de Hegel, en Obras de juventud, Fondo de Cultura Económica, México 1982, Pág. 498).

Las masas campesinas y pequeño burguesas contemplaron al movimiento luterano como la oportunidad para exteriorizar sus ímpetus revolucionarios, una guerra campesina sacudió Alemania y puso a tambalear el poder del emperador Carlos V, entonces Lutero declaró:

“Creo que todos los aldeanos deben perecer, toda vez que atacan a los príncipes y a los magistrados y empuñan la espada sin la autoridad divina… Los aldeanos no son acreedores a la misericordia y a la tolerancia, sino a la indignación de los hombres de Dios. Los aldeanos han sido repudiados por Dios y por el emperador, puede tratárseles como a perros rabiosos” (Citado por Carl Grimberg en Descubrimientos y Reformas. Daimon, México 1983, pág 297).

Así, desde su propia trinchera Lutero ayudó a sofocar la revolución campesina y a preservar el orden feudal. Si no hubo espacio de acuerdo entre el Papa y Lutero fue más bien por la intransigencia del primero que por el carácter revolucionario del segundo.

Podríamos decir que el renacimiento marcó una crisis en la dominación feudal que trajo consigo tal nivel de desasosiego en las clases dominantes que fue surgiendo en ellas la necesidad de una reacción. El estado feudal se vio sacudido incluso desde los mismos gobiernos y por tanto la reacción tendría que implicar también una acción más enérgica de la aristocracia para rehacerse del dominio de dichos gobiernos. De manera paralela a este proceso de reacción, irrumpen nuevas fuerzas sociales, la burguesía comercial, cada vez más identificada con la aristocracia y, por tanto, más conservadora y proclive a la convivencia con es Estado feudal deja, de cualquier modo, el marco económico necesario para el surgimiento de una pequeña burguesía manufacturera que en función de que comienza a hacerse consiente de sí misma comienza a hacerse presente como sujeto activo del proceso de ruptura con el feudalismo.

La manufactura y la respuesta teológica de la burguesía

La manufactura tiene su origen en las necesidades del comerciante por cubrir encargos, lo que lo orilla a someter a los talleres artesanales a una presión cada vez mayor. Esta relación no es armoniosa, conforme el taller artesanal se transforma en manufacturero surge una conciencia de sujeción por parte de los jefes de los talleres que poco a poco buscan la manera de romper con las trabas del gran comerciante. Por tanto el desarrollo de la burguesía manufacturera surge en oposición y no en correspondencia al dominio de la burguesía comercial, de ahí que, en su nueva situación exija explicaciones ideológicas espacios políticos que el orden establecido no esta dispuesto a ceder. En este aspecto Marx señala: “ Sin duda, muchos pequeños artesanos, y hasta jornaleros, se transformaron al comienzo en pequeños capitalistas en ciernes, más tarde, por medio de una explotación más extensa de los jornaleros y de la correspondiente acumulación, se convirtieron en sans phrase” (Kofler, pág 218)

Las relaciones de producción se trastocan, surge el obrero cada vez más separado del producto final y cada vez más dependiente en su función del trabajo en su conjunto, esto significa un factor de impacto ideológico fundamental, no obstante los efectos no son los mismos para los productores directos que para los nuevos capitalistas, estos últimos, se tienen que ver sometidos a una profunda disciplina austera con el fin de acumular más y más. Para los nuevos capitalistas era necesario instaurar, un espíritu de cálculo y ahorro que desemboca en la idea de que no sólo se trabaja para vivir, sino es preciso vivir para trabajar.

El calvinismo

En lo que se refiere a las masas trabajadoras su conciencia, sujeta a una sobredeterminación impuesta por su posición en la sociedad e inmutable por siglos se ve también impactada, en las nuevas condiciones surge la contradicción entre la libertad y la subordinación a un proceso de trabajo estrictamente vigilado y racionalizado.

Sobre esta base surge el calvinismo, como una ideología que pretendía llenar las interrogantes dejadas por el humanismo, el cual en el fondo nunca fue una ideología de las masas populares sino más bien de los señores

Una ideología burguesa más orientada a la relación burgués-acumulación, burgués-obrero y burgués- Estado, el calvinismo según Engels era: “La expresión religiosa del hecho de que, en el mundo comercial de la competencia, éxito o bancarrota no dependen de la actividad o actitud del individuo sino de circunstancias independientes del él”

Los poderes económicos recién activados, desconocidos y superiores al hombre se transfiguran en la mente de los calvinistas como “misericordia divina”, esta misericordia premiará a los seres de su predilección con el éxito material, por tanto el éxito en los negocios burgueses se convierte en un parámetro de buena relación con el más allá a partir del triunfo en el más acá, aunque ideolodeología gicamente se invierta la relación.

La ideología calvinista cumple así la función de ser una interpretación del orden social y de establecer las bases de su puesta en funcionamiento, tal y como sucede con todas las ideologías burguesas.

La primera fase del desarrollo manufacturero, que se desarrollo gracias al periodo del humanismo renacentista, generó una fuerte tendencia hacia, la religión. A pesar de su carácter autoritario, esta ideología tiene que apoyarse en las masas populares para enfrentar la feroz reacción del régimen feudal, apela a la soberanía del pueblo aunque en el fondo le teme y trata de aniquilar cualquier ímpetu de sobrepasar los límites preestablecidos.

El sur de Francia, el norte de Italia e Inglaterra se ven rápidamente influidas por las nuevas ideas, las cuales sirven de acicate para apresurar una reacción feudal. No obstante el daño estaba hecho. Las fuerzas sociales que desencadenó el desarrollo inicial del capitalismo manufacturero se expresarían en su modo más radical en la revolución Inglesa.

Así como el Estado feudal empleo la fuerza ideológica e física de la iglesia en contra de las sectas durante la baja edad media, nuevamente actuó por medio de la contrarreforma para prevenir la extensión de aquellas ideas que ponían en peligro su régimen, la burguesía, que económicamente consolidaba su dominio, aceptó el control de la aristocracia sobre el estado, especialmente en la Europa continental. De este modo se generó una convivencia que caracterizó a la fase del absolutismo reaccionario.

La Revolución Inglesa

Luego de los reinados de Enrique VIII e Isabel I, sobreviene un periodo de retroceso, la reacción feudal se rehace durante el periodo de Jacobo I (1603-1625). Si bien durante el periodo de los Tudor el parlamento fue un instrumento feudal y por tanto dicha dinastía se vio en la lógica de enfrentarlo, durante el periodo de los primeros Estuardo, su composición se había modificado, especialmente la cámara de los comunes a favor de la alta burguesía, La política de restaurar los privilegios feudales de Jacobo y Carlos I, el cual se opone por once años a convocar el parlamento, en el los calvinistas se han hecho fuertes y presionan por una reforma en la estructura de la iglesia anglicana y por establecer mayores libertades para la burguesía comercial.

Al final la guerra estalla, el bando revolucionario esta conformado por la burguesía presbiteriana, propensa a llegar a acuerdos con la monarquía y los independientes dirigidos por Cromwell. Al final, el ejercito de Cromwell derrota a ambos bandos y establece una dictadura, que fiel a las consideraciones hechas al respecto del calvinismo es extremadamente radical de frente al feudalismo y extremadamente conservadora de frente a las más populares. La democracia es según Cromwell, única y exclusiva potestad de aquellos que tiene propiedad. La burguesía, incluso la más radical, veía aún una contradicción entre sufragio universal y propiedad privada. Cromwell se ve incluso obligado a combatir un ala radical que surge de su propio movimiento, los levellers. La división del bando independiente muestra que estas dos alas representaban expresiones de distintas clases. Por un lado el bando de Cromwell representante de un movimiento burgués de corte claramente calvinista pero incluido por el ímpetu del movimiento de las sectas. Por el otro Liburne y los levellers representantes de la pequeña burguesía revolucionaria, base fundamental del movimiento de las sectas, fieles defensores de una igualdad los más amplia posible. La confrontación y derrota de los levellers era inevitable, mostraba los limites a los que podía llegar el movimiento revolucionario ingles bajo aquellas circunstancias, pero al mismo tiempo, marcó las bases para un debilitamiento político del bando burgués radical, que facilitó la restauración, por eso Kofler señala “El dogma de la inviolabilidad de la propiedad privada es incompatible con la esencia de la revolución”(Pág. 265).

A diferencia de Lutero o de Calvino, Cromwell era un autentico revolucionario, que no vaciló en tomar medidas como la disolución del Parlamento cuando se dio cuenta de que este podía ser de nuevo la base de la oposición feudal, pero era un revolucionario burgués y nuca rebasó ese carácter. Años después cuando la aristocracia feudal se hizo de nuevo del poder le rindieron homenaje al sacar su cadáver de la tumba y azotarlo hasta destruir sus huesos.

La reacción no sólo acabó con los huesos de Cromwell, Kofler señala:

“Sólo hubo algo que no pudo destruir: el recuerdo que repercute a través de los siglos, de la Gran revolución, recuerdo que, en puntos decisivos de la historia inglesa, ha tenido efectos de aliento para las fuerzas del progreso y de advertencia para las fuerzas de la reacción.” (Pág. 267).

El derecho natural

La idea de una norma jurídica supra histórica por la cual una clase reclama el poder o por la cual otra se afear a él, ha estado presente a lo largo de los siglos, pero durante los siglos XVII y XVIII este debate adquirió nuevos significados.

En la medida de que la burguesía se funda también en la propiedad privada, se ve en la incapacidad de elaborar una teoría social que la trascienda, en esa medida tiene un obstáculo físico, por otro lado, la burguesía aún no había desarrollado los elementos metodológicos para construir una teoría del movimiento de la historia que le permitiera situarse en la cúspide del progreso humano.

El derecho natural feudal se funda en principios básicamente irracionales, supra individuales en el marco de una sociedad en la que el suelo es el elemento común a todos y fuente de vida, por el contrario la burguesía funda su idea de riqueza en la base del trabajo individual humano y de la sagacidad del empresario.

Los movimientos campesinos de los primeros años de las revoluciones burguesas se veían en la necesidad de combinar elementos de ambas concepciones, por un lado protestaban contra los abusos del señor feudal de frente al disfrute común de la tierra y por el otro reclamaban el espacio para la realización del ideal burgués, llegado el momento tendían a enfrentarse en desventaja, por el desarrollo económico y por las alianzas de clases formuladas después de cada proceso.

En este marco los sectores oprimidos fueron formulando su propio proceso de conciencia en si, el campesino se convierte en obrero y en él las viejas tradiciones y concepciones de libertad se enfrentan a la racionalización y vigilancia de las relaciones capitalistas, que le arrebatan la propiedad del producto de su trabajo y cosifican tanto su actividad como su persona, a continuación el valor de cambio lleva al valor de uso del trabajo al plano de los puramente cuantificable ocultando su verdadera esencia.

Si bien el racionalismo humanista es una expresión de la conciencia en si de la burguesía comercial, el irracionalismo calvinista es un reflejo ideológico de los primeros años de la burguesía manufacturera. En este marco; el desarrollo manufacturero a gran escala; el hecho de que en la mayor parte de los países el feudalismo se había reposicionando en el control del estado; dieron lugar a la burguesía y sus intelectuales formularan nuevas concepciones ideológicas.

Nuevas tendencias en la manufactura desarrollada

El mercantilismo supuso la idea de que la mercancía que era capaz de adquirir otras podía ser la depositaria de esa fuerza autónoma de producción de riqueza. En la medida de que no se concibe un vinculo entre las leyes sociales y naturales, les es imposible a los pensadores de aquellos tiempos el establecer un vinculo que permita esclarecer las problemáticas abiertas a niveles social, al cual se le dan todo tipo de explicaciones de carácter subjetivo y especulativo, La teoría social que se genera tiene a construir una imagen del estado y del derecho tendiente a cumplir de manera incompleta el cometido de darle sentido a las nuevas relaciones sociales. Se establece como solución a la problemática del estado la igualdad de frente a el y se constituye al derecho como el vehículo para que ducha igualdad se haga efectiva, pero por cada paso dado en el terreno de la especulación teórica se funda una justificación para que esto no se de en el plano de lo material.

En el marco del proceso de formación de la concepción anteriormente señalada aparecen las concepciones materialistas mecanicistas del siglo XVIII, las cuales no suponen una superación de la especulación subjetiva:

“Por lo tanto, en este mundo de ideas histórico filosóficas, el pensamiento no puede tener otro comportamiento respecto del acontecer histórico social que el meramente contemplativo” Así ” se concede al pensamiento autonomía, lo que implica una abierta contradicción respecto a las tesis que afirman la existencia de un proceso social estrictamente dirigido por leyes” ( pág. 291)

Así ni el materialismo mecanicista ni el subjetivismo pudieron dar pasos adelante en establecer esas leyes generales. En la época ninguna de estas concepciones fue capaz de establecer un enlace entre los procesos por medio del análisis del desarrollo de sus contradicciones internas y el enlace entre sus distintas fases.

El absolutismo reaccionario

Los siglos XVII y XVIII fueron para el conjunto de Europa años de restauración feudal en el seno del aparato del estado, los procesos desarrollados en Inglaterra muestran como la aristocracia se fue aburguesando, sin que ello significará que cediera un ápice a sus privilegios políticos.

Una situación similar es la que acontece en Francia durante los reinados de los luises en el periodo anterior a la gran revolución francesa. De manera similar al proceso sufrido en los países dependientes unos siglos más tarde la burguesía industrial encontró sus principales socios y colaboradores en los terratenientes feudales, en este marco un estado fuerte nuevamente se hizo preciso pero no para romper con las barreras feudales sino para protegerlas mientras que el desarrollo capitalista aumentaba año tras año.

Así la gran burguesía de dichos tiempos, permitió el dominio feudal a cambio de concesiones para acumular. No obstante, a pesar de su acuerdo temporal, constituían clases distintas, mientras que para una la acumulación los llevaba hacia un desprecio al despilfarro, parta la otra “no es calculadora sino gozadora, no es racionalista sino irracionalista, no es progresista sino reaccionaria, en suma considerada por si misma es una nobleza distinta a la de la época de los Tudor, pero en relación social con las demás clases todavía es noble en el más estricto sentido de la palabra” (Pág. 310).

El hecho de que la clase feudal inglesa se acostumbrara a aprovechar la propiedad de la tierra para hacer negocio con los capitalistas y usufructuar por ese medio el trabajo de campesinos y obreros no modificó su carácter de clase.

De esta forma se aseguró por largo tiempo la convivencia entre el dominio feudal del campo y el capitalista en las ciudades. En el marco de un régimen autocrático siempre proclive a emplear la fuerza contra toda aquélla expresión de descontento. La burguesía otrora optimista en el futuro del hombre se vuelve pesimista. Se empieza a formular esa tendencia de la burguesía en mira todo en función de lo inmediato sin una idea y sin interés en una perspectiva de largo plazo, “a la larga todos estaremos muertos” dirá siglos más tarde Keynes, no obstante dicha frase bien pudo haberse inventado en aquellos tiempos.

La teoría económica desarrollada en aquellos tiempos, el mercantilismo tampoco tenía la visión de totalidad que después pretendieron imprimirle posteriores teóricos burgueses, así mismo fue creada con el objetivo de que el estado feudal se aprovechara de las nuevas situaciones económicas.

Inglaterra y su eterno “liberalismo”

Las instituciones parlamentarias jugaron a lo largo de las distintas épocas funciones muy diversas, el hecho de que en Inglaterra se hayan convertido en punto fuerte de la reacción feudal y después e una instancia de compromiso entre aristocracia y alta burguesía demuestra lo débil que es el mito del carácter liberal de la historia inglesa. Por el contrario el parlamento francés, con una carácter más progresista, nunca tuvo la fuerza suficiente para oponer una oposición seria al llamado despotismo ilustrado. Expresión de esta impotencia fue sin duda la visión de los fisiócratas que, desde una posición materialista mecanicista y partiendo de la tierra como fuente primigenia de riqueza, adoptaban en el terreno ideológico una actitud consecuentemente revolucionaria con el desarrollo burgués pero fiel creyente, y en ese aspecto corta de vistas, de las posibilidades del despotismo ilustrado para impulsar el desarrollo social que propugnaban.

Es infundado considerar el trinomio Parlamento, autonomía y el derecho comunal tradicional “common law”, como baluartes e impulsores del progreso ingles, ya hemos señalado el papel variable que tenía el parlamento en función de cada circunstancia histórica, sobre la famosa autonomía sucede algo parecido aunque en realidad nunca significó un factor de progreso sino una protección contra las acciones progresistas de los Tudor y una fuente de control del feudalismo sobre el parlamento en procesos posteriores. En lo que se refiere al Common Law ” no era, pues, otra cosa que el derecho feudal tradicional al servicio de tendencias feudales anárquicas” (Pág. 355) a tal grado que los Tudor lo rechazaron a favor del derecho romano y los Estuardo lo reestablecieron en cuanto tuvieron oportunidad.

Un ejemplo del carácter “democrático” del parlamento ingles lo puede ser el hecho de que en 1939 de los 537 miembros de la cámara baja, sólo un tercio haya resultado vencedor de algún tipo de elección, 277 eran designados por el gobierno y los demás eran posiciones de privilegio de los estratos más altos.

Si alguna fuente de progreso hubo durante esos siglos fue sin duda el carácter insurreccional que tenían las movilizaciones de masas cuando estos se producían, las cuales se dirigían en contra de los jueces representantes del derecho feudal, contra el parlamento por imponer nuevos impuesto o contra las medidas represivas del gobierno. Fundamentalmente durante la última parte del siglo XVIII y la primera mitad del XIX se estaban gestando todas las condiciones para una explosión revolucionaria la cuya no arribó según Kofler por tres razones: ” el terror que la burguesía siente por el proletariado industrial no le permite que la propaganda radical burguesa rebase ciertos limites, la insondable pobreza del proletariado que tiene un efecto enervante sobre su energía, pero el mayor obstáculo fueron los veinte años de guerra, que dieron abundantes motivos a la propaganda patriótica y militar así como a la dictadura reaccionaria de Pitt,…”( pág 394)

El siglo XIX tampoco fue una época de tranquilidad para la burguesía ni para la aristocracia, el desarrollo industrial estaba significando el crecimiento espectacular de un proletariado cada vez más consciente de sí mismo y que por la vía de la movilización arrebataba leyes fabriles y derecho políticos, al grado de que los partidos burgueses tuvieron que cederle el sufragio universal en la medida de que sentían inútil la oposición a él.

Así mismo la burguesía va dándose cuenta de que los derechos democráticos no se enfrentan a la propiedad privada siempre y cuando se asegure el monopolio de la cultura, la educación, la prensa y las editoriales.

Alemania

En lo que se refiere a Alemania y específicamente a Prusia, esta siguió por largos siglos un lento y tortuoso progreso que no sólo de dio en el marco del dominio político de la aristocracia feudal, además de ello tuvo que soportar un retraso económico derivado del predominio de dicha clase.

La derrota de la guerra campesina del siglo XVI, fue un obstáculo pero hubiera sido salvable de no ser por la guerra de los treinta años que llevo a la economía de subsistencia a casi la totalidad del campo alemán. Esta base impidió el desarrollo de una burguesía manufacturera capaz de generar nada parecido a Cromwell ni a Robespierre.

La intelectualidad alemán vegeta entre la abstracción, la autocompasión y la impotencia, mientras que la aristocracia aprende a comerciar y a enriquecerse por esta vía, lo que le asegura un predominio económico que representa un efecto de aún mayor retraso par el conjunto de la nación alemana. Un ejemplo de esto es la incapacidad de consolidar un estado nacional en tiempo en los que Francia, Alemania y Holanda tenían largas décadas e incluso siglos de haberlo hecho.

Alemania vivió un absolutismo despótico sin haber tenido uno progresista, vivió la restauración sin tener una revolución, se convirtió en la fiel observadoras de la historia de otros países. Tan sólo la revolución francesa le confiere a su intelectualidad un cierto dejo de esperanza y de creación.

Cuando por fin las condiciones materiales permiten el estallido de la revolución burguesa el proletariado era suficientemente grande y actuaba con tal independencia que la burguesía simplemente escapó temerosa a los brazos de la reacción. Unos años antes del estallido Marx escribía:

“La emancipación del alemán es la emancipación del hombre. La cabeza de esa emancipación es la filosofía, su corazón es el proletariado” (C Marx Introducción a la critica de la filosofía del derecho. Op. cit. Pág. 502)

El proletariado, no obstante confió en una burguesía que traicionó de cabo a rabo la revolución y así Alemania se vio sumida en una situación de reacción tan sólo comparable a la Rusia zarista.

La correspondió al la Prusia aristocrática efectuar el proceso de unificación sobre bases feudales, no obstante el crecimiento organizativo del proletariado en todo a los partidos fundados por Lasalle y los seguidores de Marx fue forzando a ceder un poco para mantener lo esencial. También en Alemania la democracia parlamentaria surgió cuando era imposible impedirla y cuando el poder se dio cuenta de que no trastocaba la propiedad privada.

En este punto Kofler muestra sus puntos débiles, incluso casi indignos de sus interpretaciones anteriores. Kofler señala al prusianismo como una enfermedad que ya había invadido al proletariado y lo volvía proclive al respeto a la autoridad y a la disciplina, señala a esta característica ideológica como la culpable de la incapacidad de completar la revolución luego de la primera guerra mundial y a la incapacidad de enfrentarse seriamente al fascismo. La señala como una fuente de degeneración que permitió una interpretación mecanicista y metafísica del marxismo en los países del Este, al respecto no podemos estar de acuerdo, al parecer sólo fue un elemento ideológico de retraso lo que permitió estas derrotas históricas, pero en este punto Kofler se enfrenta con el método que ha desarrollado a lo largo de toda la obra, en ella la totalidad es una mera simplificación si no es complementada por los rasgos particulares que permiten darle coherencia, en le caso de su explicación de dichas derrotas, los demás elementos no intervienen, De este modo aparece la historia alemana como una fatalidad histórica. No siquiera le permite al proletariado alemán la concesión que le ha hecho al ingles. Según Kofler si de algo no son culpables los obreros ingleses es de no luchar, en cambio la clase obrera alemana parece culpable del pecado original del prusianismo que es la fuente de todas sus desgracias, ya se pueden dar por satisfechos los socialdemócratas asesinos de Rosa Luxemburgo, sólo eran inocentes instrumentos del destino alemán.

Rousseau y los límites del humanismo burgués

La base de las limitaciones del humanismo burgués es su defensa de la propiedad privada, la cual lo lleva a proclamar libertades para luego crear mecanismo que las limiten en función de defender el orden burgués y su concepto de propiedad. En el fondo toda la ideología burguesa esta preñada con la idea de la desigualdad económica como prueba de la desigualdad intelectual o como el carácter no humano de las clases que no son burguesas, en este sentido aquellos pensadores que como Rousseau no entendían la soberanía del pueblo si no incluía al conjunto de las clases, eran portavoces de corrientes de opinión no estrictamente burguesas. Rousseau concedía exagerada importancia a la educación porque consideraba a la ignorancia como fuente de la desigualdad real, no obstante se enfrentó, como todos los pensadores que no transcienden el marco burgués a señalar tan sólo las tareas, la emancipación humana, sin encontrar ninguna solución real.

¿Dónde esta la libertad?

Kofler concluye:

“El hombre será realmente libre cuando, en la sociedad sin clases, la propiedad se haya convertido en propiedad del conjunto del pueblo, y su sector privado, cada vez más extendido, conserve el significado del consumo cotidiano, pero no el de la fuerza que domina al hombre y por eso es deshumanizadora. El hombre será libre en dos sentidos, porque su libertad perderá la atadura animal a la posesión de bienes materiales, y porque el actual desposeído recuperará la total disposición de su persona…” ( Pág. 480)

Los acontecimientos de los últimos años, la época postunión soviética confirman la incapacidad del capitalismo y de sus ideólogas correspondientes para realizar ni uno sólo de sus postulados revolucionarios, hoy menos que nuca la libertad, la igualdad y la fraternidad privan en el planeta, a pesar de que supuestamente, ya no hay peligro rojo. Es claro que en el marco de la propiedad privada y de la explotación del trabajo ajeno, ni los conceptos ni las realidades corresponden a la verdadera emancipación humana, cuyos ideales han sido señalados por siglos pero que sólo en nuestros tiempos existe la posibilidad material de realizarlos

Pese a lo que se diga respecto a la supuesta superación del marxismo como método de análisis, y de acción, es evidente que no existe otra alternativa, que el proletariado no tiene mejor herramienta para dar la lucha de frente a un enemigo de clase que ha construido una tremendo yelmo de niebla que cubre a los trabajadores y que les impide ver la realidad tal y como es.

La única acción política valida en estos tiempos, desde el punto de vista de los intereses del proletariado, es aquella que tienda a enfrentar y a disolver esa niebla ideológica, de otra manera se repetirá la escena que Carlyle describe:

“Un millón de trabajadores hambrientos se alzó en masse (…) y se quedo quieto. ¿Y que otra cosa podían hacer? Sus penas y sus fatigas eran amargas e insoportables, la furia que experimentaban por eso era justa. Pero, ¿quiénes son los que han causado estas penalidades y quiénes aquellos que quisieran por fin esforzarse en ponerles remedio? Nuestros enemigos, dicen, son no sabemos quién ni qué, nuestros enemigos están no sabemos dónde. ¿Cómo podemos atacar a alguien, balearlo o ser baleado por él? ¡Ah¡ si la maldita pesadilla invisible que estruja nuestras vidas y las de los nuestros tomase forma…”

 


Bibliografía

Obras de Carlos Marx:

Introducción a la critica de la filosofía del derecho en Escritos de Juventud, Grijalbo, México 1982

Manuscritos económico-filosóficos de 1844 en Escritos de Juventud, Grijalbo, México 1982.

La ideología alemana, Editorial Pueblo y Educación, Cuba 1982.

El capital, Fondo de Cultura Económica, México 1972.

Otros autores

Leo Kolfler, Contribución a la historia de la sociedad burguesa, Mamorrotu Editores, Argentina 1971.

Carl Grimberg, Descubrimientos y Reformas, Daimon, México 1983.

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